El jueves se llevó adelante una masiva marcha convocada por la Unión Obrera Metalúrgica para reclamar salarios dignos y por los despidos producidos en empresas contratistas que tiene la planta General Savio de Ternium-Siderar, en Ramallo. Estuvieron Naldo Brunelli, secretario adjunto de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), y el secretario general de la UOM, Abel Furlán, que en diálogo con El Cohete expresó: “Acá no hay una situación de crisis. Paolo Rocca, como es su costumbre, arma las crisis para él lograr objetivos que, en otros escenarios, no puede lograr”.
La movilización del jueves, respaldada por distintas delegaciones de la UOM, contó con el apoyo de otras entidades gremiales de la zona, organizaciones político-partidarias y ciudadanos que brindaron su solidaridad con los trabajadores. “No vine a convalidar despidos, vine a reivindicar la lucha por un salario digno de mis compañeros”, expresó Furlán. Los obreros de las contratistas decidieron un paro por tiempo indeterminado. La petición no es solamente hacia las 51 empresas contratistas, sino a Ternium-Siderar como responsable.
El CEO de Techint, Paolo Rocca, presionó a las empresas contratistas y no les renovó contrato. Les ofreció una extensión, con valores fijados en la última licitación que en algunos casos son de hace tres, cuatro o incluso cinco años atrás. No solamente no les actualizó esos valores, sino que les solicitó que bajen sus precios para poder seguir trabajando en la planta General Savio, ubicada en el distrito de Ramallo. Las contratistas cumplieron con lo solicitado, y la variable de ajuste fue el salario de los obreros, que en los mejores casos oscila entre 850.000 pesos.
El argumento de Ternium-Siderar es que no puede brindar el aumento que los trabajadores pretenden, porque de esa manera estarían ganando igual o más que los propios obreros de planta permanente. Pero resulta que se han encargado de deprimir también esos salarios, estirando las paritarias, desgastando las negociaciones, aprovechando a Julio Cordero como secretario de Trabajo impuesto por Rocca en el gobierno de Milei, quien le permite jugar con la cancha inclinada y así precarizar e imponer salarios a la baja.
Pero Furlán y los trabajadores buscan no doblegarse ante una situación. “Tiene trabajadores de las contratistas para Siderar que ganan 700.000 pesos por mes, cuando la canasta familiar es de 1.500.000 pesos. ¡Un escándalo! Tiene precarizada la planta hasta tal punto que tiene 51 empresas contratistas dentro de Siderar”, precisa Abel Furlán.
La UOM ha estado resistiendo y no ha acordado esas reglas que Techint desea imponer, pero con el tiempo, Rocca gana. Cuando la empresa advirtió que se le calentaba la olla, comenzó a dar anticipo a cuenta —relata Abel Furlán—, y expresa que eso comenzó a calmar las aguas, pero mantuvo su actitud firme de no resolver paritarias. “En primera instancia, el problema político es que no quiere aparecer ante el gobierno que está acordando paritarias por encima de la pauta que le impone el Ministerio de Capital Humano”, explica el secretario general de la UOM.
“El fondo de la cuestión es disciplinamiento. Que los trabajadores naturalicen salarios de hambre. Nosotros decimos que no hay posibilidad de tener un modelo industrial en la Argentina con salarios de hambre”, remarca Furlán en diálogo con El Cohete. Las empresas contratistas en Siderar vienen creciendo en las últimas décadas. “Fue el artilugio luego de la privatización más utilizado por Rocca, con un crecimiento en las últimas décadas, desde Macri hasta la fecha, llegando a 51 empresas. Las contratistas son precarización para maximizar rentabilidades”.
El secretario general de la UOM le cuenta a El Cohete a la Luna: “En una reunión de hace dos semanas, Rocca quiso imponer una nueva conciliación obligatoria, porque en la provincia de Buenos Aires habíamos agotado todas las instancias administrativas, habíamos quedado las partes liberadas y por eso los trabajadores de las contratistas de Siderar iniciaron un paro por tiempo indeterminado”.
La maniobra de Paolo Rocca "con su amigo Julio Cordero, de la Secretaría de Trabajo de la Nación, fue dictar una conciliación obligatoria totalmente viciada, porque lo hizo para encausar el conflicto entre Ternium y la UOM, cuando no había conflicto, porque la empresa en conflicto no era Ternium, sino las empresas contratistas”.
“Después volvieron a sacar una nueva conciliación obligatoria, donde groseramente volvieron a no sacar a Ternium de esa situación”, describe la maniobra dilatoria empresarial el sindicalista Abel Furlán. “Sacaron de la galera una tercera conciliación obligatoria donde sí incorporan a las contratistas. Pero las contratistas tienen todos los plazos cubiertos por el Ministerio de Trabajo de la provincia. Ya hubo un cumplimiento de todo el proceso de conciliación, más tres días que les dio el sindicato para que intentáramos alcanzar el acuerdo que no se alcanzó”.
