Feos, malos y sucios

Xenofobia y racismo son ideología del Régimen, y se han convertido en política de Estado

“Estamos frenando la entrada de las bandas
por nuestras fronteras como la frontera norte,
que ahora, con el apoyo del ejército,
fortalecemos (sic) la lucha contra el narcotráfico”.
Mauricio Macri, discurso ante el Congreso, 01/3/19

 

Se ha dicho con razón que el discurso y la actuación presidencial del pasado 1° de marzo en el Congreso fueron una sucesión de mentiras, una agresión más al pueblo de la Nación. Pero a cualquier Durán Barba se le escapa una tortuga que desnuda cierto aspecto del simulador.

Prejuicios y política

  • En el Foro Económico de Davos versión 2018, el Presidente, al referirse a la vinculación de la región con Europa, dijo: “Yo creo que la asociación entre el Mercosur y la Unión Europea es natural porque en Sudamérica todos somos descendientes de europeos”.
  • En el reciente informe “Leyes para la transformación productiva”, presentado por el Ministerio de Producción y Trabajo dependiente de la Presidencia de la Nación, se incluyó una imagen inspirada en el racismo característico de los sectores dominantes autóctonos (1). Dicho sea de paso, el informe sostiene que “hoy un 20% de contribuyentes aportan el 99,4% de la recaudación”; a confesión de parte relevo de pruebas: es una confirmación de la alta concentración de los ingresos que afecta al país, más si se tiene en cuenta la regresividad del régimen tributario.
  • Los primeros días de febrero de 2019, Vanessa Gómez Cueva, peruana de 33 años con más de 15 de residencia y cuyos 3 hijos nacieron en el país, que en 2014 había cumplido una condena por infracción a la ley de estupefacientes —le otorgaron la libertad anticipada por buena conducta— y que desde entonces estudió enfermería y trabajaba de enfermera, fue deportada y trasladada a Perú. Con ella viajó su hijo de 2 años, pero quedaron en Villa Lugano sus otrxs 2 hijxs de 5 y 14: el gobierno en campaña hace una interpretación xenófoba del artículo 70 de la ley de Migraciones sin considerar los derechos en juego.
  • El gobernador de Jujuy y carcelero de la india Milagro Sala, Gerardo Morales, encabeza una cruzada para cobrar la atención médica a migrantes pobres.
  • El gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, persigue a través sus secuaces en el Poder Judicial a Nélida Rojas, militante social y miembro principal del capítulo provincial de la organización Túpac Amaru.
  • El gobernador de Chubut, Mariano Arcioni, firmó un decreto que dispone “la expulsión y prohibición de ingreso a la Provincia de Chubut de ciudadanos extranjeros que hubieran sido condenados o se encuentren cumpliendo condena, que reúnan antecedentes penales o condena no firme por delitos cometidos en la República Argentina o en el extranjero” (2).
  • La ministra Patricia Bullrich calificó a los mapuches: “Usurpadores contra las instituciones”. (3)

Estos ejemplos ponen en evidencia que la xenofobia y el racismo son ideología del Régimen, que se han ido convirtiendo en política de Estado: se pretende que una amplia mayoría de argentinxs o morochxs no producen valor y, por lo tanto, son parásitos de unxs pocxs altxs y rubixs que lxs sostienen, cuando es exactamente al revés; o que la desocupación, la degradación del sistema de salud y los crecientes índices delictivos se deben a la presencia de extranjerxs y no a las políticas instrumentadas desde diciembre de 2015.

 

Historia del presente

Los hechos apuntados bien pueden considerarse actos de barbarie, añejo concepto que consiste en considerar al extranjero como un enemigo inferior; y que, en clave aborigen, de estirpe porteña como el macrismo, adquiere amplio alcance: la chusma de Yrigoyen, los cabecitas negras de Evita y quienes proceden de otros países, sobre todo vecinos del norte y noroeste, como los “bolitas” que le quitan el sueño al Presidente y a Gerardo inMorales.

No es una exclusividad criolla que este tipo de medidas y discursos tengan eco favorable en vastos sectores y produzcan réditos electorales. Lo que sí constituye una singularidad argentinísima es la eficacia del sistema educativo en el que nos hemos (de)formado, diseñado y controlado en todos sus niveles durante décadas, por la oligarquía que no dejó detalle librado al azar para imponer su ideología. Así, los desvaríos en cuestión tienen a Mitre como ilustre precursor: para el padre de la Historia escolar y entonces jefe político de la oligarquía porteña, son las minorías ilustradas las que realizan la Historia; las artífices de una Argentina blanca, europeizada, desvinculada del resto de América latina y construida a través de un proceso resistido por las masas bárbaras y sus caudillos, quienes no habrían comprendido la necesidad del progreso y la civilización que nos permitirían asemejarnos a los países del norte occidental.

Una consecuencia política que el Régimen siempre ha explotado es que, si los caudillos federales no expresaron reclamos sociales sino la incultura del pueblo, todo líder de masas significa el retorno a la barbarie.

Otra consecuencia política, como surge de los casos del primer apartado, es el fenómeno que podríamos llamar derrame institucional, que funciona como sustituto del tan proclamado derrame económico que no llega ni llegará, sino todo lo contrario: la economía macrista desafía la ley de la gravedad, los ingresos derraman de abajo hacia arriba. Más aún, esta es la punta del iceberg en el que hay que buscar la explicación de la madre de todas las políticas de discriminación actuales: la subordinación incondicional a los Estados Unidos.

