Apertura de campaña

El discurso de Rodríguez Larreta en el inicio de sesiones de la Legislatura porteña

 

El pasado 1° de marzo, el jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, dio inicio al período de sesiones ordinarias de la Legislatura porteña. En su discurso puso en evidencia que su plan de gestión hasta 2023 es el reflejo de políticas que se continúan de forma inercial. Sin novedades estructurales ni atisbos de nuevas propuestas, compendió un refrito de anuncios ya realizados varios años atrás. La falta de creatividad en el marco de su modelo de ciudad muestra un mandato agotado y vaciado de contenidos.

 

La máscara de la candidatura

El discurso de Rodríguez Larreta estuvo direccionado al lanzamiento de su campaña presidencial, objetivo para el cual sentó posicionamientos referidos a la política nacional e internacional. En un cambio sustancial, se despegó de su impronta ficcional del buen gestor de decisiones y obras municipales para dar un salto y pretender ponerse la capa de estadista. Así, repudió enérgicamente la invasión de la Federación Rusia a Ucrania e hizo mención a la conmemoración de los 40 años de la Guerra de Malvinas. En el mismo sentido, en relación con los incendios que azotan al Litoral, destacó que “hace unas semanas estuve en Corrientes y pude ver en primera persona el riesgo al que nos enfrentamos. Desde la Ciudad ya enviamos 50 personas entre Bomberos y personal del Grupo Especial de Rescate, Defensa Civil y Logística”.

Luego de dos años de pandemia, cabría esperar que la jurisdicción más rica del país y una de las que cuenta con más ingresos en la región debatiera en forma radical y democrática la prestación de los servicios públicos y la planificación de la ciudad y su área metropolitana. La discusión de la actualización del Plan Urbano Ambiental que comenzó en 2020 se encuentra, en los hechos, paralizada.

Recordemos que la Cuenca Matanza-Riachuelo, a 14 años del fallo de la Corte Suprema, aún no ha logrado el que debería ser su primer paso estructural: la aprobación del ordenamiento territorial y ambiental. El Código Urbanístico, sancionado en 2018, es rechazado por la mayoría de los habitantes de los barrios porteños. Es el caso de la Asamblea Vecinos Unidos de Núñez, que presentó una acción judicial contra el incremento de la capacidad constructiva generada por este código en una zona tradicional de casas bajas. Esta demanda es la primera de una serie que irán presentando otros colectivos barriales en la misma dirección.

En contrapartida, los enunciados del titular del Ejecutivo porteño se redujeron a propuestas cuantitativas de políticas de larga data, sin reflexión alguna sobre los impactos de la pandemia y sin evaluación acerca de si estas medidas lograron mitigar o reducir las diversas emergencias que vive la ciudad (ambiental, habitacional, sanitaria, económica). Por ejemplo, anunció el incremento de 5.000 cámaras de seguridad hasta 2023, la provisión de 128 autos y 61 camionetas para la policía en 2022 y la construcción de 38 kilómetros de ciclovías durante este año.

 

Apagar incendios, destruir humedales

Si bien en su discurso Rodríguez Larreta mencionó la crisis climática y algunas problemáticas ambientales nacionales como los incendios, el anuncio más importante en relación con este eje fue que la ciudad será sede del Grupo de Liderazgo Climático (C40) en octubre. Por supuesto, no explicitó su decisión de impulsar un nuevo Puerto Madero en la Costanera Sur para favorecer a la empresa IRSA, autorizando la destrucción de uno de los pocos humedales que conserva la ciudad. Tampoco que está entregando y reprivatizando la Costanera Norte para emprendimientos inmobiliarios y explotaciones comerciales ni que destinará 14 hectáreas para comercios en el Distrito Joven, incluyendo un boliche dentro de un actual parque costanero; 4 hectáreas para viviendas suntuosas en Costa Salguero –a metros de la cabecera del Aeroparque Jorge Newbery– y 13 hectáreas para la Asociación Tiro Federal: balas y plomo al lado del Parque de los Niños.

El Plan de Acción ante el Cambio Climático de la ciudad, aprobado el año pasado, es un panfleto de consignas y no un plan real con indicadores y metas para cada año. Estos planes suelen ser uno de los mayores logros de las gestiones en un contexto de crisis climática y una gran oportunidad para un debate colectivo. Rodríguez Larreta ni siquiera lo mencionó cuando detalló las medidas que realiza la ciudad para adaptarse y mitigar las consecuencias de la crisis climática. No olvidemos que en estos años se sacrificaron más de 150 hectáreas de espacios verdes públicos para el aprovechamiento privado, incluyendo parques enteros como el Parque de las Victorias; predios que deberían ser parques, como Casa Amarilla o porciones de parques como el Parque de la Ciudad y el Parque Roca.

En esta ciudad se permite avanzar cementando los pulmones de manzana, se rellena el Río de la Plata para construir estacionamientos subterráneos para autos, se incrementó en un 300 a 400% la capacidad constructiva en toda la ciudad sin garantizar la sustentabilidad edilicia o la capacidad de la infraestructura de los servicios públicos, se desarrolla un plan sistemático de mutilación del arbolado público y se autoriza la expansión de la muralla de torres de Puerto Madero hacia el sur y hacia el norte, entre otras atrocidades. Quieren hacernos creer que con prometer que seremos carbono neutrales en 2050 es suficiente.

