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El juego de las noticias en la trama de la extorsión pone en la mira a Daniel Santoro

 

Marcelo D'Alessio fue procesado esta semana por extorsión en grado de tentativa, con prisión preventiva y embargo de un millón de pesos. En este caso, por la denuncia del empresario Gabriel Traficante radicada en Comodoro Py en 2016. La causa está en manos del juez federal Luis Rodríguez. Y contiene elementos muy parecidos al expediente de Alejo Ramos Padilla en Dolores: durante un mes, D'Alessio usó el teléfono y sus relaciones irregulares con la justicia, con los servicios de inteligencia y, según el juez, con el periodista Daniel Santoro, para pedir cada vez más dinero y atemorizar a la víctima con dos objetivos: la posibilidad cada vez más cercana de ir a la cárcel y someterlo a un escrache mediático. Todo eso ocurrió en el marco de la causa conocida como la mafia de los contenedores, una investigación localizada en un juzgado federal del fuero penal económico en la que iban declarando oscuros imputados y a través de los cuales él iba siendo nombrado.

 

 

Pero el dato político tal vez más importante del procesamiento es que Rodríguez sentó las bases para llamar a indagatoria a Santoro. El juez dice que mientras estaba en vigencia la extorsión, Santoro publicó notas sobre la base de supuestas fuentes judiciales con información que, en realidad, nunca estuvo en el expediente. El ejemplo es que describió al empresario como cerebro de la mafia cuando en realidad nunca había sido mencionado en esos términos y hasta ahora no fue llamado a indagatoria. Rodríguez dice que la versión no coincide con los datos del expediente judicial, pero sí con el relato que D'Alessio iba haciendo a Traficante. Es decir, ambos sostenían que el empresario estaría siendo seriamente investigado por la justicia. En ese contexto, habla de desinformación. Y aunque dedica un párrafo a ponderar la libertad de prensa y es muy claro cuando abre la posibilidad de que el periodista haya sido engañado, también señala que aún no se sabe si Santoro "actuó confabulado o no con la pretensión extorsiva".

"Vale destacar el abismo que existe entre lo que surge de aquellas manifestaciones del expediente y lo que afirma el periodista Daniel Santoro en su nota titulada Aduana: investigan si un millonario es el jefe de la banda del cuñado de De Vido", dice el juez. Luego trascribe varios párrafos de la nota que contrastó con los testimonios que iban produciéndose en la causa de la mafia. Y dice que esos elementos "deben ser analizados para entender qué tipo de participación ha tenido el profesional de la comunicación en todo esto, es decir si ha sido fruto de un engaño o posible colaborador en la maniobra".

Esto ahora abre la posibilidad de una indagatoria. Y efectivamente es una de las medidas que analiza el juzgado.

 

Luis Rodríguez.

 

Rodríguez sabe que está en medio del fuego cruzado en una causa que es disputada por la corporación de Comodoro Py. Él mismo está en el foco de tormenta desde hace tiempo, denunciado por el CELS por dilatar la investigación sobre los sobornos en la causa de Mariano Ferreyra y, más acá, denunciado por los diputados libertadores de Elisa Carrió de recibir sobornos para beneficiar a uno de los investigados en la trama de los cuadernos. Aún así decidió avanzar. Y otro dato importante de su resolución es que no le pidió a Ramos Padilla la causa de extorsión. ¿Podría haberlo hecho? Sí. Su expediente es más viejo, tramita desde 2016. Sin embargo el juez pidió sólo copias al juzgado de Dolores y la "anotación conjunta" del procesamiento, lo que significa que la causa podría continuar dividida en dos. Pero Rodríguez sabe que Ramos Padilla también puede pedirle que se inhiba porque el caso Traficante es sólo uno de los tipos de hechos que investiga Dolores en el marco de la distorsionada asociación ilícita que no sólo se dedicaba a extorsionar empresarios flojos de papeles, sino a ablandar testigos para presentarlos en las causas más explosivas, hacer espionaje ilegal o producir cámaras ocultas al servicio de oscuras lealtades. Si Ramos Padilla pide efectivamente la inhibitoria, Rodríguez parece tener toda la intención de entregarle la causa. Pero no es el único que decide. Habrá que ver cómo juegan las presiones en el edificio y, técnicamente, saber qué dirá el fiscal de la causa, Eduardo Taiano.

 

Eduardo Taiano.

