Cuentan que en 1987, le preguntaron a Miles Davis qué creía haber hecho para merecer que lo hubieran invitado a comer en la Casa Blanca. Con su voz ronca respondió: "He cambiado de música cinco o seis veces". El crítico Collin Marshal recuerda que desde 1973 hasta mediados de 1981 Miles Davis no publicó ningún álbum de estudio. Lo atribuye al fracaso de su álbum de 1972 On the Corner, donde se lanzo a lo que luego definió como "Stockhausen más funk más Ornette Coleman". Su intención era recuperar la atención de los jóvenes oyentes negros, que habían dejado el jazz por el rock. Colin Fleming de JazzTimes escribió que "la mezcla resultante, aparentemente incongruente, de experiencias y deseos musicales, lo llevó a él y a una gran cantidad de colaboradores, incluidos Herbie Hancock, John McLaughlin, Chick Corea y James Mtume, a hacer 'un escándalo minimalista y con ritmo increíble'". Más de medio siglo después ese experimento sonoro fue aclamado como el álbum que "ayudó a dar origen al hip-hop, el funk, el post-punk, la electrónica y casi cualquier otra música popular con un ritmo repetitivo, lo que fue toda una hazaña para un disco que no mucha gente ha escuchado jamás". Como esto resultó demasiado para principios de los '70, Miles no tuvo más remedio que tomarse un descanso. Había avanzado demasiado y necesitaba que lo alcanzaran antes de seguir.
Junto con su pareja de entonces, Jo Gelbard, Miles empuñó también los pinceles. Ella le agradeció esa colaboración, que le dio confianza en sí misma. Pero también vale la inversa, porque él se entregó de lleno a su nueva actividad, en la que produjo obras muy atractivas, que aquí podés ver.
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