A pesar de Bullrich

Avanza el caso judicial por la agresión a Pablo Grillo

 

Fue otra semana agitada para la familia Grillo. Esta vez, con buenos augurios. Por un lado, contra el deseo de Patricia Bullrich, hubo un avance significativo en la Justicia. Por orden de la jueza federal María Servini, quien la consideró como una prueba clave, a comienzos de esta semana se hizo una pericia balística de rigor a cargo de la Policía de la Ciudad. Allí, en tiempo y espacio, expertos simularon la trayectoria del disparo de gas lacrimógeno que salió de las manos del gendarme Héctor Jesús Guerrero aquel 12 de marzo. El mismo que defendió Bullrich, pero que, por el trabajo del Mapa de la Policía, se demostró que en su impacto criminal dejó a Pablo Grillo herido de gravedad, casi al borde de la muerte. 

En paralelo, las noticias llegaron desde el Hospital Ramos Mejía. El fotógrafo atravesó su séptima intervención quirúrgica en cinco meses, ahora en una operación que duró tres horas: le colocaron una prótesis craneal. Apenas terminada y luego de agradecer a nuevos dadores de sangre, la familia llevó tranquilidad en sus redes sociales, pese a la delicada intervención. Hasta el momento, Pablo Grillo evoluciona favorablemente en terapia intensiva, donde transitará  el postoperatorio con los cuidados pertinentes. El padre de Pablo, Fabián Grillo, explicó que el cerebro de su hijo “está prácticamente aplastado”, y auguró que “con la prótesis debería mejorar y recuperaría cierta normalidad”. Según precisó, “volvería a tener un nuevo cráneo, que ahora no lo tiene”. Entre las secuelas del disparo del gendarme, el mayor daño, de acuerdo a los estudios médicos, no fue motriz sino neurológico. 

A la vez que espera la favorable evolución del joven fotógrafo de 35 años, la familia confía en el avance judicial. Según fuentes del expediente, la reconstrucción del disparo es un elemento de peso para contraponer a la versión oficial, que defendió al gendarme Guerrero “por cumplir con su deber”. En los dichos de Bullrich, el disparo no fue directo a la cabeza sino que el agente tiró de forma oblicua hacia el suelo, es decir, cumpliendo los protocolos de seguridad. 

Desde aquel momento, la Casa Rosada se mostró inquebrantable: no hubo sumarios contra Gendarmería. Y, por otra parte, la propia Gendarmería Nacional cerró en tiempo récord su investigación administrativa interna sin aplicar ningún tipo de sanción. Según su informe, Guerrero actuó “conforme a las órdenes” y no se evidenció “intención de dañar a persona alguna”, calificando lo ocurrido como un “hecho fortuito”, producto de la “mala visibilidad”. Como si hubiese sido poco, concluyeron que la responsabilidad no fue del cabo Guerrero, quien accionó el arma lanzagases, sino de la propia víctima, a quien describió ubicado “en la línea de tiro”.

Sin embargo, y de acuerdo a lo que adelantaron al Cohete a la Luna fuentes del expediente, la versión oficial recibiría un duro golpe. La reconstrucción de la División Balística de la Policía de la Ciudad, que duró más de tres horas en el Centro Argentino de Seguridad de la localidad de General Rodríguez, de la que participaron peritos de la querella y la defensa, podría arrojar en los próximos días un informe no esperado por las altas esferas del Ministerio de Seguridad. Los resultados serán entregados al fiscal Eduardo Taiano, quien interviene en la causa.

De forma minuciosa y pacientemente, los peritos ejecutaron diversas pruebas para reproducir las condiciones exactas del disparo. Fue entonces que se buscó determinar la trayectoria del proyectil, la velocidad y, sobre todo, el ángulo en que fue disparado, así como la posición del arma en el momento del hecho hasta impactar en la cabeza de Grillo en la intersección de Hipólito Yrigoyen y Solís. Servini lo ordenó porque no se había quedado conforme con el peritaje planimétrico efectuado días atrás. 

