Coaching, saltitos y risitas

Mejor hablemos de futuro y juguemos al “yo no fui”

 

La deuda, el crecimiento y el bienestar se contraponen en los manuales del poder, donde no hay ningún capítulo destinado a la discusión sobre la distribución del ingreso. El sábado 24 de julio, en el acto de presentación de listas del Frente de Todos, la Vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner dejó planteado que, en las postrimerías de la pandemia y ante las elecciones de medio término, es hora de iniciar un debate serio sobre cómo solucionamos el endeudamiento y encaramos el futuro desde la situación crítica en la que estamos luego de las pandemias amarilla y de Covid-19. Quienes hoy van a competir en las urnas ya gobernaron, la sociedad los conoce. Por lo tanto, llegó el momento de “discutir políticas públicas y que no sea una campaña de marketing”.

La Vicepresidenta recordó que las dos principales fuerzas políticas que hoy compiten por el voto tienen experiencias recientes para mostrar y definiciones muy diferentes sobre lo que quieren, sea el tipo de Estado, el perfil productivo del país o la distribución del ingreso. Para que la ciudadanía pueda ver cuáles son las propuestas centrales de cada orientación política hay que dar el debate “con números y ejemplos y mirando lo que nos pasó en los últimos 15 ó 20 años”. Ideas y datos, no “saltitos y risitas”, porque el “coaching” para soltar slogans “no va más”.

En la fábrica del partido de Escobar se congeló el aire cuando se escuchó “es la última oportunidad que vamos a tener”. La situación es crítica y no hay margen para que la oposición, responsable del desastre más que el coronavirus, esquive otra vez el bulto con marketing y oratorias vacías armadas con las respuestas que brindan sus encuestas sobre lo que quiere oír el gran público.

 

 

Fotos

Hay fotos para no olvidar y que dicen mucho porque refuerzan definiciones de fondo. La primera es la de Diego Santilli acompañado por Horacio Rodríguez Larreta cuando presentó a sus compañeros de boleta en el Club Hípico y de Golf de City Bell. La otra es la de la ex gobernadora de la provincia de Buenos Aires, ausente de la foto provincial, quien días antes lanzó su candidatura también con el Jefe de Gobierno a su lado. Esta vez desde un patio de Palermo. Las dos imágenes que recorrieron portales tienen un común denominador más allá del alcalde porteño. Árboles y verde detrás. Una estética que recuerda la presentación del primer gabinete del ex Presidente Mauricio Macri a fines de 2015 –el “mejor equipo de los últimos cincuenta años”– en el Jardín Botánico de la Ciudad de Buenos Aires. Lugar y escenografía que volvió a elegir Rodríguez Larreta para presentar su plan de “vuelta a la normalidad” en la fría mañana del martes 27 de julio.

En contraste con esas ventanas a la naturaleza –insistencia de los que hoy van Juntos, desistido el Cambio–, el Frente de Todos eligió una fábrica del cordón industrial bonaerense, de capitales nacionales. Sobre los pisos pintados con las marcas propias de las normas de seguridad industrial, entre las maquinarias y las pantallas montadas para el acto, se sentaron los candidatos y dirigentes. Un fresco productivo y digital que sintetiza un mensaje: producción, Estado y sector privado, pero también futuro expresado en el desfile de imágenes, la conjunción a la que convoca en pos de encarar el desafío de construir un país.

 

La conducción y lxs candidatos del Frente de Todos en el acto de Escobar.

 

Las fotos, más allá de las elecciones cool de los unos frente a la estirpe de casco y mameluco que trasuntan los otros, dejan pocas dudas respecto de dónde se ubica cada uno. Juntos interpreta que el dinamismo social lo tiene el sector privado, ahogado por un Estado que lo regula y direcciona. Así dispara María Eugenia Vidal que “hay que bajar los impuestos a la producción”. El Frente de Todos, en cambio, nos dice que el sector privado y el Estado deben trabajar conjuntamente en el beneficio colectivo, que la fórmula del éxito consiste en no oponerlos y en potenciar las sinergias del trabajo común.

Juntos muestra mujeres y hombres estampados simbólicamente en “estado de naturaleza”. Tirando la punta del hilo, las imágenes conducen a una filosofía política bajo cuyo discurso se constituyó el primer liberalismo. La situación, totalmente ideal, remite a mujeres y hombres absolutamente libres, viviendo sin derecho ni autoridad política. Una comunidad de libertad total que, cual mercancía simbólica, explica la quema de barbijos. Ideas superadas por el propio liberalismo, que la variante autóctona se resiste a revisar aún en este mundo en mutación acelerada y que difícilmente volverá a ser el mismo después de la pandemia.

