Cortarles el chorro

Los poderosos del país se muestran pero no para solicitar amablemente, sino para poner condiciones

 

Con la aparición pública de la Asociación de Empresarios argentinos (AEA), el poder económico se expresa ahora a través de su estado mayor. Ahí se concentran los más poderosos, los propietarios de la gran porción del mundo económico —Paolo Rocca, Héctor Magnetto, Luis Pagani, Cristiano Rattazzi, Alfredo Coto, Federico Braun y otros pesos pesados— y su postura es clara: fin de la cuarentena y evitar el default.

Su trayectoria es siempre elocuente. Aparecieron públicamente al final del gobierno de Isabel Perón, promovieron una huelga patronal, hegemonizaron la Asamblea Permanente de Entidades Gremiales Empresarias (APEGE) que fue el brazo ejecutor de la desestabilización al gobierno peronista de esa época. Refundados desde el 2001, sus apariciones públicas no son para solicitar amablemente sino para poner condiciones a gobiernos y sociedades.

 

 

 

La grasa de las capitales

“Ramona pidió, imploró, rogó, durante dos años por una solución habitacional porque vivía hacinada. Gritó en los medios, gritó en La Garganta Poderosa y sigue gritando. Pasó 12 días sin agua corriente, hoy tiene Covid-19 y está intubada. ¿Y ahora?” La comunicación es fehaciente, la guerra está declarada y el gobierno local se encuentra paralizado por sus prejuicios de clase. La Grasa de las Capitales fue un disco de Serú Girán que irrumpía apuntando contra la frivolidad de una sociedad que aceptaba la convivencia con la miseria y las diferencias de clase como algo lógico. ¿Cómo imaginar siquiera que funcionarios del chetaje más rancio pueden pensar en aislar en hoteles de cuatro o cinco estrellas que están vacíos a centenares de personas que no conocen esas comodidades? Eso estaba bien para los viajeros que venían de Europa… ¡Esperan que cumplan la cuarentena apiñados en sus hogares de 3x3 con cuatro o cinco habitantes que duermen juntos!!!

 

 

Ramona Medina convive con seis personas. Cuatro son pacientes de riesgo.

 

 

El campo de batalla de la peste es la CABA, ahí donde más se nota la transformación social de la pandemia. Importada por los sectores medios y altos que paseaban por el mundo, terminó haciendo eclosión en las villas y los barrios más humildes por la transmisión de cercanía del personal de casas de familia obligado a trabajar por sus patrones que llevó el virus a sus humildes viviendas. La cuarentena de country de los primeros casos les justificó el aislamiento; ahora la bandera es abrir la economía y que pase lo que deba. La Villa 31 (Barrio Padre Mujica) debió soportar más de una semana sin agua, y un número exponencial de casos hizo que la sociedad televisiva descubriera el hacinamiento. La curva de contagio va creciendo exponencialmente, en estos días concentra la mayoría de los contagios de todo el país.

El núcleo más dinámico de los sindicatos de Capital nucleados en ambas CTA porteñas (docentes de UTE, Sindicato del Subte, estatales de ATE Capital y otros) se han expresado con claridad resistiendo la apertura de la actividad comercial que impulsa el jefe de Gobierno H.R.L. y solicitando que se retrotraiga el ASPO a la Fase 2. Dirigentes de las dos CTA firmaron un documento conjunto exigiendo ser parte del comité de crisis que toma las decisiones para preservar la vida y la salud de los trabajadores y los ciudadanos que acceden a los servicios públicos. El metrodelegado Roberto “Beto” Pianelli lo expresó con claridad: “No vamos a permitir que todo lo que conseguimos luchando y en la paritaria lo dilapidemos en una acción irresponsable de parte de las patronales o del gobierno de la Ciudad. Por eso exigimos que se forme de inmediato una comisión para que discutamos de qué manera se vuelve al trabajo y a dar servicios. Hay que tener en cuenta que el transporte y todos los hospitales son los lugares de mayor contagio en todo el mundo”.

 

 

De acá no te llevás nada

 

 

Una voz en el teléfono: el intendente de Villa hizo pública la amenaza del vocero.

 

El CEO de Acindar, Marcelo Marino, se comunicó con el intendente de Villa Constitución Jorge Berti para comunicarle que estaba tomada la decisión de llevar a Brasil el 50% de la producción de la planta local. Nada justifica esta desmedida amenaza. Ni las razones esgrimidas son verdaderas: dificultades con el personal y conflicto con los delegados y la Comisión Interna. La verdadera razón era que la planta estaba paralizada por el decreto presidencial de aislamiento social. La excusa desapareció y tras acordar el protocolo con el comité mixto de seguridad e higiene se empezó a trabajar en 3 turnos.

