LA ARGENTINA EN EL ESCENARIO GLOBAL

Enfoque multipolar, impronta federal y desarrollo sustentable

 

Las recientes visitas oficiales a Rusia y China brindan una oportunidad para reflexionar sobre las relaciones internacionales de la Argentina y su proyección al escenario global. La complejidad del tema obliga a buscar los necesarios matices y equilibrios. Por la urgencia que imponen las redes sociales o quizás por cierta pereza intelectual, nos hemos ido acostumbrando a juzgar los fenómenos en términos simplistas, blanco o negro, antes que intentar comprenderlos en la totalidad de sus aristas.

La misión encabezada por el Presidente de la Nación, Alberto Fernández, enfatiza un modelo de inserción internacional diverso y pragmático, fundamentado en el interés nacional. Hoy, por razones que incluyen nuestra situación macroeconómica, la necesidad de incrementar exportaciones, la vastedad de nuestros recursos y las capacidades y talento de los argentinos, nuestro interés objetivo consiste en desarrollar una amplia articulación con todos los países, regiones y mercados del globo. Solo esta impronta permitirá desatar las fuerzas productivas nacionales con miras a un desarrollo con inclusión social.

La idea de alineamientos geopolíticos o ideológicos es anacrónica para explicar algunos procesos. Mucho más sostener consignas “antiimperialistas”. Reconocer los cambios y nuevas modalidades de acumulación del capitalismo global desde Estados Unidos a Rusia y desde Europa a China es parte de la actualización conceptual necesaria al proyecto nacional y popular en la mejor tradición del peronismo.

No se trata de optar entre China y Estados Unidos: ese falso dilema es producto de observaciones superficiales —en el mejor de los casos— o malintencionadas. La fabricación de antinomias nos ha dañado más de la cuenta. Los países exitosos se conectan estratégicamente, desde su propio interés. En realidad, no hay alternativas sino acumulación. En nuestra mirada, es Estados Unidos y China, es Rusia y África, es la Unión Europea, es el Sudeste Asiático, es EFTA, es Medio Oriente, América Central y el Caribe, y por supuesto nuestra Sudamérica, primer espacio a recuperar plenamente por historia, presente y futuro de una fuerte presencia en los países hermanos con productos y servicios de alto valor. Para la Argentina juegan todos, como lo demuestra la activa agenda de relacionamiento externo que promovimos desde el Mercosur.

Medio siglo atrás, China se vinculaba con el mundo desde la ideología: en nuestra región los partidos maoístas tejían relaciones con el Partido Comunista Chino. Pero eso es historia. Desde la Reforma y Apertura, gradualmente y cada vez con mayor intensidad, Beijing articula con el mundo con pragmatismo. Es el primer o segundo socio comercial de más de cien países. La visión china es de resultados: no importa el color del gato sino que cace ratones, decía el padre de la modernización china.

 

 

Conectar con el mundo

La Argentina debe abordar el mundo sin temores. Un país con tanta energía creativa y productiva tiene enormes oportunidades en la globalización. El mercado interno no es suficiente: somos pocos y sufrimos un enorme deterioro de nuestra capacidad económica en los últimos 45 años; necesitamos escala, atravesar un determinado umbral, como decía el uruguayo Methol Ferré. Un mercado mucho más grande que el propio para poder avanzar hacia el desarrollo sustentable. Nuestra plataforma de partida es el Mercosur, pero nuestro objetivo son los 7.500 millones de habitantes del mundo, donde se encuentran los consumidores y los flujos de tecnología e inversiones productivas que necesitamos. Obtener renta del mercado global es lo que asegurará de desarrollo y el bienestar de nuestros compatriotas.

En China podemos encontrar una demanda amplia y creciente que nos permita reducir el pronunciado déficit comercial bilateral. También obtener las fuentes de financiamiento para obras de infraestructura estratégicas que incrementen nuestra productividad y contribuyan a nuestra competitividad.

