Atila y sus amigos ante la justicia italiana

Desandando los pasos del Plan Cóndor, a través de la historia de Mima Giannetti

 

Hace 38 años, en un húmedo departamentito romano, Noemí Esther Mima Giannetti de Molfino conversaba con Angela Lita Boitano sobre la dictadura cívico-militar argentina y las denuncias realizadas y por realizar en Europa.

La fecha exacta de ese encuentro es irrecuperable, pero la fuerza de ambas mujeres para enfrentar al Terrorismo de Estado, reclamar aparición con vida de los desaparecidos y libertad de los presos políticos resulta inolvidable.

La misma generación, el mismo dolor, la misma decisión de luchar por todos como Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas en Argentina, no solo por los propios hijos.

La señora de Molfino fue secuestrada y asesinada poco después, pero el lunes 14 de mayo pasado, también en Roma, el recuerdo de Mima se encarnó en el testimonio de su hijo Gustavo ante la Primera Corte Penal de la capital italiana (Prima Corte di Assise) quien declaró para ejemplificar cómo se movían los agentes del Cóndor.

Desdoblamiento de otro juicio más abarcador sobre el Plan Cóndor que ya se encuentra en fase de Apelación, esta causa se ocupa en primera instancia del secuestro y asesinato del ítalo-argentino Lorenzo Viñas Gigli, hijo del escritor David Viñas y de la ceramista Adelaide Gigli.

El joven militante montonero, según la Fiscalía, fue secuestrado por la policía de Brasil en Uruguayana el 26 de junio de 1980, cuando viajaba hacia Rio de Janeiro desde donde pensaba partir hacia Italia para reunirse con su madre, que vivía en Recanati, ciudad de origen de su familia.

El proceso oral y público en curso tiene como imputados a los agentes militares brasileños Joao Osvaldo Leivas Job, Carlos Alberto Ponzi, Atila Rohrsetzer y Marco Aurelio da Silva Reis, quienes, explicó la Fiscalía italiana, eran respectivamente secretario de Seguridad de Rio Grande do Sul, jefe de la agencia del Servicio Nacional de Informaciones (SNI) en Porto Alegre, director de la División Central de Informaciones de Rio Grande do Sul, y director del Departamento de Orden y Política Social (DOPS) de Rio Grande do Sul.

“La declaración de Gustavo Molfino es esencial para entender cómo operaba el Plan Cóndor”, sostuvo la fiscal Tiziana Cugini al introducir al testigo, quien muy emocionado destacó: “En mi familia tenemos todo lo que sucedió durante la dictadura: exiliados, presos políticos, secuestrados (desaparecidos), asesinados, y un nieto recuperado”.

Luego, con voz quebrada, Gustavo relató el accionar del Cóndor que, en el caso de su madre, involucró agentes de Perú, Bolivia, Argentina y Brasil,y contó al menos con “la vista gorda” de España, donde el cadáver fue encontrado el 21 de julio de 1980 en el apart hotel Muralto del barrio de la Moncloa.

El calvario de Mima comenzó el 12 de junio de 1980 en Lima, donde se encontraba con Gustavo, de 18 años entonces, y otros militantes Montoneros, entre ellos un jefe de dicha organización, Roberto Perdía, y su mujer.

“Fue un operativo del batallón 601 de Inteligencia que dependía del Ejército Argentino, en connivencia con el entonces Comandante General del Ejército Peruano, (Pedro) Richter Prada”, detalló Molfino. Precisó que su madre, él y los otros militantes estaban en Perú pues en ese país se estaba “retirando una dictadura y volvía la democracia” y pensaban solicitar ayuda para la reaparición de los secuestrados.

“Mi hermana Marcela está desaparecida (desde el 17 de octubre de 1979, secuestrada por el 601)  igual que su esposo Guillermo Amarilla y un hermano de éste. Mi madre en enero o febrero del ’80 estuvo en Ginebra, en las Naciones Unidas, para denunciar el caso y también hizo propias las denuncias por tantos otros secuestrados”, agregó. “Ella no era militante montonera pero colaboraba con la organización”, explicó además.

 

 

La historia de la familia, muy conocida en la Argentina pero nueva ante el Tribunal italiano que juzga el caso Viñas, revivió paso a paso el día del secuestro en Lima de la señora de Molfino y de otra militante, María Inés Raverta, de 24 años, que había salido de la casa compartida para encontrarse con Federico Frías, también desaparecido.

