Chicas al piano

La música que escuché mientras escribía

 

Empecé a tomar unos apuntes para esta nota hace meses pero cuando quise retomarla no encontré dónde los había guardado, ni las fotos y videos que son toda su gracia. Harto de tantos stornellis y d’alessios, esta semana la empecé de nuevo. Recién me doy cuenta de que estamos en la semana del paro feminista. Vaya como un respetuoso homenaje.

 

Lola

La foto de apertura es una de las que usa Lola Astanova como presentación. Es una pianista uzbeca, hoy de 33 años. Fue niña prodigix, dio conciertos desde los 8 años, ganó su primer concurso internacional a los 11 y desde los 19 vive en Estados Unidos, donde es un ícono mediático.

Una de sus especialidades es Chopin, y aquí podés escucharla.

 

 

Esos minutos fueron vistos en YouTube por 2,3 millones de personas en los últimos cinco meses. Un post debajo del video intentó una síntesis de las opiniones previas:

  1. quejas por cómo se viste;
  2. defensas sobre cómo se viste;
  3. no se trata de música;
  4. sí se trata de música;
  5. comentarios sexuales.

Algunos ejemplos:

  • ¿Cómo y por qué se sienta a 15 kilómetros del piano?
  • ¿Se dirige a nuestros oídos o a nuestros ojos?
  • Primero, no hay ni una chica en el mundo a la que no le encantaría ser como ella.
  • No hay una pianista o una estudiante de piano que no quisiera tocar así.
  • A Chopin le encantaría.
  • Buena música, pero qué mal vestida para ser pianista. Mal sentada y vestida de cabaretera, poco profesionalismo.
  • Pianistas en la era de lxs milenials. Si esto atrae a los jóvenes a la música clásica, bienvenida sea Lola.

Pregunto yo: ¿seguro que a los jóvenes?

Pero también ganó el premio Emmy de 2016 por esta interpretación de la Rapsodia en Blue de George Gershwin.

 

 

Kathia y su hermana

La historia de Khatia Buniatişvili tiene muchos puntos en común. Nació en otra ex república soviética, Georgia, y dio su primer concierto a los seis años. Completó sus estudios en Viena y reside en Francia, cuya nacionalidad adoptó. Khatia dramatiza sus interpretaciones y elige un vestuario que realza su exuberancia. Igual que a Lola, las cámaras la aman.

 

 

Pero no sólo las cámaras: mirá este fragmento del famoso concierto que Schumann escribió para su amada Clara y que en el siglo siguiente canonizó Clara Haskil. Kathia lo toca con la orquesta dirigida por Zubin Mehta, que no se presta a acompañar a cualquier solista.

 

 

Su gran ídolo es la insuperada Martha Argerich, que también fue niña prodigix, pero sin escote, minifalda ni gestos grandilocuentes.

 

 

Kathia tiene una hermana un año mayor, Gvantsa, con quien desde chicas se divertían tocando a duo. Aquí lo siguen haciendo en el concierto de Bach para dos pianos y orquesta (tan reminiscente del doble concierto para violín que te propuse hace unas semanas).  Hacen a un tempo endemoniado el primer y el tercer movimiento, como la primera grabación de Rudolf Serkin de los conciertos brandeburgueses que también escuchamos en esta sección. Como demostración de virtuosismo, basta y sobra.

 

 

Yuja

Por último, la pianista china Yuja Wang, que en octubre tocó en el Colón. Yuja ganó su primer concurso a los 11 y, sí, también vive en Estados Unidos. Aquí podés verla y escucharla tocando el concierto N°1 de Tchaikosvky en el Carnegie Hall de Nueva York.

 

 

Visto todo lo cual, si comparamos con algunas de las grandes pianistas del siglo pasado, como Wanda Landowska o Tatiana Nicolayeva, siempre de negro o gris, sin una gota de maquillaje y tapadas hasta los tobillos, podemos preguntarnos:

 

 

Artistas como Lola, Khatia y Yuja, ¿han ganado grados de libertad en el uso de su cuerpo con autonomía o son víctimas de las imposiciones del mercado que las cosifica para el regodeo masculino?

A duras penas me dio para hacer la pregunta. Ni sueñes con que la conteste. Eso queda para ustedes.

 

 

 

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