Es un país al que le vendemos mucho de poco: es decir, nuestro comercio está concentrado en pocos productos primarios. El potencial para diversificar es enorme. Por caso, el crecimiento de exportaciones de la industria minera permitiría equilibrar rápidamente la balanza comercial e incluso volverla superavitaria. China no busca el superávit con la Argentina; antes le interesa que seamos abastecedores confiables de productos indispensables para el proceso de transformación económica y social que llevan adelante.

Debemos tener presente que la atención china está orientada a asegurar una logística eficiente hacia los puertos. Los ferrocarriles y los puertos son su prioridad. La necesidad de abastecimiento de agroalimentos a una población que demanda más y más proteínas es clave para la potencia asiática y negociar con inteligencia el destino de sus préstamos e inversiones es clave para nuestro futuro. Hace más de 140 años, en los albores de la constitución del Estado argentino moderno, vivimos un proceso similar, alentado por Inglaterra, potencia industrial del momento, que requería alimentos para el ejército de trabajadores que migraban del campo a la ciudad para ocuparse en las nuevas fábricas surgidas al calor de la Segunda Revolución Industrial. Un análisis crítico de esa experiencia puede contribuir a lograr resultados sostenibles en esta nueva oportunidad que se presenta al país.

 

Visita histórica

Debemos superar la tendencia a quedarnos en la anécdota para visualizar lo importante, lo estructural: la misión del Presidente es un hecho histórico para la relación bilateral entre la Argentina y su segundo mayor socio comercial, con quien ya tiene una Asociación Estratégica Integral.

La visita se monta sobre una rica historia de relaciones diplomáticas bilaterales que cumplió medio siglo este año. Todos los presidentes electos desde 1983 visitaron Beijing y a su vez los mandatarios chinos visitaron la Argentina.

La adhesión a la Franja y la Ruta es la evolución de un vínculo que progresa a paso firme: en 2004 el Presidente Néstor Kirchner firmó la Asociación Estratégica con el Presidente Hu Jintao; en 2014 la relación fue elevada a Asociación Estratégica Integral de la mano de la Presidenta Cristina Fernández y el Presidente Xi Jinping; y en 2022 la Argentina se suma a la Franja y la Ruta, que ya cuenta con la participación de 20 países de la región, como Uruguay, Chile, Costa Rica, Perú y Ecuador, entre otros. La cantidad y diversidad de estados que se sumaron a este proyecto de impulso a la inversión en infraestructura y al comercio subraya que está muy lejos de tratarse de una definición ideológica.

Necesitamos flujos de capital chinos y de cualquier otro origen. Insisto con la diversidad: los buscamos en Estados Unidos, en Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos o Qatar, en Europa, Japón y Australia. Energías renovables, cadena de valor del litio y electromovilidad, producción audiovisual, alimentos orgánicos, biotecnología y economía del conocimiento, know how para la producción agropecuaria, maquinaria y semillas: el potencial argentino es enorme para las inversiones productivas.

La visita a Rusia, por su parte, es un hito en la relación bilateral. Su desarrollo científico y tecnológico puede representar un salto de calidad para la producción argentina en algunas industrias estratégicas. El Fondo Soberano Ruso de Inversión Directa tiene potencial para multiplicar el volumen de ciertos sectores de la economía nacional, por ejemplo, en el caso del shale oil y shale gas. Recordemos que los hidrocarburos no convencionales ya explican alrededor de un tercio del total de la extracción de petróleo y gas, cuando hace cinco años esa cifra era marginal.

No hay que olvidar que la cooperación sanitaria de Rusia y China con la Argentina fue invaluable. Debemos decirlo sin vueltas y agradecerlo: la rápida ayuda de ambos países permitió salvar vidas de nuestros ciudadanos.

La profundización de estas relaciones bilaterales no opaca la enorme relevancia del vínculo y los intereses estratégicos que mantiene nuestro país con los Estados Unidos, país que es el principal inversor extranjero en la Argentina y el mayor mercado para una industria prioritaria: la de bienes y servicios basados en el conocimiento y productos de alto valor agregado. Es el tercer destino de nuestras exportaciones después de Brasil y China y la primera economía del mundo. Los bienes de nuestras economías regionales tienen amplio margen para incrementar sus exportaciones en este gran mercado.

