Acciones soberanas para la esperanza

Hacia otro mercado alimentario

 

La democracia no pudo resolver las penurias que padecemos.

El gobierno de Alfonsín estimuló la producción, el empleo, los ingresos ciudadanos y el consumo. La reconquista de la democracia y la reactivación económica originaron esperanza, que poco a poco fue esfumándose cuando los ingresos de divisas por exportaciones de commodities agrícolas cayeron estrepitosamente por efecto de la “revolución verde” y dejaron al país al arbitrio de la restricción externa. Al no poder atender simultáneamente a los intereses de la deuda externa heredada (incluyendo la estatización de pasivos privados de 1982) y a las importaciones indispensables para mantener activo el aparato productivo, Alfonsín corrió a Bernardo Grinspun (artífice de la reactivación y duro negociador) para suavizar las relaciones con los organismos internacionales. Desde ahí el optimismo y la situación económica fueron en bajada.

Luego vino un “lobo con piel de oveja” para terminar lo iniciado por Martínez de Hoz. En el momento de auge de la financiarización, el consenso de Washington, la Escuela de Chicago, el neoliberalismo, el “fin del trabajo” y el “choque de civilizaciones”, el “Carlo” y el siniestro “Mingo” Cavallo asestaron fuertes mazazos al ánimo ciudadano al desgarrar la matriz productiva, facilitar la extranjerización de empresas, regalar las “joyas de la abuela”, liberar importaciones e incrementar el endeudamiento. En ese contexto asumió la Alianza UCR-FREPASO que culminó con la crisis del 2001. El desánimo se expresó con la frase: “Que se vayan todos”.

Néstor Kirchner asumió con poco apoyo electoral (22,25% de los votos) y mucho coraje para recrear la ilusión. Además de los avances en derechos humanos y sociales, impulsó la espiral virtuosa de más demanda-más producción-más trabajo-más demanda. Político de raza, intuyó que el crecimiento colapsaría al agotarse la capacidad ociosa, por lo que era forzoso invertir para producir más. El documento “Lineamientos Estratégicos para el Desarrollo Productivo de la Argentina” fijó las bases de un proyecto que en lo territorial se comenzó a concertar en el seno del Consejo Nacional de la Producción y en lo sectorial con las cámaras empresariales y sindicatos (se trataban de elaborar en conjunto con el sector privado planes de desarrollo sectorial que se entramaban y potenciaban). Eran momentos de utopía, alimentada por un clima de “patria grande”. En el medio del proceso, Kirchner pasó el bastón de mando a Cristina, quien nombró ministro de Economía y Producción a Martín Lousteau. Por mi responsabilidad en el proyecto, entregué a su jefe de Gabinete los avances y una semana después me fueron devueltos con el comentario de que el ministro (sic) era reacio al planeamiento público (curioso nombramiento y extraño que un tema tan trascendente haya desaparecido de la agenda estatal). Al tiempo se cumpliría la profecía, ya que, agotada la capacidad ociosa, la producción subía por escalera y los precios por ascensor. La quimera terminó desbaratada con la muerte de Néstor (2010), el fin de la presidencia de Lula (2011) y el deceso de Chávez (2013).

El hastío empoderó a una alianza de liberales y radicales sin memoria yrigoyenista. Asumió un “cheto” proveniente de una familia que hizo fortuna con el Estado y que estaba sospechada de vínculos con la más poderosa organización criminal del mundo (la ‘Ndrangheta). Mauricio Macri (o Macrí) recibió un país sin deuda externa y una economía viva aunque en declinación. Su estancia en la Rosada, entre tantas maldades, destruyó industrias, aumentó la pobreza y la miseria, blanqueó capitales de dudosa legitimidad a los que les facilitó repetir la fuga con los dólares aportados por el FMI.

