El dilema sindical

Lo que vive el movimiento obrero y su resolución será determinante para el reparto del poder de cada sector

 

"Que el hombre no sea lobo del hombre,

sino su compañero y su hermano".

Agustín Alemano Tosco (1930-1975)

 

 

“Sin espontaneismo ni improvisación”

El 5 de noviembre de 1975 murió Agustin Tosco. Una nota de perfil.com firmada por el profesor de historia Ángel Cabaña recuerda la categórica definición del dirigente: “La burocracia sindical es el ejercicio de los cargos sindicales con el criterio de reducir todo al sindicalismo; de administrar desde posiciones de poder los beneficios sociales; de discutir especialmente los convenios colectivos de trabajo; de quedarse gobernando al movimiento obrero desde posiciones administrativas. (…) Rechaza la proyección general de la lucha del movimiento obrero como factor de liberación nacional y social”.

Tuvo un recordado debate en la televisión nacional con José Ignacio Rucci, entonces secretario general de la CGT.  Tosco —para quien la democracia sindical no pasaba por la hegemonía de los “cuerpos orgánicos”, sino por las asambleas de cada sector o los cuerpos de delegados—,  fue reconocido a partir de su rol dirigente en el Cordobazo, una movilización obrera en mayo de 1969 por salarios, por el patrimonio nacional en oposición a los monopolios extranjeros, en abierta defensa de la unidad obrero-estudiantil contra la dictadura de Juan Carlos Onganía.

 

 

Afiche de 1972 “Libertad de Tosco y los demás presos sociales”. Dibujo de Juan Carlos Castagnino.

 

 

“No hay espontaneismo. Ni improvisación. Ni grupos extraños a las resoluciones adoptadas. Los sindicatos organizan y los estudiantes también. Se fijan los lugares de concentración. Cómo se realizarán las marchas. La gran concentración se llevará adelante, frente al local de la CGT en la calle Vélez Sarsfield 137”. (…) El saldo de la batalla de Córdoba es trágico. Decenas de muertos, cientos de heridos. Pero la dignidad y el coraje de un pueblo florecen y marcan una página en la historia argentina y latinoamericana que no se borrará jamás”. Tosco definió así el Cordobazo con su propia pluma desde el penal de Rawson en junio de 1970.

De vuelta en Córdoba tras permanecer en prisión, continúa siendo dirigente sindical. Es detenido y condenado a ocho años por un tribunal militar en 1971. Tosco rechazó fugarse del penal de Rawson junto a varios dirigentes guerrilleros porque afirmaba que serían “sus compañeros de las fábricas son los que van a obligar a la dictadura militar a dejarlo en libertad”. Liberado nuevamente, vuelve al trabajo hasta que debió pasar a la clandestinidad en octubre de 1974, cuando es intervenido su sindicato.

En la reivindicación tardía de un tipo de sindicalismo que se siente apéndice del poder, los sectores de la CGT más retardatarios buscaron con aficheadas de la figura de José Ignacio Rucci recuperar algo de su mística perdida y llevar agua al molino de Carlos Acuña y Luis Barrionuevo. La defensa de una independencia política imprescindible para el movimiento obrero necesita rescatar del barro la figura de Agustín Tosco. De nada les servirá a estos burócratas terminales deformar la historia.

Enfermo gravemente, rechaza la internación médica que lo llevaría a la cárcel y elige una muerte digna: los médicos que lo atienden son amigos y se juegan la vida. Agustín Tosco, alias “El Gringo”, muere de meningitis el 5 de noviembre de 1975. Con 45 años de edad, había sido elegido tres veces Secretario General del Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba, una de ellas estando en la cárcel. A pesar de las amenazas de la Triple A, su cortejo fúnebre es acompañado por una inmensa multitud nunca antes vista. Se hacen presentes dirigentes políticos, gente de los barrios, estudiantes, militantes sindicales y de las organizaciones guerrilleras. Desde los balcones de los edificios caen flores. Hay banderas argentinas y banderas rojas. Se escuchan consignas. Frente a sus restos los oradores se aprestan a concluir el acto, cuando alguien grita: “¡Todos somos Tosco!”. La policía inicia el ataque. Hay heridos y numerosos detenidos.

En palabras de Gladys Zena, de la secretaría de Formación de ATE Capital, “llevar adelante las ideas de Agustín Tosco y su generación no es mirar hacia atrás. Pensar en Tosco es mirar hacia adelante. Es construir la lucha concreta por la unidad del movimiento obrero organizado; es creer genuinamente que la única forma que tienen los trabajadores/as para tener futuro es la unidad de la clase obrera; es construir un nuevo modelo sindical de lucha, participativo, democrático y transformador; es la unidad entre los trabajadores/as pero también la unidad con otros sectores sociales golpeados por el sistema; es pensar en el país desde la soberanía y no desde la dependencia. En definitiva, pensar en Tosco es construir un país con los trabajadores/as como protagonistas”.

