Una historia de vida, por la vida

El cardiocirujano argentino que ayudó a gestionar 20 millones de vacunas Moderna

 

El cardiocirujano Juan Carlos Chachques —un médico argentino quien luego de estar detenido-desaparecido en la ESMA fue obligado a migrar— contó cómo y porqué se involucró personalmente en la gestión de vacunas para combatir el Covid-19 en la Argentina.

Radicado en Francia, es Director de Investigación del Hospital europeo George Pompidou de París; Director de Investigación Quirúrgica y Clínica en el Instituto de Salud de Nación en Francia y Director del laboratorio Cardíaco y de Prótesis de la Universidad de París; Jefe de la Delegación Francesa de la Unión Europea en el Programa de Cooperación en Ciencia y Tecnología. Fue condecorado con la orden de Caballero de la Legión de Honor por la República Francesa y es el inventor del denominado “echarpe cardíaco”.

A continuación, una síntesis de la tarea desarrollada por Chachques para que Argentina acceda a 20 millones de vacunas Moderna.

 

 

El único tratamiento es la vacuna

"Lo importante de la pandemia actual, gran problema internacional de este momento —dice Chachques—, es que ha demostrado que lo importante es crear inmunidad a través de la vacuna".

"La inmunidad de rebaño es muy poco para este virus que tenemos, con un montón de variantes que demuestra ser muy agresivo y que se difunde con increíble velocidad".

"Por eso no se podía esperar, como sucedió con la gripe española al finalizar la Guerra Mundial de 1914-18, que después de unos meses o unos años se crease una inmunidad semejante. No es posible esperar que haya 20 millones de personas muertas para que recién ahí quede inmunizado el resto".

"Hoy tenemos las vacunas. Hubo varias que eran antiguas que se fueron reciclando. En los últimos años se comenzó a utilizar el método de ingeniería genética, que se fabrica con tecnología farmacéutica precisa, genera numerosos anticuerpos y no tiene ningún tipo de riesgo".

"Todos los países trataron de conseguir vacunas y algunos comenzaron a fabricarlas".

"Después de un año de experimentación clínica, hubo dos vacunas que mostraron ser las más eficaces, las más seguras y las más prometedoras, ya que estaban fabricadas con la tecnología llamada ARN mensajero (ARN: ácido ribonucleico, componente de nuestra células). Por medio de esta técnica se inyectan en el cuerpo hebras de instrucciones genéticas llamadas ARN mensajero, moléculas que le dirán a nuestras células que fabriquen anticuerpos anti-Covid".

"Los países que utilizaban antiguas tecnologías, como las de virus que estaban atenuados o de virus muertos que provocaban anticuerpos, tenían el gran problema de siempre, que cuando uno quiere atenuar algo no puede graduar hasta dónde se lo atenúa. Si está muy atenuado no da anticuerpos, si está poco atenuado produce la enfermedad. Esa es una tecnología del pasado. Del siglo XX, del siglo XIX".

"Pasemos al Siglo XXI. Nosotros tenemos acceso a estas dos vacunas. Una que fue desarrollada por un grupo nuevo que se creó hace 10 años, que se llama Moderna Farmacéutica en Estados Unidos, dirigida  por Stephane Bancel, ingeniero francés graduado en la Escuela Central de París, y la otra es la de Pfizer, asociada con el grupo alemán BioNTech, que era el verdadero fabricante pero no tenía capital para desarrollarla".

"Nuestras posibilidades estaban en gestionar cualquiera de estas dos vacunas que son las que se pueden utilizar en dos o tres dosis, si es necesario, sin riesgo. Las complicaciones son muy bajas".

"Todo el mundo demandaba y la oferta era insuficiente. La Argentina tuvo la disponibilidad de Sputnik V, la vacuna rusa, que tiene dos componentes. Una primera dosis y una segunda. La segunda no es complementaria sino que es necesaria para que funcione bien pero la cantidad era insuficiente. También estaban las vacunas chinas, fabricadas por cuatro empresas, pero producen pocos anticuerpos y baja inmunidad. El gobierno vio que con esas vacunas no alcanzaba para cubrir a toda la población".

 

Juan Carlos Chachques.

 

 

El pedido de Kicillof

"Ante esta situación accedí al pedido de la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Axel Kicilloff, a través de su equipo, contactó a diplomáticos argentinos que están en Europa. En mi caso fue a través de la Embajadora Elena Mikusinski, que había sido cónsul en Francia, y está actualmente en Ucrania; ella se comunicó y a partir de ese momento le dije que realmente no valía la pena ningún esfuerzo si no se conseguía una vacuna pensando en el futuro".

"Por un lado estaba la opción del gran monopolio de Pfizer, que es un gigante, que hizo muchísima plata con Viagra, que trabajan en el mercado que les rinde más dinero. Me pareció que no valía la pena entrar en esa variante. Fue así que me pareció logico tratar con gente joven de una empresa que estaba produciendo y usando la vacuna ARN mensajero. Contacté entonces directamente al director general de Moderna, que es francés".

"Hace 50 años soy médico, y hace 40 años estoy en Francia en el mundo científico, en la Unión Europea, y tengo contacto con estas empresas y sobre todo con Moderna. Contacto científico y de cooperación internacional. Fue difícil pero se avanzó y en tres meses se obtuvieron 20 millones de vacunas Moderna para la Argentina. Stephane Bancel, presidente de Moderna, me puso en contacto directamente con sus representantes en América Latina y pidió que las vacunas fuesen destinadas para toda la Argentina: no solamente para la provincia de Buenos Aires sino también para todo el país".