El fracaso de la “fiebre amarilla” hizo emerger a un engolado abogado (otro extraño nombramiento), que más allá de haber hecho un correcto manejo del COVID (desprolijidades familiares de por medio), agotó rápidamente la expectativa con la que asumió. Mientras que en otras épocas se designaban en los cargos decisivos (directores, subsecretarios, secretarios, ministros y asesores) a funcionarios duales (conocimientos técnicos e identidad político-ideológica) o, ante su falta, técnicos, el Frente de Todos fue un festival de nombramientos de militantes, amigos y parientes. Como no podía ser de otra manera, la meritocracia política o familiar no sirvió a la hora de atender cuestiones de alta expertise. Los funcionarios que no funcionan, la carencia de políticas de desarrollo y los conflictos en el Olimpo nos dejaron en manos de un psicótico psicópata [1] que recita axiomas incoherentes y descontextualizadas pero que tuvo la imaginación para canalizar la desesperanza.

 

 

La comunidad organizada

Con Mario Cafiero teníamos visiones alineadas a pesar de nuestras experiencias diferentes (él provenía de una familia influyente del justicialismo; yo era, soy, un orgulloso “peronista de base”). Sus blasones familiares quedaban ocultos tras su humildad natural, siempre fue uno más, nunca buscó beneficios personales o de grupo y dio su vida por los desahuciados; por eso lo he admirado y lo extraño. Para ambos, la asignatura pendiente más trascendente era no haber podido consolidar “organizaciones libres del pueblo” (grupos políticos y sociales de las fuerzas representativas del quehacer nacional: producción, trabajo, religión, fuerzas armadas, intelectualidad, ciencia y técnica, arte y cultura, género, ecología…) y enlazarlas en un Consejo para el Proyecto Nacional del que deberían surgir mandatos a ser ejecutadas por el gobierno del pueblo. “La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo… Estoy convencido de que la comunidad organizada es el punto de partida de todo principio de formación y consolidación de las nacionalidades, no solo del presente sino también en el futuro. En nuestra patria se han perdido —y se siguen perdiendo— muchas vidas procurando la organización nacional. A la luz de este hecho, resulta claro que hemos llegado a cierto grado de organización del Estado, pero no hemos alcanzado a estructurar la comunidad organizada. Más aún, muchas veces los poderes conferidos al Estado trabajaron para que no se organizase el pueblo en comunidad. La comunidad debe ser conscientemente organizada. Los pueblos que carecen de organización pueden ser sometidos a cualquier tiranía. Se tiraniza lo inorgánico, pero es imposible tiranizar lo organizado. Además, como una vez expresé, la organización es lo único que va más allá del tiempo y triunfa sobre él”.

La comunidad organizada o tercera posición (equidistante del liberalismo de mercado y del totalitarismo estatal) es punto de partida y de llegada, es esencia del pensamiento peronista y garantía de democracia social. No reconozco como peronistas a quienes sentados en poltronas oficiales o en el PJ desconocen tal mandamiento; claro que hay culpa concurrente de la militancia (y me hago cargo), porque no supimos transmitir el mensaje y compensar desde abajo lo que no se entiende y comparte desde arriba. La comunidad organizada no se importa ni se recibe del cielo, es un movimiento autoconvocado, autónomo, duro, trabajoso, que se construye desde abajo en cada barrio, pueblo, comuna, ciudad.

 

  

Males contemporáneos

La combinación de financiarización de la economía y tecnología (que perdió el objetivo de aumentar la productividad, mejorar las condiciones y los tiempos laborales para convertirse en factor de lucro y acumulación) inició un proceso inexorable y realimentante de destrucción de empleo formal [2]. Si una máquina, innovación, descubrimiento o mejora organizativa logra que cuatro personas produzcan lo mismo en la mitad del tiempo, sería lógico que todos trabajaran media jornada, pero el mandato burgués es echar a dos. Trabajo y empleo no es lo mismo; el empleo es una categoría inherente al sistema capitalista; hasta ese momento el trabajo adoptaba otras formas (esclavitud, servidumbre…) y me arriesgo a pronosticar que en el futuro el trabajo autogestionado está llamado a ser el modo laboral predominante.

