CADA CUAL ATIENDE SU JUEGO

Las visitas del jefe del Comando Sur y del asesor de Seguridad Nacional para Subamérica

 

Las simultáneas visitas de dos de los principales responsables de las políticas de Estados Unidos hacia América Latina desmienten la imagen del aislamiento del gobierno argentino, que pagaría en soledad su obstinación en confrontar con Washington y coaligarse con sus enemigos.

El almirante Craig Faller es el jefe del Comando Sur de las Fuerzas Armadas y de seguridad de su país, que dispone de mayores recursos y personal especializado en la América Latina que la suma de los del Departamento de Estado, de Defensa, de Agricultura, de Comercio y del Tesoro. Pero al mismo tiempo es el más escuálido de todos los Comandos estadounidenses. Estuvo los últimos días de la semana en Buenos Aires.

Juan S. González, nacido en la ciudad colombiana de Cartagena, es el encargado de Subamérica (en inglés se dice Western Hemisphere) en el Consejo de Seguridad Nacional que depende en forma directa del Presidente. Es el cargo que durante la presidencia de Donald Trump ocupó el cubano Mauricio Claver-Carone. La asociación de González con el Presidente Joe Biden es extensa y profunda: fue su asesor especial durante la presidencia de Barack Obama. González llega pasado mañana a la Argentina.

 

González, esposa e hijo, con Biden.

 

Tres meses antes de la elección presidencial de 2020, González escribió en Américas Quarterly (el órgano de difusión del Council of Americas) que el único interés de Trump en Latinoamérica estaba puesto en imponerse en el crucial estado de Florida, ya que en Miami residen las mayores y más activas colectividades de cubanos y venezolanos en Estados Unidos. Y cuestionaba la política adoptada por aquel gobierno hacia ambos países, que con pura lógica calificaba de fracaso.

No es una novedad. Esta semana el New Yorker entrevistó a Daniel Ellsberg, quien a sus 90 años explica por qué se decidió a filtrar a la prensa los Papeles del Pentágono, que cambiaron el curso de la guerra en Indochina y la política de su país. Lo que más lo impresionó de la lectura de miles de documentos reservados y secretos fue la norma del engaño seguida por los líderes tanto políticos como militares. El cálculo crucial para cada Presidente, de Harry Truman a John Kennedy, Lyndon Johnson y Richard Nixon “era la política doméstica. Ninguno quería ser el primero en perder Vietnam”.

En los cuatro años de su presidencia, Trump sólo hizo un viaje a la región, para asistir a la Cumbre del G20 que se realizó en Buenos Aires en 2018. Biden en cambio, visitó 16 veces países americanos en los ocho años de su vicepresidencia, un récord absoluto que lo distingue de todos los Presidentes y Vices que lo precedieron. Su atención estuvo focalizada en Centroamérica, donde impulsó la Alianza para la Prosperidad de Honduras, Guatemala y El Salvador.

Cuando el asesor presidencial Gustavo Béliz pronunció un incendiario discurso en el BID, cuestionando la conducción de Claver-Carone, la prensa comercial argentina lo mencionó como prueba del enfriamiento de las relaciones entre ambos países. La visita de González a Buenos Aires lo desmiente: fue él quien le pidió a los embajadores de la Argentina y de México que hicieran punta contra el incómodo legado que Trump dejó allí y que Biden no tiene interés en conservar. Más allá de las anécdotas que apasionan a los comentaristas, importan las definiciones de políticas y estrategias, que el gobierno de Estados Unidos y sus distintas agencias formulan en documentos públicos y en presentaciones ante el Congreso. Por ejemplo, la Evaluación Nacional sobre Amenazas de Drogas difundida el mes pasado por la DEA menciona 86 veces a México, 79 a Colombia, 12 a Venezuela y ninguna a la Argentina. Hace un mes, el almirante Faller realizó su presentación anual ante el Congreso. La Argentina figura una sola vez, y en relación con China y Rusia, que son los enemigos estratégicos a los que se refieren los principales esfuerzos de Estados Unidos, tanto con Trump como ahora.

“Para ganar más acceso, presencia e influencia en la región, la República Popular China y Rusia se aprovechan de la pandemia, desplegando una diplomacia médica y campañas de desinformación, a menudo prometiendo más de lo que cumplen. China está ofreciendo 1.000 millones de dólares de préstamos a la región para vacunar contra Covid-19 y mejorar la infraestructura médica, mediante acuerdos con la Argentina, Brasil, Perú y Venezuela. Esta aumentará la deuda de la región con China, que ya es de 165.000 millones de dólares. China se propone incrementar los programas de intercambio médico, explotando la pandemia para impulsar su iniciativa comercial, tecnológica y de infraestructura, Un Cinturón, una Ruta. Beijing también está usando la Covid-19 como pretexto para donar tecnología Huawei, integrada con sus redes 5G y sus programas de Ciudades Seguras, promocionando su modelo de monitoreo social como una solución efectiva y económica de rastreo de contactos”.

Para contrarrestarlo, Faller sólo trajo a Buenos Aires un programa de asistencia por tres millones y medio de dólares, que podría extenderse a cuatro millones, en hospitales móviles, su equipamiento y equipos de protección para el personal de salud. En declaraciones al grupo de lobby y comercio de parafernalia de inteligencia y seguridad que dirige el ex líder montonero reciclado en promotor de negocios en esos rubros con Israel, Mario Montoto, Faller también mencionó las remanidas amenazas del “crimen organizado trasnacional”, uno de los fantasmas que reemplazó al comunismo como justificación de la presencia estadounidense en la región y la pesca ilegal, dos rubros en los que la Argentina no tiene interés en la asistencia del Comando Sur.

 

 

 

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