Alinearse

Voces oficiales que brillan por su ausencia explican en gran medida el voto hacia los verdugos

 

Cuando en diciembre pasado la Vicepresidenta dijo que en 2021 tenían que alinearse precios y salarios tenía en claro que era un problema que se debía abordar y resolver. “Yo no quiero que ese crecimiento (del país) se lo queden 3 o 4 vivos nada más”, dijo, pero eso fue lo que ocurrió. Y es una de las explicaciones del resultado de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), donde el Frente de Todos no obtuvo el resultado que esperaba. “Me parece que hay que alinear salarios y jubilaciones, precios –sobre todo los de los alimentos– y tarifas”, había expresado Cristina Fernández de Kirchner. Lo realizado no alcanzó.

 

 

 

La ley de ampliación de zona fría permitió que la boleta de gas tuviera un descuento del 30%, pero aun así la tarifa sigue dolarizada y no es poco lo que se paga –más allá del beneficio de la amplitud de la ley de zona fría– cuando las familias vienen golpeadas de cuatro ruinosos años de Macri y producto de la inflación generada por el mercado, que se acentuó en pandemia. El acuerdo de Precios Cuidados con grandes cadenas no ha sido beneficioso y mucho menos para todos. Eso debió replicarse en los territorios, con cooperativas y supermercados que no son de las cadenas que operan en las grandes ciudades. Todo eso faltó y se pudo haber llevado adelante con más trabajo territorial de funcionarios y militancia.

El precio de la carne es otra de los temas que impactó desfavorablemente en el bolsillo de los argentinos. En lugares donde operan frigoríficos de cercanía, con mataderos, el precio se disparó sin otra razón que la voracidad de los que exportan, que desean que el precio de exportación sea el mismo que el argento pague en el mostrador. El gobierno amagó con la posibilidad de subir las retenciones, no lo hizo y realizó un cierre de exportación de carne vacuna que pudo frenar esa estampida, pero el incremento ya había impactado. El sector agro exportador se pintó y se sigue pintando la cara, y consigue instalar su versión sobre la decisión adoptada por el gobierno, que está muy lejos de ser la real.

La falta de explicación por parte del ministro Luis Basterra –que opta siempre por el silencio– hace que se instale con facilidad la falacia de aquellos que en sus movilizaciones contra el gobierno mostraron estar organizados pero con poco acompañamiento. Los opositores agroganaderos cuentan con el aval mediático y de la oposición, como se vio en la movilización en San Nicolás el 9 de Julio, donde desfiló a caballo la presidenta del PRO, Patricia Bullrich. Desde antes de la asunción de Alberto Fernández se movilizaron por la posible suba de retenciones, como contamos oportunamente en El Cohete a la Luna. Mostrándose desafiantes y poco dialoguistas y con evidentes propósitos de oponerse a toda medida que adoptara el futuro gobierno, se transformaron en la punta de lanza contra toda intervención estatal.

Lograron así instalar una idea falsa que nadie rebatió con la precisión que el tema ameritaba: la explicación del cierre de las exportaciones a la carne vacuna. Fue Cristina Fernández de Kirchner durante el cierre de la campaña electoral nacional del Frente de Todos en Tecnópolis quien se refirió al tema y expresó con ironía: “Así que todas las vacas que se iban en exportación eran vacas viejas. Me parece que en el campo tenemos un geriátrico en lugar de producción vacuna”, dijo. “El 75% de lo que se exportaba en carne se lo llevaba China, hasta que Alberto tomó la medida. El 22,5% de la producción nacional vacuna. Por eso aumentaba todas las semanas la carne”, señaló.

“La carne aumentaba porque los argentinos no podemos pagar en dólares –dijo en otro tramo de su alocución–. Los pudimos pagar allá en diciembre en el 2015, que teníamos a ocho dólares al kilo de asado, pero el dólar estaba a 9,70 (pesos) y los salarios a 588 dólares. Este es el problema. Esto es lo que tenemos que explicarle a los argentinos”. Eso es lo que no explica Luis Basterra. La comodidad de los funcionarios en no informar, no explicar, no debatir, también es uno de los problemas que se enmarcan en el señalamiento sobre “funcionarios que no funcionan”.

Que los medios hegemónicos tengan la fuerza para replicar toda voz opositora e instalarla como verdad revelada no significa que la voz oficial deba estar ausente. O que un funcionario de tal o cual cartera deba guardar un plácido silencio cuando los temas de agenda son los que precisamente le competen y es su función comunicarlos. Su acto público debe darse a conocer, explicarse de la mejor manera posible, sobre todo cuando la medida adoptada es en favor de la mayoría.

Lo mismo ocurrió en materia de educación: tanto Rodríguez Larreta como su vicejefe Diego Santilli, candidato en la provincia de Buenos Aires, instalaron sin problemas y sin ser rebatidos que los estudiantes “no tuvieron clases por un año y medio”. Hicieron de esa falacia una proclama de su campaña. Ni Nicolás Trotta a nivel nacional, ni Agustina Vila a nivel provincial, salieron al cruce de esa instalación falsa.