 

El Cohete a la Luna publicó la semana pasada un detalle de esta causa, con actores y hechos muy semejantes a Dolores. Aquí también Traficante grabó a D'Alessio, presentó una denuncia en Comodoro Py muy tempranamente, que fue sorteada. En la causa también aparece D'Alessio como personaje estelar, están sus contactos con Santoro a los que el supuesto agente de la DEA alude una y otra vez en las charlas, están las publicaciones en Clarín y el lugar de Carlos Stornelli lo toma el juez Marcelo Aguinsky pero sólo muy colateralmente.

Para contarlo brevemente, D'Alessio y Traficante vivían en el mismo barrio cerrado, el country St. Thomas de Esteban Echeverría. Los hechos comenzaron el 2 de noviembre de 2016 cuando D'Alessio invitó al empresario a su casa, a través de un conocido en común. Las conversaciones se extendieron del 2 de noviembre al 9 de diciembre. En ese período, ellos se vieron dos veces pero hablaron en numerosas ocasiones vía WhatsApp. El primer día, D'Alessio le pidió 90.000 dólares para borrar supuestas pruebas de la causa de los contenedores que lo estaban involucrando. Le dijo que alguien que no lo quería, de la Side o de otro lado, había plantado elementos que comprometían a él, a su familia y a dos empresas a las que estaba vinculado. Le dijo además que él podía borrar ese material porque era Director de Observaciones Judiciales de la AFI. Que tenía contactos con el juez, con fiscal y que también podía evitar un escrache en los medios, dado que contaba con el contacto del periodista de Clarín.

Traficante: Pero, ¿y vos podes arreglar en una hora con Santoro?

D’Alessio: Con muchos mas de los que te imagines. Porque si yo le digo a Santoro que compró pescado podrido se la tiene que comer porque yo estoy haciendo cinco investigaciones con Santoro, entonces yo llego a Santo si quiero.

Desde el comienzo, D'Alessio le entregó al empresario un serie de elementos para mostrar que lo que decía era cierto. Y amedrentarlo. Primero fue un listado de llamadas entrantes y salientes del teléfono. Luego, fotos y datos de dos vehículos que aparentemente lo estaban siguiendo. Y también capturas de pantallas con un mensaje de Santoro. Y de Aguinsky.

Para hacer el análisis de la prueba, Rodríguez separó el material analíticamente en dos partes, un canal judicial y otro canal mediático.


El canal Judicial

Según Rodríguez, D'Alessio contaba efectivamente con acceso a información sensible del empresario.

  1. Obtuvo un listado de las llamadas entrantes y salientes de Traficante. Un listado que era cierto. Pero lo curioso es que el listado no estaba en la causa de Aguinsky, sino que había sido introducido por error en la causa de la efedrina. Un dato que Rodríguez menciona con bastante énfasis, porque tal vez por ese error al propio juzgado le costó acceder a la información.
  2. Obtuvo el dominio de los rodados de los autos de la Policía Metropolitana que vigilaban la casa de Traficante.
  3. Tenía información precisa acerca de lo último que estaba pasando en la causa de Aguinsky.

Todos esos datos le servían, siempre según el juez, para reforzar la extorsión. Datos que además mostraban un escenario que se agravaba día a día.

D'Alessio: No creo que tengan un porongo, ni contra vos ni contra Mariana (la esposa de Traficante) (...). Pero lo que no tengan, lo van a inventar, Gaby, ¿okey? No me estás entendiendo, todo lo que no tengan lo van a inventar.

Y, en otro tramo:

—¿Que si yo tengo rango para sentarme con Aguinsky a decirle saquen a fulano de tal? No te quepa la menor duda. No te quepa la menor duda, pero no te quepa la menor duda.

Dijo que necesitaba la plata para arreglar con el juez y el fiscal. Y que ese arreglo era urgente, "porque cada día que avanza es peor, Gordo. Si lo arreglamos el jueves no existía el testigo reservado que, oh, casualidad habló y ni siquiera sabemos si habló o efectivamente lo metieron en la causa como que habló".

Y dijo:

—Si Aguinsky quiere, dice: bueno, listo, este si o esto no, lo que sea. (...) Lo que te estoy ofreciendo es que no llegues a una instancia donde te priven de tu libertad, que de ahí, si no se vuelve, Gaby. De ahí no se vuelve.

