Los blanqueos y la fuga explican por qué no hay inversiones

1.- Das liebe Angela / Querida Angela

 Hace seis meses la Primer Ministro germánica Angela Merkel le dijo con franqueza al Presidente Mauricio Macri en Buenos Aires: "Los argentinos no traen sus capitales de afuera y quieren que los pongamos nosotros”. Lo expresó con un lenguaje mucho más diplomático, por supuesto. Vino acompañada por una multitud de empresarios, “que está viendo que oportunidades de inversión hay”, ante quienes elogió el desempeño de Macri.

Diálogos off the record muy similares y rituales públicos idénticos se han repetido desde el restablecimiento de la democracia (1983). Y nada sustancial ha ocurrido a este respecto. Los capitales locales han seguido fugándose de modo masivo, retornando cada tanto y sólo en cuentagotas. Los externos no se han sentido alentados a reemplazarlos de un modo que pudiese tornar sustentable a la economía. (Y mucho menos, tornar justa a la sociedad.)

El primer ejemplo que puedo mencionar —sobre la base de una fuente confiable— acerca de estos crudos diálogos de autoridades políticas argentinas con representantes externos, ocurrió en los Estados Unidos, durante los primeros años de la Presidencia de Raul Alfonsín. El por entonces Presidente estaba acompañado por un gran conjunto de titulares de empresas locales. Durante una multitudinaria reunión, un alto funcionario del Departamento de Estado se dirigió a un funcionario de nuestro Ministerio de Economía y a una señora dicharachera que participaba de la misión empresaria: Amalia Lacroze de Fortabat, titular entonces de la cementera Loma Negra. Y dijo el gringo, sin anestesia: “Mientras los dueños de empresas como la de esta señora no quiebren, Argentina no tendrá futuro”.

Loma Negra fue titular durante un cuarto de siglo del cartel del cemento en Argentina, condenada finalmente por la justicia y sustancialmente impune. La manipulación de los precios del mercado del cemento le permitió, así como al resto de las empresas cartelizadas, vender más caro de lo debido, acumular ganancias extraordinarias y ocultarlas en sus balances para evadir impuestos y fugar capitales.

Al final de su trayectoria esta empresaria, ya fallecida, acudió a un acreditado wealth manager —administrador de fortunas—, que no sólo la asesoro en la inversión de los fondos sustraídos al giro local, sino también en la venta final de Loma Negra a sus nuevos propietarios y en la inversión externa de su producido y, fallecida la señora, en la administración offshore de los fondos recibidos por sus herederos. Este cazador de fortunas, Alfonso de Prat Gay, ha sido Presidente del Banco Central de la República Argentina, (2002 a 2004) y ministro de Economía del Presidente Macri, de fines de 2015 a fines de 2016 y, como tal, responsable del diseño, lanzamiento y administración política del ultimo blanqueo oficial de capitales. Su despedida ministerial incluyo llevarse los méritos, en conferencia de prensa conjunta con el titular de la AFIP, del blanqueo que ya mostraba acogimientos totales en el orden de los 90.000 millones de dólares en diciembre de 2016.

Prat Gay acaba de anunciar su programa político ante 150 empresarios reunidos por el Rotary Club: “Quiero ser gobernador de Tucumán en 2019”. Para ello ofreció a su público una parte pequeña del tramo final de su CV: “Me fui del Banco Central en 2004, cuando noté que Nestor Kirchner parecía el gobernador de Santa Cruz y no el Presidente de la Nación. La triple administración de los Kirchner fue nefasta para Argentina”. Alguien pensará que quiere seguir las huellas de Palito Ortega pero parece destacarse, desde el vamos, una importante diferencia en los respectivos CV: Palito supo ser el changuito cañero, y Alfonso parece no haber podido salir, nunca, de su cuna de oro.

