Afirmación de la vida

Las políticas recreativas aportan a la salud comunitaria y a la transformación de las sensibilidades

 

Hoy la Argentina va a las urnas en un clima de conmoción por una sucesión de muertes violentas. Familias desgarradas, comunidades atemorizadas y pedidos de justicia que se expanden, pero que cada vez confían menos en las instituciones encargadas de impartirla. Se suspenden las campañas: todas las promesas electorales llegan tarde ante las imágenes de un horror irreversible. No falta el oportunismo efectista de quienes postulan a las fuerzas de seguridad como comodín para barrer todos los males bajo la alfombra. Van de la mano de discursos de orden que invisibilizan y niegan las causas del desorden. Pero la amenaza de mano dura no repara el lazo social.

Los crímenes en ocasión de robo y la muerte de un militante en el contexto de una represión policial a una protesta tienen un nexo: el deterioro social que pone en jaque la convivencia democrática. La revisión de las políticas de seguridad, concebidas de manera integral, es urgente. Una planificación estratégica orientada a recomponer los primeros eslabones de la cadena de un malestar que lleva a negar la dignidad de los demás es necesaria. Hacen falta políticas de afirmación de la vida.

El Estado tiene herramientas que promueven el encuentro con el otro —con el otro diverso, distinto a uno— a través de la solidaridad, la cooperación y la empatía. Y tiene la capacidad de potenciarlas.

Re-creación

Leandro Lurati es politólogo y forma parte de una cátedra de políticas para el desarrollo que se dedica “a pensar cuáles son las políticas para que las sociedades vivan mejor”, explicó en diálogo con El Cohete. En febrero de este año asumió en el cargo de subsecretario de Deportes de la provincia de Buenos Aires. Desde ese rol diagnosticó que la experiencia de la recreación y el disfrute es dispar en la población y que también allí “el Estado tiene un rol igualador”. Cuando se planifican intervenciones públicas para mejorar la calidad de vida “uno de los tres grandes temas además de la vivienda, del acceso a la salud, de la seguridad, es qué hacemos con el tiempo libre”.

El postulado que reza que “la inversión en deporte es un ahorro en salud” tiende a reducirse a sus fundamentos biologicistas, limitando el concepto de salud al bienestar físico. Sin embargo, desde la perspectiva de Lurati, alcanza a la salud mental y la salud comunitaria. La crisis sanitaria provocada por el Covid-19 dejó a su paso afecciones más silenciosas, como la ansiedad, la depresión y otros trastornos emocionales que han tenido especial impacto en las juventudes. Una de las causas es que se trata de un período de la vida en el que “vos tenés que salir y desplegarte, y te obligaron a encerrarte y a no encontrarte”, sintetizó el politólogo, y consideró que la promoción de las prácticas deportivas y culturales constituye una intervención pública para revertir esa tendencia. También, se presentan como una alternativa de recreación que compite con consumos que pueden devenir problemáticos.

La concepción del deporte como programa de salud en la Argentina se remonta a 1948, cuando se realizó el primer Campeonato Infantil de Fútbol por impulso de Eva Perón y de Ramón Carrillo. La directriz del entonces secretario de Salud era “construir grandes juegos para que el sistema de salud detecte a los pibes”, recordó Lurati. Un año después, el torneo se extendía a todo el país y las revisaciones médicas alcanzaban a 100.000 niños. Las niñas accederían al derecho en 1953.

 

“Los niños de nuestra tierra unidos en la práctica del deporte son también formadores de la grandeza de la patria”, se leía en el carnet de los jugadores del campeonato nacional de 1953.

 

Los Juegos Nacionales Evita se interrumpieron en las sucesivas dictaduras militares y fueron revigorizados por un decreto del Presidente Néstor Kirchner en 2003. Finalmente, se convirtieron en ley en 2008, en la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, con el objeto de “consolidar instancias de competencias deportivas que favorezcan la formación integral y permitan como recurso la recreación y el esparcimiento de la población”. En el Plan Estratégico del Deporte Argentino 2008-2012 se instaló una categoría propiamente argentina, la de “deporte social”, y se la definió como la práctica de actividades físicas “generadora de situaciones de inclusión, entendiendo al Deporte como un ámbito propicio para el desarrollo humano integral”.

 

Bonaerense

Uno de los ejes de la reforma estatal neoliberal de la década del ‘90 fue la descentralización administrativa. Los torneos deportivos no fueron ajenos a este proceso, “pero la provincia de Buenos Aires tomó la posta y mantuvo la política pública: es una política de Estado que está desde el año 1992, inalterable”, sostuvo el subsecretario de Deportes provincial. Hacía referencia a los Juegos Bonaerenses, que este año celebran su 32° edición con un récord de 455.016 inscriptos. Se calcula que 38.000 de ellos asistirán en septiembre a la final en Mar del Plata con traslados, alojamiento y pensión completa cubiertos por el Estado provincial. Esta cifra lo convierte en uno de los eventos de mayor escala del país y la región: “A los Juegos Olímpicos de Japón fueron 12.000 atletas; a los Juegos Nacionales Evita van en promedio 20.000 personas”, comparó Lurati.

