Conservadores y progresistas

La política interna de Estados Unidos

 

Los italianos

El escritor Ross Barkan publicó en 2021 el libro The Prince, en el que relata las aventuras de Andrew Cuomo, discutido primogénito de Mario Cuomo, ex gobernador del Estado de Nueva York, perteneciente a una de las clásicas dinastías familiares que se mueven en torno y dentro del Partido Demócrata.

Andrew Cuomo, como su padre, también ocupó el cargo de gobernador de Nueva York, desde 2010 hasta agosto de 2021, cuando tuvo que dimitir por las múltiples acusaciones de molestias sexuales, que son solo un eslabón de la cadena de ilícitos que jalonan su carrera. Lo que diferencia esta acusación de las otras es el enfoque periodístico de los grandes medios, en este caso con seriedad y claridad.

La parábola de Cuomo es importante para entender los sectores burgueses y ricos que componen el ala conservadora del Partido Demócrata.

Cuomo también se ha preocupado por mantener una imagen progresista mientras en realidad se entendía con los republicanos. En su primer mandato, creó bajo cuerda el Independent Democratic Conference; los ocho miembros del esta agrupación votaban siempre con los republicanos. La derrota electoral de los componentes llevó a su disolución.

En 2014, Cuomo clausuró arbitrariamente la Moreland Commission, instituida por el mismo Cuomo para investigar hechos de corrupción en el estado de Nueva York.

Pero lo peor llegó con el COVID cuando algunos parlamentarios denunciaron los millares de muertos en las casas de reposo; Cuomo, garantizando la inmunidad penal retroactiva a las corporaciones sanitarias, sus fieles financiadores, autorizó a los hospitales a retirar a los ancianos internados por COVID, aun cuando todavía eran positivos.

Cuando los inevitables fallecimientos comenzaron a llevar a Nueva York a los primeros puestos de este ranking macabro, Cuomo falsificó las cifras.

Esta colección de ilícitos no ha conseguido todavía desplazar a Cuomo del partido y su participación en las primarias. 

En el mes de abril pasado se realizó un encuentro de fundraising en Nueva York, organizado por la Columbus Citizen Foundation y la Italian American Democrats, donde se pagaba el ingreso.

Obviamente, se recaudaron decenas de miles de dólares apuntando a las primarias democratas del 24 de junio para el cargo de intendente. Andrew Cuomo es el favorito en los sondeos con el 38%; su principal antagonista es Zohran Mamdani, del Democratic Socialists of America, actualmente diputado en el Parlamento del Estado; los sondeos le adjudican un 17%.

Un participante del encuentro al que se le garantizó el anonimato aceptó responder a un periodista de Jacobin USA; entre los asistentes se encontraban muchísimos hombres de negocios conservadores, se podían fotografiar con Cuomo en un cuarto especialmente preparado, hablaban directamente con él explicando ideas y proyectos, sabiendo que después el candidato los recordaría.

La atmósfera era familiar porque había muchos viejos sostenedores que habían apoyado al padre y ahora sostienen a Andrew en un clima que recuerda el film El Padrino.

Cuomo pronunció un discurso donde criticó a la izquierda que “considera reaccionaria a la comunidad italoamericana”. Sostiene que todos los grandes líderes americanos poseían esclavos, entonces existe una rabia selectiva contra los ítaloamericanos, “perseguidos porque Cristóbal Colón era italiano y los italianos son un blanco fácil”.

Esta frase desencadenó un aplauso estruendoso por parte de esta multitud rica, conservadora y predominantemente anciana.

Uno de sus blancos favoritos es Alexandria Ocasio-Cortez, a quien considera responsable de que Jeff Bezos haya renunciado a abrir en Queens un cuartel general de Amazon que habría significado 25.000 puestos de trabajo.

Con la retórica usual que acompaña los grandes proyectos edilicios (progreso, áreas saneadas, trabajo) argumentó que el proyecto había sido aprobado por el mismo Bill de Blasio; el proyecto cayó porque Ocasio-Cortez denunció que se trataba de un corporate welfare, un regalo a las corporaciones; en efecto, el proyecto comportaba exenciones fiscales gigantescas.

El estado y la ciudad de Nueva York son tradicionalmente democráticos; Cuomo, que es esencialmente un republicano, se debe mover con un código cifrado que los conservadores democráticos comprenden y aplauden, de allí los ataques al ala izquierda del Partido Demócrata, “que tiene todas las características de los socialistas porque son anti negocios, contra la riqueza y contra el desarrollo”.

