Cate Blanchett antes de Lydia Tár

La música que escuché mientras escribía

 

Pocas películas de los últimos años me han impresionado más que Tár y creo que eso es mérito indisoluble de su director Todd Field y de la intérprete Cate Blanchett. Field dijo que concibió la película y escribió el guión pensando en la ella y que si la actriz y directora teatral australiana no hubiera aceptado, habría abandonado el proyecto. Todavía no puedo creer que no haya recibido su tercer Oscar por esa composición monumental, cosa que no la menoscaba a ella sino a la Academia de Hollywood, que prefirió un bodrio insoportable y a una actriz del montón.

Te recuerdo que Lydia Tár es una conductora y compositora, para cuya preparación Cate Blanchett retomó durante un año sus estudios de música, de modo que ella misma toca el piano y dirige la orquesta. Es tan perfecta que mucha gente, incluyendo periodistas distraídos, creyeron que era una personaje real. Fue una proeza actoral de la que no conozco precedentes. Salvo ella misma, con una interpretación deslumbrante de Bob Dylan en I'm Not There.

 

 

 

 

 

 

Lo digo desde la profunda envidia de un analfabeto amante de la música, un gozador incapaz de producir lo que lo deleita.

Lauren Laverne tuvo la gran idea de indagar por su gustos musicales.

¿Qué discos te llevarías  a una isla desierta?— le preguntó hace diez días en el programa Desert Island Discs de la Radio 4 de la BBC.

Lo primero que mencionó fue  la 5a Sinfonía de Mahler, en la versión de Claudio Abbado con la Filarmónica de Berlín, que está en el eje argumental de Tár y que a mi gusto es una de las grandes obras del siglo pasado. Me alegra coincidir con Cate Blanchett en el amor por Mahler.

 

 

 

 

 

En segundo lugar ubicó a Bésame mucho, por el trío Los Panchos. No conozco nadie a quien no le guste.

 

 

 

 

 

Después figuró El coro de los peregrinos, del Tannhäuser de Wagner, que le recuerda su infancia: "Logré cantar en el coro de la escuela con Jane Elton Brown en un horrible vestido azul —espero que los hayan cambiado—, creo que fue en el Melbourne Festival Hall. Fue una de las experiencias más transportadoras de mi vida. Cada vez que la escucho, lloro de alegría".

 

 

 

 

 

A continuación escogió Go Tell the Women, de Grinderman, la banda de su compatriota Nick Cave.

 

 

 

 

Gracias a ella me desasné sobre la existencia de la banda inglesa I am Kloot (que en la lengua de Máxima Zorreguieta quiere decir soy un hijo de puta). El tema Proof fue grabado hace veinte años.

 

 

 

 

Incluyó en su lista una canción folklórica de las primeras décadas del siglo XIX, con la que una mujer ruega que sople el viento del sur, para traer del mar a su amor, en la impresionante versión a capella que grabó en 1949 la contralto británica Kathleen Ferrier, para mi una de las grandes voces desde que hay registros, como Marian Anderson, Paul Robeson, Gardel o Louis Armstrong.

 

 

 

 

 

 

Luego se acordó de Molly Drake, la poetisa y música inglesa cuya obra recién se conoció después de su muerte, por la afinidad que todos destacaron con la obra de su hijo, Nick Drake. "Ella hacía música dentro su hogar, para ella, realmente. Porque además de algunos discos grabados por su esposo, no fue grabada realmente y ciertamente no fue escuchada por nadie por fuera de su círculo familiar. Ella me da una valentía calma, para los momentos en los que estás haciendo algo y pensás esto es solo para mí y tal vez un día lo comparta con otra gente", contó Cate Blanchett.

 

 

 

 

 

 

Terminó con ‘Lil’ Darlin’ por la big band de Count Basie, que te va a sorprender por su delicadeza extrema, a pura sordina.

 

 

 

 

 

 

 

Te puede gustar más o menos cada tema, pero no quedan dudas de que además de un actriz única, Cate Blanchett es una persona exquisita.

 

 

 

 

 

 

 

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