2.- Corrupción, evasión, fuga y blanqueo (claves)*

Entre los países del Sur del mundo la Argentina constituye un caso nacional en el que la fuga de capitales se ha presentado temprano, en términos históricos, y de un modo persistente y perverso, si nos atenemos a su impacto económico-social y político. Como consecuencia de cuatro décadas de persistente flujo de recursos hacia el exterior, las más recientes mediciones de los stocks de riqueza offshore de origen argentino (INDEC, para 2012; Henry para 2010, y del CEFID-AR para 2012) suponen, relacionados con la magnitud de su PIB, un record en América Latina —que parece compartir con Venezuela— y ubican al país en los primeros puestos del ranking global. Los alrededor de 400.000 millones de dólares de fondos offshore de argentinos estimados por nosotros en el CEFID para 2012, ascendían al orden de los 520.000 millones, muy cerca del valor del PIB en dólares de Argentina, en 2016, el año del blanqueo.

Este dudoso privilegio tiene fuertes raíces en un largo período de gran inestabilidad política, severas crisis económicas y deterioro fiscal estructural (en particular, durante 1975-1991), que ha resultado en el arraigamiento de culturas favorables al incumplimiento fiscal y la fuga de capitales (con la recurrente necesidad de los evasores y/o fugadores de su posterior lavado). La relativa estabilidad política alcanzada durante las últimas dos décadas y media previas a 2016 no ha acarreado aún —sin embargo— una sustancial estabilidad económico-financiera, que pudiera haber tenido la virtud de favorecer la limitación de ambos fenómenos. Aún cuando algunas visiones puedan alegar, también, que estos fenómenos constituyen, per se, razones de la persistente inestabilidad económico-financiera. En rigor, estos procesos suelen retroalimentarse. Debido a estas últimas razones, al agravamiento de las circunstancias del escenario externo más relevantes en relación con estos desafíos —la extensión de la globalización económico-financiera, la creciente hegemonía de la banca global cartelizada, el retroceso de las facultades tributarias de los Estados-nación y, en particular, la expansión de la red global de guaridas fiscales— y, también, a la acentuación de algunas características clave de la estructura económica, de la estructura tributaria y de la gestión estatal de la Argentina que resultan disfuncionales, los problemas intervinculados de la evasión tributaria, la fuga y el lavado de activos han tendido a agravarse en sus impactos sistémicos.

Entre las alegadas características de la estructura económica local, deben destacarse: la creciente concentración y transnacionalización de sus actividades económicas; el comportamiento en espejo de los grandes grupos económicos locales respecto de las empresas multinacionales; y el peso dominante de las actividades de la exportación de commodities agrícolas (más la importancia ascendente de la gran minería).

La estructura tributaria tiene, por otra parte, unas características tales que estimulan la descapitalización de las empresas productivas, la sobre-expansión de las actividades especulativas y el estímulo de las de baja productividad económico-social (como, por ejemplo, la construcción residencial para las élites).

En cuanto a la gestión estatal, padece de serias debilidades heredadas del largo período de crisis y también de los limitados y/o inconsecuentes esfuerzos aplicados a su redefinición y fortalecimiento. Sólo a modo de ejemplo debe destacarse lo referido a algunos aspectos de la marcha de la administración nacional tributaria —en especial, los vinculados a la tributación internacional— y la aduanera, a cargo de la AFIP. Por otra parte, de las limitaciones y desafíos que enfrentan las sucesivas gestiones económicas nacionales, en lo referido a las cuestiones más directamente ligadas al mundo offshore la más importante es la denominada restricción externa o penuria de divisas. Esta restricción sofoca cada vez más severamente nuestro crecimiento económico, la creación de trabajo y la equidad económico-social. Los aspectos financieros de esta restricción, ligados estrechamente al mundo offshore, no forman parte aún de la agenda relevante de los grandes problemas nacionales. Una de las mejores pruebas de ello es que el organismo estadístico nacional (INDEC) estima desde hace muchos años valores de la riqueza offshore de los argentinos que resultan ser, sistemáticamente, del orden de la mitad de los calculados por otras fuentes (locales y externas) de reconocida solvencia (entre ellas, las nuestras) .

