Si no hay amor, que no haya nada

Hace falta una Corte Suprema que no esté dedicada a hacer lo contrario a lo que manda la ley

 

Si no hay amor, que no haya nada. No vas a regatear.

Indio Solari, El tesoro de los inocentes

 

 

Botón de muestra de los lugares bizarros por donde está pasando la campaña electoral estos días lo dio el abogado Daniel Sabsay que, con lo que yo creo es mala fe, informó que el Presidente de la Nación, Alberto Fernández, se encontraba inhabilitado para presentarse como su propio abogado en la causa que se originó a partir de la publicación de las fotos del cumpleaños de su compañera en la quinta de Olivos.

El Presidente se presentó en esa causa, suscribiendo su escrito, ya que es una causa propia. Y entonces Sabsay señaló al respecto: “El artículo 3° de la ley 23.187 le impide al Presidente el ejercicio de la abogacía. Parece haber olvidado que está inhabilitado porque se ha presentado en causa propia. Tiene el hábito de violar la ley”.

 

 

Solo la mala fe puede llevar a un abogado a decir algo así. El artículo 3° de la ley 23.187 establece que no podrán ejercer la profesión de abogado en la Capital Federal por incompatibilidad: “El Presidente y Vicepresidente de la Nación, los ministros, secretarios y subsecretarios del Poder Ejecutivo de la Nación, el procurador y subprocurador del Tesoro de la Nación, el intendente municipal de la Ciudad de Buenos Aires y los secretarios de la municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires”. Inmediatamente después, el artículo 4° señala que “no obstante, podrán actuar en causa propia o en la de su cónyuge, ascendiente o descendiente consanguíneo en línea recta, pupilo o adoptado, así como también en las que sean inherentes a su cargo o empleo, pudiendo devengar honorarios conforme a las leyes”.

Y precisamente eso es lo que hizo Alberto Fernández; actuar en causa propia. Creo casi imposible que un abogado experimentado como Sabsay pueda cometer semejante error, así que presupongo que se expresó con intención incendiaria.

Charlé eso con un amigo que me dijo que no estuviese tan segura de que Sabsay no leyó la ley que estaba citando. A propósito de eso me recordó una anécdota del colega en un caso donde representaba a Telefónica ante la Corte Suprema. Comenzó la exposición de Sabsay y el doctor Maqueda, miembro de la Corte, lo interrumpió, porque lo que exponía Sabsay en representación de Telefónica se contradecía de pleno con lo que Telefónica había manifestado por escrito. Finalmente, el abogado confeso que se había presentado ante la Corte Suprema… ¡sin haber leído el expediente!

Esto es una prueba cabal de los términos en los que se está desarrollando el debate público estos días. El debate donde las propuestas son omitidas y solo abundan los golpes de efecto, como el que acabo de relatar.

También tenemos una campaña donde el actual vicejefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es candidato para ocupar una banca en representación de la provincia de Buenos Aires. Y quien fuese gobernadora de la Provincia de Buenos Aires disputa una banca en representación de la Ciudad Autónoma.

Y lo que quizás merece mucho mas que un comentario: una campaña electoral donde un diputado del Frente de Todos que participaba en un acto es baleado, sin que la oposición haya hecho hasta la fecha un solo comunicado repudiando semejante agresión. Se ve que si los que reciben disparos son peronistas, el hecho no merece siquiera una expresión de condena.

¿Qué sabemos de las propuestas de la oposición? Sabemos por ejemplo que les parece importante discutir que el endeudamiento del país que llevó adelante el gobierno conducido por Macri no existió. Negar la existencia de las cosas parece una herramienta discursiva válida en temas teológicos, pero en temas políticos me parece cuanto menos una necedad.

Me resulta un completo fastidio esta discusión política sin discusión política. Esta ausencia de debate. ¿Alcanzan el odio y prejuicio para fundar y explicar una elección de representantes para e Congreso Nacional?

A esta altura es ridículo e inconducente seguir discutiendo los cumpleaños de Fabiola y de Carrió. Los insultos de Milei a Horacio Rodríguez Larreta. Hace pocos días se viralizó una foto donde un actual diputado y candidato a continuar en su banca se rascaba la ingle en un acto público, a su lado una candidata se rascaba al mismo tiempo la cabeza y la tercera candidata se extraía una mucosidad de su nariz. Esa foto refleja lo que siento. La tónica de “ya fue todo”. La evidencia empírica de que ni las propuestas ni la campaña le interesan a los candidatos de la oposición. Ni siquiera para guardar las formas en un acto público.