Fuera del pánico sovietizante que intenta transmitir algún sector de la oposición, el gobierno dice presente indicando que la naturaleza es materia prima que, intervenida por la producción, brindará trabajo y bienestar, redistribución mediante. La libertad aquí tiene anclajes reales, surge del trabajo y lleva a la justicia social realizando derechos.

El tipo de Estado que pregona Juntos, liberal en términos económicos y conservador en lo político, es una figurita repetida de las fáciles, representativa de oscuras fuerzas del mercado que tienen nombre y apellido disimulados en cuentas offshore. Así dispara Vidal que “hay que bajar los impuestos a la producción” y que “el gobierno de Alberto Fernández no tiene un plan a seguir”, porque si el plan no es el de los fenicios locales, no es.

Hay un dato que no habría que perder de vista en esas fotos representativas de proyectos políticos contrapuestos y definiciones divergentes: la pandemia dinamitó el decálogo liberal del Estado reducido a su mínima expresión reguladora. El mundo afrontó la desgracia del Covid-19 de la mano de los Estados, reforzando sistemas de salud, impulsando las vacunas o aumentando el gasto para sostener el parate del aislamiento. Tal vez la derecha local no alcanzó a renovar el repertorio, pero incluso el Presidente de los Estados Unidos revisó sus papeles poniendo al Estado en el centro de la recuperación económica.

 

 

Pronóstico del acreedor

El Presidente distribuyó palabras alentadoras sobre la salida de la pandemia, al estilo “está ahí nomás”. Sobre casi 200 países, la Argentina está entre los 25 de mejor performance de vacunación. Son las bases del optimismo presidencial para encarar los desafíos que quedaron en pausa en marzo del 2020.

Pero las buenas noticias nunca vienen solas. El 27 de julio el Fondo Monetario Internacional publicó una actualización del informe Panorama Económico Mundial, en el que plantea que la recuperación económica global continúa pero con una brecha cada vez mayor entre los países avanzados y las economías de mercados emergentes y en desarrollo. El organismo sigue sosteniendo su pronóstico global del 6% para el año, pero advierte que la recuperación de las economías desarrolladas será mayor a la prevista en su informe anterior, y lo inverso sucederá en las economías más frágiles. Esboza algo que es vox populi en los pasillos de todos los idiomas: que la recuperación económica no está asegurada mientras el virus continúe circulando, ya que puede mutar “aún más” entorpeciendo el ritmo de vacunación y los avances alcanzados. El soplo de viento en contra puede venir por el lado de las finanzas. El costo del financiamiento, advierte, puede endurecerse “por efecto de una revaluación de las perspectivas de la política monetaria en las economías avanzadas si las expectativas de inflación aumentaran más rápidamente de lo previsto”.

Hacia el año próximo evalúa que puede esperarse un crecimiento mayor al previsto hace unos meses. Nuevamente pone en las economías avanzadas, principalmente Estados Unidos, la responsabilidad de ser la locomotora de la economía mundial. Hay un reconocimiento al rol que en este sentido jugará la política de expansión fiscal del gigante del norte, que prevé su ampliación en el segundo semestre de este año. En criollo, el mismísimo Fondo dice que la economía mundial crecerá arrastrada por la intervención del Estado del gran país del norte.

Cuando la lupa se pone en la Argentina, las condiciones de crecimiento pronosticadas mejoran. El Fondo ve al país empujando su economía al 6,4% para 2021 contra el anterior pronóstico del 5,8%. La economista jefa del organismo, Gita Gopinath, dijo que una campaña de vacunación “más rápida de lo que habíamos previsto”, sumada al “crecimiento de los intercambios comerciales, especialmente con Brasil” y al aumento internacional de los precios de los alimentos, empujarán hacia arriba el PBI argentino. Esta última afirmación trae fantasmas de precios al alza que mueven al temblor las mesas de los hogares argentinos. Con una pobreza que envuelve a casi la mitad de la población y los niveles salariales que siguen carreteando para despegar, no es para menos. Crecer es bueno, pero cuando esto puede irse directo al aumento de precios, hace falta política económica que amortigüe el impacto del precio internacional de los alimentos en la mesa de los argentinos.

 

 

Visible pero insuficiente

La monumental deuda condiciona la creatividad local para fomentar y desplegar el consumo interno en el manejo de precios. A esta altura algo debiera estar fuera de discusión: si siete de cada diez pesos que componen el producto son derivados del consumo interno, faltan billetes en los bolsillos. La pobreza y la delgadez de los presupuestos familiares obligan a tener un acuerdo amplio que marque un camino de recuperación de los ingresos de los hogares, que institucionalice mecanismos por los cuales los precios dejen de ganarle la carrera.

