Bailar es una completa pérdida de tiempo

 

Una joven vieja amiga que comparte y agradece mi debilidad por Fred Astaire, me escribe que a su gusto Silk Stockings es la mejor película del dúo y el descubrimiento de una de las facetas menos explotadas de Cyd Charisse, el humor. Compone una Ninotchka que supera a Garbo porque no sólo habla, sino que baila y canta (aunque con voz prestada, ok). "It’s a chemical reaction, that’s all”.

Le contesto que Greta Garbo es una de las grandes divas cuyo éxito nunca pude entender y que su voz me hace reír en las escenas más solemnes. Me confiesa que a ella tampoco le gusta. A mí también me encanta Silk Stockings, dirigida por el ya veterano Rouben Mamoulian en 1957 y que en castellano se tituló La bella de Moscú. Es una remake de la Ninoshka que el gran Ernst Lubitsch dirigió en 1939 con Garbo como la comisaria comunista enviada a Paris para controlar a tres agentes seducidos por el capitalismo. Pero no me decido a subirla al Cohete A La Luna porque temo que se preste a equívocos. Rodada en plena Guerra Fría, se burla de la revolución rusa y le opone el lujo del consumo capitalista, simbolizado en las medias de seda. Lo de la reacción química de mi amiga es un guiño para iniciados: Fred Astaire trata de seducir a Cyd Charisse  y ella le responde que el amor es sólo una reacción química, según las investigaciones de un científico soviético con pavos. Cuando se queda a solas, Cyd Charisse deja su severa ropa soviética (un diseño exquisito en colores pastel de Helen Rose) por las medias de seda, las sandalias transparentes de taco aguja y un glamoroso vestido blanco con el que la oruga se convierte en mariposa.

En una escena fundamental, él le canta la deliciosa All of You de Cole Porter, cuya letra dice cosas que parecían normales hace sesenta años pero hoy sabemos que son escandalosas e inaceptables. Todo empieza bien, cuando Fred le dice que ama su aspecto, su atractivo, su dulzura, su pureza, sus ojos, sus brazos, su boca, que la ama de este a oeste y de norte a sur. Pero se va al diablo cuando le cuenta su deseo de “tomar completo control de vos”  y de “manejar incluso tu corazón y tu alma”. Ella le contesta que bailar es una completa pérdida de tiempo y que la felicidad sólo puede obtenerse en el trabajo y la industria, escasez de alternativas sugerente de que la revolución feminista no empezó en Moscú, por más que manejaran tractores. Me hizo acordar el sofisma de Durán Barba para defender a Triaca, diciéndoles a los radicales que no vamos a borrar de los libros de historia a Yrigoyen porque no reconocía a sus hijos. Yrigoyen está tan bien en los libros de historia como este personaje de Fred Astaire.

En fin, una porquería pro imperialista, no recomendable para mentes lineales. Pero en perspectiva  es imposible no admirar la gracia con que el soft power estadounidense no opone al comunismo la explotación capitalista sino el amor y el placer. Los agentes rusos (entre ellos el impagable Peter Lorre, en un papel totalmente distinto a los de M el Vampiro y El Halcón Maltés) hablan de propaganda, pero está claro que esa fue la primera batalla que perdieron.

Y además están ellos dos. Quien no aguante el contexto, y lo comprendo, que siga de largo. Yo de acá no me muevo. Después te la puedo contar.

 

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