EL CARTERO SAQUEA DOS VECES

Se estrena la película “Cartero”, mostrando un drama que los argentinos vivimos por partida doble

 

Los emisarios del neoliberalismo colonial ya lo hicieron dos veces, de los '90 para acá. En medio de la era de privatizaciones, retiros “voluntarios”, despidos, cierres de empresas y negocios, familias durmiendo en la calle y precarización salvaje, la película Cartero retrata con maestría aquellos impiadosos '90, desde las entrañas del Correo y a través de la mirada de los trabajadores.

Paradójicamente, o no tanto, el film parece reflejar los cuatro años oscuros que estamos dejando atrás. A días de su estreno entrevistamos a su realizador, Emiliano Serra.

 

¿Cómo surgió el proyecto de filmar Cartero?

De joven trabajé como cartero en el Correo Central, mientras cursaba el CBC de Imagen y Sonido en la UBA. Repartía en Viamonte y Tucumán, de Alem a 9 de Julio, por eso la película tiene momentos autobiográficos. Pero la idea de hacer algo con esa experiencia me llegó luego, cuando se me ocurrió contar una historia de los '90, protagonizada por un cartero surfeando el microcentro porteño.

 

 

¿Cuál fue tu vivencia personal en ese mundo laboral precarizado? 

A lo mejor por falta de experiencia, o por venir del lavado de conciencia de los '90, no estaba totalmente al tanto de lo que pasaba. Tenía mis energías puestas en la supervivencia, en adaptarme a esa ciudad frenética. En seguida me fui dando cuenta de que los viejos carteros se preocupaban por sostener su trabajo mientras se desarmaba el Correo como lo conocían hasta entonces. Por eso sentí un rechazo similar al que padece Hernán en la película. Creo que el neoliberalismo nos conduce al conflicto social porque, en esa lucha por obtener el mérito, el prójimo es un competidor, un enemigo al que hay que vencer para ocupar esa posición vacante.

¿Habías considerado que ese espejo iba a terminar reflejando también los recientes cuatro años que atravesamos? 

Habíamos empezado a escribir la película pensando en marcar un paralelismo político entre los '90 y el período macrista que se venía. Con el correr de los meses y de las políticas neoliberales, todo se fue potenciando. Hace unos años se empezó a conocer lo que había pasado en el Correo Central durante su privatización, lo que cargó a la película de nuevas posibles lecturas y que la hace ver tan vigente.

 

 

¿Cuál podría ser el antídoto para que no haya una tercera ocasión en que la película vuelva a ser espejo de este tipo de realidades sociales?

El antídoto debe ser la memoria, que es algo que debemos cultivar. El cine es en parte una forma de ejercitarla. La historia de Hernán Sosa sale un poco de mi intimidad, pero también conecta con la intimidad de otras personas, tal vez por eso hay muchos que se emocionan al verla, porque se reconocen a sí mismos en un momento de crisis.

¿Cómo fue la selección de los actores y particularmente del joven protagonista, premiado por esta interpretación?

Con Gabriel Rosas, director de actores —que también interpreta al personaje del Soldado, en la película—, hicimos un casting de seis actores que ya habíamos visto en otras películas. Así llegamos a Tomás. De ese mismo casting salieron Ochoa, que es Diego Veggezi, el Yuppie, que es Alan Daicz, y Naranjo que es Iván Masliah.  Para la composición del personaje de Tomás trabajamos bastante antes del rodaje, con el guionista y el director de actores se dieron muchas charlas para que el personaje tenga la transformación que queríamos en la película.

 

 

¿Es cierto que no obtuvieron el permiso para filmarla en el edificio de Correos original?

Con el Centro Cultural Kirchner ya teníamos todo coordinado para filmar, y del Ministerio del cual depende nos retiraron el permiso pocos días antes del rodaje. Así que salimos a reemplazarlo por dos locaciones, una para crear la superficie lujosa del edificio y otra para el submundo en que habitan los carteros.

El protagonista atraviesa escenarios y situaciones muy reconocibles: explotación laboral, privatizaciones, retiros voluntarios, calles que albergan a personas sin techo. ¿Cuál crees que es el camino de salida?

Yo no sé cuál es la salida. Pero La película muestra a Hernán Sosa (el joven protagonista) sosteniendo el estudio y el interés por la cultura más allá de cualquier derrumbe. Creo que el conocimiento, la educación, la justicia social son elementos que conforman la identidad de nuestro país.

En la película, mientras sobrevuelan los telegramas de despido, coexisten las avalanchas de cartas al programa de Susana Giménez. ¿Crees en una posible revolución o batalla cultural respecto de las conciencias adormecidas?

La batalla cultural se libra en todo espacio en todo momento, tiene lugar en los espacios más íntimos, en las relaciones cara a cara, en el trabajo, en el cotidiano. Por eso creo que todo cine es político. Una película es un trabajo en equipo que se carga políticamente al ser realizada.

Luego, en la construcción del relato, las convicciones y creencias desde las que filmo y relato, deberán construir un mensaje que las refleje, que las sintetice.

En el plano de la masividad, una película nacional de costo medio tiene que ocupar otros circuitos, otras audiencias y generar debate.

Esta fragilidad y precarización que mostrás tiene últimamente su correlato en el cine, en el retaceo de sus mecanismos oficiales de financiamiento. ¿Qué expectativas tenés ante la nueva gestión?

El cine argentino está sufriendo la misma crisis que envuelve el país. Pero la vara en el cine nacional está muy alta, genera relatos de resistencia y de esperanza. Hay grandes películas, directores de ficción y documental. La llegada al público se hace cada vez más complicada y una de nuestras luchas es ampliar los espacios para el cine hecho en nuestro país. Dentro de las expectativas que tengo para la nueva gestión es que cumpla la Ley de Cine, cosa que la gestión actual no hizo.  Tiene que funcionar la Asamblea Federal, el Consejo Asesor, los comités, y que se cumplan los mecanismos de financiamiento. EL INCAA debe fomentar cine, no comprar LEBACs con sus fondos.

 

 

 

  • Cartero puede verse todos los sábados de noviembre en el Malba a las 19.30.

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