Coctel de plutonio con fiscal

Otra operación político-mediática que termina desvaneciéndose en el aire

 

El 14 de marzo de 2015, la revista brasileña Veja publicó el artículo “Chavistas confirman conspiración denunciada por Nisman”. Su autor, Leonardo Coutinho, explica que tres de doce miembros exiliados del gobierno de Chávez que buscaron asilo político en Estados Unidos afirmaban haber asistido en Caracas a una conversación entre Chávez y el entonces presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad. Según los testigos anónimos, ambos presidentes discutieron que, a cambio de dinero para la campaña de Cristina Fernández, Irán buscaba dos cosas, “que se ocultara a los responsables del ataque terrorista” y transferencia de tecnología nuclear relacionada con “el reactor nuclear de agua pesada, un sistema anticuado, caro y complicado, pero que permite obtener plutonio a partir del uranio natural”, sostiene Coutinho.

El “sistema anticuado, caro y complicado” parece referirse a la central Atucha I, porque al final de la nota de Veja se lee: “Existen similitudes entre los reactores nucleares de Arak en Irán y Atucha en Argentina. Ambos fueron planeados para producir plutonio, un elemento esencial en la construcción de armas atómicas, utilizando solo uranio natural”.

Sostener en 2015 que la Argentina puede utilizar Atucha I para producir plutonio es, como mínimo, anacrónico. Desde los años '70 una pléyade de “expertos” se dedicaron a sugerir que la elección de la tecnología de Atucha I se fundaba en la intención de producir plutonio. La difamación era parte de la represalia que había que aplicar sobre la Argentina por haber comprado tecnología alemana en lugar de norteamericana. Cuando Coutinho vuelve con la misma canción, ya transcurrieron cuarenta años desde la inauguración de Atucha I que demostraron con creces la orientación pacífica del plan nuclear argentino.

Luego de retorcer palabras sin aportar un solo dato, Coutinho termina afirmando que los testigos anónimos “no sabían si los iraníes lograron obtener la información sobre el programa nuclear argentino que Ahmadinejad había deseado tanto”.

Pocos días más tarde, una nota publicada en The Wall Street Journal retoma la fábula publicada en Veja y pide “tomar en serio” la denuncia de “los desertores”. Clarín, Infobae y El Cronista difunden y elogian la nota de The Wall Street Journal. Pero la cascada, además de palabras, no agrega un solo dato al relato de los “desertores” anónimos.

 

¿Desatinos + sugerencias + errores = pacto letal?

Seguramente motivados por las elecciones presidenciales de 2019, Infobae (23/9/2018) retoma la telaraña iniciada por Veja con una nota titulada “El triángulo nuclear entre Teherán, Caracas y Buenos Aires: los antecedentes de un pacto letal”. Firmada por Ignacio Montes de Oca, se trata de una pieza ejemplar de la posverdad, donde otra vez se intenta entretejer con hilo de humo la cuestión nuclear y la muerte de Nisman para enredar en la trama al anterior gobierno argentino.

¿Por qué es necesario sumar desatinos nucleares? En un desliz de honestidad lacaniana, el autor lo explica al final de la nota: “A la distancia, no pareciera que un tratado secreto para aumentar el comercio bilateral a cambio de dar por cerrado un caso judicial fuera suficiente para mandar matar a un fiscal”. Es decir, hacen falta más ingredientes en la ensalada.

Montes de Oca toma erróneamente el atentado a la AMIA como causa de la decisión del gobierno argentino de clausurar las relaciones nucleares con Irán. También se olvida que a inicios de los años '90, cuando se retira la colaboración nuclear argentina, el desarrollo nuclear de Irán continuó recibiendo asistencia importante de Rusia y China. Entre otros desvaríos, Montes de Oca afirma que lo que precisa Irán “es asistencia en el manejo de ‘agua pesada’” para que “el material usado en su central atómica iraní de Arak sea convertido en plutonio”. El personal de la planta de agua pesada de Arroyito, comprada a una empresa suiza e inaugurada en 1993, sabe operar la planta pero no domina la tecnología de producción de agua pesada.

En la mejor tradición escolástica de sumar autoridades en lugar de datos, Montes de Oca recupera una denuncia pasada de Eliaschev (26/3/2011, Perfil) y le suma otra proveniente de tres congresistas del Partido Republicano de los EE.UU. En julio de 2011, estos tres congresistas del estado de Florida enviaron una carta a la entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton, donde se menciona una supuesta cooperación nuclear de Irán con la Argentina que emplearía a Venezuela como intermediario. Pero el periodista Martín Dinatale explica en la La Nación (12/10/2011) que esta carta de los congresistas “fue desestimada por el entonces subsecretario para Asuntos Hemisféricos del Departamento de Estado, Arturo Valenzuela”.

¿Qué evidencias muestran los congresistas republicanos? Ninguna. La carta es un pedido de investigación de posibles relaciones nucleares entre Irán y la Argentina motivado por la existencia de “informes que en 2007” sostienen que Mahmoud Ahmadinejad “supuestamente le pidió a Hugo Chávez que interceda con el Presidente Néstor Kirchner para que cambie la política argentina para permitir a Irán acceso a tecnología argentina”. ¿Cuál es la política argentina que Ahmadinejad pide que se modifique? La misma carta de los congresales de Florida explica que “la Argentina mantiene públicamente objeciones al programa nuclear de Irán”. Es decir, volvimos al comienzo: la carta se basa en los tres desertores anónimos.

Aparentemente convencido de que para hablar de “pacto letal” con tres desertores no alcanza, Montes de Oca intenta la última contorsión: la “sospecha” de la relación nuclear entre Irán, la Argentina y Venezuela –explica– “nunca pudo ser demostrada porque el fiscal que debía presentar pruebas de ello nunca llegó al recinto”. Ahora bien, que Nisman no haya presentado las supuestas pruebas no significa que, si existían, se las haya llevado a la tumba. ¿Cuáles son?

Al final de una circunnavegación de varios años por las páginas de Perfil, Veja, The Wall Street Journal, El Cronista, Infobae, Clarín y La Nación, la única pista del “pacto letal” es una entrevista a tres desertores anónimos que cuentan lo que dicen haber escuchado sin poder corroborar que esto que dicen haber escuchado se haya finalmente concretado.

 

 

 

El físico Diego Hurtado fue presidente de la Autoridad Regulatoria Nuclear y 
miembro del directorio de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica. 
Dirige el Centro de Estudios de Historia de la Ciencia y la Tecnología en UNSAM. 

El ingeniero industrial Santiago Harriague es científico visitante en el Instituto 
Tecnológico de Massachusetts e investigador consulto vitalicio de Comisión Nacional 
de Energía Atómica.

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