La economía se recupera pero el crecimiento “visible” de algunos sectores económicos es dispar. De todos modos, se pueden comparar datos que contrastan claramente contra el crecimiento “invisible” que supo exhibir el gobierno saliente.

En el lanzamiento del Programa de Promoción de Bicicletas Eléctricas, encuadrado en el Plan de Desarrollo Productivo Verde que encara el Estado nacional, el ministro Matías Kulfas aseguró que “el período 2015-2019 significó una industria en permanente decadencia, donde se perdieron empresas y empleo industrial en 46 de 48 meses”.

En contraste, hoy la recuperación continúa. La capacidad instalada de la industria manufacturera en mayo acusó un nivel general de uso del 61,5%. La disparidad, sin embargo, es un dato a tener en cuenta. Mientras las industrias de refinación de petróleo y las metálicas básicas estuvieron al tope, un 22% por arriba del nivel general, la industria alimenticia y productora de bebidas estuvo casi un 4% por debajo y los productos textiles 15% bajo el umbral general. Señales claras de que las billeteras extrañan moneda. Las ventas de los supermercados corroboran la sospecha: en mayo acusaron una caída interanual de 2,6%. Desde los mismos sectores empresarios, como indumentaria y celulares, se está pidiendo al Estado que amplíe los incentivos al consumo, mediante financiamiento blando o una ampliación del Ahora 12. Son nuevas y claras señales de que el Estado no ahoga al sector privado y debe ocupar un lugar central en el futuro post-pandémico.

La que atenta contra una recuperación sostenida es la desigualdad. Alcanzar una justa distribución de ingresos, que permita vivir dignamente, es un desafío de larga data en la Argentina, con idas y vueltas. Si volvemos a las fotos del inicio, son los gobiernos populares los que buscan distribuir mejorando la vida de los de abajo, mientras los de raíces liberales empujan para que los beneficios se acumulen arriba. La tarea de quienes representaron mayorías populares ha sido titánica en ese sentido. Quienes dieron esos pasos luego fueron demonizados y perseguidos por los representantes del 1% que se niega históricamente a modificar las reglas de juego de la distribución. La prueba viviente es hoy la Vicepresidenta Fernández, que se animó y aún paga las consecuencias. Deambuló años por los tribunales mientras los trabajadores, en cuyas cabezas resonaban las palabras “no vienen por mí, vienen por ustedes”, transitaban sufrimientos.

En los cuatro años iniciados en 2015, el ingreso promedio de los trabajadores registrados se desplomó, en dólares, un 45%, mientras que el Salario Mínimo Vital y Móvil cayó un 55% en la misma moneda, pasando de lo alto del podio regional a trajinar el descenso. Esto terminó afectando a los de más bajos salarios, a los informales y a quienes percibían prestaciones monetarias estatales tales como la AUH. La depreciación de los salarios reales también empujó a la caída de los grupos medios. Sintetizando, una caída generalizada que, salvo en la cúspide, explica una población donde 1 de cada 2 personas es pobre.

Si tomamos la Canasta Básica Total de un hogar que el INDEC tipifica, compuesto por una pareja joven de hombre y mujer con dos hijos chicos, y la contrastamos con los valores que tuvo el Salario Mínimo Vital y Móvil con respecto a la línea de pobreza de dicho hogar, tenemos la resonancia magnética de la política de ingresos del gobierno que ejerció el Cambio entre 2015 y 2019. En diciembre de 2019, ni con dos Salarios Mínimos esa pareja podía cubrir la Canasta Básica Total.

 

Fuente: CIFRA, en base a datos de Ministerio de Hacienda, IPC provincias e INDEC.

 

Para que no queden dudas de que se trató de una política de ingresos deliberada, hay que mirar la evolución que tuvieron los salarios medios del sector privado de la economía. Los trabajadores mejor pagados de estas tierras vieron que sus ingresos se desplomaron desde el fin del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, salvo en el tramo guiado por las elecciones de medio término en el 2017. Una poética de primaveras electorales.

 

Fuente: Mirador de Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE).

 

Imaginemos. Nos ponemos de acuerdo y encontramos una salida que nos satisfaga a todos. Quienes exportan lo van a hacer cada vez más. Muchos de quienes no lo hacen van a lograrlo. Los grandes jugadores de la economía entienden que es mejor un país que incluya, alentando la redistribución del ingreso y haciendo suya la idea de que la salvación es colectiva. Apoyan la expansión de las empresas pequeñas y medianas vinculadas al mercado interno, que dan trabajo y permiten que el bienestar alcance a todos los rincones del paisaje social. El empleo es suficiente, digno y registrado. Fluyen dólares y la restricción externa es un recuerdo. Se puede pagar el endeudamiento disminuyendo el sufrimiento popular y lentamente van creciendo la productividad y los salarios reales. Ahora bien, hasta ahí… hay que llegar haciendo política, económica y de la otra.