Es mentira que no hubo clases durante un año y medio. Sin embargo, la mentira corrió en el curso de la campaña pese a que había demasiados argumentos para rebatirla: el primero, el objetivo claro de la defensa de la salud en plena pandemia; el segundo, que la presencialidad escolar suspendida no significó cortar con la clases, que siguieron existiendo por otras vías, tanto virtuales como por cuadernillos que podían retirar en los establecimientos quienes no tuvieran la tecnología para la virtualidad.

Si hay funcionarios del gobierno nacional que no han cumplido con su tarea, que es también dar a conocer lo realizado por su cartera o salir al cruce de falacias, también los hay en la provincia de Buenos Aires. Por lo tanto, el problema que explica el resultado no esperado no es –como mencionaron algunos militantes– el exceso de alfonsinismo de Alberto o su falta de kirchnerismo sino que esas voces oficiales que deberían estar presentes brillan por su ausencia. Hay falencias a nivel nacional y provincial, y nadie podría endilgarle a Kicillof falta de kirchnerismo. Por lo tanto hay errores: políticos, de comunicación, en explicar mejor la tarea y derrumbar las falacias que se instalan, y económicos, donde es necesario pensar en el cuidado de la gente antes que en el cuidado del gasto público.

Y no es que se comunica mal: directamente no se comunica. La acción de comunicar está ausente en ciertas áreas fundamentales por decisión propia de quienes están en esas carteras. Y eso también explica que el descontento general de una porción del electorado se tradujera en votos hacia los verdugos. “El tonto nunca puede oler al diablo, vida mía, ni si caga en su nariz”, dice el Indio Solari en El Tesoro de los Inocentes. Vale preguntarse entonces: ¿por qué no fue suficiente la tarea de los funcionarios en orientar el olfato de ese electorado? Porque faltó, desde la asunción de los ministros en las áreas correspondientes, la difusión del estado de las carteras de las que se hacían cargo.

Si tenemos una pobreza estructural, si tenemos jóvenes que no consiguen empleo, si tenemos un sector empresarial que perfeccionó su método especulativo, dispuesto a ganar mucho con la inflación sin aumentar la producción, evitando tomar empleo, es necesario que el motor sea el Estado.

¿Es posible pensar en un impulso similar de lo que fue aquel Frente Nacional contra la Pobreza (FRENAPO) ideado por la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) en la antesala del estallido de aquel neoliberalismo? Los números de pobreza estructural ameritan buscar alternativas. Aquella llevó a que Eduardo Duhalde –Presidente provisional, no elegido por el voto popular– tomara esa propuesta y la mal reformulara para luego convertirla en Planes Trabajar. Hoy es necesario idear, que el Estado se muestre audaz en la creación de un programa estatal de primer empleo para jóvenes estudiantes terciarios y universitarios, que les permita estimular las carreras escogidas y tener una experiencia práctica-laboral paralela al estudio, para así contar con un primer salario. Si el Estado no es el motor, difícil será que el privado brinde el empleo necesario para la juventud.

Se cuidó demasiado el gasto. En palabras del titular de la CTA y diputado nacional del Frente de Todos, Hugo Yasky, “el superávit fiscal no puede ser un islote en un mar de pobreza”. El gobierno tomó nota y los anuncios que ya estaban programados para después de las PASO se combinaron con otros, con el propósito de alinear ingresos con la suba de precios, como sostuvo Cristina en diciembre de 2020.

También pueden realizarse medidas en la provincia de Buenos Aires que no impliquen un costo mayor. La precariedad de trabajadores de la educación que son provisionales desde hace muchos años y que podrían tener una estabilidad en su trabajo si pasaran a titularizar en esos cargos puede ser una medida que se adopte con la voluntad política sin que eso signifique mayores erogaciones, y tendría un impacto favorable para quienes hoy, teniendo 10, 15 y hasta más de 20 años como provisionales, alcancen la estabilidad merecida. En su momento fue una medida adoptada y masiva que realizó en la provincia el entonces gobernador Felipe Sola.

En definitiva, se necesita que se recupere la política económica y que los funcionarios comiencen a despertarse en cada área para llevar propuestas que tengan como objetivo mejorarle la vida a la gente, que es así como entiende la política el peronismo, hoy en el Frente de Todos. El ingenio, ser audaces, como lo fue en su momento Amado Boudou, como lo sigue planteando Cristina Fernández, para que la campaña se debata, se explique pero también se actúe en aquello fundamental e indispensable que es la política como herramienta transformadora de la sociedad.

Hay tareas emprendidas de inmenso valor. Una de ellas es la Unidad de Tierra y Vivienda que creó el gobernador Axel Kicillof y que encabeza la ministra de Gobierno Teresa García. Identificar tierra pública y hacer que los barrios privados cumplan con la ley era una deuda pendiente de muchos años. Esa tarea tiene impacto inmediato en la recaudación y también para solucionar los problemas de hábitat. Hay acciones que merecen ser explicadas una y mil veces. Alinear acciones concretas que vayan dirigidas a mejorar los ingresos de los habitantes junto con una comunicación que las explique mejor y que ayude al electorado a entender que no todo es lo mismo. Están quienes han decidido gobernar –y lo están haciendo– para mejorar la vida de todos, y quienes las empeoraron y pretenden aparecer nuevamente como salvadores cuando nos sumergieron en el peor de los infiernos.

 

 

 

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