Por su sostenimiento en el tiempo, los Juegos Bonaerenses constituyen una de las políticas más instaladas en cuanto a capacidades estatales en la provincia. Se destaca por su penetración territorial en los 135 municipios a través del sistema educativo, los clubes y las federaciones, las organizaciones sociales y civiles. “Dejan la marca bonaerense en el buen sentido”, reflexionó el subsecretario, contrastándolo con el imaginario negativo asociado al mismo gentilicio cuando se hace referencia a la policía provincial, “la bonaerense”. Para Lurati, la promoción de la iniciación deportiva ensancha la base de la pirámide de las trayectorias de vida vinculadas a las distintas disciplinas y, además, tiene un fuerte efecto en la construcción de la identidad local y provincial: “Cuando las delegaciones van a representar a sus localidades, en Saladillo, en Las Flores, en Hurlingham, los despide toda la ciudad. Cuando vuelven, el intendente o la intendenta los recibe con un almuerzo, merienda o cena de los ganadores”.

 

Caravana de bienvenida: la delegación geselina saluda desde arriba del camión de los Bomberos Voluntarios locales.

 

En sus tres décadas de historia, más de 20 millones de bonaerenses participaron de este torneo deportivo y cultural, que cuenta con categorías de juveniles, estudiantes universitarios, adultos mayores, personas con discapacidad y trasplantadas. Hoy alberga más de 100 disciplinas entre las deportivas —fútbol, hockey, rugby, natación, atletismo, tenis, voleibol y un gran caudal de etcéteras— y las culturales, tales como freestyle, cumbia, malambo, danza folklórica, cocina y narración oral. La novedad de la edición 2023 es la incorporación de la modalidad intergeneracional en la que se anotaron grupos mixtos de jóvenes y adultos, en actividades como truco y tejo. “Hay una propuesta del Estado para que vayas en busca de tu tío, de tu abuelo, de tu vecino”, observó Lurati y subrayó que esta orientación también se preocupa por el tiempo libre de las personas mayores, un período de la vida que se alargó. Es, asimismo, el grupo etario que tiene menos habilidades digitales y, por lo tanto, el más afectado por la desconexión que implicó la pandemia.

 

Valores

El Observatorio Social del Deporte, dependiente del Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación y de la Universidad de San Martín ejecutó la primera Encuesta Nacional sobre Actividad Física en Niños, Niñas y Adolescentes de entre 6 y 17 años. El principal hallazgo del relevamiento fue que un 80 % de ellos había practicado algún deporte los seis meses previos a ser encuestados y más de la mitad lo hacía en clubes. En 2021, el mismo organismo había llevado a cabo una indagación de similares características en adultos, que arrojó que una de cada dos personas realizaban actividad física y sólo un 6 % lo hacía en clubes.

 

 

Para uno de los integrantes el equipo de investigación del Observatorio Social del Deporte, el sociólogo Diego Murzi, los resultados “refuerzan la hipótesis de que los clubes son la base de la pirámide de la formación deportiva en la Argentina”. En las infancias y adolescencias, la motivación principal para realizar actividad física está asociada al placer: un 74 % lo hace “porque les gusta”. Un 55,7 % paga para realizar deporte, mientras que un 42 % lo hace de manera gratuita. “Vimos que, a mayor nivel educativo del principal sostén del hogar, mayor práctica de deporte, mayor frecuencia, mayor cantidad de personas que practican: o sea, hay claramente una cuestión de clase en el acceso al deporte”, precisó el investigador.

 

 

Los datos construidos permitieron direccionar las políticas públicas. El caso más significativo es la creación, a mediados del año pasado, del programa Hay Equipo, que cubre el costo de diversas prácticas deportivas para los destinatarios de la Asignación Universal por Hijo (AUH). La medida fortalece a las instituciones deportivas: “El Estado pagó a los clubes por esos cupos y, a su vez, generó la demanda en los pibes para que puedan hacer deporte”, sintetizó Murzi.

El investigador, quien también coordina el Programa de Estudios Sociales sobre Deportes en la UNSAM, puntualizó que el deporte tiene asociados numerosos valores positivos, como “la idea de que vos podés progresar con el trabajo”. A la vez, propone un “espacio de disciplina que tiene múltiples acepciones: ser respetuoso con los entrenadores, con los compañeros, saludar siempre que llegás, llegar siempre a horario, avisar si te pasa algo, llevar una vida aséptica, no estar de joda”, ilustró. Pero tampoco es “la actividad de la panacea de la humanidad”, enfatizó Murzi, y enumeró: “Genera violencia, genera separaciones, genera mercantilización de pibes chiquitos, genera carreras frustradas muy rápido, generan nociones de éxito y fracaso demasiado tajantes en edades demasiado tempranas”.

 

Trans-formación

En la larga década neoliberal, quienes estudiaban las trayectorias vitales de las y los jóvenes hacían hincapié en que se había profundizado un proceso de desintegración social, producto del aumento de las condiciones de vulnerabilidad y precariedad socioeconómica. La mayoría de los analistas apuntó a una crisis de las instituciones socializadoras que, hasta entonces, se habían encargado de mantener la cohesión social: la familia y la escuela.

“Yo soy de los que creen que uno puede incorporar conocimientos y valores mucho mejor si está en un espacio de disfrute”, consideró el subsecretario de Deportes bonaerense, diferenciando la experiencia recreativa del entorno escolar al que, indefectiblemente, se asiste por obligación. Estos son escenarios en donde se construyen las percepciones sociales sobre el mundo. “Algo que se está descubriendo es que el cuidado del medio ambiente y el deporte están muy vinculados, porque las personas que realizan deporte están en contacto permanente con la naturaleza”, ejemplificó Lurati.

En momentos en los que se abren paso las expresiones de la crueldad, vale la pena poner el foco en los espacios donde se forman —y se transforman— las sensibilidades.

 

 

 

 

 

 

 

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