Lakshmi Mittal, chatarrero de origen indio, concentró su fortuna comprando acerías quebradas en el este europeo tras la caída del muro de Berlín. Su expansión vertiginosa lo llevó en el año 2006 a comprar a su propia competencia, Arcelor, que era a su vez la fusión de siderúrgicas privatizadas de Francia, Usinor Sacilor, y de España, Aceralia, que asociadas al grupo luxemburgués Arbet crearon Arcelor. Su pasado reciente de reestructurar y cerrar acerías en el mundo obliga a tomar en cuenta la amenaza. Su personero en la argentina, Jefferson de Paula, fiel interprete de su partitura, dejó tras su paso un tendal de ingenieros y gerentes locales a quienes despidió impiadosamente cuando estuvo a cargo de la gestión. Gente de avería, capaz de cualquier maniobra, que obliga a tener cuidado.

El único límite que reconocieron siempre fue la presencia de la UOM local y las comisiones internas, tanto en Villa Constitución como en la Matanza. Ahora lo ponen como excusa porque en Brasil los derechos laborales están siendo pisoteados por el gobierno de Bolsonaro. La post pandemia en Europa está encontrando una salida en la nacionalización de muchas empresas. Alberto Fernández sigue muy atentamente esos procesos y tal vez se encuentre con esa salida como alternativa. Cada día suenan con más fuerza la Junta Nacional de Granos y el IAPI, tan antiguos como el lavado de manos y quedarse en casa.

El único ausente de la escena es Antonio Caló, quien deambula sin entender lo que pasa en su propio gremio. Esta semana sumó una nueva disputa interna vinculado a su obra social con pacientes de la seccional Matanza. Su ausencia al frente de los conflictos es tan notoria que un ex secretario general del interior, con marcada tonada, ha comentado a voz en cuello que, si la propia Iglesia le designó un reemplazante en vida a Joseph Ratzinger, “¿por qué la UOM no puede hacer lo propio si tiene en su interior varios Bergoglios?”. La crisis de las obras sociales se torna dramática en tiempos de pandemia. El gerenciador, Raúl Olmos, más ocupado del negocio de los medios que de la salud de la familia metalúrgica, es el foco de los reclamos sin respuesta.

 

 

Se viene el cambio de golpes

La escalada de hechos y declaraciones tensa la relación entre los mismos contendientes de siempre: “un arriba nervioso y el abajo que se mueve”. Tras un round de estudio y confinamiento, la voracidad de las empresas obtuvo sus primeros golpes. El funcionamiento de las sucursales de Coto y otras grandes superficies pese a casos sospechosos y confirmados, la desesperada carrera para liquidar el DNU de Alberto que preservaba los ingresos de centenares de miles de suspendidos de todos los rubros, los acuerdos rápidos con las cúpulas sindicales para legalizar la operatoria y otras descaradas maniobras como la de Cremolatti, que dejó helados a todos al descontar los $ 10.000 de la IFE perteneciente a sus empleados de sus propios salarios. Disco, Vea y WalMart fueron denunciados por violar la ley de precios y abastecimiento. Hay un caso por todos conocido gracias al periodista y presentador Beto Casella, que despachó un directo a la mandíbula de Adrián Suar: “Yo no puedo creer que en 20 ó 30 años de prosperidad y éxitos, no tengas ahora un restito para pagarles a los trabajadores durante 2 meses de cuarentena. O sos un garca o un pésimo empresario”. Pudo leerse en las redes que cuatrocientos trabajadores de la productora Pol-ka se quedaron sin percibir sus salarios y con incertidumbre sobre su futuro.

El gremialista portuario Adolfo Barja (SUTAP) denunció una maniobra para concentrar más aún las terminales portuarias en manos de un puñado de empresas que controlan el comercio exterior y nuestra moneda, el tráfico aduanero y la soberanía de nuestras aguas. El complejo agroexportador factura 25.000 millones de dólares pero mediante maniobras fraudulentas y evasión impositiva no dejan nada para el país. “A cambio del comercio con soja a países asiáticos nos venden miles de productos que destruyen la industria nacional. El monocultivo genera daños ambientales y de salud enormes y su sociedad con terratenientes y pooles de siembra define la política nefasta que nos ha convertido en un país sin soberanía real”, afirmó. A la sombra de esta catarata de dinero medran empresas contratistas y sindicalistas corruptos que hacen la vista gorda al precio de los fletes y los tráficos de mercaderías dudosas.

 

 

Silvina García Larraburu en buena compañía para bancar su proyecto.

