Por qué decidimos no callar

El físico e investigador principal del Conicet Juan Pablo Paz, elegido el mejor del país en 2014, obtuvo 37 de los 236 votos en la elección del nuevo rector de la UBA, postulado por agrupaciones kirchneristas y de distintos matices de la izquierda, bajo la consigna Otra UBA es posible. Sabía que iba a perder, pero dejó un mensaje que se proyecta al futuro.

Tal vez OTRA UBA no sea posible hoy. Pero es necesaria. Y por eso, para cumplir con nuestro deber de ciudadanos y de universitarios, hemos decidido participar, hablar y actuar, reivindicando al pensamiento crítico, base del conocimiento científico y motor de todo cambio. Vivimos en tiempos en los que los intelectuales y académicos del poder denuestan al pensamiento crítico y nos convocan a reemplazarlo por “otra cosa”. Para preparar esa “otra cosa” nos invitan a utilizar una buena dosis de optimismo y otra de buena onda. Pero ocultan que su receta se basa, además, en el uso de mucha post verdad, mucho blindaje mediático y judicial y, por último, por una creciente dosis de represión. En ese contexto, decidimos no callar.
Por eso queremos decir que pensamos que nuestro país, al cual se debe nuestra Universidad, vive un proceso de retroceso en materia de derechos sociales, de derechos humanos, de derechos culturales y de derechos políticos. No puede caracterizarse de otro modo una etapa en la que Milagro Sala estuvo injustamente presa casi dos años, no podemos caracterizar de otro modo estos tiempos de operativos ilegales contra el pueblo mapuche, que en los últimos meses se cobraron las vidas de Santiago Maldonado y de Rafael Nahuel. No puede entenderse de otro modo el ataque a los jubilados en general y a los jubilados docentes y científicos en particular, que hoy son presentados como privilegiados por las autoridades de nuestro país. No podemos interpretar de otro modo, la hipoteca de nuestro futuro de la mano de la bicicleta financiera y al mega endeudamiento, que nos lleva hacia la desindustrialización y re primarización de nuestra economía. Y tampoco podemos interpretar de otro modo los retrocesos en el sistema científico nacional, que abandonó los objetivos del plan Argentina Innovadora 2020 y sufre una marcada reducción de su presupuesto escuálido y por una crisis en sus instituciones más destacadas que, como en el caso del Conicet, incluyen el regreso de la discriminación política en su seno (como lo pone en evidencia la no designación de Roberto Salvarezza como miembro de su Directorio en representación de los investigadores). En ese contexto vive la Universidad. Y en ese contexto, hemos decidido no callar. Hablar de derechos humanos, como lo hacen y lo hicieron  universitarios como Adolfo Pérez Esquivel, Carmen Argibay, Raúl Zaffaroni o Andrés D`Alessio. Hablar sobre derechos sociales como lo hicieron universitarios como Rodolfo Puigróss y Arturo Jauretche. Hablar sobre soberanía económica como lo hizo Aldo Ferrer, hablar en defensa de la educación pública como lo hicieron Berta Braslavsky, Adriana Puigróss y tantos otros, hablar sobre política científica como lo han hecho personalidades como Rolando García y Manuel Sadosky y hablar sobre América Latina y sus orígenes como lo hicieron los reformistas que hace 100 años se dirigieron “a los hombres libres de América”.
Creemos que OTRA UBA es posible. Como dije, tal vez no lo sea hoy, pero es imprescindible. Debemos construirla entre todos quienes reivindicamos el ejercicio del pensamiento crítico, a la creación de conocimiento y a la formación de profesionales comprometidos con su país como actividades centrales de la Universidad. Debemos hacerlo entre quienes tenemos un pensamiento nacional, latinoamericanista y transformador. Entre quienes creemos en la democracia y en que es posible gestionar con limpieza. Entre quienes creemos que es posible compatibilizar la masividad con la más alta excelencia académica. Soy consciente de que hoy soy parte de una minoría. Y no quiero faltarle el respeto a quienes votarán de manera diferente que nosotros. Muchos colegas respetables y queridos lo harán. Espero que podamos converger en el futuro en un espacio que contenga a todos los que quieren una UBA libre de los graves vicios que la afectan y que todos conocemos.
Yo estoy aquí para hablar sin demasiados eufemismos. Y por eso quiero decir que vemos con profunda preocupación la crisis institucional de la Universidad, que ha naturalizado formas de funcionamiento que debemos desterrar. Vemos con preocupación, pero sin sorpresa, las denuncias públicas recientes que pusieron en evidencia el  comportamiento ajeno a la integridad universitaria de funcionarios de primera línea. Esas denuncias provocaron primero sospechas, luego renuncias y finalmente, gracias al blindaje mediático y judicial que mencioné antes, simples reciclajes de funcionarios en otros cargos. No se trata de hechos nuevos ni aislados. Es el fruto del creciente divorcio entre el grueso de la comunidad universitaria y una burocracia integrada por grupos cuyo principal objetivo son los negocios y la perpetuación en el poder.