Remarca el dirigente gremial que “Ternium-Siderar nunca ha tenido crisis. Han mostrado en paralelo balances escandalosos de rentabilidad. No tiene un solo argumento el grupo Techint, ni en Siderar, ni en ninguna empresa de la que él dispone y que funciona acá en la Argentina para hacer esto. La chapa se sigue demandando. Está en 140.000 toneladas al mes. Pararon los contratistas, pero la producción sigue saliendo”, sostiene Furlán.
Mientras tanto, un aprovechamiento ante el conflicto fue la decisión empresarial de detener el alto horno. Aunque aclararon luego, asegurándose primero de que circulara por diversos medios comerciales que, debido al conflicto, se paraba (culpando a los trabajadores y al gremio). La explicación fue que el alto horno no se apagó, sino que se detuvo en forma programada, como suele hacerse para tareas de reparación. El proceso se extendería por un máximo de 96 horas. Pero la maniobra permitió que la noticia circule y que toda la culpa recayera en la protesta y el paro.
El grupo Techint con su empresa Ternium-Siderar en la planta General Savio realiza operaciones que narra Furlán: “Subieron el precio de la chapa a niveles internacionales. Pusieron en riesgo toda la cadena de valor de la metalmecánica, porque el precio de la chapa, en muchos casos, representaba más del 50% del valor del producto que hacen las pymes”.
Esa voracidad por mayor rentabilidad no es nueva. Abel Furlán expresa con énfasis: “Estos tipos estuvieron de fiesta en todo el macrismo, de fiesta en toda la pandemia, y ahora te quieren imponer el caos, someter al miedo de que la gente pueda perder la fuente de trabajo a los efectos de que se naturalice que él va a pagar el salario que quiere”.
Además, Furlán señala que “las condiciones de seguridad que tiene la planta son desastrosas porque hace muchísimo que no pone un peso. Hay una falta de inversión enorme. Parar el alto horno significa una inversión de 1.500 millones de dólares. El año pasado murieron dos obreros por falta de inversión. Y se salvaron dos más, a duras penas. El anteaño pasado murió otro más. Las condiciones de seguridad son paupérrimas dentro de la planta de General Savio”, acusa.
“Con una economía abierta, con la apertura indiscriminada de las importaciones como propone Milei, le permite a Paolo Rocca traer chapas de Brasil, donde tiene también su empresa, lo cual le estaría cerrando todo. Y así someter y metiéndole miedo a la gente, de que es imposible pelear para obtener un salario justo”, dice Furlán.
Consultado por la problemática que atraviesan los trabajadores tercerizados de Ternium-Siderar, el dirigente de la UOM San Nicolás, Luis Sánchez, expresó en diálogo con El Cohete a la Luna que el reclamo que vienen realizando sin ser escuchados no es nuevo. Se lo han planteado a las empresas contratistas y a Ternium-Siderar como responsable solidario. Enumera las anomalías laborales. Las condiciones de trabajo y ambientales de los obreros son desastrosas, afirma.
Gremialista empresario
En la precarización de la planta Villa General Savio hay una responsabilidad empresarial, pero también gremial. Hablar de empresas contratistas significa para los trabajadores mayor flexibilización laboral. La tercerización no es más que la transferencia de una actividad a un tercero, es decir, se trata de una relación en la cual el trabajo es realizado para una empresa, pero el trabajador es contratado por otra. Así, con la tercerización, Rocca reduce sus costos, ya que el obrero tercerizado gana salarios mucho más bajos y obtiene menos beneficios y derechos que los de planta permanente, generalmente protegidos por los convenios colectivos.
El histórico dirigente nicoleño de la UOM, Naldo Brunelli, trabajó desde muy pequeño para ayudar a su familia. Sufrió la pérdida de su padre, que era suboficial de Gendarmería, a quien se le disparó accidentalmente su pistola reglamentaria y murió en Posadas. Fue así que, teniendo apenas 13 años, se instaló con su madre y sus hermanos menores en San Nicolás. El 13 de abril de 1964 entró en la planta de Somisa como distribuidor de sándwiches. Recorría las 200 hectáreas de la fábrica de punta a punta, tres veces por día, con el canasto al hombro, los siete días de la semana. Con legajo 59.576, la empresa lo tomó oficialmente el día de su cumpleaños en 1966. Trabajó como telefonista, ayudante de cañista y fumigador.
El 5 de mayo de 1970 fue elegido delegado y un año después se dedicó plenamente a la militancia gremial. Debutó disputando y perdiendo la comisión interna frente a la lista oficial de José Rucci. El delegado Brunelli se pone al frente de la oposición, reclamando atención para las demandas internas de la fábrica, haciéndose eco de una vertiente que planteaba un sindicato clasista, el Stasa, a la manera que se había armado con Sitrac-Sictram en Córdoba.