Otro cambio del orden capitalista es la evolución del mercado. La oferta fue concentrándose exponencialmente y los oligopolios (cartelizados) comenzaron a engullirse el bienestar y la prosperidad. Vaya humorada que el mercado tenga como destino final su auto-negación, el monopolio. En el “planeta Milei”, su ignorante ministra de Relaciones Exteriores nos alienta a dejar de comprar para bajar los precios reduciéndonos a auxiliares de la “mano invisible”; vaya opción saludable no comer, no tomar medicamentos, dejar de transportarnos al lugar de trabajo (comprar o no comprar esa es la cuestión). No cabe dudas de que el mercado salvaje no se autocorregirá y no tiene vocación para abandonar el abuso de poder, el marketing mentiroso, la obsolescencia programada. En consecuencia, nos toca concebir nuevas formas de encuentro entre productores y consumidores [3].

 

 

Otro mercado alimentario es posible

Echemos un vistazo al mercado alimenticio. En el país que se supone que da de comer a 400 millones de personas, hay residentes que sufren hambre y malnutrición. El productor agrícola solo recibe el 20% del valor que paga un parroquiano y el ganadero 34%. Seis cadenas de supermercados facturan el 42% de los productos esenciales, sus góndolas son abastecidas en tres cuartas partes por 20 firmas y, en muchos rubros, una sola empresa controla el 70% del mercado. Hay productos, como la leche, que viajan más de 600 kilómetros para llegar a la planta procesadora y otro tanto para volver al lugar de origen donde se comercializa; los countries y barrios cerrados se comieron los cinturones verdes de las grandes ciudades; Córdoba consume vegetales de La Plata, y en la pampa húmeda hay verduleros que viajan 200 kilómetros para surtirse en el Mercado Central de Buenos Aires; en el “granero del mundo” se perdió la expertise hortícola.

Desde el INAES transitamos pasillos y antesalas para pedir apoyo a otras áreas de gobierno para construir un entramado asociativo integrado por nodos regionales de acopio y distribución mayorista de alimentos. La propuesta estaba basada en la existencia de excedentes y faltantes entre regiones; la creación de corredores largos; la tendencia a la compensación del intercambio (físico y financiero); el aumento del volumen y la coordinación de los flujos de mercancías para atemperar el impacto de los costos logísticos y de transporte. El modelo daba prioridad a los productores de cercanía, a la economía popular y a las pymes, en ese orden. Recibimos muchas alabanzas, pero nadie movió un dedo. Hoy, con todo en contra, pero contando con que “no hay nada mejor que un buen susto para despertar a un mamado”, nos proponemos avanzar en lo que sea, como se pueda, cuando sea posible, donde haya un espacio, para luego, despejado el horizonte, converger.

La Asociación Mutual La Misma Barca me pidió una propuesta para potenciar sus economatos alimenticios en Constitución y Bajo Flores. Para romper el círculo vicioso del bajo volumen, recurrí a mi experiencia y escritos y propuse que invitáramos a quienes sufren estigmas parecidos a conformar una alianza para comprar juntos. Convenía limitarnos (por lo menos en el inicio) a pocos productos esenciales (experiencia Iaccarino) y, si queríamos conseguir acompañantes, debíamos dejar de lado todo rédito de orden económico (salvo mejorar los costos de compra) y político. Por otra parte, debíamos ser transparentes, poner los costos sobre la mesa y no inmiscuirnos en las inclinaciones de índole particular (comercial y de todo tipo) de los actores. Podíamos contribuir con un espacio estratégico y equipamiento para carga, descarga y manipulación de mercaderías [4] y nuestra mejor voluntad. Para eliminar intermediación teníamos que encontrar un proveedor confiable que pudiera abastecer la mayor parte de la demanda para evitar negociar producto por producto o dispersar las cargas. Agricultores Federados Argentinos SCL (AFA) era ideal [5]. Su responsable comercial (desde entonces nuestro “hado padrino”) nos allanó el camino. Por cuestiones logísticas, a la cooperativa le resultaba fatigoso y costoso (impracticable) atender demandas de bajo porte atomizadas; el “pool” les caía ideal por lo que se puso a disposición para facilitarnos la tarea de coordinar, recibir los embarques consolidados, alistar los bultos por adherente, atender la entrega y enfrentar gastos administrativos y fiscales. Por eso se abona el precio de lista mayorista de AFA puesto en Constitución, ni un peso más.