A medida que pasaban los días, D'Alessio iba elevando la suma de dinero. De 90.000 dólares pasó a 600.000, y a ofrecerle todo tipo de arreglos incluso en cuotas. También le advirtió que ni siquiera iba a poder arreglar el tema vía sus abogados, porque no iba a alcanzar para controlar a la UIF:

—Vas a entrar en el blanqueo, y no te van a dejar entrar en el blanqueo.

Le dijo. En el medio, Traficante recibió un mensaje anónimo por correo electrónico con una sola línea en la que decía: El tiempo corre.

Así, el juez concluye que puede verse cómo la extorsión se iba abriendo en todos los frentes posibles, buscando restar cualquier otro poder de decisión con excepción del pago.

 

El otro canal

Rodríguez explica que, en paralelo a la presión judicial, D'Alessio buscó compeler a Traficante por otra vía: la amenaza de un escrache en los medios, hacia él, su esposa y sus empresas. Esa amenaza comenzó a producirse mediante la publicación de una serie de notas periodísticas, dice el juez, lo cual era evidentemente utilizado por D'Alessio para presionar a Traficante y demostrar la gravedad de la imputación judicial.

Para eso, D'Alessio comenzó a hacer alusión a un estrecho vínculo con el periodista Daniel Santoro.

 

 

Le dijo que Santoro tenía datos suyos y de su familia para escracharlo. Y luego, anticipa que iba a salir una nota en Clarín en el que se le atribuía responsabilidad en el expediente de la mafia. Y efectivamente, la nota salió al día siguiente.

 

Clarín, 26 de noviembre de 2016.

 

¿Pero qué es lo que dice el juez sobre lo que efectivamente atañe a una presunta responsabilidad de Santoro? Primero se detiene a probar el vínculo con D'Alessio. Dice que se conocían no sólo porque D'Alessio le envió al empresario vía WhatsApp una captura de pantalla con un mensaje entre ambos. Sino porque Santoro visitó efectivamente al menos en una ocasión la casa de D'Alessio en el country y porque a pesar de esta denuncia radicada en el 2016 el vínculo continuó, un dato que estaría aludiendo a la causa de Dolores.

¿Pero cuál es el problema? ¿Un periodista tiene prohibido visitar a una fuente, sea un villano o no lo sea? No. Ese no es el problema. En la hipótesis del juez, el problema no es el vínculo sino el modo en el que la información aparece en el juego de la extorsión. Rodríguez le pidió al juzgado de Aguinsky y a la fiscalía penal económica N°6 las declaraciones que tomaron mientras ocurría la extorsión. Así comparó lo que había efectivamente en la causa, lo que publicaba el diario y lo que decía D'Alessio. El resultado fue, como se dijo al comienzo y por decirlo finamente, que la información de la causa no estaba planteada en los mismos términos que en el diario.

De la causa supo que:

  • Traficante fue denunciado durante el período de la extorsión. Es decir, D'Alessio sabía lo que pasaba en el expediente. Supo que lo habían nombrado.
  • Los días 31 de octubre y 25 de noviembre de 2016 prestaron declaración indagatoria en esa causa dos personas: Federico Ernesto Tiscornia Salort y Odemar Carlos Barreiro. Ambos, efectivamente, mencionaron a Traficante, pero —según el juez— de manera tangencial. Tiscornia Salort lo mencionó como contacto de Juan Pablo, aparentemente el alias de Mister Korea, un hombre que buscaba sacar de la Aduana contenedores que estaban parados. En concreto dijo que Traficante y su socio Diego de la firma Ambika estaban relacionados con las operaciones sobre las declaraciones juradas de anticipo de importación, con lo cual se habrían enriquecido de forma ilícita. Y Barreiro dijo que Juan Pablo era socio de Gabriel Traficante y de Diego de la firma Ambika, y que habrían salido del país.
  • La declaración de Barreiro se produjo sólo un día antes de la nota en Clarín del día 26. Es decir, D'Alessio conoció esa información. Y se la dijo a Traficante.

Ahora bien, la nota de Santoro dice otra cosa. Inscribe a Traficante en "un presunto grado de participación en la causa de Aguinsky que hasta hoy es inexistente", explica el juzgado. Y reseña algunos párrafos, entre ellos los siguientes:

  • La justicia investiga si el despachante de Aduana, amante de autos de alta gama y los hoteles cinco estrellas, Gabriel Traficante, es el jefe de una banda de contrabandistas de contenedores que integran Claudio Mono Minicelli y Oldemar Cuqui Barreiro Laborda, relevaron a Clarín fuentes judiciales.
    Primer párrafo de la nota.