Los pobres de hoy, los informales, los agarrados con alfileres del siglo digital, precisan llegar con vida a esos días gloriosos. Hoy, por lo pronto, transitamos una economía en la cual hay asalariados que, a pesar de tener empleo, en las mediciones oficiales de condiciones de vida califican pobres, sufriendo penurias para arañar el fin de mes. Situaciones excepcionales reclaman medidas urgentes y de cierta audacia.

 

 

Barajar y dar de nuevo

En clave retro, María Eugenia Vidal disparó la mañana de su presentación en Palermo, ante el click de la cámara y con prosa insistente: “quiero ser diputada para que no nos aplasten con impuestos”. Representante de una fuerza que no quiso gravar el patrimonio personal votando en contra del Aporte Solidario y Extraordinario por única vez, que bajó en su momento el impuesto a los Bienes Personales y recargó las espaldas de los asalariados incorporándolos masivamente al pago de Ganancias, suelta livianamente otro slogan sin decir nada más. Entre “risitas y saltitos” desliza algo que entiende lleva al país a parecerse a los que progresan, los que tienen el Estado que “queremos hacer”. Pues bien, los “datos” dicen que los países con los mejores estándares de bienestar y alto desarrollo tienen los más altos niveles de ingresos fiscales como porcentaje del PBI. Al parecer, bajando impuestos se corren más riesgos de que el malestar llegue más rápido, como les sucedió a Chile y Colombia, que se parecen bastante a lo que le gusta a la ex gobernadora.

 

Fuente: https://ourworldindata.org/ sobre bases de datos de la OCDE.

 

En un reportaje concedido al portal Infobae se manifestó preocupada porque el país se asemeja a 2001 y por la ausencia de futuro “que hace que muchos, sobre todo jóvenes, piensen en irse del país”. Tal vez esté pensando en impulsar el debate por una estructura tributaria seria, como la que tienen los países a los cuales quieren emigrar esos jóvenes. Sería un buen modo de trabajar para ir resolviendo la pobreza mientras se construye un sendero de desarrollo –que revierta la desindustrialización de la cual formó parte como gobernadora de la principal provincia industrial del país– que demanda años, máxime con la espada de la deuda –que también la tiene como responsable directa– que pende sobre la cabeza de generaciones aún por nacer.

 

 

¿Yo señor? No señor

Cuando hay que arreglar la deuda, y llegan las elecciones, la oposición busca seguir por el camino de los encantamientos. Se escuchan reclamos de futuro, pero en claro código de supresión del pasado. Quienes se cansaron de justificar sus medidas por la “herencia recibida” y hasta llegaron a ir hacia atrás 70 años para justificar sus disparatadas políticas, hoy solo quieren hablar de futuro y jugar al “yo no fui”.

Facundo Manes quiere hablar sólo de futuro. Se apura a repetir cuantas veces puede que él no fue parte de la experiencia Cambiemos. El segundo de la lista de Vidal, Martín Tetaz, cuando lo apuraron en una entrevista se apresuró a decir que “el modelo económico de Macri fracasó”. En su traje de candidato agregó, para sorpresa de quienes lo recuerdan en sus incursiones televisivas de aquellos años, que “de hecho fui muy crítico de su gestión los últimos dos años”. Para no ser menos, en su condición de cabeza de la lista porteña, Vidal se despachó en los siguientes términos: “El gobierno no demuestra apertura al diálogo, no veo conciencia de la situación que estamos atravesando ni cercanía suficiente para escuchar a la gente”. Agregó que “con improvisación y autoritarismo estos problemas no se van a resolver”. De boca del ex Secretario de Salud Adolfo Rubinstein, hoy cabeza de la lista radical que enfrentará a la ex gobernadora en las PASO, salieron las siguientes palabras: “La salud no fue prioridad para el gobierno de Macri”.

Sin embargo, cuando se suelta el disfraz y se relaja el coaching, surge la verdad. María Eugenia Vidal en la foto de Palermo dijo desafiante que formaba parte de “un equipo que arrancó Mauricio Macri hace muchos años y con el que demostramos desde el primer día en qué tipo de Estado creemos y queremos hacer”. A confesión de parte, oídos prestos.

 

 

 

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