La situación del peronismo

Un paneo por el presente del principal partido de la oposición

                La obra que ilustra esta nota es de Daniel Santoro

Una oposición

La Argentina necesita una oposición que no solo crezca por el default ético y de gestión de Cambiemos, sino que presente y luego ejecute un programa de crecimiento económico y desarrollo social.

Esa oposición, donde es obviamente mayoría el peronismo, siente que el gobierno de Macri se deshace por su propia torpeza y porque cree en políticas neoliberales que lejos de generar prosperidad y progreso, producen recesión y padecimientos.

La posibilidad de volver al gobierno genera revuelo entre los posibles candidatos y obliga a pensar en estrategias electorales idóneas para lograr la mayoría electoral.

Los análisis, por ahora, giran sobre la presencia o no de CFK como candidata y los conflictos entre los diferentes grupos, cuyas raíces se presentan como cuestiones casi personales, o, en algún caso, ideológicas. Nunca como políticas en tanto expresión de intereses contrapuestos por la representación que cada grupo encarna.

Es un lugar común señalar la necesidad de tener un “proyecto de país” como algo más que un “programa de gobierno”. Se lo refiere como objetivo estratégico donde el plan de gobierno es instrumental. Es dudoso que haya un programa de gobierno, y parecería que el proyecto de país no está en debate porque la idea peronista y sus tres banderas (justicia social, soberanía política e independencia económica) serían suficientes como definición. Pero es obvio que la oposición debe ofrecerle al país un programa con objetivos y herramientas más concretos y referidos a los problemas cotidianos: economía, desarrollo, educación, seguridad. Ese plan debe contener a los sectores relevantes de la oposición y a los intereses que expresan.

Decir que el actual oficialismo es pésimo gestor, no alcanza. Si la oposición gana, sería muy bueno que tenga objetivos y herramientas previamente debatidas y legitimadas democráticamente por el voto.

 

Discutir de buena fe

Ninguno de los aspectos que surjan del análisis de las diferencias existentes entre los diferentes grupos que integran el peronismo explica por sí mismo el estado de situación, relaciones de fuerza ni indica el modo de resolución o provee el método para alcanzar lo que sería el ideal: un movimiento popular que democráticamente discuta de buena fe y construya, primero, un método para dirimir las diferencias, y, luego, un conjunto de objetivos estratégicos (el modelo de país) y las herramientas instrumentales (el plan de gobierno).

Sin embargo, no deja de ser útil ese análisis para pensar un programa de gobierno y unir la idea de país a las estrategias electorales y la organización del movimiento. Para eso hay que mirar la situación de cada sector del peronismo y tratar de contemplar los intereses sociales y económicos que representan. Por fin, tener presente aquellos sectores que el peronismo no está expresando en ninguno de sus tan variados grupos.

El peronismo expresa una parte de la realidad. Por lo tanto, los diferentes intereses, a veces contrapuestos, que cada grupo expresa pueden ser vinculados a una debilitación de la idea de Nación como proyecto colectivo. Se puede poner 1976 como fecha simbólica.

 

Retroceso de la Nación

Sin pretender desarrollar un tema tan complejo, anoto algunas causas y efectos que dan un escenario de provincias pequeñas con recursos naturales valiosos, apetecidos por multinacionales, sectores rurales de gran productividad pero que generan poca mano de obra y un conurbano bonaerense muy poblado, sin industrias que requieran su mano de obra, en una provincia castigada tanto en términos financieros como en su representación política en el Congreso, y en desequilibrio con las provincias mineras y petroleras respecto de la facultad de gravar la renta de sus medios de producción (agro e industria).

Frente a esto, la provincialización de los recursos mineros e hidrocarburíferos permite un control —aun cuando no total— de recursos estratégicos por provincias con muy poca población. Este proceso tiene orígenes antiguos, pero como historia reciente hay que señalar la privatización de YPF, seguida por la reforma constitucional de 1994 y concluida con la llamada Ley Corta. La provincialización de los recursos naturales siempre fue contraria a las doctrinas de los movimientos populares (así Yrigoyen, Perón, Sampay, aun los desarrollistas como Oyanarte, etc.).

En este cuadro de retroceso de la Nación, anotaría también el error estratégico de la Argentina de haber desentendido al Estado Nacional de la prestación del servicio de educación pública de gestión estatal en todo el país, proceso que empezó con Martínez de Hoz, siguió con Cavallo y es profundizado por Macri.

 

Los gobernadores y el PJ bonaerense

La experiencia de las últimas décadas permite identificar dos grandes grupos en el sector político del peronismo: los gobernadores, con su liga más o menos institucionalizada, y el PJ Bonaerense. A estos hay que sumar a las provincias con economías centradas en producciones agrícolas no puramente sojeras, pero poco diversificadas, al sector gremial, y, por último, al peronismo urbano u de clase media que necesita crecer.