Debe destacarse, por fin, que como consecuencia de la evolución de los acontecimientos locales y globales ligados al mundo offshore, la ciudadanía argentina está siendo crecientemente informada en los últimos años —de un modo meramente episódico o anecdótico, en general— acerca de un gran número de notables operaciones económicas, que involucran: severos incumplimientos tributarios y fraudes fiscales de grandes empresas y personas; la comisión de graves delitos de guante blanco; la fuga de capitales; y/o el lavado de dinero. Estas operaciones, cada vez más visibles, involucran a variados sectores de la actividad económico-financiera, a empresas propietarias de grandes medios masivos de comunicación, a grupos empresarios poderosos (tanto amigos como adversarios del poder de turno) y también a dirigentes políticos y sindicales de gran notoriedad. Lo que ha culminado, durante el primer semestre de 2016, en el caso del actual Presidente de la Nación —y de su familia , amigos y ministros— como consecuencia de las revelaciones de los denominados Panamá Papers, que han dado lugar a una actuación legal de público conocimiento (por presunta infracción al artículo Nº 303 del Código Penal).

3.- Algunos numeritos

El blanqueo oficial resultó, como se ha destacado en el lanzamiento de El Cohete a la Luna, en un total de acogimientos de todo tipo del orden de los 130.000 millones de dólares, de los cuales apenas un quinto ingresó a la economía nacional. Esto supone que fueron regularizados desde el punto de vista tributario alrededor de una cuarta parte de los activos offshore no declarados de los residentes en Argentina al año del blanqueo, pero no ingresaron efectivamente a la economía local cuatro de cada cinco dólares declarados. Permanecen fuera de la economía, entonces, a fines de 2016, después del blanqueo, poco menos de 500.000 millones de dólares, alrededor del 90 por ciento del PIB argentino del año pasado.

El gobierno nacional considera esto un buen resultado porque piensa que la enorme porción blanqueada pero no ingresada cruzara la frontera apenas vea que el cambio ha llegado para quedarse y, además, encuentre oportunidades concretas de inversión atractiva en el país. Algunos valores de interés, a este respecto: la inversión total, pública más privada, fue en 2016 muy pobre, del orden de 16 puntos del PIB y algo mas de 88.000 millones de dólares. Vale decir, algo menos que la fracción blanqueada que no ingresó al país y entre 5 y 6 veces menos que el total de activos offshore de origen argentino. En otras palabras, el hipotético e imposible ingreso gradual del total de estos fondos offshore para su aplicación a inversiones no especulativas durante, digamos, seis años, permitiría duplicar la inversión total en términos del PIB , del 16 al 32 por ciento anual, alcanzándose un ritmo de inversión de tipo asiático. Sólo el fin del drenaje anual de capitales de Argentina, de algo mas de 30.000 millones dólares en una hipótesis conservadora, permitiría elevar el nivel de la inversión anual de 2016 en un tercio, entre 5 y 6 puntos de PIB más por año .

En otro plano, los fondos anuales que el gobierno nacional pretende quitar a jubilados, pensionados, a la AUH, a los discapacitados y a las contribuciones familiares que cobran los trabajadores formales —unos 70.000 millones de pesos año—, constituirían en la precedente hipótesis apenas una fracción del aumento de la recaudación de impuestos locales y de los aportes previsiones que resultarían de la mejora de los niveles de actividad económica, ocupación y salarios que proveería la concreción de tales nuevas inversiones.

Vayamos por un momento y muy brevemente, aunque no sea el objetivo de este texto, a las sombras que el rumbo oficial extiende sobre la circunstancia nacional: ausencia de proyecto de desarrollo (no se tiene registro, aunque más no fuere, de uno de mera protección de los avances económicos y sociales alcanzados en el pasado); liberalización financiera; destrucción de las fronteras económico-financieras del país; endeudamiento externo galopante; desprotección previsional de los ancianos y de los niños y los jóvenes en fondos para su subsistencia, su educación y su salud, y de los trabajadores en sus derechos sustanciales. En un escenario de este tipo, las condiciones del blanqueo y los estímulos a la fuga de capitales y de las actividades especulativas internas, pueden crear unas condiciones de incertidumbre y de volatilidad que, al momento de la verdad, tanto en el escenario internacional como en el interno pueden llevar a este gobierno a chocar la calesita.

 

 

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