 

 

Y no puedo evitar comparar con el silencioso y constante trabajo electoral que lleva adelante mi amigo Leandro Santoro, también candidato a diputado nacional por el Frente de Todos. Ya desde mucho antes de las elecciones Leandro camina el territorio, habla con la prensa – con toda la prensa. Incluso aquella que más que preguntarle, le dispara, ante la cual de todos modos explica sus propuestas. Candidatos que dan el debate, que proponen, que caminan el territorio y hablan con las personas, me emocionan. Porque veo en ellos la verdadera política, la que literalmente no se rasca los huevos cuando es tiempo de hacer y de proponer, sino que hace y propone.

Pero Leandro y otros pocos son la excepción. En general transitamos este periodo electoral en un marco de medianía intelectual y absurdo extremo. Que no dejo de deplorar, porque si hay momento para esforzarse y ser creativo en nuevas propuestas es este.

Hay otra campaña electoral que también me tiene asombrada. La de la futura elección del presidente de Corte Suprema, que será en breve, aunque nadie osa asegurar exactamente en qué fecha. Pero sabemos que no pasará de octubre de este año.

La campaña electoral de la Corte empezó hace varios meses. Recuerdo una nota publicada en el diario Clarín antes de las vacaciones, en la que se informaba que el oficialismo apoyaba decididamente la elección de Lorenzetti. Me sorprendió esa nota. Y le pregunté a un amigo periodista, que me dijo que esa nota la había mandado a publicar Lorenzetti. Puse mi habitual cara de vaca que ve pasar un tren, porque si algo aprendí en estos años es que esas notas nunca son a pedido del candidato. Y menos publicadas con tanta antelación.

Luego también se publicó que, durante la feria de invierno, los jueces de la Corte no se movieron de su despacho a los fines de estar presentes en toda discusión que se diese sobre la futura elección de autoridades. Y apenas terminó el feria, el 9 de agosto de este año, dos diputados de Juntos por el Cambio presentaron un proyecto de ley para que la elección de autoridades de la Corte se realizase rotatoriamente entre sus miembros conforme su antigüedad.  Hay que decir que los diputados recibieron de todo menos elogios. Cuestionaron su iniciativa propios y ajenos por igual.

Según expresaron los periodistas que cubren los temas del Poder Judicial, el más antiguo de los jueces es Maqueda, que —señalaban— no tenía ningún interés en el cargo; alguno sugirió, incluso, que tenía un problema de salud que lo disuadía de aceptarlo. Seguía en antigüedad Highton de Nolasco, que tampoco aceptaría ser la futura presidenta de la Corte. El siguiente en la lista era Lorenzetti.

¿Esto tenía algún sentido? Uno de los diputados que presentó el proyecto está muy vinculado a Coti Nosiglia. Hace unas semanas Alejandra Dandan publico acá mismo, en El Cohete a la Luna, [1] una nota donde daba cuenta de los mensajes y anotaciones que fueron hallados en el teléfono de Darío Nieto, secretario de Mauricio Macri. En esos mensajes se consignan algunos que refieren a Lorenzetti y en particular uno de ellos alude a una presunta reunión con Mauricio Macri agendada para el 24 de abril de 2019 a la que concurrirían tanto el Coti Nosiglia como Ricardo Lorenzetti.

 

 

Teniendo en cuenta este elemento, parecía verosímil que Lorenzetti estuviese detrás del proyecto de los diputados. Parece más inverosímil todavía que, contando con el apoyo del oficialismo como relataba Clarín, el juez recurriese a dos diputados de Juntos por el Cambio. Claro, bien podía ser parte de una estrategia de distracción. Pero los dos diputados de Juntos por el Cambio son personas que saben de política y a quienes respeto extraordinariamente, a pesar de que pienso muy diferente. Que alguien del oficialismo les dijese que podría apoyar ese proyecto es bien diferente a que el Frente de Todos lo apoye. Y ellos los sabrían mejor que nadie.

Frente al proyecto en cuestión, el doctor Maqueda hizo saber que, de aprobarse el proyecto, aceptaría el cargo de presidente de la Corte Suprema. Lo cual, si el proyecto era impulsado por Lorenzetti, implicaba una variable no tenida en cuenta al momento de pensar la estrategia. Más sorprendente aún fue que el proyecto resultase duramente cuestionado por sectores históricamente vinculados a Juntos por el Cambio.