     

  • Dos de los imputados en la causa de la mafia (....) señalaron a Traficante como supuesto cerebro detrás de la organización y uno de ellos lo implicó con supuestas maniobras millonarias con Declaraciones Juradas de Anticipo de Importación (DJAI).
    Tercer párrafo de la nota.

     

  • Y agrega que uno de detenidos por el juez dijo que en las reuniones de la DJAI participaban Gabriel Traficante y Diego de la firma Ambika.
Cuarto párrafo.

 

Así es que el juez cuestiona la diferencia entre lo que declaran los imputados y lo que sale en el diario. "Vale destacar el abismo que existe entre lo que surge de aquellas manifestaciones en el expediente y lo que afirma el periodista". Para el juez, Santoro publica la versión que D'Alessio le iba dando a Traficante acerca de lo que supuestamente estaba pasando en la causa, datos que no eran así. Es decir, para el juez, D'Alessio y Santoro coinciden en algo: dicen lo mismo, un dato falso, que Traficante era seriamente investigado.

"Las consecuencias mediáticas de la des-información pueden entrañar daños de suma gravedad en el plano social de aquellos en los que repercuten", dice la resolución. "De allí la tarea del periodismo profesional de merituar la validez de su fuente y corroborar la seriedad de los datos previos a su publicación, sobre todo cuando se trata —como en el caso— de un expediente que se encuentra en etapa de investigación donde las actuaciones sólo son públicas únicamente para las partes por lo que la prudencia adquiere mayor sentido. La libertad de prensa no debe ejercerse bajo el tapiz del libre albedrío como instrumento de estigmatización inescrupulosa". Y remarca que no habla de censura. "La libertad de prensa es una de las estrellas inamovibles en nuestra constelación constitucional", explica parafraseando fallos de la Corte Suprema estadounidense. "Sin embargo, no puedo dejar de considerar que hasta el día de hoy Gabriel Traficante no habría sido convocado a prestar declaración indagatoria y, por sobre todo, nunca fue designado como el cerebro de aquella mafia, titulo con el que es presentado a la sociedad por el periodista que lo comunica, valga decir, confabulado o no con la pretensión extorsiva de D'Alessio".

 

Cabos sueltos

Esa definición es ahora lo que marcará el futuro inmediato del expediente. Ahora bien, más allá de esto, son interesantes otros datos. En la causa de la extorsión aparecen una serie de nombres vinculados a la causa de la mafia que de una u otra manera también tienen vínculos con D'Alessio.

Para encuadrar el caso, hay que recordar brevemente que la causa de los contenedores comenzó durante la gestión en la Aduana del ex carapintada Juan José Gómez Centurión. El caso denunciado por Patricia Bullrich se leyó como una interna entre espías. Pero pese a que Centurión era un funcionario de Cambiemos, Clarín la encuadró como parte de la corrupción K porque entre los detenidos encontró al ex cuñado de Julio De Vido,  Claudio "Mono" Minicelli. Este espacio ya contó que De Vido no tenía vínculo con su cuñado desde hacía trece años, pero su cuñado sí tenía vínculos con Barreiro, quien aparece en las conversaciones como mano derecha de Centurión. Y era quien aparentemente se encargaba de establecer los pagos irregulares para sacar contenedores de la Aduana. Pero Barreiro también tiene un ingreso a la casa de D'Alessio. Otra persona imputada en la causa es Gladys Fabiana Fernández. Ella es presentada una y otra vez en Clarín como militante K. Les encanta decirlo. Hasta publican foto con CFK.

 

Otra nota de Santoro.

 

Su rol también aparece en la resolución de Rodríguez. La mujer fue indagada en la causa de los contenedores. Buscó acogerse a la figura del arrepentido. E intentó descargar responsabilidades en Traficante. Pero Fernández vivía también en el country de D'Alessio. Y durante el período de la extorsión, hubo llamados entre ella y D'Alessio. Por eso Rodríguez dice que de momento cabe preguntarse si esta maniobra resulta ser un hecho aislado o forma parte de una conducta que se ha reiterado, gracias a la cooperación de otros individuos, "por cuanto resulta sumamente complejo sostener este tipo de acciones de forma solitaria".

No es el único enlace con esa causa. El empresario Víctor Palomino Zitta es otra de las personas investigadas en la causa de los contenedores que se presentó en el juzgado de Dolores también para denunciar a D'Alessio. A él intentó cobrarle 500.000 dólares por todo servicio.

 

 

 

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