La racha Pichetto

En lo que va del año ya hubo tres caídas del dólar por montos mayores que ahora, en un lapso igual de breve

 

La inmediata reacción positiva de los mercados a la designación del senador Miguel Angel Pichetto como candidato a vicepresidente en la fórmula del rebautizado frente Juntos por el Cambio que encabeza Macri, parece más una apuesta especulativa de corto plazo para aprovechar la volatilidad que caracteriza los períodos preelectorales que una inversión perdurable fundada en la convicción de que al flamante dúo le tocará gobernar hasta 2023 una Argentina más apacible que la actual.

Al final de la semana, los editores de las secciones económicas de los diarios afines al oficialismo debieron moderar la euforia con que habían exaltado el “efecto Pichetto” durante los días posteriores al anuncio, en los que el precio del dólar bajó, el riesgo país cayó y las acciones subieron. “Aunque pierde fuerza, sigue el efecto Pichetto”, porfió La Nación el viernes a la mañana. “El dólar cortó la racha Pichetto: sumó 60 centavos y volvió a los $ 45”, refunfuñó el Cronista a la tarde, optando por la palabra justa para nombrar al fenómeno. El Diccionario de la Real Academia Española enseña que la “racha” es “un período breve de fortuna o desgracia”.

El rol de la racha Pichetto como invitación a las apuestas de corto, en lugar de a las inversiones de largo, puede rastrearse también en la intensidad disímil con que impactó en las cotizaciones del dólar, los bonos y las acciones. Su impacto fue menor en los activos más líquidos y más negociados.

El mercado cambiario es el más líquido de todos. Involucra miles de operaciones diarias con las que personas, empresas, bancos y entes públicos compran y venden desde cientos de miles hasta millones de dólares. Las operaciones puntuales de los grandes jugadores privados pueden influir sobre su cotización, pero no fijarla a voluntad. En la víspera del anuncio del pase de Pichetto al macrismo, el dólar minorista costaba $46,14; el viernes cerró en $45,17, después de caer hasta $ 44,62 el jueves. Hasta ahora, la racha Pichetto generó una rebaja en su precio de noventa y siete centavos.

Para poner en perspectiva la relevancia de este supuesto derrumbe del valor de la divisa gracias a Pichetto, conviene recordar que, en lo que va del año, ya ocurrieron tres caídas del dólar por montos mayores que ese en un lapso igual de breve. En la semana del 11 al 15 de marzo, el dólar cayó un peso con catorce centavos (de $42,27 a $41,13) a causa del “efecto Sandleris”, después de que el presidente del Banco Central comunicó que congelaría la base monetaria hasta diciembre. Un mes más tarde, durante la semana del 8 al 12 de abril, el dólar bajó un peso con sesenta y siete centavos (de $44,96 a $43,29) a causa del “efecto Cosecha”, cuando se anticipaba una liquidación récord de divisas de las exportaciones agrícolas. Y el mes pasado, durante la semana del 29 de abril al 3 de mayo, el dólar cayó un peso con treinta y cinco centavos (de $46,90 a $45,55) a causa del “efecto Lagarde”, después de que el Fondo Monetario Internacional autorizó al Banco Central a vender dólares de las reservas para frenar corridas cambiarias. Los impactos del efecto Sandleris y del efecto Cosecha fueron efímeros. En ambos casos, el dólar retomó la trayectoria alcista enseguida y volvió a alcanzar la cotización anterior al inicio de la caída en apenas siete días hábiles. Hasta ahora el efecto Lagarde ha sido más eficaz. Durante las cinco semanas transcurridas desde entonces, cuando todavía se especulaba con un candidato a vicepresidente radical o PRO puro para acompañar a Macri, el valor del dólar osciló muy poco. La vista más o menos gorda que hagan los funcionarios del FMI si el Banco Central tiene que vender dólares afectará su cotización mucho más que las disquisiciones sobre el capitalismo del candidato Pichetto.

Bonos y acciones tuvieron recorridos más significativos después del anuncio de la fórmula oficialista. El índice S&P Merval, donde cotizan las principales empresas argentinas, subió 13% en dólares en la semana, pero todavía vale 15% menos que un año atrás. El riesgo país, que mide el diferencial de tasa entre los bonos soberanos de la Argentina y los Estados Unidos, descendió 9% hasta los 845 puntos básicos, pero sigue siendo más alto que el peor guarismo registrado el año pasado en plena crisis cambiaria. Son títulos que se negocian en mercados sofisticados donde tallan fuerte los grandes fondos internacionales, cuyas decisiones de inversión pueden fortalecer o desequilibrar en un instante la estabilidad financiera de nuestro país. Es el caso, por ejemplo, del fondo Pacific Investment Management Co. (PIMCO). Según un informe de la agencia Bloomberg, PIMCO compró una cantidad importante de los 33.000 millones de pesos en bonos BONTE, con vencimiento en 2020, que el gobierno argentino vendió el jueves pasado. Los BONTE están denominados en pesos y pagan trimestralmente un interés flotante igual al de la letras LELIQ del Banco Central (66,6% anual). Bloomberg estima que PIMCO ya posee casi el 40% de los 1.040.000 millones en BONTE 2020 emitidos desde 2017. Su apuesta al peso y a la tasa fuertemente positiva que el Banco Central ofrece para contener el dólar solo tiene sentido mientras no se dispare otra devaluación. Si ello llegase a ocurrir, no es probable que PIMCO le pida consejo al senador Pichetto antes de liquidar su inversión.

 

 

 

 

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