Beau Geste

La flotilla Sumud y las posiciones europeas

 

Cualquiera que sea la opinión que se tenga de Emmanuel Macron, hay que reconocer que la declaración de reconocimiento del Estado palestino que pronunció en el palacio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el 22 de septiembre ha sido un beau geste, fórmula de otros tiempos, pero que puede ser usada para el caso. Cuando Lula llegó a la sede de la ONU y se encontró con Macron, lo saludó con un abrazo, que podría ser una expresión de reconocimiento para el Presidente francés.

Alguien malpensado podría decir que Macron intenta afirmarse como líder europeo e internacional, dado que en su patria es detestado. Pero también podemos pensar que todavía quedan reservas morales en el arcón de la Francia republicana, y que de allí tomó Macron el impulso que necesitaba. Ahora el número de países de la ONU que reconocen a Palestina ha aumentado a 156 de los 193 miembros.

 

Lula y Macron unidos para reforzar el reconocimiento del Estado de Palestina.

 

Además de Macron, con relación a la cuestión palestina, se destacaron los discursos de Sánchez, de Lula y de Petro; la soledad de Estados Unidos y Trump quedó evidenciada en el discurso de 57 minutos del Presidente estadounidense en la Asamblea General. Con su voz monótona, pronunció una serie de juicios incoherentes, mintió, amenazó. Quiso ridiculizar a la institución de la que era huésped mencionando un pequeño incidente de la escalera mecánica defectuosa y un teleprompter que no funcionaba (lo que fue desmentido prontamente por los funcionarios de la ONU: el teleprompter lo habían llevado los estadounidenses). "Es lo único que he recibido de las Naciones Unidas, ni un llamado telefónico para agradecerme que he terminado con siete guerras", manifestó. No terminó allí el delirio: "Europa está hasta el cuello de problemas gracias a la emigración sin límites". Además, habló de la desilusión con Putin: "Dentro de un mes les diré si todavía me fío de él". No podía faltar el apoyo incondicional a Israel. Su matrimonio con Netanyahu es de aquellos sólidos; los trapos sucios se lavan en casa, aunque a veces trascienden las peleas, como cuando Trump se enteró del ataque de Israel a Qatar y dijo a su grupo íntimo de asesores: "Netanyahu me ha jodido".

Después tuvo un encuentro con Zelensky donde sostuvo que "Ucrania, con el apoyo de la Unión Europea y de la OTAN, puede recuperar sus territorios". En Ucrania, el Presidente ha perdido toda autoridad moral; lo consideran una especie de payaso que no puede ser tomado en serio.

La discusión de si el reconocimiento de Palestina sirve para algo está a la orden del día. Es razonable decir que es tardío y no sirve para detener la matanza de Gaza. Algunos líderes palestinos lo han recibido con satisfacción; otros piden que los flamantes reconocedores pasen a los hechos concretos, como es el caso de Atef Abu Saif, que además de escritor ha sido hasta 2024 el ministro de Cultura de la Autoridad Palestina: "Es necesario pasar del reconocimiento pasivo al activo, tomar medidas contra Israel... Los europeos tendrían que haberse activado mucho antes; ahora tenemos que partir de eso para reducir el peso de Israel en la ONU".

En tanto, ya se verifica un cambio de mayoría en el Consejo de Seguridad de la ONU; ahora Estados Unidos se ha quedado improvisadamente solo dado que los otros cuatro miembros han reconocido al Estado de Palestina.

El pedido de los palestinos de activar medidas contra Israel transita un camino insidioso; mientras que la Comisión Europea propone el paquete de sanciones número 19 contra Rusia, no se ve nada similar en la cuestión medio-oriental.

Se sugieren sanciones, pero siempre con obstáculos, aclaraciones, mediaciones y la cuestión de las armas ni se menciona. Un ejemplo claro es el programa Horizon de la Unión Europea, que otorga fondos para la investigación científica y la innovación. A través de este programa, Israel ha recibido 100 millones de euros y la empresa armamentística Rafael ha recibido 442 millones de euros.

La posibilidad de excluir a Israel del programa Horizon fue bochada por Italia, Alemania, Austria, República Checa y Hungría. Hay un video promocional de Rafael que muestra el dron Spike FireFly que golpea a un civil palestino desarmado. El dron es pagado con fondos europeos.

