“No sólo la libertad, también la posibilidad de volver a ser madre”

Mirta Rosa Guerrero tiene la voz apagada. Es difícil asociarla con esa mujer corpulenta que saltaba sin parar en las marchas de la Tupac Amaru. Fue de las primeras en organizarse para salir a buscar a los hombres que pegaban a sus mujeres en el barrio. La definían como una leona a la hora de defender a sus compañeros. Hasta el lunes pasado estuvo internada en una clínica de Jujuy, custodiada por dos policías en la puerta de la pieza. Shakira estaba ahí para recuperarse de una segunda operación en seis meses. Esta vez, dice, lo que ocurrió fue consecuencia del hostigamiento en la cárcel: a pesar del reposo absoluto ordenado por los médicos, las autoridades del Penal Alto Comedero la obligaron a hacer los trabajos asignados a las internas. Le negaron salidas para los controles post operatorios o los demoraron hasta que perdió los turnos. Ahora, los médicos le advirtieron que no va poder volver a ser madre.

Mirta es la quinta de diez hermanos. Desde los seis años tuvo que hacerse cargo de los menores cuando su madre salía a trabajar. Veinte años atrás empezó a militar en la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) de Jujuy. Conoció a Milagro Sala en una reunión a la que su madre no pudo asistir por una enfermedad y le pidió que la reemplazara. En ese entonces era delgada. Tenía el pelo negro y largo. Cuando entraba a la sede del gremio escuchaba que la gente decía: “Ahí está Shakira”. Mirta se daba vuelta, buscando a alguna celebridad. Pero se referían a ella. Desde entonces, todos la llaman Shakira. Tiempo después fue una de las mujeres fundadoras de la Tupac.

A Shakira la detuvieron en julio de 2016. Su pecado fue tener la piel oscura y atreverse a sacar plata por la ventanilla del Banco Nación para los pagos de los cooperativistas. La imagen fue difundida por la televisión, repetida una y otra vez, como si en lugar de trabajadores retirando dinero, los tomadores del dinero hubiesen estado robando. Shakira había ido con otros compañeros a cobrar un cheque de la municipalidad de San Salvador de Jujuy por un convenio de mejoramiento habitacional. Lo único ilegal de la cobranza fue la difusión de las grabaciones registradas por las cámaras de seguridad. Desde entonces es una de las siete presas políticas del contador Gerardo Morales y del presidente Mauricio Macri.

En agosto del año pasado la operaron. Tenía una hernia. Le hicieron una cirugía abdominal, técnicamente llamada eventroplastía, en la que se le colocó una malla de Marlex. El 11 de diciembre la llevaron nuevamente al quirófano. “Es de mencionar que luego de la primera intervención, aparte de realizar curaciones diarias, la indicación consistía en reposo físico absoluto y una dieta rica en fibras para mantener el tránsito intestinal corriente y no producir constipaciones que aumentasen la presión intraabdominal. Lo que en apariencia no se pudo mantener, dando así la aparición de la recidiva”, explicó el doctor José Álvarez en un informe que lleva su firma. El médico que la intervino quirúrgicamente también integra el equipo médico del Servicio Penitenciario.

El último 7 de septiembre se produjo una comunicación telefónica desde la cárcel que encendió el alerta. Una de las presas políticas logró avisar que después de las visitas, sufrieron una requisa muy violenta. Shakira fue obligada a permanecer de pie, hasta que no pudo aguantar más el dolor. Comenzó a llorar y se descompensó. Recién entonces le permitieron sentarse. Al día siguiente le reprocharon lo sucedido al jefe de la unidad. Shakira quiso ir a la Fiscalía para realizar la denuncia, pero se lo prohibieron.

Un mes después, Shakira intentó quitarse la vida en el penal. Ocurrió el 18 de octubre. esa mañana la habían condenado por el robo de una cámara al equipo de producción de Jorge Lanata, aunque todos los testigos, incluso los denunciantes, señalaron en la audiencia que el autor del hecho fue un hombre de un metro setenta y pelo largo. Ese día cuando terminó el horario de visitas, ese tiempo que dentro de la cárcel vuelve a acentuar las condiciones de encierro, Shakira pidió hablar con el jefe de la unidad, Pedro Vilte. Eran las seis de la tarde. Quería reclamar por el destrato durante el traslado a la sala de juicio. Cuando bajaba escaleras del edificio de Tribunales, una de las oficiales se enojó porque ella caminaba despacio, porque en realidad aún seguía dolorida por la operación, pero la mujer también le criticó su calzado, unas botas con un taco bajo. Pasadas las 21 horas, seguía pidiendo hablar con el responsable de la unidad carcelaria. Una oficial le dijo que Vilte ya no estaba. Y allí, Shakira decidió sacar el colchón de la celda al pasillo como medida de protesta para pedir atención médica. Y como no le respondieron entró al baño. Sus compañeras, preocupadas al ver que no salía, se asomaron y vieron que se ahorcaba con una toalla. Dos internas pudieron entrar. Luego intervino personal de la unidad carcelaria, la atendió el SAME y fue llevada al Hospital San Roque.

Con una letra prolijamente manuscrita sobre una hoja rayada, el 30 de noviembre escribió: “Fui intervenida quirúrgicamente a mediados de agosto, pero a posteriori no fui asistida, ni atendida”. Ese antecedente más la fajina laboral en el penal, motivaron la presentación de una denuncia por abandono de persona. Entre las tareas, la sometieron a limpiar la celda colectiva, el piso y las canaletas del sector.

El juez Zurueta había dispuesto un oficio dirigido al Servicio Penitenciario para autorizar todas las salidas necesarias por razones de salud. "Pero el Penal desobedeció tal oficio, al punto que hoy padezco una nueva eventración y necesito ser intervenida”, escribió en la misma nota. A los pocos días, Shakira escuchó que una oficial le decía al médico que no hiciera el oficio de salida para el hospital, hasta el jueves. Ella se quejó pero no hubo respuesta.

Finalmente, la revisó un médico del poder judicial. Le dijo que tendrían que ligarle las trompas. Shakira había tenido tres cesáreas y podía ser un riesgo para su vida quedar nuevamente embarazada. “Estoy muy mal y triste —siguió Shakira en la carta— porque deja traumada mi vida en la imposibilidad de volver a ser madre”.

Finalmente la operaron, pero no ligaron sus trompas: "El médico no se quiso hacer cargo del ligamiento --explicó ella--, para que no queden registros de lo que me hicieron, pero me dijeron que mi abdomen no soportaría un nuevo embarazo. Esta vez me abrieron 15 centímetros más de lo que me habían hecho la vez pasada. Estoy abierta entera y tengo dos mallas colocadas. Siento un dolor muy grande. Ahora me quitaron la posibilidad de volver a ser madre”.

Su abogado, Facundo Vargas Durán, presentó un hábeas corpus preventivo para evitar que vuelva a la cárcel. También lo hizo el Comité por la Libertad de Milagro Sala.

El lunes, cuando Buenos Aires se convertía en tierra arrasada, el juez Jorge Rodolfo Zurueta rechazó el hábeas corpus preventivo. Shakira volvió al Penal del Alto Comedero.

Foto: Silvana Lánchez

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