En 1972, Rucci lo convocó como secretario de organización seccional San Nicolás de la UOM. Brunelli tuvo que hacer ostentación de su revólver calibre 38 (después sería calibre 45) para resistir aprietes, lo que le impidió mantener buenas relaciones con todos los sectores ideológicos internos y armar su esquema de poder entre los 15.000 trabajadores, saliendo fortalecido de una huelga muy dura que se produjo en enero de 1973, al plantearse la creación de un sindicato de la fábrica. Cuando retomó el control de la situación, el propio Rucci lo nombró secretario adjunto, y Brunelli quedó a cargo de la seccional y asumiendo plenamente la conducción tras el asesinato del líder cegetista, el 25 de septiembre de ese año.
En 1977 debió pasar unos meses en prisión acusado de tenencia de arma de guerra, en la cárcel de San Nicolás. El general Rivera se hizo cargo de la empresa y nombraron a un coronel de apellido Tellechea como interventor en la planta. En la vuelta de la democracia, entre los años 1984 y 1988, se dedicó a pleno a consolidar su representación gremial al frente de los metalúrgicos de San Nicolás y se constituyó como una figura de peso en la zona.
El 2 de abril de 1986, la UOM de San Nicolás organizó el acto más grande que se recuerde en la ciudad, con 35.000 personas y la presencia de Saúl Ubaldini, contra la privatización que había anunciado el ministro de Economía, Juan Sourrouille. Pero lo que no pudo Alfonsín vendría luego en la década del ‘90, con Menem y todo su proceso privatizador. Desde 1989 se sucedieron cuatro gestiones en dos años: Franco, Cattáneo, Jorge Triaca y María Julia Alsogaray. Hacia 1990, el personal de la planta siderúrgica de Somisa votó mayoritariamente a favor de la privatización de la empresa.
Triaca había arribado y anunciado que despedirían a la mitad de los trabajadores, haciendo la tarea más fácil para el desembarco de Techint, que se quedaría luego con la acería. La Gendarmería estaba dispuesta a un desalojo por la fuerza por si los obreros se resistían a la privatización.
Brunelli retornó, se dirigió al playón en las puertas de la planta, donde repitió la frase ante miles de trabajadores que acampaban en carpones con sus familias: “Piensen que los que ordenaron esto no valen ni una gota de sangre”. Tras 27 días de conflicto, se resolvió en asamblea retomar las tareas. Se aceptó una oferta empresarial que consistía en la rotación entre los 3.100 suspendidos y los 5.500 obreros que quedarían en la fábrica, además de un subsidio de 300 dólares mensuales para los cesanteados, hasta tanto consiguieran un nuevo empleo.
María Julia Alsogaray, tras su paso por la privatización de Entel, desembarcó en Somisa el 27 de diciembre de 1991, reemplazando a Triaca, que iniciaba su ostracismo político, procesado judicialmente por la compra irregular de oficinas céntricas para la empresa. El 29 de noviembre de 1992, la fábrica sería finalmente transferida a manos privadas.
A comienzos de 1993, Somisa se convirtió en Aceros Paraná. Quedando un poco más de 5.000 trabajadores de los 15.000 que supo tener, el grupo Techint desembarcó en la acería. Pagó por SOMISA con el propio material de producción que había en la planta. Un negocio redondo para los Rocca.
Mejor suerte tuvo Brunelli que los tantos miles que se acogieron al retiro voluntario. Luego, el 5 de agosto de 1993 aceptó la invitación del gobernador de Buenos Aires, Eduardo Duhalde, de integrar la lista de candidatos a diputados nacionales por la provincia, acompañando a Alberto Pierri y Oscar Alende. Horacio Verbitsky reveló en 2011 “que durante el proceso de venta a precio vil de la acería estatal Somisa a Techint, Brunelli compitió con Luis Barrionuevo, y le ganó, con una empresa creada en San Nicolás para proveer a los trabajadores de 12.000 sándwiches y gaseosas por día, obligatorios por convenio, es decir medio millón de dólares al año”.
También Brunelli se ocupó de crear una serie de empresas dedicadas a prestar distintos servicios a Siderar. Como Loveraz, empresa de montajes industriales, donde trabajan alrededor de 500 obreros. Una muestra del sindicalismo empresario, que explica la razón de la tercerización que ocurre en la planta General Savio.
En Ternium-Siderar hay 51 empresas contratistas. Son 3.800 trabajadores tercerizados (600 pertenecen al gremio UOCRA). Mientras Ternium-Siderar tiene 2.600 trabajadores propios. Por lo que logró que el 60% de sus trabajadores estén precarizados. Una diferencia es lo que ocurre en Campana con Tenaris-Siderca. La empresa cuenta con 3.200 trabajadores y las contratistas no son más de seis, que emplean 280 trabajadores. Esto explica en parte lo que pasa cuando la precarización laboral no es absolutamente responsabilidad empresarial, sino que existe una responsabilidad gremial cuando se está de los dos lados del mostrador.
--------------------------------
Para suscribirte con $ 8.000/mes al Cohete hace click aquí
Para suscribirte con $ 10.000/mes al Cohete hace click aquí
Para suscribirte con $ 15.000/mes al Cohete hace click aquí