Asi terminan los barones del Conurbano

Tres semanas después, los versos de la Bonaerense no resisten la realidad

 

Por falta de pruebas, el inobjetable fiscal Gastón Dupláa dispuso la libertad de los barones del Conurbano, detenidos hace tres semanas para calmar la indignación pública por el asesinato del colectivero Daniel Barrientos en La Matanza. Para que el mal ejemplo no cunda y otros funcionarios judiciales no se limiten a refrendar las apresuradas acusaciones policiales, la Fiscalía General lo desplazó del cargo y convocó al fiscal Adrián Arribas. El Cohete puso en duda la versión oficial desde el primer día. Los dos detenidos que recuperaron la libertad se llaman Gabriel Barone, pero no son familiares ni se conocen.

La información pública fue manejada por el locuaz ministro de Seguridad bonaerense, el cirujano que quisiera ser militar Sergio Berni. La versión que el ministro le dio al gobernador afirma que para detener al colectivo en un barrio popular de La Matanza a las 4 de la mañana, le cruzaron un auto por delante. Pero varios pasajeros del colectivo contaron que los dos asaltantes con el rostro cubierto por la capucha de sus camperas, esperaban en una parada como todos.

Berni agregó que los delincuentes usaron armas sofisticadas y munición muy costosa, más propia para asaltar un blindado; sólo robaron una mochila y mataron al chofer a quemarropa.

También fueron señalados entre los responsables del crimen "algunos barones del Conurbano". Horas después fue detenido Alex Gabriel Barone, de 19 años, y más tarde Gabriel Alejandro Barone. Conociendo la cultura institucional de los pieds noirs bonaerenses, no puede descartarse que un buche haya señalado a los barones o a Gabriel Barone, y que allí se hubiera iniciado la cacería.

Los dos primeros reconocimientos fueron contradictorios: una pasajera los señaló, pero el policía que iba a bordo y les disparó, no los identificó. En cualquier caso, el margen de imprecisión es grande, porque se tapaban el rostro con las capuchas de sus camperas. También arrojó resultado negativo la prueba de barrido electrónico que no detectó restos de deflagración de disparo de arma de fuego en sus manos o sus ropas. A pocos metros de donde fue asesinado el colectivero, se encontró la pistola Beretta calibre .40, sobre la que tanta alharaca hizo Berni. La Policía Científica recogió restos de tejidos humanos del arma, que permitió trazar el perfil genético completo de quien empuñó el arma: no coincide con el de ninguno de los Barone. Por último, la mochila robada en el colectivo y el celular que contenía no estaban en poder de los Barone, sino dentro del auto incendiado en el que huyeron los delincuentes.

En cambio, siguen detenidos Antonio Fernando González y Rodrigo Pititto, acusados por el robo del auto en que huyeron los autores luego de dispararle a Barrientos, y que los esperaba en una calle paralela. El Sindicato de Choferes declaró que "somos víctimas de un sistema que no funciona".  Es una declaración muy generosa. Ese sistema está podrido. Sólo falta que ahora pague el fiscal que investigó y derrumbó el invento policial.

 

 

Fiscal Dupláa, colectivero Barrientos.  Víctimas de un sistema putrefacto.

 

 

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