LA MINA DE ORO DE WIERZBA

La música que escuché mientras escribía

 

El miércoles 10, en la Universidad Nacional de Avellaneda, rendimos homenaje a Guillermo Wierzba, el director de la carrera de Economía, Santiago Fraschina, con su hija Florencia Wierzba y sus compañeros Claudio Casparrino y Jorge Marchini, también colaboradores del Cohete. Pero a mí me resulta insuficiente y presumo que a él le pasaría lo mismo. Guillermo era un gran melómano, y además de sus columnas económicas, sus mensajes solían incluir alguna pieza musical que amaba y quería compartir. Uno de sus amigos lo define con ternura como el peor cantor de ópera del país. No era un académico solemne, gozaba de la vida y quería que todos pudieran gozarla. En definitiva, su meta era la felicidad, individual y colectiva. El tono afectivo del encuentro, con su compañera, sus hijos, sus hermanos, sus compañeros y discípulos dice mucho sobre la calidad de persona que fue y la huella que deja en quienes tuvimos el privilegio de tratarlo.

 

HV, Fraschina, Marchini, Casparrino y Florencia Wierzba en la UNDAV. Fotos, Julián Otero

 

 

En septiembre de 2020 me mandó unos boleros grabados hace más de medio siglo en español por Mina.

 

 

 

 

 

Después encontré un disco completo en castellano, con muchos temas comerciales propios de la época, la de Palito Ortega y el Club del Clan. Los boleros son de antología. Caminando, tal vez la vida nos vuelva a juntar, canta en uno de ellos. Y termina con una extraordinaria interpretación de Uno, el tango de Mariano Mores y Discepolín.

 

 

 

 

 

Aparte de la calidad de la interpretación me impresiona su expresividad en la lengua. Llegué a imaginar que su padre o su madre hubieran sido españoles, como es el caso de la portuguesa Misia (para su desgracia musical, porque cada vez que canta un tango o un bolero en vez de un fado se empequeñece ante Amalia Rodrigues). Nada de eso. Todo mérito propio de Mina.

Cuando canta en inglés me hace acordar la desmesura de Anita O'Day pero con más respaldo vocal.

Tenía el vago recuerdo de haberla escuchado alguna vez con Pantaleón. Lo busqué y allí estaba. Una cosa seria:

 

 

 

 

Desde su primer disco, en 1960, todos entendieron qué clase de estrella había nacido. Su tema Tintarella di luna tuvo tal impacto que Luchino Visconti la hizo sonar en Rocco y sus hermanos, una historia que arranca en el sur africano de aquella Italia y se desplaza con sus protagonistas hasta el norte industrial. Aun en ese formato comercial, con una melodía pegajosa, ya pudo mostrar su excepcionalidad. La letra habla de una piba de sus mismos veinte años que ignoraba el sol y andaba por los techos con los gatos para tomar baños de luna.

 

 

 

 

 

Que una artista soltera de 22 años mostrara su embarazo armó un gran escándalo en la Italia católica preconciliar, agravado cuando se supo que el padre era un hombre casado, el actor Corrado Pani. El tema sería parte del debate político tres años después, cuando se presentó por primera vez un proyecto de ley de divorcio. Pani llevaba años separado de su esposa, pero la ley no le permitía romper el vínculo.

Más tarde, Almodóvar incluyó sus canciones en tres de sus películas: MatadorTacones lejanos y Dolor y gloria, y Antonioni en La Aventura El Eclipse, protagonizadas por Mónica Vitti, otra ícona narigona de la nueva italianidad.

 

 

 

 

 

Pronto se desprendió del estilo urlatrice del rock a la italiana y abordó temas más complejos en lo musical y de una audacia cultural rupturista, como Il celo in una stanza, donde se animó a sugerir cómo se sienten y qué hacen un hombre y una mujer en una habitación.

 

 

 

 

 

Y el estupor definitivo se produjo cuando, ya sin insinuaciones, cantó que Lo importante es acabar. Fijate la evolución en 15 años entre la vecinita de al lado de Tintarella di luna y la mujer fatal de L'importante è finire, con esos ojos excesivos y las capas de revoque de la época. Del tin-tin-tin de Tintarella di luna  al è-è-è-è de L'importante è finire. Popular siempre, pero cada vez con menos inhibiciones, figura central del imaginario feminista.

 

 

 

 

 

A Sarah Vaughan le atribuyen haber dicho que si no tuviera la voz que tenía, le gustaría tener la de esa muchacha italiana, y a Louis Armstrong, que era la mejor cantante blanca del mundo. No te puedo garantizar la exactitud de ambas citas, pero para estos casos se inventó la expresión si non e vero e ben trovato. 

El divorcio de Pani recién se legalizó en 1970, en cuanto la ley lo permitió. Pero acosada por la prensa que la seguía a sol y a sombra, Mina ya se había mudado a Suiza en busca de tranquilidad. Desde allí volvía de tanto en tanto a Italia para los recitales que la colocaron en un podio compartido con Rita Pavone, Milva, Gigliola Cinquetti, Iva Zanicchi y Ornella Vanoni.

Pero tampoco soportó el asedio mediático en esas ocasiones y decidió retirarse también de los escenarios. Este fue su show de despedida, que eligió dar en Bussola de Marina di Pietrasanta, donde había debutado a los 18.

 

 

 

 

 

Desde entonces grabó un disco por año, siempre con gran repercusión, pero sin dejarse ver, lo cual dio lugar a mil especulaciones garbo-dietrichianas. En 2001 respondió con la filmación en vivo desde su estudio suizo mientras grababa un nuevo disco. Con una versatilidad poco común, incluye desde ópera hasta jazz en inglés. Me gusta tanto que me cuesta poner el punto final.  A los 80 bien cumplidos y con pandemia, en 2020 lanzó cuatro recopilaciones, tituladas Verano con vos. Este es el primero.

 

 

 

 

 

 

Desde que despegó El Cohete, esta sección nunca tuvo tamaña repercusión. Impresionado, la seguí durante varias semanas, que podés encontrar en el buscador del sitio. Ahora sí, siento que nos despedimos de Guillermo como a él le hubiera gustado.

 

 

 

 

 

 

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