En el momento más tenso y conmovedor del testimonio, Gustavo lo interrumpió unos segundos antes de recordar que él había salido del departamento para tratar de saber qué sucedía con María Inés, pues no regresaba como estaba previsto. Perdía y su esposa dejaron la vivienda a causa de esa situación.

“Al volver sin noticias encuentro un operativo con personal de civil y personal ostentosamente armado. Decido seguir caminando y desde un teléfono público llamo a mi madre. Le digo que la casa está visiblemente rodeada. Veo dos autos y en uno de ellos a María Inés. Ella había salido a las 17 y eran las 22 o 23. La habían secuestrado. Le cuento todo a mi madre y ella me dice que me escape”, puntualizó el ahora fotógrafo, que en el ’80 era responsable de contactarse con políticos peruanos de izquierda para que “presionaran a la dictadura argentina a dar noticias sobre Marcela y Guillermo”.

“Tenés toda la vida por delante” fue el último mensaje de Mima a su hijo que hoy, en la madurez, sigue luchando en Argentina,  España e Italia contra la impunidad.

Aporta documentos desclasificados según los cuales los secuestrados fueron llevados a Bolivia, que el 17 de julio sufrió un golpe comandado por el entonces general y hoy degradado Luis García Meza.

De Bolivia a la Argentina y de allí a Brasil. En el archivo del Ministerio de Relaciones de Exteriores argentino se encontró el cable 625, con la leyenda “secreto” , fechado el 23 de junio y considerado “muy urgente”.

La pantalla gigante del Tribunal romano muestra el documento amarillento pero irrefutable: “En la fecha la policía federal brasileña informó que detuvo en Corumbá, en el estado de Mato Grosso del Sur a los siguientes ciudadanos argentinos” y sigue el elenco que, con ortografía errada, incluye a “Noemí Esther Granneth de Monfino” y “María Inés Roserta”, Pilar Abel César y Julio César Ramírez. El documento agrega que vivían en Bolivia, y que pensaban viajar a Europa. “La Policía de Extranjeros hizo saber que los mantendrá demorados hasta mañana 24 de junio”, finaliza el cable.

“No teníamos ni la menor idea de que ellos hubiesen pasado por Brasil”, afirmó Gustavo que, como le aconsejó su madre, logró escapar el fatal 12 de junio.

“Mi madre fue llevada a España en un vuelo regular de Varig. Una azafata contó que la vio acompañada por dos hombres y que cuando ella iba al baño, uno la esperaba en la puerta y luego la seguía hasta el asiento. Esto llamó la atención a la azafata”, dijo Gustavo.

Especuló asimismo que Mima fue llevada de Bolivia al 601 argentino, donde “probablemente le hicieron ver a mi hermana que podría haber estado a punto de dar a luz o dando a luz. Eso explicaría por qué mi madre no gritó ni hizo escándalo en el aeropuerto de Madrid, al desembarcar allí”.

El 21 de julio el cadáver de Mima fue encontrado en Madrid, en avanzado estado de descomposición. “Hacía mucho calor y lo cubrieron, cerraron el aire y pusieron un cartelito ‘no molesten’”, contó Gustavo. “El personal de limpieza no entró y después salía olor feo. Por eso llamaron a la policía”, destacó.

“Se la pudo identificar por una malformación en dedo gordo del pie pues en lugar de uña ella tenía dos huesitos superpuestos”. Por lo ocurrido en España se inició ese mismo año un juicio impulsado por la Comisión Argentina de Derechos Humanos (CADHU), pero “esa causa no prosperó”.

En “1998/99 el juez Baltasar Garzón me citó para investigar a la inteligencia española por el caso de mi madre, como caso testigo en la causa Pinochet. Pero en España no hubo proceso”, concluyó Gustavo.

En medio de tanto dolor y tantas complicidades, en 2010 la familia tuvo la alegría de recuperar al hijo de Marcela y Guillermo, Martín Amarilla Molfino, nacido en cautiverio y apropiado.

Lamentablemente solo un medio de Brasil, Opera Mundi, y El Cohete presenciaron la audiencia del 14 de mayo. La próxima ha sido convocada para el 2 de octubre, y la Fiscalía espera contar con los testimonios en teleconferencia de Claudia Allegrini (viuda de Viñas), Horacio Verbitsky, Estela Calloni y Luis Alén.

En tanto, Lita Boitano, a los 86 años es presidenta de Familiares y continúa batallando en Argentina. El barrio Pigneto donde se reunió con Mima Molfino por última vez es parte de la movida nocturna de la ciudad. En tiempos de negacionismo, el juicio Cóndor propone Memoria, Verdad y Justicia.

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