La señora von der Leyen propuso suspender algunas partes del tratado comercial y sancionar a los ministros Smotrich, Ben Gvir y a nueve colonos violentos de Cisjordania, cosa ya intentada por Biden en 2024 contra 33 colonos, sin ningún resultado.

Si exceptuamos a Irlanda y sobre todo a España, que encabeza la reacción del continente contra Israel, para la Unión Europea es duro de aceptar el genocidio en Gaza. No porque falten datos, como lo demuestra el informe de la Comisión Independiente de Gaza, comisionada por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, presidida por la sudafricana Navi Pillay. Esta comisión ya había conducido en 1994 el Tribunal Internacional sobre el genocidio tutsi en Ruanda. El informe fue presentado simultáneamente con la discusión europea sobre Kiev y Moscú; los crímenes de Israel en Gaza no son comparables a las acciones en Ucrania, donde se enfrentan dos ejércitos.

En Italia, la mayoría de la prensa ha sido silenciosa sobre el informe de la ONU. El informe Pillay, publicado el 16 de septiembre, certifica que Israel en Gaza ha cometido cuatro de los cinco crímenes determinados por la Convención de la ONU sobre genocidio: 1) muerte de miembros de "grupo palestino" por ser palestinos; 2) graves daños físicos y mentales a miembros del grupo; 3) imposición al grupo de condiciones de vida que apuntan deliberadamente a provocar la destrucción física, total o parcial; 4) imposición de medidas que impiden los nacimientos dentro del grupo.

El informe acusa por intención o incitamiento al genocidio al Presidente israelí Isaac Herzog, al Primer Ministro Netanyahu y al ex ministro de Defensa Yoav Gallant.

La Comisión no ha terminado su trabajo; ahora se ocuparán de Cisjordania, que corre el riesgo de anexión, y de Jerusalén Este, ya ocupada.

El informe describe especialmente el ensañamiento israelí con madres, niños, centros pediátricos, es decir, el futuro de los palestinos. La organización Save The Children, en su informe de mayo, declara la muerte de 20.000 niños con disparos a la cabeza o el corazón, confirmando que son blancos directos de la acción genocida; 30.000 mujeres detenidas que han sufrido violencia sexual; ancianos asesinados incapaces de obedecer a las repetidas órdenes de evacuación.

Desde el 7 de octubre de 2023 hasta julio de 2025, las bombas han golpeado 1.844 instalaciones sanitarias, asesinando enfermos y personal de salud.

En diciembre de 2023, atacaron la clínica de fecundación in vitro Al-Basma; alrededor de 4.000 embriones y 1.000 muestras de esperma y óvulos no fecundados fueron destruidos. "El centro atendía entre 2.000 y 3.000 pacientes al mes, efectuando entre 70 y 100 fecundaciones in vitro mensualmente", se informa.

No hay noticias creíbles sobre el uso militar de la clínica, por lo que la Comisión declaró que las autoridades israelitas "sabían que el centro médico estaba dedicado a la fertilidad... y querían destruirlo. Es el motivo por el que la Comisión considera que la destrucción fue una acción dirigida a prevenir los nacimientos de los palestinos en Gaza". Esto lo transforma en uno de los principales motivos para determinar el genocidio. 

 

 

El Eje Roma-Berlín

El acuerdo original fue firmado por la Italia fascista y la Alemania nazi el 24 de octubre de 1936; ahora existe un nuevo eje, informal, sobreentendido, forjado en la negación al reconocimiento del Estado palestino. 

Algunos comentaristas han justificado la actitud alemana por un trauma y complejo de culpa por el Holocausto; no sabemos cómo se puede medir semejante complejo, que además ha quedado opacado por el canciller Merz, que hace unos meses sorprendió con una declaración: "Netanyahu está haciendo el trabajo sucio por nosotros", lo que hace vacilar la interpretación freudiana. Como dice la politóloga Barbara Spinelli: "No se entiende por qué tienen que morir los palestinos para que los alemanes expíen sus culpas en paz".

Alemania e Italia tienen fuertes lazos industriales; el acuerdo con el nuevo rumbo belicista de la Unión Europea según la gestión von der Leyen quedó demostrado con la alianza entre la Rheinmetall alemana y la Leonardo italiana, dos de los más fuertes productores de armas del continente.