"Inmediatamente Kicillof dio su acuerdo y a partir de ahí se contactó con Carla Vizzotti, la ministra actual de Salud, y con Cecilia Nicolini, asesora de vacunas del Presidente Alberto Fernández. Yo con el teléfono permanente de París hacia Boston, que es donde está radicada la empresa, y del otro lado la gente de Provincia de Buenos Aires, que ya había pasado el tema a Nación. Así se logró que en tres meses se firmase un convenio para que a fin de año, pero no antes, se aseguren 20 millones de dosis de lo que yo considero que es la mejor vacuna que existe actualmente para la Covid-19".

"El presidente de Moderna dijo que ya estamos en la lista de espera, porque todas las semanas les llegan pedidos de todo el mundo. Eso fue en abril. A partir de esa fecha está en un turno y es posible que a partir de noviembre, diciembre, ya se pueda comenzar a enviar. Está programado que en los primeros meses de 2022 llegue la mayor parte de esos 20 millones. Más tarde podría desarrollarse un plan para instalar la producción de vacunas Moderna en América Latina, y sobre todo en la Argentina".

"En este momento Moderna, que está en Boston y tiene tres centros de fabricación en Estados Unidos, está instalándose en Suiza y en España, tomando empresas partenaires que no están muy desarrolladas, pero que conocen de inmunología. Moderna les compra todo el material necesario y las equipa para que puedan producir esta vacuna. Lo están haciendo en Suiza, en España, y si en la Argentina hay alguna empresa interesada, seguramente tendrá la posibilidad. Un dato importante en este sentido es que Moderna no es una empresa destinada solamente a hacer vacunas para la enfermedad viral, sino que trabaja en tratamientos futuros contra el cáncer, en el más eficaz de ellos: aquel que actúa sobre el ácido ribonucleico".

 

 

Por el hospital ideal y la salud para todos

"Vine a un congreso en Francia, conocí este sistema y me quedé. Nací en la provincia de Santa Fe, en un pueblito. Soy hijo de un maestro rural que luego fue médico, y una madre cordobesa farmaceútica. Estudié en Rosario Medicina y cuando quise hacer una residencia en los años '70 fui a Buenos Aires, porque quería hacer cirugía".

"Fui residente en el Hospital de Clínicas que se acababa de inaugurar. Me ofrecieron ser el presidente de la asociación de médicos residentes; daba clases de Anatomía ad honorem en la Facultad de Medicina (UBA), frente al hospital de Clínicas. Trabajaba todo el día haciendo guardias e investigación, mis compañeros me eligieron como jefe de Residentes. Hasta ahí todo bien. Pero en un momento llegaron Videla y sus amigos".

"Los vimos venir. Pidieron hacer una lista de los activistas en el Hospital de Clínicas y por supuesto, en esa lista estaba yo".

"Nosotros queríamos que el hospital público funcionara a la mañana, a la tarde, a la noche de manera continua. No que a la mañana se operara, se atendiera y a la tarde ganar plata en las clínicas y a la noche que se quede cualquiera. Queríamos que fuera una máquina sanitaria que funcionase. Todo eso me valió un mes en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Me fueron a buscar a casa en abril".

"La dictadura comenzó en marzo, en abril yo ya estaba secuestrado. Un día a las cinco de la mañana me tiraron en el suelo de un Falcon. Me pasé un mes en “capuchita.”  Estuve desnudo, hacía frío. Me ataron las manos con alambre en la espalda y los tobillos también. Luego me pusieron esposas, cadenas, me vendaron los ojos y encapucharon, comía cada dos días algo y me empezaron a meter electricidad para que contase por qué yo estaba en la lista. Ellos querían saber y después de un mes gracias a que mucha gente se movió afuera, me metieron una semana en un rincón para que no escuchase más voces. Después me dijeron: 'Tomatelás, no vuelvas más a ese hospital, no vuelvas a la Universidad a enseñar Anatomía'".

"Salí pero no me fui enseguida. Conseguí un trabajo de médico en la Asociación de Periodistas de Buenos Aires, fui residente unos meses en la Fundación Favaloro y luego decidí irme porque no había futuro para mí. Mis amigos, mis compañeros, seguían desapareciendo. Tuve posibilidad de tener una beca en Francia. Ahí cambiaron las cosas".

"El hospital público que funcionara todo el tiempo lo encontré en Francia, en la Argentina no se podía hacer".

"Encontré muchas cosas, Libertad, Igualdad y Fraternidad. No es ideal, no es para todos, pero se puede conseguir mucho más. Fundé una familia, tuve mis hijos. Pude hacer aquello por lo que en la Argentina casi me matan. Por el hospital ideal, por la sanidad, por la salud para todos. En Francia terminé con ese reconocimiento de la Legión de Honor. Así es la vida".

"Abrí las puertas del hospital Broussais y luego del hospital Pompidou y la Universidad de París para quienes querían formarse en cirugía, y especializarse post-grado, no solamente para argentinos: para todos los latinoamericanos. Eso contribuyó para que recibiera la condecoración de Chevalier de la Legión de Honor de la República Francesa, porque fueron embajadores de países latinoamericanos que contaron que yo, sin necesidad de grandes legajos, abría las puertas para que pudieran formarse jóvenes profesionales y volver a ejercer capacitados a su lugar de origen. Así se armó una muy buena cooperación entre Francia y los países latinoamericanos a partir de ese momento".

 

 

 

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