DE VUELTA A SARAJEVO

Una peli que reflexiona sobre el eterno retorno de la violencia

 

Cada generación tuvo su guerra. La Segunda Guerra Mundial para los jóvenes de los '40, Vietnam para los de los años '60 y por supuesto, quienes atravesaron los '80 en nuestro país jamás olvidarán Malvinas. Y a la par de las guerras, un cine que las reflejó bien o mal, pero las reflejó al fin.

A los que fuimos adolescentes o jóvenes en los '90 nos tocaron unas cuantas guerras. Tuvimos la del Golfo en varios episodios, supimos a cuentagotas acerca de Ruanda y en algunas regiones de la ex Unión Soviética. Pero si hay una guerra que define aquellos años, a mi entender es la guerra de los Balcanes. Una guerra que, de tan pavorosa, no dio lugar a películas bélicas.

Voy a explicarlo mejor: sobre las múltiples guerras étnicas y religiosas que se desataron en la ex Yugoslavia no se han hecho películas bélicas al modo clásico, porque aquí no hubo lugar para las hazañas ni para aventuritas a lo Rambo. Nadie puede ser tan irresponsable como para hacer algo así. Ya avanzada la segunda parte de los '90, cuando el conflicto pareció aflojar, comenzaron a aparecer algunas muy buenas películas sobre el tema. De El círculo perfecto, del bosnio Ademar Kenovic,  es de la que les quiero hablar.

 

Ademir Kenovic.

 

Corría el año 1992 y Kenovic se reunía en Sarajevo con el poeta Abdulah Sidrán. Este fue quien había colaborado años antes con el ahora autoproclamado serbio Emir Kusturica en la estupenda Papá salió en viaje de negocios, para luego enemistarse guerra de por medio. La idea de Kenovic y Sidrán era escribir un guion sobre el complejo conflicto que se asomaba por los Balcanes, pero el sitio de la ciudad los encontró en pleno proceso de escritura y se introdujo de lleno en la historia. Para cuando empezó el rodaje de El círculo perfecto, el sitio no se había levantado y la ciudad aún era una zona de guerra, una ruina mortuoria, y es por eso que esta película es mucho más que un testimonio sobre el trágico sitio de Sarajevo: es directamente el pulso de Sarajevo, desesperado y agonizante.

La película cuenta la historia de Hamza, un desesperanzado poeta que sólo parece mostrar interés por saber de qué modo va a morir. Él ha logrado sacar de la ciudad a su mujer y a su hija y está decidido a quedarse en Sarajevo. En un momento aparecen por su casa dos niños que buscan a su tía, la única familiar que aún puede estar viva. Hamza los va a acompañar hasta un barrio pobre de Sarajevo, aunque sabe perfectamente que es muy difícil encontrar a alguien vivo por allí. De a poco, superando la desconfianza, los dos niños y Hamza comienzan a conformar una pequeña unidad familiar. Ellos son los restos dispersos de familias despedazadas por la guerra que se juntan para conformar una nueva. Los tres sobrevivientes van a adoptar a un perro que ha sido baleado en las patas traseras y que ha vuelto a caminar porque unos vecinos le ataron un carrito de compras en el lomo.

 

 

Dicho esto, para qué les voy a mentir: se trata de una película triste, infinitamente triste, y aún así deja asomar entre los escombros, los autos abandonados y los cadáveres un delicado resuello de ilusión. La gente de Sarajevo se va acostumbrando a sortear la muerte, que es lo mismo que sortear las balas de los francotiradores. No va a ser fácil, porque falta el agua, falta la comida, te cagan a tiros y hace mucho frío. En un momento absurdamente conmovedor se produce una disputa entre vecinos, por un abedul que adorna el patio comunal. Para unos es sacrificable porque lo pueden hacer leña, mientras otros se aferran a él por el significado vital que posee este raquítico arbolito. Ambas posturas son válidas, estamos en la guerra.

La película es además una conmovedora parábola acerca del apego de un ser hacia su lugar en el mundo. Hamza podría haber huido junto a su familia, pero hay una fuerza muy poderosa que lo mantiene en su ciudad; tal vez es el deseo de morir allí y cerrar su círculo vital al modo balcánico. O tal vez no pueda concebir su vida y su muerte en otro suelo, o simplemente no quiera dejar sola a su ciudad en su hora más trágica. Caminando a solas por Sarajevo le brotan versos de un dramatismo y una belleza asombrosa, pero que terminan siendo incapaces de mitigar el dolor. En esta guerra el arte no salva a nadie.

Al igual que Hamza, en Sarajevo todos han llegado al punto en el que ya ni vale la pena preguntarse cómo se ha llegado hasta aquí, y entienden que para sobrevivir hay que tratar de mantener a salvo lo poco que se pueda:  la camaradería, la solidaridad y en lo posible el buen humor. Los momentos en los que Hamza y los niños se las ingenian para disfrutar de la vida podrían verse como un hecho milagroso, pero en realidad son una expresión de rebeldía, un desesperado apego a la vida. En esta intimidad surge la esperanza en su forma más simbólica, cuando Hamza quiere legarles a los niños el arte de dibujar un círculo perfecto sin separar el lápiz del papel.

Esta figura geométrica es la metáfora más perfecta del destino de los pueblos balcánicos. Antes y después de El círculo perfecto se hicieron otras dos notables películas sobre la guerra de los Balcanes y que fueron mucho más famosas que la que nos ocupa: Antes de la lluvia y No Man’s Land. Las traigo a colación porque en las tres cintas, cada cual a su modo, aparece el tema de la circularidad histórica, del eterno y trágico retorno como un cerco del que la humanidad no puede escapar, y menos aún si se ha nacido en Sarajevo.

Pareciera ser que dominar en el arte de trazar círculos perfectos está la fórmula para que las generaciones futuras puedan sobrevivir en Sarajevo, aquella ciudad en donde comenzó y terminó el siglo XX. Es lo que Hamza intenta enseñarles a los niños, y en ese acto hay una certeza absoluta de que las guerras volverán en algún punto impreciso del futuro. Tal vez ya no se hagan para entonces películas tan maravillosas como El círculo perfecto pero guerras habrá, de eso estamos seguros.

 

 

 

 

 

FICHA COMPLETA

Título original: Savrseni krug / SERBIA / 1997 / Duración 104 min. / COLOR / Dirección: Ademir Kenovic / Guion: Ademir Kenovic, Abdulah Sidran / Música: Esad Arnautalic, Ranko Rihtman / Fotografía: Milenko Uhenko / Reparto Mustafa Nadarevic, Almedidn Leleta, Almir Pogdorica

--------------------------------

Para suscribirte con $ 1000/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 2500/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 5000/mes al Cohete hace click aquí