La nueva convergencia

Conflictos aislados se transformaron en luchas que desde ahora involucran al conjunto

 

Hace algunas horas finalizamos una inmensa movilización histórica y, con la emoción a flor de piel, nos animamos a realizar una breve evaluación de dicho acto.

La consigna “Unidad de los Trabajadores”, resuena todavía en nuestros oídos y define con justeza el clima fraterno, respetuoso y solidario que desde el principio hasta el final caracterizó la marcha. Verdadero milagro, en un encuentro de 400.000 personas pertenecientes a un espectro de amplia diversidad política y de marcada heterogeneidad social. No está de más decir que este hecho, por si solo, constituye la primera gran derrota de los operadores gubernamentales que pusieron en marcha una campaña disuasiva consistente en enrarecer el clima político a través del miedo a la violencia y a los disturbios que en ningún momento se produjeron.

Dos datos salientes de la jornada, la importante concurrencia de ciudadanos de a pie, sumándose codo a codo con los trabajadores y trabajadoras organizados, que le dieron al acto un matiz de “Asamblea Ciudadana” y la fuerte presencia de contingentes provenientes de organizaciones sociales, sindicales y estudiantiles.

Tal como lo expresé en el acto, quizás este 21 de febrero quede inscripto como fecha de inicio de una nueva convergencia entre distintos sectores del movimiento sindical y social. Como saldo tenemos el desafío de avanzar en la construcción de un nuevo espacio de unidad capaz de aglutinar a los sectores del movimiento sindical provenientes de la CGT y la CTA y de las distintas vertientes de los movimientos sociales dispuestas a confrontar contra las políticas de ajuste y de avasallamiento de derechos del gobierno de Macri.

Esta es la nueva etapa que inauguró el acto del 21F. Retomar el camino de las mejores tradiciones de lucha del movimiento obrero y popular que, como quedó demostrado, está dispuesto a seguir ganando la calle y nos ha dado a quienes fuimos los rostros visibles de la convocatoria, un nuevo aval y un mandato que tiene que poner a prueba nuestra coherencia y nuestra firmeza, en un momento en el que se respira en el aire de la calle, la certidumbre de que es posible empezar a reconstruir la esperanza y reverdecer la voluntad de lucha de los sectores populares.

En lo inmediato, la jornada internacional de lucha de las mujeres el 8 de marzo, las luchas docentes, la de los estatales, la de los que resisten los despidos en el sector privado, los de los bancarios y otras, empiezan a dejar de ser conflictos aislados para transformarse en luchas que a partir de ahora deben involucrar al conjunto.

 

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