Con bendición de la Virgen

La misa de los trabajadores en Luján congregó a una multitud histórica

 

La ceremonia religiosa terminaba en tono de celebración. ¡Qué bien nos hace esto!, le dijo Jorge Taiana en un abrazo a Felipe Solá. Había atravesado la Plaza frente a la Basílica de Luján transformada en la presentación de la búsqueda de una plataforma política. Las imágenes de las pantallas gigantes habían mostrado en primera fila a Daniel Scioli, Felipe Solá y el presidente del PJ bonaerense Gustavo Menéndez, sentados al lado de Eduardo Valdés y Wado de Pedro. Numerosa presencia de intendentes. Y en el sector de los sindicatos a Hugo y Pablo Moyano, Roberto Baradel, Esteban "El Gringo" Castro de la CTEP y Pablo Segovia de los Metrodelegados. En el escenario, con la garúa que iba y venía, había quedado colgada una bandera con la vieja consigna de las marchas contra la dictadura reingresada en estos tiempos: Paz, Pan y Trabajo. Y ahí, el arzobispo de Luján Agustín Radrizzani resumía una última foto.

—Me dicen que hay gente hasta la Terminal —expresó—. Sería una pena que las cámaras se lo perdiesen.

La Plaza tuvo un ida y vuelta con el escenario en forma de varios aplausos. Pero sólo se puso de pie y estalló con la lectura estremecedora del documento, consensuado por referentes del diálogo inter-religioso con judíos, musulmanes, protestantes y anglicanos. El documento caracterizó los retrocesos del gobierno en clave de derechos humanos, incluyó salud, educación, mencionó un poder judicial que cree que hacer justicia es desechar la presunción de inocencia, la especulación con el precio de alimentos, los despidos y la flexibilización laboral. Pero los aplausos sonaron cuando el pastor Néstor Míguez, presidente de la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas, leía el párrafo que convocaba a un urgente acuerdo social. "Rezamos para que los que nos gobiernan, oficialismo y oposición, cambien este modelo económico que pone en peligro la vida y la paz social, y convoquen a un acuerdo social de todos los sectores en defensa del trabajo. Rezamos por los trabajadores y sus sindicatos, para que se preserven en defensa de esos derechos que constituyen una actividad indispensable para la vida".

 

Foto: Somos Télam

 

Luján fue un acto organizado por los gremios con el armado de Julián Domínguez para poner en escena una foto del avance de la construcción política de unidad en un escenario con todos los actores posibles, marcados por presencias como las Felipe Solá y de Daniel Arroyo. Los acuerdos establecieron que no hubiese acto. Ni lectura de documentos. Tampoco banderas gremiales ni políticas. Se trataba sólo de una misa encabezada por el jefe territorial de Luján, sostenida por el grupo de curas de Opción por los Pobres y la amplia presencia de referentes de otras religiones.

Los curas de Opción por los Pobres no supieron hasta poco antes qué iba a pasar en el escenario. Radrizzani aceptó lo que aceptó, pero recibió todo tipo de presiones en los días previos para bajarse. Dicen que sólo cuando tuvo en claro que su intervención estaba bendecida desde Roma, logró quedarse tranquilo. Eligió para la misma un texto del Evangelio de San Juan. Momento previo a la crucifixión, cuando el hijo cede a su madre para instituirla como madre colectiva, un mensaje leído en clave de acogida, de bienvenida a la casa de la madre María, como dijo el obispo, luego de idas y venidas, también para los que llegaban ahí.

"Queridos hermanos, hermanas, cuando se acercaron para pedirme esta misa, lo consulté con el obispo Auxiliar que me está acompañando y consideramos que la realización de este evento, en este momento delicado de nuestra Patria —explicó— sería de mucha importancia". Nadie lo dude, agregó, necesitamos rezarle al bueno de Dios y a la María de Luján por nuestra Patria, con total seguridad de que la oración mueve montañas.

El arzobispo se munió de los textos más críticos del Papa Francisco sobre globalización, mercado financiero y estructuras de pecado. Pero también hizo pie en territorio local y arrancó un aplauso cuando habló de descartados del progreso. "Necesitamos que el diálogo, la economía y la política se pongan decididamente al servicio de la vida, lo que está en juego es el bienestar de la mayoría de los hombres y mujeres de nuestra Nación —dijo— que corren riesgo de ser excluidos y descartados del progreso y del bienestar real". Y agregó: El dinero debe servir y nunca gobernar.

Allí la Plaza estalló en el primer aplauso. Todavía no aplaudan —dijo él—. ¡Me falta más de la mitad! Pelado. Con los anteojos redondos y oscuros estilo Indio Solari, provocó un segundo momento de comunicación directa con la Plaza cuando arrancó con la primera de tres recomendaciones. Pidió trabajar por una economía al servicio del pueblo: Los seres humanos y la naturaleza no deben estar al servicio del dinero, dijo. La Plaza aprobó. Dio como segunda tarea lograr una cultura del encuentro basada en la escucha y el diálogo: No se cansen de dialogar, dijo, las peleas se van gestando por los desencuentros. Y otra vez, las imágenes gigantes proyectaban los primeros planos de las sillas de la Plaza. Y como tercera tarea, habló de unidad. Pidió unir a nuestro pueblo en el camino de la Paz y de la Justicia largamente esperada. Y allí, tal vez apareció su gesto más activista.