 

 

Mirar atrás alumbra el adelante

En la mitología romana, Jano Bifronte poseía el don de conocer simultáneamente el pasado y el futuro. Subir a la cumbre del mito nos permite alguna aproximación al gobierno de Néstor Kirchner, cuando tuvo la audacia e iniciativa política para subirse al potro insurrecto de la política del “Que se vayan todos”. Néstor llegaba tras el durísimo ajuste implementado por Eduardo Duhalde. El miedo de los poderosos a la movilización y el desborde popular presionó hacia un consenso desarrollista que logró la paz solo hasta la crisis con los ruralistas. Todo fue ganancia en aquel período comenzado el 25 de mayo de 2003.  Néstor fue el hijo aggiornado de las grandes luchas por la crisis de la deuda y el default, junto a una brutal devaluación. La recuperación de la economía se daba a costa de la enorme transferencia de ingresos, salarios devaluados y pesificación asimétrica.

 

 

Mural en Avellaneda: el repudio a la represión liquidó una forma autoritaria de la política.

 

 

La financiación de los planes sociales de jefas y jefes con las retenciones a las exportaciones agrarias necesitaba un salto cualitativo en el orden y la mano dura propuestos como solución a la movilización continua. El 26 de julio de 2002 Maxi Kosteki y Darío Santillán fueron asesinados por las balas de la Bonaerense en un intento por romper con la estructura de la dinámica política y del conflicto social.

La iniciativa desde el gobierno pasó al centro de la agenda política. Las elecciones liquidaron al duhaldismo y dieron pie a la transversalidad, marca en el orillo del novedoso “kirchnerismo”, que tuvo su paralelo en la construcción de una nueva hegemonía política. El piso para rebotar fue bajo. El viento de cola de los precios de las commodities y el contexto regional hicieron el resto. El apoyo de una CGT puesta en valor, con Hugo Moyano al frente, resultaba indispensable.

 

Pliegos, demandas y aprietes

Aunque las analogías no pueden ser mecánicas, es bueno tener memoria. De aquellos consensos, estas reuniones: la CGT se reúne con pesos pesados de Clarín y Techint. Héctor Daer afirmó que “con AEA, al igual que con la UIA, con la Cámara de la Construcción, con las pymes, uno viene conversando y hay una mesa donde están el Estado, los sindicatos y los empresarios. Nosotros planteamos un desarrollo económico y social sustentable. Hablamos con todos de buscar un país con trabajo que genere un marco de igualdad”.

Martín Guzmán recibió a la AEA. Encabezaron el desfile de la desconfianza Paolo Rocca (empecinado en devaluar los salarios de sus 14.000 trabajadores, a quienes ha suspendido, despedido y maltratado para mejorar la competitividad de sus empresas en el contexto siderúrgico mundial) y Héctor Magnetto (dueño de medios con importantes intereses en las telcos, con Cablevisión, Clarín y Telecom entre sus joyas). Carlos Miguens, hombre del grupo con negocios en el rubro energía, le reclamó al ministro favores para pagar las deudas contraídas en dólares. “No se puede todo junto”, dijo Guzmán. Alfredo Coto, con el telón de fondo de los paros de los empleados de Comercio en los supermercados por el pago del bono de fin de año, se hizo tiempo para pedir que se “apure el acuerdo con el FMI”.

Off the record se recogió un cruce de Guzmán con Rocca: “Lo que vos pedís, que es una devaluación, no lo reclama nadie, ni el FMI”. Un dato para que las seccionales de la UOM en pugna con Paolo apunten en sus libretas.

“Los empresarios tienen que aceptar que los que gobernamos somos nosotros”, recalcó el ministro en un reportaje con Víctor Hugo Morales en AM 750. “El salario tiene que mejorar, y esto se ha incluido en la ley de Presupuesto 2021”. “El poder adquisitivo del salario es vital para traccionar a la economía en una situación en la cual hay muchos recursos productivos que no están siendo utilizados en este contexto de recesión”, aseguró. Un centro a la olla del funcionario que funciona para quienes buscan un mercado interno fuerte.

 

Magnetto y Rocca: Aprietes para imponer las reglas de juego. Pliegos de condiciones.

 

 

La AEA, estado mayor del empresariado concentrado, presentó su pliego reivindicativo al ministro, perfilando su estrategia para la post pandemia. El pronto cierre de las negociaciones con el FMI es un reclamo tendiente a cerrar la etapa macrista, en la que tienen evidentes anclajes de complicidad. Héctor Magnetto y su ensañamiento con Cristina Fernández ponen de manifiesto su retorcida personalidad misógina, tal como lo recuerda Lidia Papaleo desde la oscura noche de fines del año '76 cuando la torturaban para ceder las acciones de Papel Prensa. La ex Presidenta es una obsesión macabra del CEO clarinista.

