El 23 de septiembre del corriente año se inició un paso de comedia entre los gobiernos argentino y estadounidense que parece no tener fin al momento del cierre de esta nota.
La primera escena empezó con un mensaje de la Oficina del Presidente de nuestro país. En él se informó que Javier Milei había mantenido un encuentro bilateral con su par de Estados Unidos, Donald Trump, para obtener un salvataje monetario —como el obtenido por México en 1994— para la economía de la Argentina. Al final de la reunión, ambos mandatarios posaron sonrientes con nuestro gobernante exhibiendo una fotocopia del posteo que su par estadounidense había realizado en Truth Social. Inmediatamente, el cierre de este primer acto se produjo cuando Donald Trump afirmó que la Argentina no necesitaba un rescate, lo cual generó zozobra en la delegación argentina.
La segunda escena se inició con un tuit del secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, en el que precisó que “todas las opciones de estabilización están sobre la mesa [y que] estas opciones pueden incluir, entre otras, líneas de swap, compras directas de divisas y compras de deuda gubernamental denominada en dólares estadounidenses del Fondo de Estabilización Cambiaria del Tesoro”. Luego, la Embajada de Estados Unidos en la Argentina publicó una declaración del mismo funcionario en donde sostenía: “Inmediatamente después de la elección, comenzaremos a trabajar con el gobierno argentino”. Esto volvió a poner en pausa el entusiasmo de Milei y de Toto Caputo. Segunda Parte.
El tercer y ¿último? acto se produjo el pasado jueves 2 de octubre. Temprano por la mañana, Scott Bessent sostuvo en Twitter: “En los próximos días espero que el equipo del ministro Caputo venga a Washington D.C. para avanzar significativamente en nuestras discusiones en persona sobre las opciones para brindar apoyo financiero”.
Yesterday, I had a very positive call with Minister @LuisCaputoAR of Argentina.
After intensive work since @POTUS Trump’s meeting with President @JMilei in New York, in the coming days I look forward to Minister Caputo‘s team coming to D.C. to meaningfully advance our…
— Treasury Secretary Scott Bessent (@SecScottBessent) October 2, 2025
Pero más tarde afirmó en la cadena de noticias CNBC: “Para ser claros, estamos dándole una línea de swap, no estamos poniendo dinero en la Argentina”.
Hola Toto, por qué Bessent dijo hace un rato: "no vamos a poner dinero en Argentina"? Saludos, muy buena la radio pic.twitter.com/j9IO6dy1MY
— Rodrigo Quiroga 🔬 (@rquiroga777) October 2, 2025
La escena final aún se está escribiendo.
Ahora bien, en el medio del farrago de estas declaraciones, cabe rescatar tres palabras del secretario del Tesoro: “importancia estratégica geopolítica”. Esto también fue ratificado por el Presidente argentino el pasado 30 de septiembre, cuando en un medio mileísta afirmó: “El motivo por el cual nosotros recibimos el apoyo es geopolítico”. En este sentido, no se trata simplemente de una psicopateada de los funcionarios estadounidenses a los argentinos, sino de un simple ejercicio de poder. Es decir, Estados Unidos busca [está intentando (ha logrado)] doblegar la voluntad argentina en línea con sus intereses, dejando de lado los nuestros.
¿Por qué nos hacen esto?
Existe una creencia entre algunos militares, académicos, elites políticas, sociales y económicas de la Argentina de que Estados Unidos es nuestro amigo. Esto no es cierto; ni siquiera es un socio estratégico ni somos complementarios económicamente. Desde que este país atacó las Islas Malvinas en 1831, pasando por la injerencia del embajador estadounidense Spruille Braden en la vida política argentina en 1945, hasta el apoyo al Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte en la guerra del Atlántico Sur en 1982, la potencia norteamericana demostró que no somos aliados estratégicos.
No es una cuestión personal; simplemente, este país defiende sus intereses en Sudamérica, en la Argentina y en el Atlántico Sur. No obstante, y pese a toda la evidencia, siguen haciendo ejercicios de genuflexión mirando al norte. Y cuando se les pregunta sobre el porqué, no hay una sola persona que defienda esta creencia que lo pueda explicar con solvencia. Estados Unidos priorizaría nuestro país sobre los británicos.
¿Cuáles son sus intereses?
