UN DESAFÍO MORAL

La pobreza extrema es un problema de derechos humanos

 

Ante la proximidad del día de los Derechos Humanos, el doctor Alejandro Slokar tuvo la excelente iniciativa de escribir sobre el tema con una profunda mirada global desde las enseñanzas del maestro Raúl Zaffaroni. En rigor, leí su artículo y lo entendí como un desafío para los nuevos tiempos de la política.

Para no dejarlo solo –situación que descarto por cuanto, acompañado de sus convicciones, seguramente no le preocupa en lo más mínimo–, se me ocurrió continuar su reflexión mirando el porvenir de esos derechos.

La propuesta de universalizar tales derechos –tal como plantea la nota– tiene un anclaje moral incuestionable que no admite soslayar su significado y que consecuentemente obliga a una nueva agenda pública. El derecho al desarrollo del que habla es sin dudas un derecho humano, entendido como una cuestión de subsistencia. Dicho de otro modo: la pobreza extrema es un problema de derechos humanos. Entenderlo sería quizás la nueva política.

Al respecto, un autor español –Liborio Hierro– cuestiona la jerarquización de los DDHH en generaciones y sugiere que ese esquema en primer lugar no se corresponde con la realidad histórica y, lo que es peor, al banalizar los otros resulta funcional a la propia estrategia de dificultar su realización inmediata. Ese es el núcleo de lo que expresa la concepción que motiva estas líneas.

Para abonar su afirmación de que tanto unos como otros fueron contemporáneos pasa revista a la propia Constitución de Francia: “Se creará y organizará un establecimiento general de Asistencia pública para proteger a los niños abandonados, dar asistencia a los pobres enfermos y procurar trabajo a los pobres que siendo capaces no han podido procurárselo”. “Se creará y organizará una Instrucción pública común a todos los ciudadanos, gratuita en las partes de enseñanza indispensable para todos los hombres, y cuyos establecimientos serán distribuidos gradualmente en relación con la división del reino”. Sigue con todo el desarrollo histórico puntualizando su equiparación. Su distinta valoración, arbitrariamente instalada, no puede ser aceptada desde una conciencia universal de los derechos humanos. Desde luego, asumiendo que la persona como sujeto moral es su centro de gravedad. Por otro lado, qué tan lejos están unos de otros.

El certero análisis del que habla la nota que se analiza, sobre las consecuencias del “bautizado” Consenso de Washington sobre pueblos cada vez más empobrecidos y hambrientos, le carga la mochila a la política vernácula de una moral reparadora. En un reportaje el entonces canciller Taiana dijo claramente que no hubo tal consenso para esas políticas.

En definitiva, de lo que se trata es entender que los DDHH son una meta, un punto de llegada más que de partida. Es fácil sólo correr los mojones.

Como alguna vez se dijo: luchar más por evitar el sufrimiento que por una demanda de felicidad. Es esa la carga ética de la política para responder a la segura e inevitable interpelación de nuestros nietos.

 

 

 

* El autor fue fiscal federal a cargo de la Procuraduría de Crímenes Contra la Humanidad e integra Justicia Legitima.

 

--------------------------------

Para suscribirte con $ 1000/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 2500/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 5000/mes al Cohete hace click aquí