Apagones

A 44 años de la Noche del Apagón, una historia de quien marca la agenda política jujeña

 

El joven camina, despreocupadamente, con sus manos en los bolsillos. Viste un saco azul, como esos blazer que usan los estudiantes del secundario, al lado de la solapa izquierda cuelga una oblea que quizás indica de que es el máximo responsable institucional de Prensa del poder golpista en Jujuy. Usa corbata como todos los presentes. Tiene, además, camisa blanca, pantalón claro y zapatos oscuros con tacos que son más altos que lo que usan los que están a su alrededor.

Más de medio centenar de hombres serios aparecen en la foto en blanco y negro. Toda la atención está puesta en el uniformado que tiene una altura considerable, rostro enjuto y lleva un casco blanco en sus manos. Hacia él se dirigen varias miradas. El fotógrafo (que está a la derecha del hombre más joven y que también tiene una oblea en su saco), por ejemplo, lo mira atentamente, con las manos en su cámara, el cuerpo listo para girar y gatillar para congelar la foto del día. A su lado, el más petiso y joven muestra un perfil relajado y parece disfrutar ese momento: hombres poderosos vienen atrás de él, a pocos metros, y, a su lado, van un fotógrafo atento. Otra persona, esté sí con uniforme de salida, peinado con fijador, lleva un papel en su mano izquierda y mirada de preocupación.

Es el 15 de junio de 1977. El flaco que está casi en el centro es Jorge Rafael Videla. Alrededor de él están las autoridades militares de la provincia, como marca la obediencia debida, y también hay varios hombres que (de una manera u otra y con distintos grados de participación) apoyaron abiertamente o fueron cómplices con su silencio: Carlos Barni de la Sociedad Rural Jujeña; Bertil Kindgard de Celulosa Jujuy, Carlos Blaquier de Ledesma y la lista sigue.

Ese día, el dictador llegó a Jujuy. Deben haber sido recibidos con honores en el aeropuerto. Otra manifestación de genuflexión ocurrió a un costado de la ruta: había tractores en formación con conductores que portaban carteles de bienvenida; los productores tabacaleros, de esa manera, explicitaban el apoyo de la oligarquía provincial a la dictadura.

El Pregón no se quedó atrás: publicó un suplemento especial con un título obvio: “Bienvenido a Jujuy”. Esas páginas tienen avisos pagos de empresas que apoyan al régimen: Ledesma, Cámara del Tabaco de Jujuy, Cooperativa de Tabacaleros de Jujuy, Balut Hermanos, Dulces Otito, La Royal, Hotel Alto La Viña, Automotores Santa María, Cámara de Azucareros de Jujuy, Celulosa Jujuy, Unión Industrial de Jujuy, entre otras.

 

Ledesma, marzo 1980

 

El que camina con las manos en los bolsillos –el único que muestra un perfil relajado– es Carlos Ferraro. Tiene, en aquel momento, 24 años. Había cursado el secundario en el Nacional 1, donde concurrió a un taller vocacional que definió su vocación y le quedó el apodo que ningún par de zapatos con tacos altos puede hacer olvidar: “Chato”. Más tarde, egresó como licenciado en Ciencias de la Información en la Universidad Nacional de La Plata. Es, por entonces, el único que ejerce el periodismo con un título profesional. En 1976, empezó a trabajar en Pregón, hacia notas sociales y redactaba noticias sobre accidentes. Rápidamente pasó de cubrir esas noticias menores a informar sobre las medidas ordenadas desde la Casa del Gobierno. Aprendió, además, que “no se puede trabajar como periodista, hay que vivir como periodista las 24 horas del día”. Al poco tiempo ingresó a la Dirección de Prensa de Casa de Gobierno, el entonces director Carlos Mazzucchelli no supo darse cuenta de que sus días como funcionario estaban contados.