El pasado 21 de septiembre, el periodista Horacio Verbitsky recordó una exposición de la ex jefe del Comando Sur de Estados Unidos, la generala Laura Richardson, en la que hacía referencia a “nuestros recursos”. Más recientemente, otro periodista informó que, en el marco del diálogo con funcionarios estadounidenses, además de solicitar las viejas conocidas reformas estructurales y el abandono de las bandas cambiarias —ergo, una devaluación—, se dialogó sobre cómo “caminar hacia la finalización del swap con China”, el acceso a las tierras raras y la “infraestructura crítica, el eufemismo con el que se refieren a puertos, bases y centros de operaciones”.
La Estación de Espacio Lejano en Neuquén es una instalación de cooperación tecnológica espacial entre China y Argentina. Los científicos tanto de Argentina como de China tienen acceso al uso de esta estación para investigación científica.
— Embajada de China en Argentina (@ChinaEmbArg) April 7, 2024
Claramente, como ya habíamos advertido, la relevancia geopolítica de la Argentina y, puntualmente, de Tierra del Fuego, está motivada por los recursos naturales estratégicos, por la existencia de tres pasos bioceánicos (estrecho de Magallanes, canal de Beagle y mar de Hoces) que son naturales —y no artificiales como el canal de Panamá— y que le permitirán a Estados Unidos realizar una maniobra de pinzas sobre China desde los océanos Atlántico Sur e Índico hacia el Pacífico, y acceder a los recursos del continente antártico.
De esta manera, la potencia norteamericana tiene la posibilidad de utilizar el puerto en las Islas Malvinas, puede acceder a puertos chilenos y, en caso de concretarse, podría recurrir también a Ushuaia. En este último caso, no importa si es una base combinada entre la Argentina y los estadounidenses, sino que lo más relevante para las Fuerzas Armadas de ese país es contar con la ciudad fueguina como apoyo para su sostén logístico.
Todo lo hasta aquí expuesto se produce en un escenario pugnante y de transición hegemónica entre Estados Unidos y China. De esta manera lo ha expresado el jefe del Comando Sur de la potencia norteamericana, almirante Alvin Holsey, en Buenos Aires el pasado mes de agosto de este año, cuando afirmó que “el Partido Comunista Chino continúa su incursión metódica en la región, buscando exportar su modelo autoritario, extraer recursos y establecer infraestructura de doble uso, desde puertos hasta el espacio”.
En sintonía con esas palabras, la noche del 23 de septiembre comenzaron las acciones de soft power en Buenos Aires. Para ello, uno de los medios afines al gobierno informó que este “estaría dispuesto a analizar la presencia de las fuerzas norteamericanas en Ushuaia” para “acelerar el envío de fondos para afrontar los pagos de deuda”. Rápidamente, diversos guacamayos resucitaron el supuesto anatema de la “base militar de China”. El mensaje no tan subliminal es que Estados Unidos solo solicita lo mismo que ya tiene China, con referencia a la estación espacial en Neuquén, y que es mejor porque la potencia asiática es comunista y “mala”.
El cuentito de la estación espacial
Ya hace algunos años, el investigador de CONICET y la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) Daniel Blinder demostró dos cuestiones muy importantes en relación con la estación espacial de espacio profundo de China.
En primer lugar, la Ley N.º 25.775 del 12 de septiembre de 2003, en la presidencia de Néstor Kirchner (2003-2007), aprobó “el acuerdo suscripto con la Agencia Espacial Europea referente a la cooperación espacial para usos pacíficos”.
Tal como señala el investigador argentino, “la antena instalada en Malargüe (…) es una estación terrestre (…) para la comunicación con las naves espaciales en el espacio profundo (…) [y, como establece la citada ley], el acuerdo de cooperación es para usos pacíficos”. Por otro lado, el convenio firmado con la República Popular de China, durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, en el año 2014, determina en “su artículo 1.º (…) que las partes acuerdan cooperar para la construcción, el establecimiento y la operación de instalaciones de seguimiento terrestre, comando y adquisición de datos, incluida una antena para la investigación del espacio lejano en el territorio de la provincia de Neuquén. Asimismo, el texto señala que las instalaciones serán construidas y operadas por China”. Además, el acuerdo invoca al “‘tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en el espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes’, que es taxativo con respecto al uso no bélico del espacio y del que la Argentina y China son firmantes”. En síntesis, tanto la instalación de la Unión Europea como la de China tienen similares características funcionales, tecnológicas y ambas están destinadas al uso pacífico.
