Argentinos de bien
La inteligencia nacional, por encima de la artificial
En esta era de inteligencia artificial (IA), nosotros los desconfiados de siempre privilegiamos ocuparnos de la inteligencia nacional (IN), aun cuando puedan señalarnos de estar despreciando la generosidad capitalista que nos obsequia la AI a título gratuito con la posibilidad de probarla (para que día-a-día puedan apropiarse un poco más de nosotros, saber cuáles son nuestras preferencias, cómo elegimos, cuáles nuestras preocupaciones, qué no nos inquieta); para luego comprobar que no sirve para nada a nivel personal, resultando apenas un sustituto modernoso del Libro Gordo de Petete.
Para caracterizar a la IN, nos referiremos al término soberanía tecnológica, que deviene del concepto autonomía tecnológica (introducido y desarrollado por el genio de Jorge Sábato en los años ‘60), relacionado con la necesidad de concebir una tecnología específica, desarrollada en el país, para la resolución de los problemas de la sociedad argentina. A este respecto cabe destacar en las presentes líneas a Arsat, empresa pública nacional creada en 2006 para conectar mediante satélites propios a todo el país; cosa que el Estado nacional hizo invirtiendo fuertemente en una infraestructura de telecomunicaciones de fibra óptica, de 34.000 kilómetros de largo, luego de poner en órbita dos satélites de telecomunicaciones (el primero diseñado específicamente para funcionar cubriendo el 100% del territorio nacional) y tener en construcción un tercer satélite. Para ello, Arsat ha utilizado exclusivamente personal técnico y científico propio, con el que ha desarrollado también la ingeniería correspondiente a esta infraestructura.
La firma Arsat, con 100% de capital público nacional, había empezado a ser desmembrada bajo el macrismo y con el gobierno mileísta fue declarada sujeta a privatización, ya que resulta un bocado más que apetecible, junto a sus activos tecnológicos, para los pulpos privados, siempre ávidos de semejante negocio servido en bandeja. Coincidentemente, el gobierno de la provincia de Río Negro ha dejado de utilizar Arsat para conectar a la Línea Sur provincial (cuyas poblaciones aisladas son de muy bajos recursos), para lo cual contrató a Starlink, la firma de Elon Musk y niña mimada de Milei. Asimismo, recientemente, por la deliberada carencia de mantenimiento de la red Arsat, varias localidades de otras provincias han perdido la conectividad, quedando muy desconectadas de todo el mundo.
El actual Presidente argentino desde el inicio de su gobierno juega a favor de Starlink, la firma de comunicaciones satelitales de Musk, a través de la cual éste pretende monopolizar a todo el planeta. A Milei le gusta mostrarse amigo de quien considera otro gran “adalid de la libertad”, y desde ese rol promociona a Starlink, a la cual le abrió la puerta de entrada al país como consecuencia de que no aprecia (¿no será para bajarle el precio?) todo lo avanzado por la ciencia y tecnología argentina en general, ni tampoco en materia de telecomunicaciones. Avances tan significativos que han dado lugar a subproductos virtuosos como el desarrollo de empresas privadas y algunas públicas, inclusive habiendo alcanzado al diseño y producción de satélites propios para propósitos varios de carácter tanto privado como público.
Por su parte, Musk en Brasil jugó y juega políticamente como adalid de la libertad para que se desregule completamente el mercado en beneficio propio. Pero –tal como se decía hace unos cuantos años– por la plata baila el mono, ya que el susodicho, luego de jugar fuerte contra el pueblo brasileño y el gobierno de Lula –que se mantuvo firme para evitar noticias políticas falsas y la promoción de estafas a través de las redes sociales–, se vio forzado a recular (luego de que varios accionistas de la empresa se alejaran espantados) a fin de no perderse ese formidable mercado de Internet, el segundo a nivel mundial.
En otro orden de cosas, la inteligencia nacional muy lejos está de lo que hace la ministra de inseguridad con sus matones sedientos de sangre, ya que aquella es producto de la abundante materia gris argentina, para la cual el Estado invirtió durante décadas ingentes recursos en su formación, dedicados en buena parte a la resolución de los problemas nacionales para beneficio de la población de todo el país. La IN es la apropiada para el desarrollo nacional sustentable, brindando oportunidades a nuestros pequeños empresarios antes que a las grandes empresas trasnacionales que sólo vienen a expoliarnos hasta terminar con el filón de turno, al tiempo que dejan pasivos sociales y ambientales antes de marcharse. IN es cuidar la integración entre las regiones del país, cuidando al territorio y los pueblos de las provincias como también a nuestros trabajadores para que puedan tener salarios que les posibiliten vidas dignas.
Ello no será nada sencillo de concretar en este mundo tan desigual e injusto, cuando el capitalismo financiero que lo domina es fuertemente excluyente, sin contemplación alguna por las personas y los territorios de donde extrae los recursos renovables y no-renovables de manera insustentable; eso sí: siempre bajo el lema de la “responsabilidad social empresaria”.
Para ello tendremos que apelar a los mejores valores y tradiciones de nuestro pueblo, por ejemplo, esos que posibilitan que el personal técnico, profesional y administrativo de una prestigiosa institución médica semi-pública atienda pacientes de cáncer con total excelencia junto al mayor cuidado, empatía y ternura a pesar de cobrar salarios de miseria. Y eso es así porque semejantes trabajadores son conscientes de la responsabilidad que implica tratar con enfermos sumamente necesitados de una apropiada atención debido al mal que los aqueja.
Seguramente existen numerosos ejemplos virtuosos por un sinnúmero de rincones del país que demuestran cómo somos los argentinos: no sólo seres creativos resolviendo necesidades con muy escasos recursos, sino también personas gauchas, solidarias, dispuestas a poner todo lo que somos para nuestros semejantes cuando hace falta. Que mostramos certeramente que no somos la lacra que nuestros gobernantes actuales quieren hacernos creer que somos para justificar mediante ello el ponerle alfombra roja a poderosos intereses foráneos atraídos por nuestros ingentes recursos naturales.
Pero para preservar tanto de bueno que tenemos en nuestro país, por más que junto a la mayor parte de la población seguimos en estado de sorpresa y terror por el accionar del actual gobierno, es imprescindible actuar de inmediato. Si no reaccionamos contundente y rápidamente ante tantos atropellos a las normas elementales de convivencia y al aparato del Estado, cuando lo hagamos es probable que el país se encuentre devastado, desmembrado, vendido e hipotecado el futuro de varias generaciones, así como arrasado mortalmente su territorio. De ahí la imperiosa necesidad de empezar a actuar desde nuestro entorno más inmediato, empezando a entrelazar algunas de las millones de capacidades afectadas por el gobierno para ir pensando con las personas involucradas en alternativas para liberarnos del mismo al tiempo que craneamos ideas de proyectos para la resolución de nuestros problemas más acuciantes.
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