Ninguno de los asistentes al cónclave se concibe compartiendo una mesa de diálogo social con otros nucleamientos empresarios a quienes consideran subordinados. Arrinconar a los gobiernos democráticos con desabastecimiento, crisis económicas, corridas cambiarias, caracterizó su trayectoria desde la recuperación de la democracia. Si les hablás con el corazón te contestan con el bolsillo, si levantás el tono de voz o señalás con el índice sos “autoritaria”, si los convocás a la mesa del diálogo exigen reuniones por separado. Despejado el frente externo tras las reuniones con el FMI se verá el rumbo de la recuperación.

 

 

Volver para la foto

La economía sigue recuperando niveles de actividad y comienzan a aflorar los problemas postergados por la pandemia y la recesión. Los reclamos salariales se activan tanto en el Estado como el sector privado. La huelga de 24 horas de los telefónicos es una prueba al canto. Una de las actividades más beneficiadas por la cuarentena, de las que más repartieron dividendos, se niega a responder a la recomposición salarial que le reclama la Federación. “No tienen excusas, reparten dividendos a paladas y crecieron en su facturación”, indicó el adjunto de FOETRA, Claudio Marín. El martes 10 vuelven a parar: “el ofrecimiento irrisorio” en la paritaria del sector decidió a los gremios de la Mesa de Unidad Sindical por el paro en Movistar, Telecom y Claro. El alto nivel de acatamiento da cuenta de una base laboral dispuesta a luchar por lo que les corresponde.

 

Sonia Alesso. Escepticismo por clases presenciales: “No se puede saber el futuro de la pandemia”.

 

 

La secretaria general de CTERA, Sonia Alesso, sostuvo que “plantear el regreso a las clases presenciales en febrero es prematuro porque no se sabe qué va a pasar” con la situación del coronavirus y dijo que dependerá de “lo que suceda en cada provincia” con la tasa de contagio. Tras la reunión del Consejo Federal de Educación, en el que la dirigente explicó que “los gremios participamos con voz pero sin voto, lo que se discutió fueron criterios para una futura vuelta a clase pero no la fecha”, advirtió sobre “abrir las escuelas en CABA como quiere Soledad Acuña” y ejemplificó con el caso de otras provincias como Formosa, Santa Fe, San Juan y Buenos Aires, donde “se abrieron algunas escuelas pero con condiciones de bioseguridad.”

La ausencia del representante del Ministerio de Trabajo en la audiencia de la UTA devino en amenaza de despidos masivos de parte de la cámara patronal. La situación del transporte de pasajeros en la pandemia es una de las actividades más afectadas. La capacidad de presionar de la UTA está en su mínima expresión y la antigua costumbre de despedir para empezar a discutir de parte de las patronales es parte del folklore. La intensa pelea entre el ancestral Roberto Fernández y el pretendiente al cetro sindical Miguel Bustinduy, hombre del grupo DOTA,  han anarquizado la actividad y el Ministerio de Trabajo no le encuentra la vuelta. Ni Claudio Moroni ni Mario Meoni se destacan como funcionarios que funcionen.

 

 

No será magia

La coyuntura se compone de un presente de crisis y pandemia más una historia que lo atraviesa todo el tiempo. La cercanía de la vacuna genera la esperanza de una llegada al nuevo mundo. Nada mágico habrá de suceder: simplemente una puja por el modelo de la nueva normalidad atravesado por contradicciones y conflictos. El mundo del trabajo y la producción estarán como nunca en el centro del debate. Los popes del poder económico desplegando su estrategia donde se mezclan pliegos de condiciones y políticas de hechos consumados. El mundo del trabajo representado por una dirigencia sindical en transición, movimientos sociales organizados  y con poder de movilización y un gobierno que aún no logra desplegar su agenda.

Esta etapa que se está consolidando determinará el mapa social de la Argentina de las próximas décadas. Lo que vive el movimiento obrero y su resolución será determinante para el reparto del poder de cada sector. O un sindicalismo acompañador, en el mejor de los casos, de las políticas oficiales, o un movimiento obrero que, honrando su propia historia, se transforme en protagonista de los cambios que se necesitan. Cada pelea salarial, en defensa de los puestos de trabajo, en la recuperación de empresas fallidas en manos de los trabajadores, la lucha por la reducción de la jornada de trabajo para generar más puestos de empleo, se irán constituyendo en un programa que convoque, que unifique y que defienda el rumbo del gobierno popular.

 

 

 

 

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