El caso de Italia frente al reconocimiento del Estado palestino está condicionado por la relación con Estados Unidos. A pesar de Meloni, que en 2009, cuando era ministra de la Juventud en el gobierno de Berlusconi, visitó Belén en un viaje solidario con los jóvenes palestinos, firmó un protocolo con el rector de la universidad para financiar con 200.000 euros proyectos de microcrédito. Además, en esa oportunidad, dijo citando a Juan Pablo II: "Más puentes y menos muros".

En 2014 Netanyahu atacó Gaza con el pretexto de Hamás; murieron 2.200 civiles. Meloni declaró: "Otra masacre de niños en Gaza, ninguna causa es justa cuando derrama sangre de inocentes. Israel y Palestina, dos pueblos, dos Estados".

En 2015, Meloni y otros notables de su partido (Hermanos de Italia) firmaron una petición al gobierno de Renzi para que reconociera el Estado palestino y condenara la expansión de los colonos israelíes en Gaza; el Parlamento renziano la rechazó y Hermanos de Italia declaró: "Creemos en la solución de dos pueblos y dos Estados".

En 2020, Trump trasladó la embajada de Estados Unidos a Jerusalén; Salvini propuso que también Italia reconociera a Jerusalén capital de Israel; Meloni no estaba de acuerdo: "Ese gesto puede exasperar la tensión en una región ya frágil".

La señora cambió de traje cuando llegó al gobierno en 2022; Estados Unidos es la brújula que guía su gobierno, la línea de la política exterior de Italia se determina en Washington y ahora la Presidenta declara que reconocer el Estado de Palestina sería "prematuro y contraproducente".

Pero la línea del gobierno no es compartida por la ciudadanía; el jueves 25, el instituto de sondeos electorales de Antonio Noto comunicó los resultados de su último trabajo: actualmente, los ciudadanos italianos favorables al reconocimiento del Estado palestino son el 70%.

Una vez más la ciudadanía está por delante de los partidos políticos; el sondeo revela además que las razones del apoyo de la ciudadanía van más allá de las cuestiones políticas; son, por ejemplo, sociales o con referencia a los derechos humanos. A muchísimas personas interrogadas les resulta insoportable la idea de que los niños mueran de hambre por el bloqueo de Israel.

Un barómetro indicativo del sentimiento de la población se registró en Génova durante los preparativos de algunas naves de la flotilla solidaria. La afluencia de personas que se presentaron con donaciones fue notable y masiva; todos querían contribuir o formar parte de la movilización que se estaba organizando en los muelles genoveses. El escritor genovés Maurizio Magnani relató conmovido en una entrevista radiofónica esta reacción de solidaridad transversal y el caso de una persona que conoce que "donó su barca para la expedición".

Génova además tiene una tradición en los camalli, los legendarios trabajadores del puerto que han sido protagonistas de huelgas y rechazos de naves que transportan armas o material crítico para Israel. Italia, con su cantidad de puertos marítimos, presenta todas las semanas denuncias de tráficos clandestinos dirigidos a Israel que son bloqueados por los trabajadores portuarios, especialmente los agremiados en la Unión Sindical de Base (UBS) y el Colectivo Autónomo de Trabajadores Portuarios (CALP).

No casualmente, fueron los sindicatos de base los organizadores de la huelga del lunes 22 de septiembre.

 

 

Salta el tapón

La huelga y manifestación del lunes 22 de septiembre en Italia fue una sorpresa para todos, incluyendo para los organizadores, que no se esperaban semejante afluencia de ciudadanos.

Además de los sindicatos de base, participaron organizaciones sociales, colectivos de solidaridad, ANPI (Asociación Nacional Partisana de Italia), Emergency, Amnesty y organizaciones estudiantiles.

Quedaron afuera los partidos políticos y la confederación sindical; esta última no supo leer lo que estaba creciendo en la sociedad y dentro de sus propios afiliados, que concurrieron a la manifestación espontáneamente.

Los números fueron impresionantes: se calcularon 300.000 manifestantes en Roma, 50.000 en Bolonia, 50.000 en Milán, centenares de millares en ciudades medias y pequeñas; los optimistas hablan de un millón de personas.

Estas cifras inesperadas operaron un cambio cualitativo en la dirigencia; las autoridades de gestión de la calle también lo entendieron, con la excepción de Milán.

