María Bonita y el flaco de oro

La música que escuché mientras escribía

 

Cuando se casaron, en 1945, ella era la joven más hermosa del mundo, es decir de México, y él un maduro compositor, pianista y cantante. Sin embargo, apenas le llevaba 14 años. Agustín Lara tenía 45 y María Félix 31.

Lo único cierto de la imagen pública es que ella era de una belleza deslumbrante y que él componía y decía, porque no cantaba, los boleros más sentidos. A ella le decían La Doña, desde que Rómulo Gallegos se empecinó en que fuera la actriz que personificara a su Doña Bárbara.

Enjuto, discepoliano, fumador sin pausa, una cicatriz le cruzaba el rostro, debida a la daga de una amiga despechada, en los años en que, como Jelly Roll Morton, Lara tocaba el piano en un piringundín donde se transaban cocks & pussies.

 

 

 

 

Ella, que era más locuaz, contó parte de la historia. Desde chica lo admiraba y cuando se conocieron le pareció fascinante. Todos decían que era muy feo, pero a ella le parecía atractivo y, cuando se apagaba la luz, era un amante superlativo.

 

 

 

 

El encuentro entre las dos mayores celebrities desató  la persecución de la prensa. El matrimonio no llegó a durar tres años. Se veían poco, porque cada uno tenía sus propias giras, en años que coincidieron con las películas que ella realizó junto a Pedro Armendáriz, dirigidas por el Indio Fernández, con la fotografía de Gabriel Figueroa,  que la instalaron como una estrella internacional y hasta llamaron la atención del joven crítico de Cahiers du Cinéma Jean-Luc Godard. Él desarrolló unos celos patológicos que hicieron infernal la convivencia, pese a que ella jura que siempre le fue fiel. Ni la separación, ni los tres matrimonios posteriores de Agustín Lara, impidieron que continuaran en contacto como buenos amigos.

La selección de temas que pude rastrear incluye dos perlas:

  • Un tema en el que Lara acompaña a Libertad Lamarque, quien había dejado la Argentina, donde no había espacio para ella y Eva Duarte.
  • Un show en el Tropicana, filmado en 1956 en La Habana de Batista. No vas a ver un negro ni por casualidad.

Primero van nueve filmaciones, de mala calidad pero gran valor documental, y luego un disco completo, donde lo podés escuchar en su mejor forma.

Los temas que él compuso, incluso los anteriores y posteriores al matrimonio, quedaron asociados para siempre con ella. Son de un romanticismo exacerbado. Si al principio te choca su voz lisa, tan distante de los boleristas engolados como Pedro Vargas, Armando Manzanero o Lucho Gatica, dejalo que siga sonando de fondo y dale la chance de que te conquiste, como hizo con ella.

 

 

 

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