Violeta, Carmen y Anita

La música que escuché mientras escribía

Igual que en las PASO argentinas de agosto de 2019 o en las presidenciales bolivianas del 18 de octubre, también los resultados del plebiscito chileno del domingo 25 superaron las expectativas, lo cual hace pensar que el rechazo a las fórmulas del neoliberalismo madura en lo más profundo de la sociedad. La música de esta semana va dedicada al pueblo chileno, en la figura de su mayor artista popular, Violeta Parra, pero con una contribución argentina, igual que en la escena política, y con una rapera chilena nacida en el exilio diez años después de la muerte de Violeta.

En 1980, la Constitución autoritaria que Pinochet encargó al jurista del integrismo católico Jaime Guzmán Errásuriz fue sometida a votación, en un plebiscito en el que también debía decidirse si el dictador tendría un nuevo mandato presidencial hasta 1989. El Sí se impuso por 67 a 30%.

Luego de años de movilizaciones en los barrios populares, brutalmente reprimidas por los carabineros, que incluso quemaron vivos a jóvenes estudiantes, Pinochet convocó a un nuevo plebiscito en 1988, del que esperaba obtener un nuevo mandato hasta 1997. Aquel 67% se redujo al 44%, y el 30% de la oposición creció hasta el 56%. Pinochet debió convocar a elecciones presidenciales, con lo que comenzaron tres décadas de gobiernos electos, de la Concertación entre Democristianos y Socialistas durante los 16 años que van de 1990 a 2016, y entre el Socialismo y la derecha liberal desde entonces, con dos mandatos cada uno alternados entre Michelle Bachelet y Sebastián Piñera, porque en Chile no hay reelección directa. Pero Pinochet permaneció como jefe del Ejército hasta 1998 y como senador vitalicio desde entonces y hasta su detención en Londres por orden el juez español Baltasar Garzon a fines de ese año. Esa Constitución y las complementarias leyes de amarre aseguraron que la voluntad popular no se reflejara en los cuerpos electivos, que las FFAA tuvieran asegurado un amplio financiamiento en cualquier situación económica y la última palabra en cualquier conflicto de fondo.

Tampoco cambió sustancialmente desde 1973 hasta el presente la política económica, que arrojó buenos resultados macroeconómicos e incluso una reducción de la pobreza, pero que cristalizó una estructura social regresiva, con una brecha cada día mayor entre una minoría poderosa y el resto de la sociedad, que apenas supera las necesidades básicas, y sin esperanzas de movilidad ascendente. Esto estalló en 2011, durante la primera presidencia de Piñera, por el reclamo estudiantil por la gratuidad de la enseñanza universitaria y de nuevo hace un año, pero ya con mayor virulencia, por un episodio trivial, el aumento  en el boleto del moderno subte de Santiago. "No es por los 30 centavos sino por los 30 años", fue una de las consignas de la sublevación, que se propagó a todo el país y ante la cual Piñera recurrió a la represión y el control militar, que debió retraer cuando se hizo evidente que sólo incentivaba la respuesta popular.

El plebiscito del domingo 25 de octubre fue un rasgo de la astucia de la derecha chilena. Fue convocado en diciembre de 2019 para realizarse en abril de 2020 pero, Covid-19 de por medio, se postergó hasta la semana pasada. Incluía dos preguntas:

  1. ¿Aprueba o no la reforma de la Constitución?
  2. La eventual reforma ¿debería realizarse por una Convención de representantes elegidos por el voto popular, o compuesta en la mitad por los actuales legisladores?

Los constituyentes serían elegidos en abril de 2021 y dispondrían de nueve meses para elaborar el texto, que requeriría los 2/3 de los votos para aprobar cada artículo. Y en 2022, la nueva Constitución sería sometida a otro plebiscito . Este astuto andamiaje tendiente a congelar las protestas fue pulverizado el domingo 25. La concurrencia, que no es obligatoria, fue a pesar de la pandemia la más alta de la historia. El 78% de los votantes se pronunciaron por la reforma, y casi el 80% por la elección directa de los constituyentes. Lo que se discute ahora es si Piñera no debería acortar su mandato, para que su sucesor sea elegido el año próximo al tiempo de la votación constitucional.

 

Empezamos con Violeta Parra y sus temas célebres.

 

Luego el documental Viola Chilensis, con el testimonio de sus hermanxs, nietxs y hasta bisnietxs y de los amigos que hizo durante sus años en Europa, donde su arte alcanzó trascendencia internacional.

 

 

Y ahora, el aporte argentino. La notable pianista y cantante Carmen Baliero, nieta de Policho Córdova Iturburu y prima del Ché por la rama De la Serna, musicalizó las Centésimas del Alma, que Violeta Parra escribió en forma automática en un solo día. Una parte de ellas podés oirla en esta función que Carmen ofreció en la Biblioteca Nacional, cuando la dirigía Horacio González, el señor de Liliana Herrero.

 

Para cerrar, otra chilena internacional. Se llama Ana Tijoux y nació en un barrio de inmigrantes a Francia en 1977, hija de una pareja de intelectuales chilenos que limpiaban baños y manejaban camiones para sobrevivir. Sus géneros son el rap y el hip hop y su temas central el rechazo a la violencia patriarcal. Si querés saber más sobre ella, pinchá aquí. De bellísimas facciones originarias, fusiona sus raíces mapuche con la cultura global y sus últimos temas se inspiraron en, e inspiraron las movilizaciones contra el régimen de Piñera. En uno de estos videos, que comparte con la cantante palestina nacida en Londres Shadia Mansour, también podés escucharla reflexionar sobre la vida, la identidad y el arte. El hip hop es la música de los sin tierra, de la migra, dice, y por eso es universal.

Yo elegiría su música como fondo para la pesadilla perfecta de Patricia Bullrich y Elisa Carrió, esas grandes damas de la burguesía colonizada.

 

 

Pero Anita no solo rapea. También canta, y vaya a saberse qué hará en el futuro porque su consigna es no imponerse límites, probarlo todo, sin miedo a equivocarse. Como estas Calaveritas, género clásico de México, pero con música de vals peruano, a guitarra y cajón, con un trombón infiltrado.

Ademas, piensa y dice lo que piensa.

 

Pasado mañana se dirimirá la elección presidencial en Estados Unidos, donde no es muy claro qué le conviene a países como el nuestro (dice un latinoamericano que vive allí: ustedes pueden darse el lujo de menospreciar la diferencia entre Trump y Biden) y el año que viene en Ecuador, donde Mashi Correa promete escarmentar en las urnas a Lenin Moreno. Veremos si continúa el sendero que abrieron Cristina y Alberto.

 

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