Estados Unidos no sólo es un mercado, también es fuente de inversiones y tecnología, transferencia de conocimientos y fuertes vínculos culturales que se fortalecen a medida que crece y gana influencia la población de origen latinoamericano. En sus universidades perfeccionan sus conocimientos decenas de miles de jóvenes argentinos. Por todo esto, nuestra política debe fundarse en una visión amplia y plural, analizando cada paso a dar en la necesaria proyección internacional, sin caer en enfermedades infantiles que son propias de la inmadurez y de la incomprensión del marco global en el cual desarrollamos nuestras acciones.

 

 

Impronta federal

La presencia de tres gobernadores en las visitas oficiales subraya la impronta federal del gobierno. Cada mandatario viajó con proyectos muy relevantes bajo el brazo. Tenemos el desafío de generar empleo de calidad en cada una de las provincias para que los trabajadores y trabajadoras puedan desarrollarse laboralmente en sus propios lugares de nacimiento, generando a la vez, gradualmente, una ocupación más armónica de nuestro territorio.

El fortalecimiento de las pymes en las economías regionales cumple un rol central en este sentido: las llamadas pymes exportadoras dinámicas generan cinco veces más empleo, pagan salarios 20 por ciento más altos, brindan capacitación, formalizan a sus empleados y mejoran sus procesos productivos. En 2021, dos de los cinco destinos más importantes para las exportaciones de las pymes fueron China y Estados Unidos.

Esta apuesta por el desarrollo sustentable necesita de la ciencia y la tecnología. El recientemente anunciado Plan de Fortalecimiento de Recursos Humanos de los Organismos de Ciencia y Tecnología es un gran paso que repercutirá en nuestro sistema productivo. Será el primer llamado mediante concurso público para que más de mil investigadores e investigadoras se inscriban en los 16 organismos que integran el Consejo Interinstitucional de Ciencia y Tecnología pertenecientes a la Administración Pública Nacional.

Esta iniciativa fortalece a la Argentina. Permitirá dotar de mayores capacidades a la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud, a la CONAE, al INTA y al INTI, al Instituto Antártico Argentino; al Instituto Nacional de Desarrollo Pesquero, entre muchos otros. Necesitamos el aporte técnico de nuestros científicos y su punto de vista en los procesos de toma de decisión.

 

 

Contrapuntos en una coalición

El acuerdo con el FMI es transversal a toda la estrategia. Venimos de un gobierno de Macri que tenía aversión por el desarrollo productivo de la Nación y que concentró todas sus energías en la renta financiera, en la especulación pura y en la fuga de divisas que generó una deuda externa enorme en sólo tres años de gestión. Esta deuda provocó una situación de fragilidad estructural que no se resuelve fácilmente.

Duele ver a los que destruyeron el tejido productivo dando cátedra en los medios sobre cómo recuperar a las pymes, y a los mismos que tomaron la mayor deuda de la historia nacional y del FMI explicando cómo resolverla. Paradojas de nuestra política. Lo importante es trabajar para adelante y desactivar el problema.

No hay que sobredimensionar las discusiones internas del Frente de Todos. Son tensiones normales y hasta saludables. Contrapuntos propios de una colación que articula posiciones con matices. Es la oposición la que imagina grietas irreconciliables. Hay que entender que la pasión militante a veces nos lleva a exacerbar los gestos, pero son actitudes comprensibles porque el dirigente político se compromete profundamente con sus ideas. Creo que la decisión de Máximo Kirchner está basada en su intención de colaborar, ya que la función del Presidente de bloque es central para impulsar un proyecto de ley del Poder Ejecutivo.

Lo importante es que todas las fuerzas dentro del frente gobernante compartimos los valores troncales del peronismo histórico como de las necesidades de país de hoy: el crecimiento con inclusión, la ampliación de derechos, la interacción virtuosa del capital y el trabajo, la justicia social y una proyección internacional creciente de una Argentina productiva relacionada con todos los países y regiones del globo. Ese es el norte del Frente de Todos y con decisión e inteligencia política vamos a alcanzarlo.

 

 

 

* Jorge Neme es vicejefe del gabinete de ministros de la Nación.

 

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