Aceleración de los conflictos

La segunda ola de la pandemia desnuda la irracionalidad de la estructura de poder mundial

 

A poco más de un año de su existencia, la pandemia continúa impactando de un modo contradictorio: al mismo tiempo que se naturaliza, arroja un poderoso haz de luz sobre las relaciones de poder que estructuran el mundo que conocemos. Contribuye así a acelerar el ritmo de los principales conflictos sociales y geopolíticos y los empuja hacia una encrucijada de la cual sólo se sale con un cambio drástico en las relaciones de fuerzas. De ahí la importancia de desnaturalizar la pandemia y conocer las causas de los problemas que nos aquejan.

El coronavirus irrumpió como un rayo divino e impuso la dinámica del “sálvese quien pueda”: un escenario donde el individuo pelea solo contra la muerte. A poco de andar, sin embargo, expuso un teatro distinto: hoy sabemos que la vida y la salud de vastos estratos de la población mundial dependen del acceso a las vacunas contra este virus, el cual se encuentra condicionado por la enorme concentración del poder y de la riqueza a escala mundial. Un puñado de corporaciones farmacéuticas de los países mas ricos del mundo controlan las patentes de estas vacunas, lo que genera una brecha que el titular de la Organización Mundial de la Salud (OMS) Tedros Adnahom Ghebreyesus ha calificado de “grotesca” (bbc.com, 22/03/2021). El 80% de las dosis de las vacunas producidas hasta ahora están en manos de los países más ricos y llegan con cuentagotas a los países de ingresos medios. Los cuellos de botella en la distribución erosionan la capacidad que estos países tienen de luchar contra la pandemia. Esta situación se agrava por la exclusión de los 130 países más pobres del mundo de todo acceso a las vacunas. La brutal inequidad anuncia consecuencias impredecibles: el posible desarrollo de nuevas mutaciones más letales del virus, resistentes a las vacunas conocidas, que convertirían a la pandemia en un fenómeno incontrolable.

Este panorama expone la irracionalidad de una estructura de poder mundial regida por la dinámica de acumulación ilimitada por parte de un puñado de monopolios, que imponen al mundo su lógica de ganancias y rentas. En el proceso, destruyen el derecho universal a la vida y a la salud, erosionan la legitimidad de los valores y de las instituciones y agudizan los conflictos sociales y geopolíticos. Hay, sin embargo, algo más: la pandemia saca a la intemperie los mecanismos que reproducen esta estructura de poder. Entre estos, se cuentan las políticas implementadas a lo largo de las últimas décadas.

En este contexto, cobra relevancia la reciente convocatoria de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) a cambiar las reglas de juego. Se trata de “cuestionar el poder económico”, lo cual “es central para entender la vinculación entre el crecimiento económico y la forma en que el mismo se distribuye en la sociedad”. El objetivo debería ser impulsar un contrato social más fuerte, que imponga límites a la concentración del poder económico y a la creciente desigualdad social. Para la UNCTAD esto implica revertir un modelo que prescribe el crecimiento a partir de la “austeridad macroeconómica”, es decir, fiscal y monetaria, y que pone el énfasis en las exportaciones como el factor dinamizador del crecimiento, tanto a nivel global como de los países. Este modelo ha buscado la restricción de los salarios y del gasto social como condición necesaria para el crecimiento económico. El resultado es una economía dual que, por un lado, tiene un sector muy concentrado que acapara rentas y ganancias y, por el otro, una enorme desigualdad económica y social. Esto ocurre tanto en los países centrales como en los de la periferia y se ha profundizado con el desarrollo de la economía digital (unctad.org, Trade and development report 2020, update 2021; gpnews.com, 07/04/2021, interview: Richard Kozul-Wright).

 

El informe de la UNCTAD propone revertir el modelo de la austeridad macroeconómica.

 

La enorme concentración económica en las cadenas de valor de los alimentos refleja, como en el caso de las corporaciones farmacéuticas, el dominio que un puñado de monopolios tiene sobre las tecnologías y sus patentes. Con este escenario, los países productores y exportadores de alimentos no pueden resolver sus problemas de crecimiento simplemente en base a exportaciones. Las mismas están dominadas por corporaciones que acaparan rentas a partir del control monopólico de tecnologías cruciales en determinados eslabones de las cadenas de valor. Esto ha llevado a la carencia “de espacio fiscal” y al endeudamiento creciente de estos países. Así, tanto la inseguridad alimentaria como la falta de vacunas constituyen la contra imagen de la concentración económica, tecnológica y financiera mundial.