En segundo lugar, Daniel Blinder analiza la narrativa plasmada en cuatro diarios de circulación en la Argentina entre los años 2009 y 2016. Como resultado de ello, concluye que, mientras en el caso de la Unión Europea, los medios resaltan “la oportunidad histórica de cooperación en materia de ciencia y tecnología, y los beneficios de la instalación de la estación espacial”; en lo que refiere a la estación espacial China, los medios encendieron “las alarmas de alerta y peligros de militarización”. Es decir, advertían el riesgo de que China hiciera uso militar de la instalación. Este investigador se pregunta por qué la agencia china es tratada de manera diferente en los medios. Daniel Blinder concluye que la percepción de los medios, y de quienes escribieron en ellos, es que “la contraparte china tiene vinculación con el Ejército. Esto, sin embargo, no es distinto de la situación europea, en el sentido de que las tecnologías sensibles son esencialmente duales. Eventualmente, lo importante para restringir la proliferación de material bélico redundará en el comportamiento de las instituciones que participan y su compromiso por la paz. [En síntesis], las fuentes consultadas muestran información sesgada casi unánime si se trata de China, en comparación con Europa”.
En otras palabras, el soft power estadounidense presiona a nuestro país para que China retire la estación espacial, sus inversiones y sus pesqueros que, como ya hemos demostrado, no pescan ilegalmente en mar argentino.
En el marco de este debate, los gobiernos de Mauricio Macri (2015-2019) y Javier Milei (2023 a la fecha) han mostrado una mayor aquiescencia con los intereses de la potencia norteamericana. Aunque debemos reconocer que la política exterior del macrismo fue más pragmática con relación a Estados Unidos, mientras que la libertaria está orientada por la ideología y no por intereses vitales y estratégicos nacionales.
En efecto, Mauricio Macri envió una carta al embajador chino en la Argentina, manifestándole su preocupación por la firma de acuerdos estratégicos con la potencia asiática, pese a que un año antes había sostenido que “China era una tierra de oportunidades”. Ya más cerca de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2015, Fulvio Pompeo, quien fuera posteriormente secretario de Asuntos Estratégicos, confirmó a un medio de prensa argentino su preocupación: “En la cumbre del G-20, el gobierno firmó contratos con China y Rusia [de los] que desconocemos sus detalles técnicos y comprometerán financieramente al país por los próximos 18 años”. Por tal motivo, Mauricio Macri podría haber decidido dar marcha atrás con esos convenios. Sin embargo, una vez instalado su gobierno, el nuevo Presidente ratificó los acuerdos que involucraban obras hidroeléctricas, Atucha III y la estación espacial. En efecto, el 3 de febrero de 2016, se firmó un “Protocolo Adicional al Acuerdo de Cooperación entre el gobierno de la República Argentina y el gobierno de la República Popular China sobre la construcción, el establecimiento y la operación de una estación de espacio lejano de China en la provincia de Neuquén, Argentina, en el marco del Programa Chino de Exploración de la Luna, suscripto el 23 de abril de 2014”, ratificando su “uso exclusivamente pacífico”.
Por su parte, el derrotero de Javier Milei fue similar. Durante la campaña, el entonces candidato había afirmado que él no hacía negocios con comunistas. Sin embargo, y luego de una inspección a la estación espacial, la canciller Diana Mondino y el embajador chino en la Argentina acordaron, el 8 de abril de 2024, “desmentir la especulación de que la estación de espacio lejano es supuesta base militar”.
El 8 de abril, Embajador Wang Wei mantuvo una positiva reunión de trabajo con la Canciller, Diana Mondino.
Ambos llegaron al acuerdo de desmentir la especulación de que la Estación de Espacio Lejano es supuesta base militar. https://t.co/dlfKekkpnv— Embajada de China en Argentina (@ChinaEmbArg) April 9, 2024
Asimismo, se confirmó la participación de los científicos argentinos y la colaboración con el gobierno provincial y sus escuelas.
La Estación de Espacio Lejano en Neuquén es una instalación de cooperación tecnológica espacial entre China y Argentina. Los científicos tanto de Argentina como de China tienen acceso al uso de esta estación para investigación científica.