El conocimiento es un bien público valioso que la Universidad debe producir, preservar, transmitir y difundir. Pese a que en muchos casos, este ha dejado de ser el eje de su actividad, la UBA sigue funcionando, enseñando, investigando, aprendiendo y trabajando. Lo hace así porque miles de docentes, estudiantes y trabajadores no docentes ponen día a día lo mejor de sí. Es ese esfuerzo el que ubica a la Universidad de Buenos Aires entre las más destacadas del continente.
Esperamos que esta sea la última Asamblea Universitaria del statu quo, la última Asamblea que se realice fuera del ámbito de la Universidad, la última Asamblea de las presiones y los miedos. Espero que sea la última Asamblea Universitaria en la que una parte del Movimiento Estudiantil se queda afuera. Con humildad, queremos contribuir desde nuestro espacio a la construcción de otra UBA, la UBA necesaria, que aunque no lo parezca así, es también posible.
Queremos una Universidad democrática, autónoma, co gobernada, con participación de todos sus actores incluyendo a los trabajadores mal llamados “no docentes”. Una Universidad laica, gratuita, crítica y cuestionadora, abierta al pueblo y a su servicio.
Queremos una universidad que busque garantizar el derecho a la educación de todas y todos. Una Universidad que tenga por principal objetivo la formación de profesionales críticos, la producción de conocimiento y la intervención social productiva.
Queremos una Universidad que sea capaz de definir una política científica propia, estudiando los problemas del país pero sin caer en la absurda y retrógrada contradicción entre la ciencia útil e inútil. Esa contradicción es estimulada hoy por el gobierno como forma de justificar un ajuste y ha tenido efectos destructivos enormes a partir del grosero ataque a las ciencias sociales por parte de los trolls gubernamentales en ocasión del reciente conflicto en el Conicet.
Queremos una Universidad integrada con las demandas y las necesidades sociales, en diálogo permanente con los movimientos sociales, los sindicatos, las cooperativas, las pymes y el Estado, en sus múltiples expresiones.
Basado en estas consideraciones, no voy a proponer un programa de gobierno sino un programa de lucha, de acción y de búsqueda de consenso. Convocamos a todos los miembros de la comunidad universitaria, no sólo a los que están aquí sino a los universitarios de a pie, que están afuera de esta Asamblea y se han alejado de la vida de nuestra institución. Convocamos también a los miembros del  Consejo Superior y de los Consejos Directivos que mantengan su vocación democrática y su espíritu universitario a trabajar por OTRA UBA.
Convocamos a todos a priorizar la formación de profesionales comprometidos y con pensamiento crítico. A priorizar la generación de conocimiento original y de calidad mediante la investigación científica y tecnológica.
Convocamos a la Universidad a luchar en defensa de la educación pública y de su presupuesto. A luchar por la plena vigencia de los derechos humanos amenazados por la gestión de un gobierno cuyos ministros de Justicia y Seguridad son capaces de afirmar que las fuerzas de seguridad siempre tienen la razón, a menos que se demuestre lo contrario. ¿Acaso la UBA no tiene nada que decir ante semejante barbaridad?
Convocamos a la comunidad universitaria a defender la gratuidad, a luchar por un presupuesto más justo, a luchar para recuperar el crecimiento del sistema científico argentino, del cual formamos parte sustancial. Convocamos a luchar para que las Universidades recuperen el lugar de principales consultores del Estado rompiendo con la política impuesta por un gobierno de CEOs de contratar consultoras internacionales para recomendarnos qué hacer en políticas estratégicas. El ejemplo de lo sucedido con McKinsey en el caso satelital es por demás elocuente y demuestra que por ese camino vamos rumbo hacia la profundización de nuestra dependencia tecnológica.
Convocamos a luchar para lograr una genuina reforma de los estatutos universitarios que contemple también cambios en la estructura de gobierno, incorporando a los no docentes y eliminando el requisito de contar con ocho profesores titulares para conformar listas.
Convocamos a luchar para terminar con el oprobio que significa que la Universidad de Buenos Aires continúa contando, después de más de 30 años de democracia, con un elevadísimo porcentaje de profesores interinos. Convocamos a desterrar esa práctica que no sólo deteriora el funcionamiento académico sino que es un instrumento de control y de presión política. Convocamos a luchar para defender en la práctica los derechos de los trabajadores y terminar, de una vez por todas, con la docencia ad honorem.
A casi 200 años de la Fundación de la UBA y a 100 de la histórica Reforma del 1918 debemos sentar las bases de OTRA UBA. Es nuestra obligación como universitarios comprometidos con nuestro país. Cumplámosla.

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