El imperio norteamericano se presenta a sí mismo como vencedor de las fuerzas que causaron el último gran holocausto del siglo XX; pero al mismo tiempo, al afirmar la superioridad de su cultura mercantil, destruye todo aquello que considera antagonista o enemigo, crea holocaustos y los presenta ante la opinión pública como necesarios, como respuesta civilizada ante el riesgo de que aparezca en el horizonte un nuevo Hitler. Avisa que viene el lobo y, mientras tanto, convierte en lobos a lxs paisanxs, como hace ahora con Venezuela.

En una de sus reflexiones sobre el Holocausto, Primo Levi escribió que la historia de la barbarie es como un silogismo práctico inconscientemente admitido, cuya premisa mayor reza: “Todo extranjero es enemigo”. Mas, siempre que esa premisa se ha convertido en dogma ha adquirido todo su potencial destructivo y ha terminado en tragedia colectiva, en genocidio, etnocidio, limpieza étnica, campos de concentración, en destrucción del otro; es decir, el resultado ha sido la planificación de la propia barbarie.

La paradoja es que el capitalismo imperial, con la colaboración de sus adláteres a lo Macri —quien insiste con el cuco de la venezuelización—, dice querer hacer modernos a los demás, induce en las otras culturas nuevas necesidades y, cuando se hace evidente que sólo pueden ser satisfechas por los ricos, destruye tradiciones y culturas que no se adaptan a sus designios. Forma “luchadores de la libertad” donde tiene intereses geoestratégicos y luego, si osan autodeterminarse, los llama terroristas. Sus instituciones, como el FMI, imponen la religión de la desregulación y cuando los virreyes han sacrificado a los pueblos en el altar de las corporaciones transnacionales, que en realidad son imperial-nacionales, los deja caer en la desolación aduciendo que no han sabido aplicar las reglas de sus recetas neoliberales. De este tipo de cinismo dijo Oscar Wilde: “Sabe el precio de cada cosa, pero no sabe el valor de ninguna”.

 

Certezas y política

Pero, ¿tiene el racismo base científica, en particular biológica? El homo sapiens es por naturaleza migrador y mestizo. La humana es la única especie viva que desde su origen no ha dejado de mezclarse porque no ha dejado de desplazarse: el concepto popularizado de raza no tiene asidero o, lo que es equivalente, existen millones de razas. El único criterio preciso y científicamente admitido en la actualidad para hablar de identidad y diversidad biológica es el de las frecuencias genéticas; es decir, frecuencias de ciertos tipos genéticos como, por ejemplo, grupos sanguíneos —factor RH—, HLA o secuencias de nucleótidos en el ADN, que permiten establecer reagrupamientos y divisiones.

Así, la frontera entre grupos no aparece nunca como una clara línea divisoria, sino más bien como una zona borrosa a través de la cual se pasa de una llamada raza a otra. Los caracteres físicos que definen la noción popularizada de raza resultan ser en realidad los rasgos superficiales de un grupo humano, y no hacen más que traducir adaptaciones fisiológicas al clima. La combinación de los estudios biológicos, arqueológicos y antropológicos disponibles permite afirmar, por ejemplo, que los blancos surgieron de los negros por selección natural, debido a que la piel blanca absorbe más radiaciones ultravioleta que la negra, ventaja natural decisiva en los climas templados.

La conclusión es que del reconocimiento de la diversidad en cualquier aspecto de la biología humana no tiene por qué deducirse ninguna afirmación racista, que siempre alude a la superioridad propia y a la inferioridad de los otros.

Ahora bien, ¿cómo se explica entonces la expansión y permanencia del racismo? Por un lado, es un caso más de incomprensión de un descubrimiento científico importante: uno de los problemas que enfrenta el conocimiento científico de las identidades y diversidades es que el reagrupamiento por frecuencias genéticas contradice el sentido común que se funda en la apreciación visual de los caracteres exteriores, que tradicionalmente se conocen como rasgos raciales. Desde Copérnico y Galileo, pasando por Darwin, Einstein y Heisenberg, la explicación científico-racional del mundo ha tenido en el sentido común basado en la percepción visual su más persistente adversario. Marx lo explicó así: “La manera como se presentan las cosas no es la manera como son; y si las cosas fueran como se presentan la ciencia entera sobraría”.

Por otro lado, el racismo se ha constituido hasta hoy en una de las principales estrategias de exclusión, subordinación y hegemonía del sistema capitalista. En esta línea, es importante destacar la continuidad xenofobia/racismo por cuanto, en determinadas circunstancias, los etnocentrismos inherentes a toda sociedad pueden derivar en xenofobia y luego en distintas formas de racismo.

La generación de ideologías aparentemente no políticas y con falsas bases científicas, usadas como mecanismos que pueden ser adaptados a diferentes procesos y sujetos sociales, como el racismo, ha acompañado el desarrollo del capitalismo a través de toda su trayectoria. Las múltiples variedades de racismo se convierten en imprescindibles para establecer no sólo diferencias, sino inferioridades y superioridades no ocasionales, sino definitivas. Por eso el racismo siempre está disponible cuando los sectores dominantes, y también ciertos sectores subalternos, necesitan excluir, inferiorizar o subordinar a otros, así como reforzar la propia identidad deteriorada o amenazada; con el agravante de que muchas veces los propios estigmatizados hacen suyas las concepciones racistas que los estigmatizan: en todo tiempo y lugar ha habido algún tío Tom.

La consecuencia política es que en nuestro  país se ha potenciado la peligrosidad del maridaje xenofobia/racismo, pero no por la inocultable ignorancia del Presidente, sino porque a partir de diciembre de 2015 se han conjugado el porfiado sentido común y el proyecto político oligárquico-imperial.

 

 

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