El cientificidio

Las y los científicxs tenemos proyecto de soberanía y Patria Grande

 

Desde la asunción de la Alianza Cambiemos se desplegó una política de Estado a la que llamamos cientificidio, sobre el conjunto del sistema científico y tecnológico (incluida la universidad pública). Con esta política se provocó un enorme deterioro y un retroceso concreto en las capacidades soberanas de nuestro país. El desfinanciamiento, la subejecución y devaluación presupuestaria de los proyectos de investigación, de los centros científico-tecnológicos, de las reuniones científicas, de los programas estratégicos; los salarios de investigadores, docentes y el conjunto de lxs trabajadores por debajo de la inflación; el recorte en becas estudiantiles; son algunas de las medidas que dejan en claro el paradigma “científico” del gobierno de Macri: una universidad para pocos y una ciencia elitista dedicada a mejorar la productividad de unas pocas y grandes empresas transnacionales.

La comunidad científica y universitaria, acompañada por el conjunto de la sociedad, se manifestó numerosas veces en las calles, en las plazas, en el Congreso Nacional, en la Plaza de Mayo. El movimiento de científicxs es una novedad histórica, con una agenda reivindicativa propia, pero con profundo contenido político, con conciencia del vínculo muy estrecho entre la producción de ciencia y tecnología (CyT) y el proyecto de país. Sin ir más lejos, este jueves 16 de mayo tuvimos un nuevo capítulo de la pelea presupuestaria en la universidad, en este caso centrado en la discusión salarial docente, pero donde confluyeron las reivindicaciones del movimiento estudiantil y de la comunidad científica. El movimiento científico también sabe de la importancia de la unidad, en la acción y en la política.

Nos encontramos en un año bisagra para nuestro país y la región; derrotar las políticas del gobierno de Macri y del Fondo Monetario Internacional se presenta como la principal tarea de todos y todas las que queremos un futuro diferente, autónomo y soberano: sin endeudamiento, despidos, hambre, represión, presxs políticxs.

Para este futuro diferente, en el movimiento científico y universitario se están desplegando debates, que recogen aquellas propuestas y consignas que se fueron dando en estos tres años y medio, cosechando también lo que se sembró antes de 2015, haciendo balances, reflexionando sobre las limitaciones y las potencialidades. Las y los científicxs tenemos proyecto de soberanía y Patria Grande, tenemos convicciones y sabemos lo que hay que hacer en nuestro sector para revertir la destrucción que lleva adelante el macrismo.

Para empezar, hay dos cuestiones básicas que tienen que ver con aumentar el presupuesto destinado a proyectos, equipamiento e infraestructura, y simultáneamente aumentar los salarios para recuperar el 45% perdido, abrir la cantidad de ingresos al CONICET al triple de lo que existe hoy, reincorporar a lxs despedidxs y abrir puestos de trabajo en los organismos con la planta congelada.

Pero además es necesario articular tres aspectos clave de una propuesta de desarrollo científico-tecnológico soberano e integrado con Nuestra América: por un lado, que el conjunto del sistema científico-tecnológico público (incluyendo, por supuesto, las universidades nacionales) sea el consultor, el que elabora diagnósticos y propuestas del Estado nacional, provincial, municipal. Por otro lado, profundizar la articulación del sistema de CyT con empresas del Estado (ya existentes y crear nuevas) o mixtas, que permitan recuperar posiciones estratégicas (producción pública de medicamentos, barcos y aviones, energía, satélites, transporte, etc.), reactivar procesos y proyectos que quedaron truncos por las políticas de este gobierno y avanzar en la integración regional desde principios solidarios, sin las lógicas fagocitantes del mercado. Y finalmente, pero como elemento clave de un proyecto científico-tecnológico en un país democrático y soberano, la definición de qué ciencia se produce, quién la produce, cómo se produce no es patrimonio de las y los funcionarios del gobierno, ni de las y los científicxs. La ciencia y la tecnología son claves para el desarrollo de un país, para los lineamientos estratégicos, para configurar un sentido de largo plazo que garantice el bienestar de las mayorías. La discusión de CyT no es un debate “técnico”, es un debate político del cual toda la sociedad puede y debe participar. Es por ello que se deben democratizar los organismos de CyT, pero además es imprescindible fomentar la participación del pueblo en la definición de las líneas estratégicas, a través de la difusión pública de la producción científico-tecnológica y de foros de debate con las organizaciones de la sociedad civil, que puedan tener injerencia directa y participación real.

De todas formas, estos y otros puntos programáticos que la comunidad científica viene construyendo, solo son posibles si se logra fortalecer la organización, la lucha y ganar en octubre, sin subestimar el desprecio que el macrismo tiene por el Estado de Derecho, ni volver impotente a un gobierno que logró destruir dramática y violentamente las conquistas que tanto costaron. Hoy el desafío de las y los científicos es aportar a la construcción de la alternativa electoral en unidad para derrotar al macrismo y erigir un gobierno popular.

 

 

 

* Investigadora del CONICET

 

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