¿El fin de la estigmatización?

Entre la criminalización del consumo y la legalización de la industria cannábica

 

Lo que hace unos años parecía utópico, de a poco comienza a hacerse realidad. Por primera vez habrá una exposición sobre cáñamo, es decir, el uso industrial de algunas variedades de cannabis. El evento se realizará en la provincia de San Luis durante los días 2, 3 y 4 de septiembre y “se perfila como una gran ventana nacional e internacional para intercambiar conocimientos, acceder a nuevas tecnologías y servicios, capacitaciones y opciones de desarrollo dentro de la industria del producto”, según informan sus organizadores.

Esto es consecuencia de la entrada en vigencia de la ley 27.669, que regula la producción de cannabis medicinal e industrial. A partir de esa norma, se crearon el Instituto Nacional de Semillas (INASE) y la Agencia Regulatoria de la Industria del Cáñamo y del Cannabis Medicinal (ARICCAME), órgano descentralizado que funcionará en el ámbito del Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación.

Quienes llevan adelante Expo Cáñamo Argentina 2022 y referentes del cannabis medicinal aseguran que San Luis tiene grandes posibilidades de convertirse en la locomotora de una producción que, además, podría generar gran cantidad de fuentes de trabajo e ingresos de divisas.

A su vez, también resaltan que esa producción es trascendente en un mundo de transición energética y cambio climático, que requiere la búsqueda de alternativas de energía renovable. Esta variedad de cannabis puede tener usos industriales milenarios y tiene componentes psicoactivos casi inexistentes, a diferencia del cannabis de uso recreativo, lo que no generaría los efectos psicotrópicos conocidos.

De la planta se extraen tres productos diferenciados:

  • El cogollo se puede utilizar medicinalmente para fermentaciones de bebidas o infusiones;
  • Las semillas se utilizan para fabricación de aceite, leche de cáñamo y también se pueden consumir como frutos secos;
  • El fardo o paja está compuesto por fibra y celulosa. La fibra es sumamente útil en la industria textil, mientras que la celulosa se utiliza para fabricación de papel, biodiesel y bioetanol.

La experiencia europea demuestra que para que esta industria reciente pueda crecer será necesario abandonar la estigmatización y criminalización que rodea al cannabis, a fin de posibilitar el financiamiento y así el desarrollo de la industria.

 

 

La penalización de la tenencia

En términos legales, la tenencia de estupefacientes para uso personal está penalizada. El artículo 14 de la Ley de Estupefacientes 23.737 fija una pena de prisión de un mes a dos años.

Sin embargo, a partir del fallo Arriola, la Corte Suprema de Justicia de la Nación consideró que penalizar la tenencia para consumo personal es violatorio del derecho a la intimidad (artículo 19 de la Constitución Nacional). Esta semana, y a partir del fallo Selvini, se extendió esta jurisprudencia a personas privadas de la libertad.

Estos casos plantean la problemática de cuándo debe considerarse personal un consumo. Es claro que para que considerarlo personal, las cantidades incautadas deberían ser pequeñas. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se ha considerado personal la tenencia de hasta 3 gramos de marihuana.

Pero el problema mayor es otro. Jurídicamente, un fallo de la Corte no puede generar un cambio normativo permanente porque los juzgados inferiores no están obligados a acatarlos. Y a pesar de que la Corte no cambió de criterio, aún existen sentencias de juzgados inferiores que condenan la tenencia de cannabis para consumo personal. La estigmatización del consumo está muy lejos de terminarse.

Al respecto, el doctor Alejandro Andersson, neurólogo especialista en cannabis, expuso datos contundentes: los fallecimientos por adicciones representan un 10% en el mundo. De ellos, el consumo de tabaco y de alcohol representa 8% y sólo 1% corresponde a adicciones a otras sustancias. Esto demostraría que a nivel global ocurren fallecimientos por sobredosis de psicofármacos legales como las benzodiazepinas u opiodes, pero ninguna por consumo de cannabis. A su vez, considera que el Estado debería regular su consumo responsable, de igual modo que regula otras sustancias, como el tabaco y el alcohol.

En nuestro país, miles de personas continúan presas y condenadas por cultivar la planta para uso personal y medicinal. Existen casos claves, como el de los jóvenes de Puán (sur de la provincia de Buenos Aires), a quienes el Estado armó una causa en base a una denuncia falsa; el de Damián Raña, quien estuvo preso casi un año por producir aceite de cannabis para dolores provocados por un accidente; y el de Daniel Tornello, quien sufre una discapacidad y fabricaba aceite para él y para tratar la epilepsia de su compañera.

El modus operandi siempre se repite: una denuncia anónima y falsa de un vecino, un derrotero judicial (con cárcel incluida) para cultivadores de uso personal-medicinal, la impunidad de siempre y vía libre para los narcotraficantes.

 

 

 

 

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