“Lo más importante es saber si el disparo se efectuó de forma horizontal o si la granada impactó contra alguna superficie antes de herir a Grillo”, soltó una importante fuente judicial, que corroboró que la jueza busca juntar los datos exactos de la reconstrucción para dar con las posibles responsabilidades penales. En ese marco, en el expediente se encuentran las decenas de imágenes y videos que aparecieron después de la represión del 12 de marzo, muchas de las cuales fueron determinantes para la identificación que realizó el Mapa de la Policía del gendarme Héctor Guerrero. Las imágenes, en su integralidad, muestran al agente disparando directamente en línea recta y sin respetar el ángulo de 45° que establece el protocolo, en dirección al fotógrafo, que al momento del impacto se encontraba agachado, desarmado y con su cámara, detrás de una barricada.

 

 

 

Guerrero es, por ahora, el único imputado en la causa y está citado a declarar el  2 de septiembre, a casi seis meses del hecho. La medida judicial incluye la prohibición de salida del país. Según el dictamen de la magistrada, “surge la hipótesis de que el disparo que derivó en las lesiones sufridas por Grillo provino del personal de Gendarmería Nacional que se hallaba en la intersección de avenida Yrigoyen y calle Solís, más precisamente del cabo primero Jesús Héctor Guerrero”. Para Servini, la posición del tirador y la de la víctima resultan tan trascendentales como dilucidar la trayectoria de tiro, aunque todavía no avanzó en las responsabilidades políticas.

Apoyado en el informe del Mapa de la Policía, la querella sostiene que el disparo fue hecho de forma horizontal y directamente hacia el cráneo de Grillo, con clara intención de disuadir la protesta social. Y buscan imputar a Guerrero por intento de homicidio agravado: sostienen que la detonación fue a la cabeza y a una alta velocidad. “Esa acción criminal constituye una violación a los protocolos nacionales e internacionales sobre el uso de armas menos letales”, dijo Claudia Cesaroni, una de las abogadas de la familia Grillo. Reconstruir el ataque a Grillo, para la querella, no es suficiente. Después de un largo compás de espera por la inacción judicial, Cesaroni definió también que el ataque de las fuerzas federales se dio en el marco de una política de seguridad similar a la de la última dictadura militar, y pidió investigar a los altos mandos. “El modo en que se intentó encubrir lo que le sucedió a Pablo y el crimen que se intentó cometer es parte de la construcción de la dictadura, de quitarles humanidad a ciertas personas. Sabemos quién le disparó, sabemos quién era el jefe del que disparó, sabemos quién dio la orden. Sabemos que Bullrich y Milei son responsables”, reflexionó Cesaroni.

Todo sucedió durante la marcha de los jubilados del 12 de marzo, cuando Pablo Grillo fue alcanzado por un cartucho de gas lacrimógeno lanzado por la Gendarmería, que por órdenes de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich limpiaba las calles bajo una brutal represión. Tras el feroz impacto, el joven fue llevado de urgencia al Hospital Ramos Mejía, donde fue dado de alta el 3 de junio. Hoy se recupera en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, más allá de su última operación. 

Poco después del hecho, el análisis que hizo el colectivo Mapa de la Policía permitió no sólo identificar a Guerrero, sino que también demostró que disparó en forma horizontal, anti-reglamentariamente. Concluyó que un arma menos letal se convirtió en mortal, como ocurrió con Carlos Fuentealba, asesinado en Neuquén durante una manifestación docente en 2007. Aquella vez, la granada de gas le dio en la nuca a Fuentealba, provocándole una herida de muerte. A Pablo Grillo le pegó de frente, sobre los huesos más duros del cráneo. Eso, según los médicos que lo trataron, le dio una chance para sobrevivir.

De inmediato, la ministra Bullrich intentó garantizar un manto de impunidad. En rápidas declaraciones televisivas, dijo falsamente que Grillo era un militante kirchnerista que estaba preso, cuando ya estaba internado en el hospital Ramos Mejía, y que el gendarme había disparado de manera correcta, como indican “los manuales”, pero que el proyectil se desvió.

Lo cierto es que, pese a los intentos de Bullrich y Gendarmería por cerrar el caso, la causa judicial sigue su curso y Pablo Grillo evolucionando favorablemente de cada operación. Hace unas semanas, en tanto, se conoció por redes sociales la última foto que sacó antes del disparo del gendarme Guerrero, el que cambió su vida para siempre. “Las astillas de la madera estallan.  Se ve una muesca en la estructura. Es la que provoca la granada de gas lacrimógeno cuando la atraviesa. Pablo cae cerca del fuego. En este instante terrible a Pablo Grillo ya le dispararon”, describió la comunicadora e investigadora del fotoperiodismo​ Cora Gamarnik. 

 

 

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