"El período presente es de esos en los que todo lo que parece suponer una razón para vivir se evapora, y si no queremos caer en el desasosiego o la inconsciencia, debemos cuestionarlo todo. Que el triunfo de los movimientos autoritarios arruine por todas partes la esperanza que las buenas gentes habían depositado en la democracia y el pacifismo no es más que una parte del mal que nos aqueja; este es mucho más profundo y amplio”.
Simone Weil (1909/1943)
Somos parte de esa humanidad de a pie que se estremece frente a Gaza. Conscientes de que las imágenes que llegan nos aproximan al horror, pero no lo dicen todo. En ayuda, el lenguaje sensorial de algunos cuenta a diario qué se muere en esa geografía, mientras mecánicamente se apilan cadáveres y se montan tumbas sobre tumbas en esa franja estrecha sobre el mar Mediterráneo, desde donde Nasser Rabah, el poeta gazatí, escribe sus versos como un deber patriótico para documentar la tragedia.
Hacer lo imposible. Clamar por ese pueblo diezmado, gritar con toda nuestra voz el crimen, decirle a su verdugo que se detenga, aunque no escuche, es lo que se espera de nosotros ante este desgarramiento, a pesar de la crisis civilizatoria que lo atraviesa todo. Más cuando hay instrumentos disponibles y estructuras que han denunciado el crimen en Gaza, y la propia Corte Penal Internacional (CPI) emitiera en noviembre de 2024 una orden de arresto contra Benjamín Netanyahu, Primer Ministro del gobierno israelí, por cargos tales como “crímenes de guerra, hacer padecer hambre como método de guerra y dirigir intencionalmente un ataque contra la población civil, y crímenes de lesa humanidad”, en perjuicio del pueblo palestino.
Por eso, integrantes de once organismos de derechos humanos, Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, SERPAJ, Fundación Memoria Histórica y Social Argentina, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, Liga Argentina por los Derechos Humanos, Familiares y Compañeros de los 12 de la Santa Cruz, Comisión Memoria, Verdad y Justicia Zona Norte, APDH La Matanza y Buena Memoria, encabezados por Taty Almeida y el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, ante la difusión de la visita del señor Netanyahu a nuestro país, invitado por el gobierno de Milei, nos presentamos ante los tribunales argentinos solicitando que en caso de que el denunciado pisara suelo argentino, se disponga su inmediata detención con el fin de ponerlo a disposición de la Corte Penal Internacional, órgano que como ya adelantara, se pronunció en ese sentido. El fin: que, con todas las garantías, rinda cuentas ante la comunidad internacional. No fuimos los únicos; otros actores sensibles en este contexto hicieron lo propio.
Lo hicimos al amparo de la Ley 25.390 sancionada por la Argentina en enero de 2001, que aprobó el Estatuto de Roma, y de las disposiciones de la Ley 26.200 de 2007, cuyo objetivo fue afianzar los mecanismos de cooperación para someter a juicio a quienes fuesen responsables —como en este caso— de crímenes reconocidos por el derecho internacional de los derechos humanos, por lo cual la Argentina se comprometía a tomar todas las medidas colaborativas previstas en el mencionado Estatuto, y la Justicia Federal en lo penal de nuestro país, la competente para conocer en esos casos.
El mundo advierte atónito —aunque buena parte calle— cómo el gobierno israelí viene desplegando un ataque feroz, masivo y sistemático contra el pueblo palestino, sin precedentes en la historia contemporánea, cuyas secuelas están a la vista y son atroces, argumentando que lo era en respuesta a la criminal incursión terrestre de Hamas del 7 de octubre de 2023.
Los ataques israelíes a partir de entonces no han cesado y decenas de miles de personas han perdido la vida como consecuencia de los bombardeos de sus fuerzas armadas. Más de un millón han sido desplazadas y miles padecen los efectos del cerco establecido por el gobierno israelí en toda la Franja de Gaza, lo que impide el acceso a medicamentos, alimentos y ayuda humanitaria.
Se vienen repitiendo en el mundo movilizaciones masivas en reclamo de un urgente cese al fuego y en defensa del derecho inalienable a la vida del pueblo palestino. En el mismo sentido, vastos sectores de la sociedad israelí se han manifestado por la paz. No obstante, el gobierno de Netanyahu ha hecho oídos sordos a ese clamor generalizado y ha recrudecido su política de exterminio contra el pueblo palestino.
Infraestructuras civiles, refugios y escuelas, instalaciones sanitarias, hospitales, centrales de energía y fuentes de agua y saneamiento han sido bombardeadas desde el aire o atacadas por tierra, y en su mayoría se encuentran inoperables, lo que torna imposible la subsistencia. Esa durísima realidad genera, además, condiciones propicias para el brote de enfermedades de las más variadas, que obviamente en ese escenario no pueden ser atendidas, y las víctimas (enfermos, heridos o mutilados) se encuentran libradas a su suerte. Dolorosamente, el final suele ser, en la mayoría de los casos, la muerte.
El pueblo argentino conoce en carne propia las implicancias que tiene un genocidio y los crímenes de masa. Y el pueblo judío, más que ningún otro en la historia reciente. De ahí el valor superlativo que tiene su visibilización y denuncia, y la solidaridad internacional ante una barbarie semejante, allí donde se produzca.
La violación del derecho a la vida, a la dignidad humana y a la libre determinación de los pueblos, en cualquier lugar en que se dé, no puede sernos indiferente. Esa fue tal vez la mayor enseñanza que supieron transmitir al mundo los sobrevivientes de la Shoah.
Por eso, aquí nosotrxs, siguiendo el camino que nos marcaron las Madres de la Plaza, asumimos el valor de una frase irrefutable: “Nunca más el silencio”, esa con que nos iluminó alguna vez Vera Jarach.
Basta de muerte y destrucción. La paz en Gaza es urgente y es ya.
* Eduardo Tavani es abogado, presidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.
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