Esta semana asistí a un espectáculo delicioso, creado por dos grandes artistas, que además son mis amigos. Uno es el trompetista Mariano Loiácono, y su compañero en esta aventura el dibujante y escritor Rep. No repitas en voz alta lo de escritor, porque él no lo sabe, pero cada vez que deja el pincel y se sienta al teclado, salen cosas de excelencia. Se reunieron en Be-Bop, que es el club de jazz más lindo de la parte del mundo que yo conocí, sólo comparable con el Iridium, que ya no existe en un sótano cerca del Lincoln Center de Manhattan. Tal vez ahora hay alguno que lo emparde, pero yo hace mucho que no ando por allí para averiguarlo.
Aunque Mariano no se quita nunca el traje ni la corbata para tocar, es de lo menos convencional que te puedas imaginar. Siempre busca expandir los límites, hacer algo distinto. Rep, que tiene más años de rodaje, inventa personajes, descubre el mundo desde sus Postales pero además se sale del cuadrito, hace hablar a los libros en las bibliotecas y ha dibujado murales interminables en sitios como la feria del libro de Guadalajara o la sede de la Casa América de Cataluña. También ha hecho un dúo perfecto con Saborido, que cuenta sus historias capusóticas mientras Miguel dibuja. Mariano tiene un quinteto pero también formaciones más grandes. Es muy apreciado entre los músicos de Estados Unidos y gracias a él muchos de ellos han venido a tocar en Be-Bop. En las formaciones de Mariano no suele faltar su hermano menor, Sebastián, que es el mejor saxo que escuché por aquí.
El año pasado, Mariano hizo un dúo nada menos que con Juan Falú, con el repertorio folklórico del gran guitarrista. No me acuerdo que escribí entonces, pero está entre las entregas anteriores del Cohete, de modo que si te interesa, podés leerlo aquí. Esta vez inventaron con Rep una suite cortazariana, inspirada en sus cuentos y en su novela Rayuela. Mariano le pone la sordina a su trompeta, y toca suave como Art Farmer con su flugelhorn, que no es poco decir. Además de la trompeta, se sienta al piano, sobrio y minimalista. Habla más que de costumbre, porque dialoga con el público sobre Cortázar. El día que estuve, invitó a tomar el micrófono a Mariana Iglesias, una profesora de letras que da cursos sobre Cortázar y también sobre Walsh. Miguel, en cambio, no abre la boca. Sólo contesta con sus dibujos, reproducidos en una pantalla gigante por un retroproyector. En un show de hora y pico, dibujó estas seis joyas.
El Bebe Rocamadour surge de la mano de Rep, cuando Mariano pregunta quién es el protagonista de Rayuela. Y Mandala, cuando quiere saber si alguien se acuerda el título inicial que pensó Cortázar. Te podés imaginar qué toca Mariano cuando Miguel termina con el tocadiscos. Con el que sigue, Mariano le daba en el piano a Saint Louis Blues.
En la rayuela de Cortázar, el cielo se llama Charlie Parker, uno de los dos músicos que inspiró El perseguidor. Mariano cuenta que el otro fue Bud Powell. Pensé que iba a contar que Powell también fue la base para el Round Mignight, con el negro rubio Dexter Gordon y un cameo de Martin Scorsese, con casi cuarenta años menos que ahora. Pero no dijo nada. También tocó Coffee and Cigarettes, que antes de ser una película de Jim Jarmusch fue uno de los primeros temas que grabó Sarah Vaughan, cuando hacía honor a su alias de La Divina.
Aquí comienza la saga de Borges. Mariano cuenta que Borges publicó uno de los cuentos más famosos de Cortazar, Casa tomada, y desde el público alguien señala que ambos coincidían en su antiperonismo, aunque ese cuento es polisémico. Creo que sí, a diferencia de La fiesta del monstruo, el peor cuento que escribieron Borges y Bioy Casares, tan despreciable como una nota actual de Clarín. En el clima íntimo que habían creado me atrevo a contar que durante un año entero leí el Borges de Bioy, más de mil páginas con las que Adolfito traicionó al amigo una vez muerto, contando las cosas más espantosas. En cambio, no cuento que en 1941 Borges le otorgó el primer premio del concurso Ricardo Güiraldes a la primera novela de mi padre, Es difícil empezar a vivir, y el segundo fue para Juan Carlos Onetti.
Al llegar a ese punto, Rep le dedica un dibujo a Loiácono. Lo saca perfecto. Y después termina con el diálogo interrumpido hace dos dibujos, cuando finalmente Cortázar ayuda a Borges a cguzar la calle. Pero mirá qué calle y en qué compañía. Es impresionante cómo dibuja Miguel. No arranca por la cabeza, sino por los pies o cualquier otra parte de la anatomía reproducida.
Y ahora podemos ir a las herejías del título. De este bellísimo espectáculo, sólo queda el relato que acabo de hacer, porque aunque cueste creerlo, no había ningún registro audiovisual, más allá de los telefonitos del público. Te muestro apenas veinte segundos, para que veas el clima que crearon.
Para esta nota no me quedó más remedio que reemplazarlo con un recital del quinteto de Mariano Loiácono, hace un par de años en la Universidad Nacional de Villa María, con su hermano Sebastián en el saxo, Ernesto Jodos al piano, Jerónimo Carmona en el bajo y Eloy Michelini pegándole a los platos voladores. Musicalmente no tiene nada que ver con el dúo del que estamos hablando, salvo el solo de Don't Blame Me y Blue Monk, pero también es un placer escucharlos. Y un pedido para el míster del lugar: instalá un par de cámaras, Aldo, que es pecado no dejar registro de tanta belleza.
--------------------------------
Para suscribirte con $ 8.000/mes al Cohete hace click aquí
Para suscribirte con $ 10.000/mes al Cohete hace click aquí
Para suscribirte con $ 15.000/mes al Cohete hace click aquí