Inicialmente, participan más de veinte organizaciones con alrededor de 30 nodos comerciales y un número parecido está procesando su integración. Como principio de ejecución, el 10 de abril se formalizó el acuerdo, una semana después se hizo la primera compra conjunta y en la siguiente se recibió la primera carga. Este es el primer paso de un proyecto que ambiciona convertirse en una interfase entre productores de la economía popular y pymes con los parroquianos. Todos los miembros asumimos el compromiso de vender a precios altruistas y ayudar a la organización de los consumidores para defender sus derechos, afrontar las vicisitudes diarias del barrio y emprender nuevas trayectorias colectivas.

 

El principio de comunidad organizada ilumina la red

Y como la esperanza se sostiene con acciones soberanas, en algún momento convergiremos con los movimientos parecidos que desde acá saludamos y alentamos: “Ciudad Futura”, Mesa Agroalimentaria, Alimentos Cooperativos, Alta Red, Alimentos para la Nueva Argentina, Consumo Popular Organizado, Centro de Producción de Alimentos…

Otro mercado alimentario es posible, un mercado del pueblo para el pueblo.

Quedamos a disposición para conversar, recibir críticas, cambiar, mejorar y abrimos las puertas a las instituciones del AMBA y de CABA existentes o en procesos fundacionales a acercarse para recibir el calorcito de estar unidos y organizados porque afuera, créanme, por algún tiempo hará mucho frío.

 

 

Contacto e-mail: [email protected].

 

 

 

 

[1] La psicosis se refiere a un conjunto de síntomas que afectan la mente y hacen que se pierda contacto con la realidad. Durante un episodio de psicosis, se alteran los pensamientos y las percepciones y la persona puede tener dificultad para reconocer lo que es y lo que no es real. En psicología y psiquiatría se llama psicópata a quien padece un trastorno antisocial de la personalidad (TAP), que disminuye o impide la empatía y dificulta la adaptación a entornos sociales con normas preestablecidas, como las leyes, los derechos individuales o el bienestar colectivo.
[2]El fin del trabajo. Jeremy Rifkin, Círculos de lectores, 1995.
[3] Los resultados de los “juegos cooperativos” superan con creces a los de los “juegos competitivos”. El trabajo de John Nash, Premio Nobel de Economía 1994, permite sacar esa conclusión. Seguramente ese nombre no le suena; para ayudarlo le comento que es el personaje principal de la película Una mente brillante (2001).
[4] El lugar está identificado como Feria Eco Popular; forma parte de la Cofradya (espacio cooperativo y mutual) y, cruzando Garay (esquina Bernardo de Yrigoyen), la Cooperativa Cuidadores administra la Feria de Abasto, venta mayorista de verduras y frutas con precios similares al Mercado Central de Buenos Aires.
[5] AFA es la más antigua coope de primer grado y el mayor productor industrial de alimentos del cooperativismo.

 

 

 

* Carlos Cleri ocupó diversos cargos en el Ministerio de Economía y Producción en los gobiernos de Raúl Alfonsín y Néstor Kirchner, acompañó a Mario Cafiero en el INAES y es el impulsor y coordinador de la Red.
** Artículo en homenaje a los hermanos Iaccarino (ver Los Iaccarino. El caso que derrumba la teoría de los dos demonios. Miguel Russo. Edicol).