El oficio de periodista, por entonces, estuvo ligado a la vida bohemia: muchos escribían de noche, cansados después de recorrer las calles en busca de datos. Escribían a toda velocidad sobre cuestiones que generalmente nadie sabía bien de qué trataban. Ferraro tuvo pretensiones de escritor (otro oficio ligado al ambiente nocturno de bares y cafés): publicó un libro de poemas Azuledades, en 1979, pero no tuvo el talento de escritor que sí manifestó Ernesto Aguirre, su condiscípulo del Nacional. Tampoco tuvo el coraje para denunciar violaciones a la dignidad humana, mantuvo un silencio sospechoso, como hizo Bernardo Neustadt, uno de sus referentes. En Escrito en papel: Antología del periodismo jujeño, libro que fue editado, en el 2013, por César Arrueta y Marcelo Brunet, el “Chato” confiesa que un día llegó un amigo, el “Beto” Tell, desesperado porque le habían dicho que habían encontrado el cuerpo de una persona fusilada en Guerrero y necesitaban que el diario cubra. ¿Pero cómo hacíamos para decirle que el diario no tenía los medios? Igual fuimos, eran las tres de la mañana, vimos que había un cuerpo de un hombre tirado y el de una mujer al lado y nunca pudimos decirlo porque teníamos a la plana mayor del ejército ahí.

El “Beto” es Alberto Máximo Tell, quien nació en 1955 (es decir, tiene dos años menos que el otrora joven funcionario de la dictadura). Su padre tenía los nombres cambiados: Máximo Alberto; había sido dirigente gremial de los telefónicos hasta que, el 13 de mayo de 1977, fue detenido y desaparecido (ese mismo día también desapareció Teresa Sarrica, empleada de ENTEL y compañera del gremialista), un mes y dos días antes de que Videla llegara a Jujuy.

En la entrevista antes citada –y realizada 36 años después de la visita del dictador–, Ferraro asume el papel de vocero: “Creo que nuestra generación no va a saber si hicimos bien o hicimos mal al autocensurarnos, pero bueno, capaz que nunca se sepa”.

 

***

Son escasos los documentos referidos a la última dictadura, por lo general, los encontramos sin referencias. Por lo tanto, inferimos que la foto fue tomada cerca de un establecimiento industrial (por eso, algunos llevan casco). Posiblemente sea en Río Blanco, localidad rural donde funcionaba la empresa Celulosa Jujuy y donde había una gran cantidad de eucaliptus. Es un lugar seguro porque no hay soldados armados o, por lo menos, no aparecen en la imagen.

En aquel 1977, el país vivía una de las crisis más profundas (Giovanni Stumpo afirma que fue la más grave de toda la historia). Al drama del terrorismo de Estado, tenemos que agregar que el tejido industrial estaba siendo destruido, caían el PBI y los ingresos per cápita; pero, sin embargo, en nuestra provincia, la industria manufacturera crecía. Las industrias que crecieron más que la media del sector fueron: Celulosa Jujuy, Ledesma SAAI y Altos Hornos Zapla. El investigador italiano se pregunta: ¿esto significa que el modelo neoliberal impuesto por violencia haya fortalecido la economía de Jujuy? No es éste el lugar para resumir las 55 páginas del capítulo de Stumpo que fue publicado en 1992, pero sí es posible afirmar que el crecimiento que existió fue para unos pocos: para los dueños de la empresa Ledesma.

¿Qué sucede cuando crece una sola empresa? El sistema económico de la región corre el riesgo de depender de dicha empresa. En consecuencia, ya por entonces, el poder de negociación de Ledesma frente a las autoridades de gobierno no es el que tiene cualquiera. Por esa, razón, puede manejar con mucha más libertad las relaciones laborales. Así, en el 2012, el juez federal Fernando Poviña procesó a Blaquier como cómplice en primer grado de la privación ilegal de la libertad agravada de 29 personas, durante los apagones ocurridos entre el 20 y el 27 de julio de 1976, en Libertador General San Martín, Calilegua y El Talar. La respuesta del empresario fue que la empresa, efectivamente, había prestado vehículos, pero ignoraba el uso que las fuerzas militares les darían.

