¿Adónde queda Checoslovaquia?

El film checo 'Un día, un gato' (1963) habla de emociones alzándose contra el poder

 

Cada vez se habla menos de Checoslovaquia. Es una cuestión de tiempo: su nombre se irá apagando y en pocas décadas se la nombrará como un lejano Estado que atravesó el siglo XX poniéndole el pecho a invasiones, ocupaciones, anexiones y todo tipo de canalladas. Esperemos que para entonces se siga hablando de sus artistas, de sus deportistas, de su heroica resistencia al nazismo y de aquel cine que surgió durante la Primavera de Praga.

Se lo conoció como la Nueva Ola Checa, pero más que un movimiento cinematográfico en sí se trató de una generación de directores que sorprendió por la audacia de sus películas, aunque la mayoría de ellas no referían de un modo explícito a la situación política de su país. No era joda esto de mostrarse desafiante frente a un “realismo socialista” que si bien estaba en retirada tras la muerte de Stalin tenía aún la mano pesada, como se demostró tras el pacto de Varsovia. Pero sí había lugar para un vanguardismo visual que superó en osadía a la psicodelia que se cultivaba para ese entonces en Occidente.

Un día, un gato, de 1963, dirigida por un tal Vojtech Jasný, es una de sus piezas más alucinantes, y aunque no ostenta el prestigio de otras como Trenes rigurosamente vigilados o La tienda de la calle mayor, tiene una vitalidad y una desvergüenza que la mantienen intacta hasta el día de hoy.

La historia parte de un personaje llamado Oliva. Él es quien observa todo lo que sucede en el pueblo desde la altura de un campanario; por su pasado de navegante, tiene muchas historias para contarles a los niños. Una de ellas versa sobre una hermosa mujer que tiene un gato con unos anteojos que cuando ella se los quita hace que la gente adquiera el color de sus emociones. Esto es un anticipo de lo que sucederá poco después con la llegada de un tradicional teatro negro. Al final de la función, en la escena más recordada de la película, la bella mujer le quita los anteojos al gato y todos los vecinos se teñirán del color de sus emociones.

Hasta aquí la fábula. Lo que viene después son las diferentes reacciones entre los habitantes del pueblo, algunos entregados al fin a sus sentimientos en un impulso liberador y otros, acaso los más, preocupados porque peligra un sistema de apariencias que les garantiza su lugar en la comunidad. Uno de ellos es el burócrata del pueblo que justifica su pasión por la caza furtiva con los experimentos científicos. Cuando junte a un grupo de chupamedias para cazar al indeseable gato se desatará una rebelión infantil, que pondrá al resto del pueblo ante la incomodidad de tomar una decisión, algo a lo que claramente no están acostumbrados.

Es posible que, habiendo sido rodada hace más de medio siglo, las alegorías que propone esta delicia del cine checo sean algo candorosas para el espectador contemporáneo, pero no por eso dejan de ser incisivas.

Tenemos por un lado la transparencia de las emociones como algo necesario para el entendimiento entre las personas, y por extensión para una construcción social más saludable. Pero por el otro está claro que ha sido necesario ocultarlas para que el proyecto comunal progrese, y así es como funciona la pequeña comarca como representación de Checoslovaquia y un burócrata pueblerino como el poder conservador.

A este conflicto silencioso entre los sentimientos y las apariencias el arte llega para revolucionar el estado de las cosas. Desde el viejo Oliva contando historias, los niños pintando y finalmente la llegada del teatro ambulante, aquel momento en el que la gente adopta el color de sus emociones.

 

 

Debo confesar que pasaron más de veinte años y todavía me resisto a que ya no existe Checoslovaquia. No lo digo por simpatía con el viejo bloque socialista, ni por los escritores ni por los deportistas (dicho sea de paso, muchos se piantaron a los Estados Unidos al igual que varios directores), sino por el cuentacuentos Oliva, el gato con anteojos y todos esos personajes que nos ofrecía la Nueva Ola Checa. ¿Quién sabe a qué país y a qué películas han ido a parar?

 

 

FICHA TECNICA

Título original: Az prijde kocour / Año 1963 / Duración 91 min. / País Checoslovaquia / Dirección Vojtech Jasný / Guion Vojtech Jasný, Jirí Brdecka, Jan Werich Música Svatopluk Havelka Fotografía Jaroslav Kucera s / Reparto Jirina Bohdalová, Karel Effa, Vlasta Chramostová.

 

 

 

 

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