En este contexto, para el jefe de gobierno de la Ciudad, el camino es la responsabilidad individual. Bajo esa óptica, en su discurso destacó el plan BA Recicla, a través del cual entregaron 300.000 ecotachos y realizaron talleres de concientización a la niñez en 213 escuelas. Paralelamente, es el mismo gobierno que autorizó la incineración de residuos por no haber cumplido con las metas establecidas en la Ley de Basura Cero. Sin embargo, el marketing verde funcionó. Estas acciones alcanzaron para posicionar a la Ciudad como “líder de cambio climático a nivel global” y para ser anfitriona de la próxima Cumbre de Alcaldes del C40. Un distrito líder que no ha podido, luego de varios años, reglamentar la ley de terrazas verdes.

 

 

Eso no es un plan

Un rasgo característico de la gestión de Rodríguez Larreta ha sido la aplicación del marketing urbanístico para hacer pasar medidas superficiales por políticas estructurales para solucionar problemas de la Ciudad. Por ejemplo, la histórica crisis habitacional se soluciona con el programa BA Presente y con los Operativos Frío y Verano para personas en situación de calle.

Con el transporte sucede lo mismo. Medidas de tránsito espasmódicas fueron promocionadas como la adopción de políticas estructurales en esa área. Recordemos el lanzamiento del #Subtrenmetrocleta o la iniciativa estrella del Metrobus, que se trata simplemente de un muy costoso carril exclusivo para colectivos. La calle compartida anunciada en Libertador implicará también la separación de carriles y la asignación de usos exclusivos. Los viaductos Mitre, San Martín y Belgrano Sur, que liberarán suelo para polos gastronómicos, son otras obras en extremo onerosas. Ni mencionar el Paseo del Bajo, que nos costó 700 millones de dólares con los que podríamos haber construido una nueva línea de subte tantas veces prometida en el pasado.

En esta oportunidad, no se realizó ningún anuncio con relación a la construcción de nuevas líneas de subte o extensión de las actuales. Sólo se expresó la voluntad de “optimizar cada vez más el servicio y el alcance de los subtes, mejorando el sistema de señales en las líneas A y D, la potencia en las líneas C, D y E y las vías en la línea E, además de seguir comprando vagones”, palabras que se reiteran en vano todos los años. Esta vez ni siquiera volvió a prometer la frecuencia de los tres minutos, que nunca fue alcanzada de forma estable.

En el Plan de Movilidad para 2022/2023, el jefe de gobierno porteño anunció la segunda etapa del Metrobus del Bajo, que va desde Paseo Colón e Independencia hasta Avenida Almirante Brown y Wenceslao Villafañe. Esta obra, cuestionada por innecesaria, ya se cargó el arbolado de la avenida Paseo Colón y el edificio de la Escuela Taller del Casco Histórico. En cuanto a la red de ciclovías, con una extensión de 274 kilómetros, llegará a los 350 en 2023. En el camino, este servicio público fue privatizado y arancelado. El GCBA seguirá costeando la infraestructura para el negocio de privados que nunca cumplieron los pliegos de la concesión.

Respecto a la administración y financiamiento de los colectivos, Rodríguez Larreta enfatizó que “cualquier traspaso de competencias o funciones debe ser consensuado mediante un acuerdo que incorpore una mirada metropolitana y que respete las bases del federalismo de concertación”. Nada concreto. Ni siquiera la promesa de que el traspaso no afectará la economía de las familias ni generará una distorsión del sistema con tarifas distintas entre los colectivos internos y los interjurisdiccionales.

 

Aquí no hay crisis (habitacional)

Para Rodríguez Larreta, la Ciudad no se encuentra en emergencia habitacional. El jefe de gobierno ha impedido el tratamiento de todos los proyectos de ley orientados a declararla desde 2008 hasta el presente. En su discurso hizo referencia al proceso de urbanización e integración de los mismos cuatro barrios populares que comenzaron en 2016: Barrio Carlos Mujica, Barrio 20, Playón de Chacarita y Rodrigo Bueno, donde pese a los reiterados anuncios de obras de infraestructura, a la fecha ningún hogar se encuentra conectado formalmente a los servicios de agua potable y saneamiento cloacal.

En relación con el espacio público, el énfasis de su alocución estuvo en el marketineramente denominado Distrito Joven, permitido por la aprobación en 2018 de la ley 5.961, que autorizó a concesionar la Costanera Norte por 10 años. Al igual que en este último discurso, la creación de este distrito fue anunciada con la promesa de revitalizar el borde ribereño de la ciudad, a fin de que sea un lugar de encuentro y de disfrute de las y los jóvenes. Sin embargo, terminó funcionando para blanquear las concesiones vencidas de la década del '90 y habilitar la reprivatización inconstitucional de un sector de la Costanera Norte, a contramano de lo que establece la Constitución. Además, a pesar de su nombre, jamás se convocó a les jóvenes a pensar este proyecto. En paralelo, Rodríguez Larreta anunció un Plan de Nuevas Calles Verdes con el objetivo de generar plazas en diez calles de la Ciudad. Es decir, luego de privatizar el equivalente a 75 Plazas de Mayo en superficies verdes públicas en la última década, la propuesta es sumar a estas calles al catálogo de “espacios verdes” en el que el gobierno porteño incluye a canteros, macetones y boulevares.

La campaña presidencial de Horacio Rodríguez Larreta ya está lanzada. Por si quedaba alguna duda, este último 22 de febrero se publicó en el Boletín Oficial una licitación por un monto mayor a 20 millones de pesos para invitar a la Ciudad a periodistas de distintos puntos de la Argentina con un servicio all inclusive. Alojamientos en hoteles 4 estrellas, traslados en vehículo con chofer, almuerzos y cenas en restaurantes de Palermo, San Telmo, Recoleta o Puerto Madero y hasta un servicio personalizado de recorridos arquitectónicos y gastronómicos serán financiados por las porteñas y los porteños para vender al resto del país una Ciudad que sólo existe en la mayoría de los medios.

 

 

 

 

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