Los gobernadores o aspirantes a liderar provincias mineras e hidrocarburíferas tienen una visión del país y de la política que requiere contemplar el negocio minero. Su visión del día a día contempla la necesidad de mantener una negociación con compañías multinacionales de enorme poder. Y eso conlleva un modo de ver y hacer política, relaciones, experiencias. El proyecto colectivo no puede ignorar esta realidad.

Este conjunto de provincias contó tradicionalmente con gran poder en el Senado y con un diálogo directo con el Poder Ejecutivo y las grandes empresas. La economía extractivista con baja tributación que se viene desarrollando desde los '90 y que Macri profundizó seguramente no los termina de convencer, porque todos saben que sin industria no hay Nación y porque sus economías regionales no se desarrollan. Pero no son los más perjudicados. Cuentan, además, con capacidad para negociar partidas presupuestarias por la sobre representación en el Congreso, dada por la igualdad en el Senado y una integración desproporcionada de la Cámara de Diputados, como explicó el Cohete: https://www.elcohetealaluna.com/una-persona-un-voto/

El comportamiento en el Congreso en 2016 y 2017 permite ver estos bloques. Afortunadamente, la obvia necesidad de construir una oposición que no solo permita confrontar a nivel nacional con el macrismo, sino reforzar las chances de cada uno a nivel local, tiende a unir las partes.

Aunque el PJ Bonaerense es la mayor fuente de votos del justicialismo, hoy no se traduce proporcionalmente en poder institucional nacional en ninguna de las Cámaras, ni mucho menos en los órganos que la oposición puede integrar (Auditoría, Consejo de la Magistratura, etc.).

Los problemas que cada municipio presenta, de la magnitud de una provincia muchos de ellos, los coloca en una situación de desigualdad ante los gobernadores. Tienen igual o mayor peso electoral, pero carecen de las herramientas institucionales, políticas y económicas que sí tienen los gobernadores. (Representación en el Congreso, status de gobernador que permite diálogo privilegiado con el Ejecutivo, asignación por coparticipación federal, presupuesto propio con facultad de crear impuestos, regalías hidrocarburíferas y mineras, participación en la negociación sobre el modo de explotación de los recursos naturales).

Los problemas de los bonaerenses no se agotan en sus municipios. Integran la provincia que es castigada por la subrepresentación política (también la sufren Santa Fe, Córdoba, Tucumán y Misiones) y por el karma de la desigual participación en la coparticipación de los '80, cerrada con el candado de la absurda exigencia de unanimidad que le puso la Constituyente de 1994.

Un pequeño paréntesis sobre este último hecho, que fue usado por Vidal en una suerte de ficción de proceso ante la Corte por la actualización del fondo del conurbano. Vidal se golpeaba el pecho como la campeona de la defensa del interés bonaerense confrontado con su inmediato antecesor. Pero duró un suspiro: Buenos Aires volvió a ser el pato de la boda en este presupuesto, y la gobernadora ensayó una justificación insólita. Sostuvo que tanto ella como Macri defendieron el interés que le correspondía. Y ella entendió a Mauricio porque el déficit cero y el proyecto nacional de Cambiemos son también sus objetivos. Entonces, ¿qué interés defendió la gobernadora? Los resultados están a la vista: la provincia se quedó sin el dinero, Macri obtuvo el presupuesto. Los intereses de los bonaerenses que según Vidal habían tenido por fin protección luego de décadas porque ella promovió el juicio, se subordinaron al programa negociado con el FMI.

 

Los votos del conurbano

Volvamos al peronismo. La mayor fortaleza de los bonaerenses es que sin los votos del conurbano ningún proyecto del peronismo es viable.

Visto desde la economía, es obvio que el PJ Bonaerense expresa a un sector que como el agua necesita consumo interno y obra pública. Sin consumo interno no hay empleo, y la masa que está en la cornisa fácilmente cae en la indigencia y el conurbano se complica social y económicamente. A la par, baja la recaudación y la gestión de los municipios se hace aún más difícil. Menos ingresos, más necesidades.

El talento de un líder de la oposición, entonces, no se agota en negociar una grilla de candidatos, sino también en producir un plan de gobierno que ilusione al electorado y a la vez sea factible por integrar los diferentes intereses. Las diferencias pueden llevar a una confrontación entre el interés social y económico del interior y el conurbano si no son procesadas en un Plan Económico y Político que los componga. Esta compatibilización es la clave para la unidad de la oposición sobre bases sólidas y una futura gestión razonable.

 

El campo y la ciudad

Entre estos dos grandes grupos del peronismo político quedan el sector del campo y el urbano (PJ Capital, etc.), los sectores donde el oficialismo es más fuerte. Ese Plan de la oposición debe promover políticas serias y seductoras para ambos sectores. Es un disparate negar la situación. Recuperar algo del voto en el interior de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos es necesario por equilibrio político y como proyecto de poder. Negar a uno de los motores de la economía y fuente de divisas —tan necesarias— sería reconocer la carencia de proyecto económico.