 

 

Convencida de que no alcanza con las intenciones del gobierno de Alberto, el 8 de mayo de 2020 la senadora rionegrina Silvina García Larraburu volvió a presentar, por cuarta vez, un proyecto para crear una Junta Nacional de Granos como la que existió entre 1933 y 1991. En agosto de 2019, el ahora canciller Felipe Solá sugirió la recreación de ese organismo para abaratar en última instancia los precios del pan. El secretario adjunto nacional de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE), Rodolfo Aguiar, aseguró que “es hora de que el país vuelva a tener una Junta Nacional de Granos”

Las buenas intenciones tapizan el camino de los infiernos. Como en el caso de los bancos que se negaron a dar créditos para mover la economía ni siquiera teniendo por garante al Estado, no hay acuerdo en quiénes deben financiar la salida de la crisis, aunque ya está estampado sobre el mapa de la Argentina que hará falta más Estado. Un clamor popular debe acompañar las medidas de gobierno. En un diálogo cada vez más ríspido, las empresas se quieren salvar en soledad sin respaldar a un Estado pasado de deudas, con poca recaudación y cero financiamiento. Lo de Clarín contra el gravamen extraordinario sobre las grandes fortunas es descarado. Avisan de un proyecto de empresarios para que se tome a cuenta del pago de ganancias. O sea que finalmente no pondrían nada. Aunque cuesta creerlo existen empresarios que acceden al subsidio ATP y compran dólares.

Sazonan sus exigencias con despidos y sanciones, todo rodeado de patotas y represiones que fortalecen las amenazas de muerte que profieren a los insumisos que los enfrentan.

 

 

Las leyes que ordenen la vuelta

 

 

La desesperación por poner nuevamente en marcha el aparato productivo cuando la pandemia aún no ha llegado al pico va imponiéndose a cómo dé lugar. La necesidad de protocolos para preservar el aislamiento y el no contagio se puede garantizar con la implementación de los comités mixtos de seguridad e higiene. Un proceso inconcluso de varios años que tuvo su mayor desarrollo en la provincia de Santa Fe. La idea fue planteada por el propio Beto Pianelli en la reunión entre Alberto Fernández y la Mesa de la CTA. La reacción del Presidente fue de mucho interés, pero no lo fue la respuesta del Ministro de Trabajo, que sí conoce del tema. La vieja traba viene de parte de los dirigentes sindicales que quieren tener el monopolio total de la representación de los trabajadores y temen que un nuevo espacio de representación en ese ámbito acabe con el unicato.

El proyecto de ley o decreto presidencial que obligue a la preexistencia de comités mixtos de seguridad e higiene va a ser presentado por el referente de los maestros Robi Baradel, en la comisión del congreso como propuesta sindical para garantizar la salud de los trabajadores que están con tareas esenciales y los que se vayan sumando. Son demasiados los casos, que van desde el frigorífico de Quilmes, hospitales  y centros de salud incluidos geriátricos y supermercados varios. Las patronales solas no aplican protocolos eficientes. No quieren. No pueden y no deben.

 

 

 

Con Alberto no alcanza

La aparición pública de Pablo Moyano repudiando las rebajas salariales y hablando del próximo congreso de la CGT del mes de agosto empieza a sacudir la modorra superestructural de los dirigentes nacionales de la vieja Central. Reuniones de la Mesa Chica, de la Mesa Chica Ampliada, etc., dan cuenta de un clima creciente de malestar en las bases sindicales por la falta de iniciativa frente a lo que puede ser el pico superior de la pandemia. Haber aplanado la curva cuando la región estallaba pone en peligro la apertura económica cuando los contagios se espiralizan. La mesa de Los Seis que encabeza la UIA ha generado una ilusión de consensos que no está logrando devolver las expectativas crecientes en políticas concretas, Definitivamente, nada de esto se hubiese logrado sin la voluntad política de Alberto, pero solamente eso es insuficiente.

El coronavirus está escaneando a la humanidad. Hasta lo invisible sale a la luz y las contradicciones más ocultas ganan la superficie. El día después será hijo de esta nueva lógica necesariamente rupturista con el viejo orden. La pandemia es la culminación de la crisis que estalló con la caída de Lehman Brothers y en el medio sólo hubo más de lo mismo en dosis cada vez más grandes. No se puede salir de esta recesión inédita sin una ruptura profunda con la lógica neoliberal. Hoy en la Argentina no se visualiza ninguna alternativa que lo exprese. Las medidas serán reflejo de la correlación de fuerzas y de la voluntad política colectiva y de la organización para sostenerlo, no sería la primera vez que la miopía mezquina de quienes representan en todos los niveles al conjunto de los argentinos transforme el sueño en una pesadilla.

 

 

 

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