Para la UNCTAD las recientes políticas de estímulos económicos de los países centrales no han sido lo suficientemente profundas como para asegurar una salida a la crisis actual que ponga fin a esta estructura económica dual imperante en el mundo. Asimismo, señala que en los países en desarrollo y altamente endeudados el problema de la deuda sólo se resuelve eliminándola a través del funcionamiento de distintos mecanismos. La respuesta limitada que los países del G20 dan al problema del endeudamiento de la periferia refleja su reticencia a enfrentar a los acreedores privados que son, justamente, los principales actores financieros a nivel global.

En este contexto, pareciera que la reciente convocatoria de los titulares de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y del Fondo Monetario Internacional (FMI) a gravar con un impuesto especial a las grandes corporaciones es un signo positivo, pero no suficiente. Más importante aún, escabulle la raíz del problema: el endeudamiento ilimitado y las políticas que conducen al mismo. De ahí que no pueda extrañar que la “austeridad” fiscal y monetaria, y el impulso a las exportaciones, sigan siendo la bandera que el FMI impone en todas las reestructuraciones de deuda, incluso a los países más pobres y en medio de la pandemia.

La gravedad de la crisis actual genera, sin embargo, una oportunidad única para resistir las presiones del FMI y buscar la asociación de los países periféricos en un movimiento que puje a nivel internacional, y en todos los foros posibles, por la eliminación del endeudamiento ilimitado y las políticas que lo reproducen.

 

 

Crisis financiera y conflicto geopolítico

La reciente implosión de un fondo de inversión, Archegos Capital Management, que especulaba con derivados y contraía deuda a un ritmo diez veces superior al capital que tenía, ha arrojado luz sobre la fragilidad del sistema financiero internacional. Grandes bancos internacionales y tres grandes bancos norteamericanos cuyos depósitos estaban garantizados por el gobierno federal financiaban estas operaciones con derivados (activos financieros cuyos valores dependen del valor de otros múltiples activos financieros). Una situación semejante detonó la crisis financiera internacional de 2008.

 

 

Bill Hwang, jefe de Archegos. La implosión del fondo expone la crisis financiera internacional.

 

Por otra parte, el caso Archegos también muestra el riesgo que surge de la interpenetración de la economía y las finanzas globales. Su implosión fue precedida por fluctuaciones del dólar que al impactar sobre el mercado de capitales chino afectaron el valor de las acciones de algunas grandes corporaciones tecnológicas chinas. Estas concentraban la mayor proporción de las apuestas de Archegos. Asimismo, la reciente implosión de Huarong, una corporación financiera china, creada por el gobierno en 1999 para limpiar el sistema bancario de deudas insolventes, también expone la fragilidad de las finanzas internacionales. Huarong tiene actualmente bonos denominados en dólares por un valor de 22.000 millones (billions). Su default podría afectar al mercado chino de bonos y producir un efecto dominó que podría alcanzar a instituciones financieras norteamericanas que, como BlackRock y Goldman Sachs, poseen cantidades importantes de bonos chinos, incluidos los de Huarong.

El reciente bautismo oficial del yuan digital como la primera moneda de esta índole que puede circular internacionalmente constituye un evento inédito que ha encendido las alarmas de la Reserva Federal norteamericana. Ocurre en un contexto geopolítico marcado, como hemos visto en notas anteriores, por la creciente hostilidad entre China y Rusia por un lado y los Estados Unidos y la OTAN por el otro, con la posibilidad cierta de un desborde militar de estas tensiones. En este contexto, Rusia y China han acordado comerciar y realizar transacciones financieras al margen del dólar, lo que les permite escapar a las sanciones económicas de los Estados Unidos. El yuan digital ofrece una plataforma para estas transacciones que implica una “recreación de las relaciones monetarias que podrían hacer tambalear el pilar del poder norteamericano”. Es decir, al dólar como moneda internacional de reserva (wjs.com, 05/04/2021).

La existencia de una moneda alternativa al dólar, que circula internacionalmente y es creíble reduce, además, la necesidad de ahorrar en dólares para comerciar en el mundo y con los Estados Unidos, la potencia dominante. Esto tiene implicancias profundas para los flujos de capital global y puede erosionar el privilegio que han tenido los Estados Unidos desde que el dólar ha sido aceptado como moneda internacional de reserva: el perpetuo desequilibrio de su balance comercial y la posibilidad de endeudarse al infinito.

