La semana pasada escuchamos a Carlos Di Sarli, a quien llamaban de frente El Señor del Tango, pero por detrás hacían los cuernitos para ahuyentar la mufa que le atribuían. En los primeros capítulos de la serie sobre Mussolini, me extrañaba la ausencia de un episodio célebre, pero la semana pasada apareció. Netflix lo presenta como algo sucedido a solas cuando Mussolini ya era primer ministro. En la realidad fue mucho antes, cuando todavía militaba en el después abominado Partido Socialista. No importa, es un dato secundario y narrativamente queda mejor cuando ya ha firmado los tratados de Letrán con el Vaticano y cesado en su propaganda anticlerical. El hecho es que el muy joven Mussolini quiso demostrar la inexistencia de Dios, desafiándolo en un acto público. Con la mirada en las alturas le grita: "Si existís, reducime a cenizas con un rayo". Dios no consintió en malgastar de ese modo sus poderes, o estaba ocupado en otra cosa, de modo que el futuro dictador cantó victoria.
A mí me pasó lo mismo con Di Sarli. Una semana después de escucharlo y elogiarlo sigo editando El Cohete a la Luna, y debería ser muy autorreferencial para atribuirle al pianista el resultado de las elecciones de hoy, si no fuera satisfactorio. Como un conocido que una noche vio la luna rojiza y se asustó pensando que era un mensaje nefasto dirigido a él. Pues bien, demostrado que Di Sarli no es mufa y que su orquesta sonaba como los dioses, hoy vamos a seguir escuchándolo, porque el otro día en la radio apenas tuvimos tiempo para un par de temas. Vamos a seguir con el álbum instrumental que armé, y dedicado a la amiga que todas las semanas va a bailar y me contó que la orquesta de Di Sarli era la mejor para ella. En la portada y en el álbum hay una imagen de ese dibujante genial que fue Alejandro del Prado, quien firmaba Calé, su serie inolvidable Buenos Aires en camiseta.
Pero también vale la pena retroceder unos años y escuchar a un Di Sarli más primitivo, dicen los que saben que bajo la influencia de los apurones de Juan D'Arienzo. Aun así, me sigue gustando y espero que a vos también.
Y esta vez, sin la protección de San Pugliese.
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