— Embajada de China en Argentina (@ChinaEmbArg) April 7, 2024
El golpe de gracia a la especulación de los guacamayos y los neoastizistas militares y civiles lo efectuó el prestigioso internacionalista Juan Gabriel Tokatlian. Este académico informó que la Oficina de Asuntos Internacionales del Ejército de Estados Unidos, ubicada en el Pentágono, había publicado el informe “Instruments of Chinese Military Influence in Argentina” en agosto de 2024.
Este documento concluye en su página 13 que la influencia “China en Argentina se evalúa como baja”. Es más, en la dimensión “Compromisos Militares Bilaterales Formales (M1)” se puede leer claramente en la página cuatro que “desde 2018, la Fuerza de Apoyo Estratégico del Ejército Popular de Liberación (EPL) de China opera una estación espacial en la Patagonia (...). No se utiliza con fines militares [y] no hay motivos para esperar que esto cambie”.
Coincidimos plenamente con las palabras de Juan Gabriel Tokatlian cuando reflexiona: “Estados Unidos es mucho más transparente de lo que nosotros creemos. Estos documentos te lo muestran; si querés indagar, vas a encontrar” la información. Es decir, solo hay que estudiar los documentos que publica y no fascinarse con Disneyworld como hacen los representantes del realismo de ferretería.
Neoastizismo reloaded
El pasado 27 de agosto, el Poder Ejecutivo Nacional remitió al Honorable Congreso de la Nación el Mensaje 25/2025 (Expediente 0008-PE-2025), dando cumplimiento a lo establecido en el inciso 28 del artículo 75 y a la Ley N.º 25.880, que reglamenta el procedimiento para la entrada y salida de tropas del territorio argentino. Pese a ello, el Presidente de la Nación, Javier Milei, firmó el DNU N.º 697/2025, por el cual se autoriza la realización de los ejercicios militares “Solidaridad” con la República de Chile y “Tridente” con Estados Unidos en Mar del Plata, Puerto Belgrano y Ushuaia. Este nuevo ejercicio en nuestra ciudad austral afecta los intereses vitales y estratégicos de nuestro país, en tanto permite el acceso de tropas del aliado británico a ese escenario tan sensible. No es la primera vez que esto sucede porque ya lo había hecho durante el mes de agosto, tal como fue informado por el Cuerpo de Marines de la potencia norteamericana, y sin autorización del Parlamento. Ambos hechos representan, además, una clara violación de la Constitución nacional.
Casi en paralelo, se presentó el libro Hacia una estrategia marítima argentina compilado por, entre otros, la NO secretaria de Malvinas, Antártida, Política Oceánica y Atlántico Sur, Paola Di Chiaro.
En esta obra, el secretario de Asuntos Internacionales para la Defensa, Juan Battaleme, colaborador de la periferia y realista ferretero, que atiende los asuntos anglosajones en el Ministerio de Defensa, escribe en uno de los capítulos que “en este ámbito donde se llevan a cabo ejercicios como el UNITAS, que tienen numerosas etapas y tipos de acciones necesarios para el entrenamiento militar, de los cuales las autoridades del Ministerio de Defensa de la administración Fernández decidieron no participar en los últimos años como consecuencia de no querer realizar ejercicios con la armada británica y las unidades desplegadas en las Islas Malvinas” (página 267). ¿¡Desplegadas!?

No son de extrañar las palabras pronunciadas por Mao Tse Tung en 1958 frente al gobernante soviético, Nikita Jrushchov, cuando este le ofreció utilizar sus bases de submarinos en el Ártico a cambio de que ellos desplegaran sus barcos en los puertos chinos en el Pacífico. “No —respondió Mao—. Hemos tenido durante años en nuestro territorio a británicos y otros extranjeros y no vamos a permitir que nadie más lo vuelva a utilizar para sus objetivos”.
Tal vez los realistas de ferretería afirmen que Mao era comunista, pero, entonces, deberían prestar atención a esta recomendación: “Por lo tanto, China es el mejor socio posible de Sudamérica: una superpotencia económica, pronto la primera del mundo, que no puede ser amenazada militarmente. Esta ventaja se potencia para el caso de aquellos países que, como Argentina, Brasil y Chile, tienen economías que se complementan claramente con la china. Y en el caso argentino, se suma el beneficio adicional de que la pérdida de hegemonía económica por parte de Washington implica el desplazamiento de un país que casi nunca le aportó nada bueno al nuestro, y que muchas veces le propinó graves daños. Para la Argentina, comienza una nueva era. Sepamos aprovecharla”. Carlos Escudé, 2011. Realista.
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