 

 

Inflación en pandemia

Esta semana el aumento exponencial de los contagios y muertes infligidas por la pandemia, con epicentro en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; la inminencia de un colapso del sistema hospitalario en la región del AMBA; la utilización por parte del jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta de distintos subterfugios para no cumplir las restricciones a la circulación acordadas con el gobierno nacional la semana pasada y la falta total de control en la Capital al acatamiento de las mismas, motivaron al Presidente a decretar nuevas medidas de restricción a la circulación que estarán vigentes hasta el 30 de abril y serán controladas por las fuerzas federales. La reacción de Larreta fue recurrir a la Corte Suprema de Justicia de la Nación para obstruir el decreto del Presidente.

 

 

Larreta juega a la interna con las medidas de protección a la población.

 

 

Luego de diez años de gobiernos macristas que recortaron el presupuesto educativo en la Ciudad y con una inversión actual en el área que es la menor de su historia, Larreta utiliza la excusa de la defensa de la educación para cuestionar a la medida presidencial y posicionarse en la interna de su partido. Al hacerlo, desnuda la trama profunda de una oposición que desde un inicio ha fomentado el caos en su búsqueda de rédito político. Ya no basta con mentir sistemáticamente y apelar a cualquier medio para confundir con el objetivo de manipular a la opinión pública. Ahora se busca acumular muertes y contagios para desestabilizar políticamente lo más rápido posible.

Esta trama sigue el libreto anunciado el año pasado por la ex titular de la Oficina Anticorrupción, Laura Alonso, quien durante los cacerolazos contra la cuarentena invocó en la red social Twitter: “Va dato: Mohamed Bouazizi, el vendedor de frutas que se prendió fuego y empezó la Primavera Árabe” (ámbito.com, 10/07/2020). Aludía así a una variante de las “revoluciones de colores”, estrategia desarrollada por los organismos de inteligencia norteamericanos para provocar caos en las calles con el objetivo último de un “cambio de régimen” en variados países y regiones del mundo.

Las recientes definiciones del macrismo ocurren al mismo tiempo que arrecia la ofensiva contra el gobierno encabezada por los monopolios formadores de precios y sus organizaciones empresarias. A esta cruzada se incorporó la Cámara de Comercio de los Estados Unidos (AmCham), la organización que nuclea a las multinacionales norteamericanas (clarín.com, 13/04/2021). El objetivo es resistir por cualquier medio tanto los controles de precios como la información pedida por el gobierno sobre los precios en las distintas instancias de las cadenas de valor. Los dirigentes empresarios violan todos los acuerdos logrados y declaran la inconstitucionalidad de las medidas dispuestas para controlar el desabastecimiento. Esto ha dado lugar a una inflación del 4.8% en marzo. Entre los alimentos que más subieron se destacan el aceite y la carne, rubros sobre los que existía un acuerdo con el gobierno. Se basaba en una disminución de retenciones a las exportaciones respectivas a cambio de un precio “razonable” para una cuota de productos destinados al mercado interno. Esta situación ha llevado al gobierno a tomar nuevas medidas: el control de la subfacturación de exportaciones y otra formas de evasión fiscal y cambiaria, nuevos registros de exportadores de carnes, un observatorio de precios con participación de los consumidores, entre otras.

En este contexto caldeado, un alto directivo del FMI acaba de señalar que el gobierno argentino está “en posición de cerrar un acuerdo cuando lo crea conveniente; en términos técnicos hay mucho trabajo avanzado” (ámbito.com 16/04/2021). Esto tal vez explique el énfasis del ministro de Economía Martín Guzmán en tranquilizar a la economía para lograr un equilibrio macroeconómico. En virtud de estos objetivos ha resistido un mayor gasto social, fenómeno que ha contribuido a deteriorar la situación de los sectores más vulnerables. Entre ellos, los 9 millones de personas que percibían el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). El Presidente ha acompañado a las nuevas restricciones a la circulación en el AMBA con un bono de $15.000 por única vez para los titulares de la Asignación Universal por Hijo (AUH) y de asignaciones familiares que son monotributistas de las categorías A y B. Sin embargo, estas medidas están dirigidas a un universo de personas que es muy inferior al que cobraba el IFE, en su mayoría en el AMBA, y que ahora no tiene ayuda alguna. Seguramente, el gobierno escuchará los consejos de un Lula da Silva que puede ser candidato a la presidencia de Brasil el año próximo: “No hay problema en aumentar la deuda pública interna para cuidar al pueblo”, porque “los ricos no se preocupan por los pobres”, afirmó. Y aseveró que “la Argentina no puede aceptar la presión del FMI”, dado que “el gobierno tiene que cuidar de su pueblo, que se muere de hambre por una política irresponsable del ex Presidente (Macri)” (ámbito.com 16/04/2021).

 

 

 

--------------------------------

Para suscribirte con $ 1000/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 2500/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 5000/mes al Cohete hace click aquí