El crisol de razas

El crisol de razas es el mayor éxito del proyecto liberal de la generación del 80 y un caso único en el mundo, que asombra a quienes lo conocen. Fuera de la Argentina cuando un palestino y una judía se enamoran, producen una noticia global, tal vez una novela, hasta una película. Lo mismo ocurrió con la amistad entre Edward Said y Daniel Barenboim.
No me parece para nada casual que haya sido Barenboim (nacido en la Reina del Plata el mismo año que yo) quien creara la orquesta West-Eastern Divan, formada exclusivamente por músicos árabes y judíos, o que un pibe unos añitos mayor que nosotros, Jorge Bergoglio, haya promovido a escala planetaria la fraternidad entre católicos, judíos y musulmanes que aquí no llama la atención porque es pan cotidiano. Por supuesto, la misma constatación puede hacerse con los descendientes de otras etnias que en sus lugares de origen se enfrentan armados hasta los dientes y aquí ni siquiera tienen presente de donde viene cada uno.
Falta tiempo para saber si el fenómeno se repetirá con la inmigración más reciente de los países vecinos, los lejanos asiáticos y los africanos, aunque los negocios del Once parecen sugerir que tampoco hay conflictos graves entre chinos, judíos, coreanos, senegaleses, rusos y peruanos. Tampoco conozco otro barrio similar en otro lado. Sí he visto la repetida combinación entre coreanos y mexicanos en los Deli de Nueva York o entre asiáticos y bolivianos en el Belgrano Chico que ahora es Belgrano Chino. Pero en estos dos últimos casos la relación es jerárquica. El asiático es el patrón y el americano su empleado.
Creo que no hay en el globo otra ciudad donde se crucen las calles Palestina y Estado de Israel (si no es así, invito a los lectores a señalar dónde más ocurre). Aquí  pueden ver un video grabado en esa esquina por la Organización Errorista Internacional, creada en 2005 en repudio a la visita de W.Bush para la cumbre presidencial de Mar del Plata.

El domingo daremos la bienvenida como nuevos tripulantes al cohetealaluna.com a Diego Sztulwark, que es judío, y a Gabriela Massuh, de una familia árabe. A los dos les pedimos un comentario sobre la decisión de Trump de mundar a Jerusalen la embajada de los Estados Unidos en Israel y sus consecuencias. El resultado: dos brillantes artículos de un par de intelectuales argentinos. A diferencia de lo habitual tendrán que cliquear en el casillero Autor para saber quién es quién, así ustedes tienen la demostración práctica de lo que estamos diciendo. Si esto sale mal la culpa es de los técnicos informáticos, pero no es grave. Después lo corregimos y entretanto leyeron dos notones que valen la pena.

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