En la última noche de 1976 fueron secuestradas Marina Leticia Vilte y su hermana Selva; la primera nunca más volvió. Unos meses antes, el 21 de agosto, Julio Rolando Álvarez García (“Pampero”) fue secuestrado de la casa de sus padres, en el barrio Ciudad de Nieva, por un pelotón comandado por el teniente Rafael Braga. Avelino Bazán, el intelectual obrero, junto a otros setenta detenidos, el 7 de octubre del primer año de la dictadura, fueron trasladados a la cárcel de La Plata. Juan Carlos Arroyo, el “Negro”, fue detenido-desaparecido el 27 de octubre de ese año. El poeta y militante montonero José Carlos Coronel había muerto, el 29 de setiembre de 1976, junto a María Victoria (“Vicky”) Walsh, combatiendo al ejército, en Buenos Aires. En aquel tiempo, los escritores Andrés Fidalgo y Héctor Tizón, como así también el cura tercermundista Juan Roberto Moreno –el primer rector de la Universidad Nacional de Jujuy– tuvieron que marcharse al exilio.

Los nombres del párrafo anterior no pueden haber pasado desapercibidos para el único profesional de la información de Jujuy. El otrora joven que tuvo una carrera meteórica en el diario local, el que se quedó con el cargo de Director de Prensa del gobierno provincial.

Aún así, la parsimonia con la que camina, a tan pocos metros de un genocida, hoy nos hace ver que no tenía miedo. Que él sentía que su carrera profesional estaba encaminada. Que disfrutaba de su trabajo, que compartía las ideas del régimen para el que trabajaba.

***

Esta foto no es interesante porque está Videla. O no lo es sólo por su presencia. Es interesante por el accionar de Ferraro. Caminó con una pequeña plataforma en sus tacos, como quien necesita una ayuda para dejar de ser el petiso de la clase, para demostrar que puede ser el jefe, que puede ser, quizás, el funcionario civil más joven de la última dictadura.

La calma chicha con que se mueve es fruto de su firme convencimiento de una manera de actuar. Obtener rápidamente lo que busca. Un cargo, un nombre, un espacio de poder. Para eso, él necesita una ideología que privilegie el rápido ascenso. Que no deje espacios para la duda. Que tenga por aliados a empresas/empresarios que también consiguen rápidamente el crecimiento, aunque éste nunca se derrame, como dicen los manuales del neoliberalismo, sobre los pueblos y sus habitantes. Quizás, él piensa que está bien que el crecimiento sea para pocos. Para los que trabajan las 24 horas del día. Para los que, como él, se animan a visitar un centro clandestino de detención, el que está ubicado en Guerrero, en plena oscuridad, ver dos cadáveres y no decir nada.

Nadie le puede exigir una actitud heroica a Ferraro, como sí la tuvieron Marina, Avelino, José Carlos, “Pampero”, “Vicky” y tantos que regaron con su sangre nuestro país. No tenía posibilidad de denunciar asesinatos porque él trabajaba para los que asesinaban. De ahí su tranquilidad.

¿Qué sucede con el hombre que mira al joven que fue hace 36 años? Asume la falsa representación de su generación y sentencia que es imposible saber dónde estaba el bien y dónde estaba el mal. Él olvida que otros integrantes de su generación tomaron posturas distintas, como Ernesto Aguirre, quien, en 1984, integró la delegación local de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. Por lo tanto, donde él expresa “nuestra generación” debe decir “yo”. Pero vamos más allá. ¿Es posible que un graduado de una universidad central no pueda distinguir el bien del mal? ¿No será que sí puede distinguir perfectamente pero no quiere mirar al joven que fue porque si lo mira tiene que juzgarlo por sus actitudes frente a los grandes problemas? ¿Cómo puede vivir con el recuerdo de un amigo que le pide que denuncie el asesinato de dos personas, cuando sabe que el padre de su amigo y una compañera fueron secuestrados un mes antes de que Videla llegue a Jujuy?

Carlos Ferraro, por lo tanto, no habla en representación de un grupo generacional. Habla de sí mismo. Afirma que se autocensuró, no dice que no informó por obediencia debida, afirma que la decisión (equivocada o no) es de él. Ahora bien, ¿existe mayor pecado, para un profesional de ciencias de la información, que la autocensura?

Ferraro fue gobernador entre 1996 y 1998. Hoy es el periodista que, en las últimas tres décadas, marca la agenda de los medios en Jujuy. Escribe un editorial político todos los lunes para El Tribuno de Jujuy y conduce el único programa de opinión política en el canal abierto de la provincia. Eso es como negarse a crecer. Eso le pasó al “Chato”.

--------------------------------

Para suscribirte con $ 1000/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 2500/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 5000/mes al Cohete hace click aquí