Hasta el domingo 21 de septiembre, pendía sobre los disidentes el decreto de seguridad emitido, típico instrumento represivo del gobierno de Meloni. A partir del lunes, cuando los manifestantes descubrieron paulatinamente la magnitud de la protesta, reelaboraron los objetivos copiando el lema de los franceses: "Bloqueemos todo"; los grupos comenzaron a dirigirse hacia los nudos viales para bloquear las tangenciales urbanas, y aquí se verificó un fenómeno que en Italia fue una novedad: los automovilistas bloqueados comenzaron a tocar las bocinas, uniéndose a los coros de los manifestantes.

La nota discordante la dio el comisariado de Milán, que intentó frenar a los manifestantes que se dirigieron a la Estación Central con la intención de bloquear los trenes. Se originó una guerrilla urbana que envió a 60 policías al hospital, mientras que los organizadores alargaron el tiempo de la manifestación, que se prolongó hasta la medianoche, con focos activos en diferentes puntos de la ciudad.

Fue interesante comprobar la transversalidad de los participantes con sus carteles hechos en casa y con ganas de exhibir su rechazo al genocidio de Gaza, un sentimiento que se ha gestado en silencio durante meses y que encontró un medio de expresión el lunes 22.

Como dijo un enviado de Radio Popolare de Milán: "La sensación es que ha saltado un tapón".

Mientras tanto, en el Mediterráneo avanzaba la flotilla de solidaridad.

 

 

Mare Nostrum

La idea de la flotilla Sumud es la misma que la de los manifestantes del lunes 22: apropiarse de la representación política frente a la pasividad de gobiernos, partidos e instituciones frente al genocidio de Gaza.

Estos barquitos modestos recuerdan la flota casera de Dunkerque, pero hay una diferencia fundamental: la Sumud es una creación desde abajo, a partir de la necesidad de una reacción ética. Tripulaciones y pasajeros multinacionales, entre los que se cuentan parlamentarios de diversos países y algunos militantes conocidos, avanzan, como los navegantes del 1400, hacia un destino ignoto, mientras los que sostienen la flotilla esperan conteniendo el aliento.

El Presidente Sánchez envió una nave de la marina para proteger a la tripulación española, otorgó también estatus diplomático a los participantes españoles; diferente el enfoque del gobierno italiano.

El ministro de Defensa, Crosetto, había recibido una llamada de Meloni la noche del martes; una escuadrilla de drones había atacado a la flotilla y algo había que hacer. Nadie dudó de que el ataque había llegado desde Israel. El ministro envió a la fragata Fasan para acompañar a las 51 naves de la flotilla y se iniciaron negociaciones paralelas. Una con el patriarca de Jerusalén (el representante de la Iglesia católica en ese país), para proponerles a las naves italianas entregar las ayudas al patriarca, que se encargaría de enviárselas a los palestinos y de esa manera los navíos regresarían a casa. La otra, más confidencial, con el gobierno israelí; lo único que se consiguió es una promesa de que, si se rompe el bloqueo, la reacción de Tel Aviv "no será letal". Tampoco se conocen las reglas de protocolo de la fragata Fasan, que permanecen secretas.

La Presidenta define la iniciativa de la flotilla "gratuita, peligrosa e irresponsable"; apela a los activistas preguntando: "¿Cuál es la alternativa si no se acepta nuestra propuesta?, ¿forzar el bloqueo naval?, ¿mandar las naves militares y declarar la guerra a Israel?"

Los activistas rechazan la propuesta del gobierno, que se lava las manos; quien quiera abandonar, tendrá el apoyo del gobierno; los que sigan, lo harán bajo su propia responsabilidad.

La flotilla Sumud ha desatado también polémicas; algún politólogo la define como la  "política del espectáculo"; alguno bromea diciendo que si Israel ataca las naves, los europeos podrían invocar el artículo 5 de la OTAN.

Pero la situación no está para bromas; con cada milla navegada en dirección de Gaza, la tensión aumenta y es indudable que la misión no apunta tanto a las reacciones de Israel, sino a las reacciones de los gobiernos europeos, puestos de frente a responsabilidades que hasta el momento no han querido asumir.

La flotilla Sumud es un intento de poner los derechos humanos en la agenda del Mediterráneo, en esa cuna de civilizaciones que es el Mare Nostrum; no se puede evitar pensar en estos viajeros que con las manos desnudas y el arma de la convicción ética van al encuentro de una banda de criminales, y es este realmente el beau geste de estos tiempos. 

Desde tierra esperamos los hechos con emoción contenida.

 

 

 

 

 

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