—¡Ese camino de unidad lo cantaron ustedes recién! —dijo, y sonrió—. En esos versitos, lo hicieron antes.

Y el versito efectivamente eran cantos. Uno de los cantos de los miles de trabajadores que habían ido llegando hasta allí:.

Unidad de los trabajadores,

y al que no le gusta,

se jode, se jode.

La misa comenzó pasadas las 12. Hasta entonces llegaron micros de las distintas agrupaciones gremiales, sobre todo Camioneros, la presencia más numerosa en las calles. Moyano conducción, decía una remera. Seccional Olavarría. Sindicato de Camioneros, se leía en chalecos, camperas y paraguas. O Rama Lácteos Camioneros. Pero también hubo inscripciones en remeras de Molineros, Aceiteros, el SMATA, Bancarios, ATE, Farmacia y Sanidad. Un bastión de la Corriente Federal de la CGT aguantaba la llovizna bajo de camperas anaranjadas. Hubo pocas inscripciones de intendentes. Alguna bandera de Fernando Espinoza en una pared. Muchos laburantes en micro. Y sobre todo, en la previa, muchas selfies con rosarios, cadenas, medallas y muchas más con la Basílica de fondo.

 

Foto: Somos Télam

 

"Estamos acá para encontrar un punto de encuentro, para resolver estos problemas que están acuciando al país, sobre todo a los mas necesitados", dijo Ricardo Carrizo, diácono del Obispado de Quilmes y miembro de Curas de Opción por los Pobres, antes de subir al escenario. "Este es un acto religioso donde venimos a pedir, va a haber una oración inter-religiosa consensuada entre todos los credos para mostrar que esta unidad es posible, en función del bien común". Y explicó: "Esto fue un acto pensado por grupos sindicalistas que vinieron a pedir a la virgen, quisieron hacer un acto religioso donde pedir por la Paz, por el Pan y por el Trabajo.

—¿Pero no es también un mensaje para el gobierno? —le preguntaron.

—Venimos a rezarle a Dios —dijo él— y a quién le quepa el sayo, que se lo ponga.

 

Foto: Somos Télam

 

Llegaron intendentes. Jorge Ferraresi, Verónica Magario. Pasó Alberto Descalzo frente al corralito montado para la prensa. "Este es un encuentro entre el movimiento obrero, los trabajadores que son en definitiva vecinos de distintos municipios del conurbano bonaerense, donde padecemos lo mismo por un gobierno que nos lleva a una situación económica sin salida". Pasó Taiana y trazó una línea de tiempo con Saúl Ubaldini. "Esto es la manifestación de un reclamo muy vinculado a la situación social y a las necesidades de la política económica del gobierno, y es un viejo reclamo, un reclamo de Paz, Pan y Trabajo que se levantó al final de la dictadura, en los primeros '80, cuando se iba a San Cayetano y Ubaldini tomó esa consigna y la trasformó en un reclamo del movimiento obrero. En este momento, ese mensaje es fundamental para mostrar que la mayor parte de esta sociedad reclama un cambio efectivo de la política económica".

Para entonces todavía no había empezado la misa. El escenario mantenía la previa. Voz. Mujer. Y locutora. Con Virgen de fondo y tono peronista. "Hoy estamos aquí en Luján, en un encuentro plural y multisectorial para compartir una oración ecuménica", iba diciendo. Para que el gobierno escuche al pueblo trabajador. Lo hacemos por el Pan y el Trabajo que no son posibles para todos los argentinos con el actual esquema económico. Basta de guerra económica, cantó.

Finalmente la misa se inició con la imagen la Virgen de Luján peregrina. Salió del escenario. Llegó a la Plaza. Se abrieron las vallas. Y luego la imagen volvió hacia adelante en compañía de la gente. Poco después, alguien hizo unas ofrendas. Le pusieron al lado: una pala, un pico, un casco y overol.

Vanesa Siley, de SITRAJU, subió al escenario. No leyó un documento. Leyó una oración. La oración de la Patria. No subió con pañuelo verde. Pero tampoco hacía falta. De alguna manera su cuerpo en ese escenario marcaba ahí también una zona de contacto, comentó uno de los dirigentes de la ATE Capital. Hubo himno. Banderas. Y la plaza cantó: Patria, sí; colonia, No.

—¿Estas imágenes hablan de un mensaje de un nuevo tiempo? —le preguntaron a Solá.

—Posiblemente sí —dijo—. La potencia de la unidad la presiento. Y te quiero aclarar que con cualquiera que me toque al lado. Así que elogio que dos gobernantes de la provincia de Buenos Aires estemos ahí.

Concluyo con las afirmaciones del Papa Francisco, había dicho el arzobispo poco antes, todavía en el escenario.

No nos dejemos robar el entusiasmo.

No nos dejemos robar la esperanza.

No nos dejemos robar la alegría.

Ni la comunidad.

Cada una de esas oraciones terminaron otra vez con aplausos.

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