UN CINEASTA EN CAUTIVERIO

¿Qué tienen en común Solzhenitsyn, Cervantes Saavedra y el Chango Rodríguez? 

Para quienes nunca lo hayan oído nombrar, el Chango Rodríguez fue un músico cordobés, autor tras las rejas de la zamba Luna cautiva. No hay guitarreada en donde no se la cante.  No muy lejos en el tiempo, Alexander Solzhenitsyn estaba confinado en un gulag cuando comenzó a concebir su memorable Archipiélago Gulag. Y Cervantes, cuatro siglos antes, arrancó con las andanzas de Don Quijote mientras purgaba una pena en la prisión de Argel, según afirman algunos historiadores.

Estos son solo algunos casos de artistas que gestaron sus obras mayores en cautiverio. Y agrego a la lista el más increíble de todos, un tal Yilmaz Guney.

Guney fue un prolífico escritor, actor y director nacido en el Kurdistán turco. Joven galán que encontró en el cine el mejor vehículo para promover la causa kurda. Por esto y por ser también un difusor de ideas izquierdistas se la pasó más de la mitad de su vida en prisión. Pero esto no le impidió hacer unas cuantas películas, algunas de ellas directamente estando tras las rejas. Parece un imposible, pero lo hizo. 

Su método de trabajo consistía en instruir desde la cárcel a sus colegas; Setif Gören algunas veces, Zeki Ökten en otras, quienes serían en definitiva los responsables del rodaje. Les pasaba sus guiones y algunas sugerencias técnicas y, según estuviera fuera o dentro de la cárcel, él mismo se encargaba de hacer el montaje final. Por eso, como corresponde, muchas de sus cintas figuran con autoría compartida.

Fue con la ayuda de Setif Gören que Guney concibió desde su cautiverio la impresionante Yol (conocida en Argentina como El camino). Se trata de la más difundida de sus películas, gracias a la consagración en la edición 1982 del festival de Cannes. Para cuando recibió tal galardón, Guney había logrado escapar de prisión y se encontraba en París dispuesto a continuar su carrera artística y su activismo político desde Europa.

La película sigue el derrotero de un grupo de prisioneros a quienes se les otorga una salida transitoria de una semana. Los caminos que ellos emprenden nos llevarán a diferentes puntos de la actual Turquía. Y, este es un detalle importante que distingue el cine de Guney, mientras que la mayor parte del cine turco se sitúa en la ciudad de Estambul, mucho más familiar para el ojo europeo y occidental, sus películas se desarrollan en una Turquía profunda. Las ciudades que transita la película se llaman Urfa, Konya, Adana,  Diyarbakir. No sé si debiera avergonzarme por no tener idea de su existencia hasta haber visto Yol.

 

 

 

A partir de aquí, se recortarán tres historias principales. Una es la de Seyit, quien quiere recuperar a su mujer y sus hijos, pero deberá antes reivindicarse frente a su familia política que lo acusa de haber abandonado a uno de los suyos durante un atraco. Está también la historia de Mehret, forzado por su familia a castigar severamente a su mujer que ha deshonrado a los suyos teniendo relaciones con otro hombre. La tercera historia va hacia el corazón del mismo Guney, en la región del Kurdistán turco, adonde llega uno de los prisioneros para visitar a su gente y se encuentra con su pueblo aterrorizado por la represión.

Es necesario aclarar en qué contexto fue que Guney rodó esta película: él no solo estaba preso (esta vez por un asesinato en riña, nada que ver con causas políticas), sino que también toda su obra estaba absolutamente prohibida. Desde 1980 gobernaba en Turquía una dictadura militar y en la población reverberaba la revolución islámica del Ayatollah Khomeini en el vecino Irán. Mientras tanto, en su Kurdistán, faltaba poco para que el conflicto entre los kurdos y el estado turco pasara de la acción política a la acción militar. Guney presagia que esto va a suceder y que sus consecuencias serán dramáticas.

A casi cuatro décadas de su estreno, el encuentro con Yol sigue siendo una experiencia cinematográfica contundente, que aunque impregnada a lo largo de todo su metraje de un inevitable derrotismo y desesperanza debe ser vista aunque más no sea para entender por qué el cine fue la herramienta política más importante del siglo XX, sobre todo para las minorías sometidas.

Yol es toda una disrupción en las constantes del cine sobre caminos, aquellas historias con personajes que suelen encontrar tarde o temprano su redención o una nueva oportunidad en sus vidas. Por el contrario, los prisioneros de Yol salen de la cárcel por unos pocos días y parecen alucinar cuando ven a su tierra sometida por una dictadura prepotente que se le cuela hasta en las ropas. Su camino a casa es el reencuentro con una realidad dolorosa, acaso adormecida por los años en prisión, con su gente empobrecida y sometida mansamente a las más arcaicas costumbres. Niños callejeros fumando, la turba linchando a una pareja acusada de inmoral, gente tan aterrada que ni siquiera se atreve a reconocer a sus muertos, mujeres condenadas y sometidas a un trato indigno hasta para los animales. Guiney no tiene ningún prurito en mostrarlos con el rigor y la honestidad de alguien que también ha transitado esos mismos caminos.

Claro que la sorprendente historia de Yilmaz Guney no sería digna de ser contada si sus películas, del mismo modo que la Luna Cautiva del Chango Rodríguez o el Archipiélago Gulag de Solzhenitsyn no fueran piezas magistrales. Lamentablemente este artista kurdo no vivió mucho más después de que Yol sacudiera al mundo del cine. Logró hacer un film más y falleció de cáncer durante su exilio europeo al que llegó luego de una cinematográfica (podría ser de otra manera) escapada de la cárcel. Y es que vivir en su país era lo mismo que estar preso, lo contó muy bien a través de los personajes de Yol, su película más sangrante y definitiva. Como un epítome de su vida, dijo poco antes de morir: “Antes tenía Turquía pero me faltaba la libertad, ahora tengo la libertad pero me falta Turquía”. 

 

FICHA COMPLETA

Título original: YOL “El camino” / TURQUIA / 1982 / Duración 111 min. / COLOR / Dirección: Yilmaz Güney, Serif Gören / Guion Yilmaz Güney / Música Sebastian Argol Kendal / Fotografía Erdoan Engin / Reparto Tarik Akan, Serif Sezer, Halil Ergün, Meral Orhonsoy, Semra Ucar, Necmettin Çobanoglu

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