 

Los planes económicos

Concluyo con algunos puntos e ideas que un plan político y económico debería contemplar.

Debemos rediscutir la idea contraria a los planes económicos. El peronismo cree en la intervención del Estado y eso parece presuponer planes (trienales, etc.). El último fue el de Perón-Gelbard en 1973 y sobre esas ideas, adaptadas a la penosa realidad de la Argentina del siglo XXI, se puede pensar en radicaciones industriales de gran envergadura, inversiones importantes promovidas por el Estado de acuerdo a ventajas naturales, etc.

De otro modo, las inversiones solo vendrán si se precariza el salario a niveles orientales, o para aprovechar las ventajas del extractivismo o los recursos naturales, cuando las inversiones que necesitamos son industriales, que produzcan buenos salarios y valor agregado, no de saqueo de recursos naturales.

La energía es un punto central. Donde hay energía hay que pensar en su uso industrial. Un plan económico alternativo con propuestas de obras no debería obviar, por ejemplo, el uso de la energía que generarán las represas de Santa Cruz con alguna electrointensiva. Cuestionar el paradigma de pensar la energía solo como negocio financiero, o para venderla al sistema o consumirla en las ciudades.

El modelo de desarrollo de los yacimientos de hidrocarburos, en especial Vaca Muerta —si es lo que dicen que es— presenta las mismas preguntas. ¿Exportar energía o transformarla en industrias? Si la inversión se hará exclusivamente por medio de las multinacionales, van a exigir no solo desgravaciones tributarias, sino precio internacional cuando es alto y subsidiado cuando es bajo. Es decir, valores desconectados del costo real y de la inversión. Pero fundamentalmente, desconectados de la necesidad de su aprovechamiento dentro del territorio para desarrollo industrial. Si la Argentina va a tener excedentes de energía será un pecado exportar la mayor cantidad para que produzca trabajo en otros países. El modelo de exportación de recursos naturales es lo que condena a la pobreza a la mayoría de la población y produce una sociedad fragmentada, sin clase media. Es cierto que aún no sobra la energía, pero la visión de futuro es lo que supone un proyecto. Los contratos se elaboran ahora para ser cumplidos dentro de años. Debe contemplarse entonces el uso de la energía en el territorio a precios competitivos para el desarrollo local en los contratos con las multinacionales. Y, naturalmente, se debería estudiar un esfuerzo en la capitalización de YPF para que sea un desarrollador relevante en Vaca Muerta.

Intuyo que se debe pensar en planes y obras para sumar hectáreas a la producción. Desde hace años escucho del riego del norte de Santa Fe con aguas del Paraná para aumentar las hectáreas agrícolas que ayudaría a evitar la restricción externa por la carencia de dólares. No sé si es posible, pero sin duda que debe haber destinos mucho más productivos que las obras farónicas en Puerto Madero como las que ejecutan Rodríguez Larreta y Macri.

 

La educación pública

Otro punto es la educación pública de gestión estatal, como formación y como integración. La escuela está en todo el territorio del país. La inversión en infraestructura y salario es algo tan necesario como obvios los beneficios sociales de mejorar las prestaciones de las escuelas. Sugiero releer el texto las ideas de la ley 1420 del siglo XIX y pensar en volver a dar participación al Estado Nacional en la educación primaria y secundaria. Como fue desde Roca-Sarmiento hasta Videla (cuando empieza la provincialización que profundizan Menem, y ahora Macri). La educación primaria era un bien social que del '76 para acá es agredido y que hay que recuperar. La educación privada era marginal.

A los gobernadores, una mayor intervención de la Nación hasta les aliviaría los presupuestos y ayudaría a recuperar calidad educativa y uniformidad a nivel nacional. En todo caso, puede hacerse por adhesión, y la provincia que no quiera adherir, sigue con el ciento por ciento de las escuelas públicas a su cargo. Para distritos claramente discriminados en la coparticipación como Buenos Aires, que la Nación empiece a construir y gestionar escuelas públicas nacionales en el conurbano puede ser una gran ayuda. De igual modo, es insostenible continuar con sueldos bajísimos para el docente que no estimula a que se siga la carrera. Todo trabajador tiene derecho a ganar un sueldo digno, más aún: alto. Comparar la remuneración de otros trabajadores con el docente no es un ejercicio discriminatorio, sino que puede ayudar a reflexionar respecto de cuál es el valor que la sociedad le da a la educación. Un detalle: ¿es razonable que un docente pague impuesto a las ganancias cuando su salario es manifiestamente bajo y las provincias tienen dificultades económicas para aumentarlo?

Los economistas podrán desarrollar cosas más imaginativas y fundadas. Pienso que debe haber un plan creíble para seducir a la sociedad con un futuro mejor, que tenga presente todos los intereses para hacerlos compatibles, y que evitar que las contradicciones del movimiento popular le den la oportunidad a Cambiemos de continuar con esta gestión espantosa.

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