En los últimos días Jorge Asís hizo trascender que Lorenzetti no tenía intenciones de ser presidente de la Corte Suprema y que pensaba dedicarse a sus estudios de Derecho Ambiental. También me resultó extraño, porque hasta hace unos meses, muchos decían en privado que Lorenzetti quería ser presidente de a Corte Suprema.

Entonces repasemos cómo estamos hoy. Maqueda está dispuesto, llegado el caso, a ser presidente de la Corte. Highton de Nolasco no lo está. Lorenzetti no sabemos y quedan Rosenkrantz y Rosatti. Del primero sé poco sobre qué quiere, del segundo solo tengo trascendidos que lo ubican como alguien que que en efecto quiere ser presidente de la Corte. Y lo que es más, lo ponen como potencial presidente con el visto bueno del Juntos por el Cambio. Toda la estrategia de Cambiemos habría sido, dicen, exponer a Lorenzetti a los fines de desgastarlo.

¿Es verosímil que Rosatti sea el próximo presidente de la Corte, gracias al apoyo indirecto de Juntos por el Cambio? En términos hipotéticos, la idea no parece desacertada. Cuenta con el visto bueno de Lilita Carrió y otros importantes miembros de Juntos por el Cambio. De hecho, su nombre fue sugerido por Elisa a Mauricio Macri. También ha respaldado, aun por omisión, las más controversiales medidas en términos judiciales impulsadas por el macrismo. Y del cruzamiento de llamadas del hoy prófugo Fabián Rodríguez Simón, resulta que solía departir con él mismo. Lo cual lo pondría en un lugar espectable.

Pero ello no impide considerar que, como le sucedió recientemente a Rosenkrantz, su primer acto como presidente de la Corte podría ser tener que declarar en la causa por persecución judicial que investiga la doctora Servini, y en la que está declarando como testigo el actual presidente de la Corte, Rosenkrantz. Y añado, no será Carlos Rosenkrantz el único que deberá declarar sobre sus comunicaciones con Pepín o con Macri.

Analizo la hipótesis de Rosatti como futuro presidente de la Corte y, sin ser descabellada, sugiere que sería un juez que también estaría comprometido con el descalabro judicial que provocó e impulsó el macrismo.

Este juego de la silla me lleva a preguntarme, como ya he hecho en alguna otra nota, acerca de la “no opción” de que un cambio en el Poder Judicial se produzca, si no tenemos un solo juez que pueda ser la cara de ese cambio de paradigma, hoy tan necesario.

Y también un discreto reproche a la política, que teniendo presente lo que pasó en esos años, no ha podido articular una alternativa siquiera un poco más potable desde la perspectiva del Estado de Derecho. Una alternativa que al menos lo pueda representar mínimamente.

Siempre he sostenido que me importa poco cuántos son los miembros de la Corte, siempre que cumplan con los procedimientos, lo hagan en un plazo razonable y actúen conforme a la ley. Pero viendo lo que sucede el seno de nuestra desprestigiada –e ineficiente, y poco confiable— Corte Suprema, se me ocurre una idea. Tal vez sea tiempo de aumentar sus miembros. Y disponer un modo de cubrir la presidencia con alternancia de no mas de un año, hasta tanto la misma esté por completo integrada. En el mediano plazo no cambiaría nada, lo sé, pero cuando finalmente se integre con miembros que no fueron designados por decreto, se podrá elegir al menos jueces que no hayan sido (en el mejor de los casos) impávidos veedores de cómo se vulneraba el Estado de Derecho. Y en el mientras tanto, al menos ningún juez de la Corte actual podrá hacerse del control de la misma.

Yo no confió en esta Corte Suprema ni en sus miembros. Y creo imperdonable, en términos de ley y sobre todo de justicia, que no seamos capaces de ofrecer a la sociedad una opción superadora. Tampoco era muy fan de la Corte anterior, que también integraban Argibay, mi admirado Petracchi, Fayt y el disruptivo y brillante de Zaffaroni, pero sentía que era una Corte más equilibrada. Sus miembros, como sucede siempre, podían tener intereses que influyeran en sus fallos, pero nunca sentí ni pensé que esos intereses eran la propia defensa y el mantenimiento de un status quo del Poder Judicial dedicado a hacer lo contrario a lo que estaba mandado hacer por ley.

Quiero tener una Corte como la que generó Néstor Kirchner. Una Corte Suprema con la que no siempre estuve de acuerdo, pero cuyos fallos podía mostrarles a mis alumnos como ejemplo de cómo se aplica la ley.

 

 

 

[1] https://www.elcohetealaluna.com/el-garante-de-la-sarasa/

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