Y dijo que le hará juicio a Democratic Socialists of America por apropiación ilícita del término demócrata. 

La comunidad ítaloamericana es también responsable del proceso de gentrificación; es notorio el cambio del perfil de Brooklyn, que ha pasado de ser una ciudad horizontal a vertical; con sus torres, ahora compite con la vecina Manhattan. El cambio ha producido la expulsión de miles de residentes y las cuotas de casas prometidas no han sido respetadas.

Algunos de estos empresarios estaban en el evento de Cuomo, como Carlo Scissura, presidente del New York Building Congress, que representa a centenares de empresas del sector. También estaba John Viola, hijo del millonario Vincent Viola, que, además de constructor, es CEO de la National Italian American Foundation (NIAF), la organización no profit italoamericana más prestigiosa e influyente, fundada en los años ‘70.

 

 

El tour opositor

Mientras Trump y su banda operan según sus particulares impulsos destructivos, el tour Fighting Oligarchy recorre el país encabezado por sus líderes, el octogenario Bernie Sanders y Ocasio-Cortez; pertenecen al restringido grupo que en Estados Unidos practica una oposición severa y popular.

Las cuestiones que básicamente interesan a la población son sanidad, salario mínimo y aborto, argumentos que tienen un impacto significativo en la vida cotidiana.

Una de las cuestiones es cómo el Partido Demócrata podrá reconquistar el voto de los hombres, en especial de los blancos, sin abandonar las comunidades marginales.

Sanders sostiene que, si bien hay argumentos que separan a las personas, hay otros, en especial económicos, que las unen, uno especialmente: la ineficiencia de la sanidad pública.

El problema es traducir el éxito de las concentraciones masivas del tour en votos; ninguno del dúo compite en sedes electorales (los dos son parlamentarios); la organización tiene una plataforma nacional que recoge pequeñas donaciones para tener en pie la lucha. Una de las posibilidades de enrolar estas voluntades podría ser el arma del referéndum, dado que en las elecciones generales la gente común no tiene ocasiones de intervenir en el debate legislativo.

En cambio, las medidas electorales promovidas por los ciudadanos en el ámbito de cada Estado funcionan; han sido aprobadas en el 55% de los casos. En el caso de políticas igualitarias para conseguir una sociedad más equitativa, se aprobaron en el 65% de los casos; las medidas centradas en la redistribución económica han superado el 75% de los votos.

Los puntos son siempre los mismos: aumento del salario mínimo, ampliar el acceso a Medicaid, reducción del recaudo abusivo de las deudas y tasación de los ricos para financiar el servicio público.

La cosa más importante es que estas victorias se verifican tanto en Estados azules (demócratas) como en rojos (republicanos). En los Estados republicanos, las iniciativas por justicia económica han sido aprobadas en un 92%, lo cual es un gran suceso. Quiere decir que cuando los electores republicanos tienen la posibilidad de elegir políticas más justas, nueve de cada diez votan “sí”.

Los republicanos han hecho blanco de su batalla el Affordable Care Act de Obama, pero cuando los electores de ocho Estados republicanos han votado sobre la ampliación del Medicaid, la propuesta fue aprobada en siete con una media del 60%; es el único modo de ampliar el servicio en los Estados republicanos.

En el ámbito del salario mínimo, las iniciativas han tenido un éxito notable: de veintiocho votaciones estatales, veintisiete fueron aprobadas, siempre con una media del 60%. Con el costo de la vida alto y con el endeudamiento de las familias, el electorado, votando de esa manera, solamente ha hecho una cosa lógica: ha actuado en favor de sus intereses.

El aborto ha sido una causa de división del país prácticamente a la mitad; empero, cuando la cuestión apareció en 2022 en las listas electorales de diecisiete Estados, catorce eligieron la libertad reproductiva, incluyendo Estados republicanos como Arizona, Missouri y Montana.

El Partido Demócrata se comporta como si aprobar políticas dirigidas a las personas comunes fuera un esfuerzo de acrobacia política casi imposible; las iniciativas ciudadanas a veces obtienen resultados mayores que los políticos vencedores de la misma lista.

Obviamente, los grandes partidos trabajan para recortar el poder a los ciudadanos, como comenta Quentin Savwoir, director de Programas y Estrategia del Ballot Initiative Strategy Center (BISC), un think tank que opera en las campañas de iniciativa electoral progresista, y agrega “principalmente el partido republicano, pero para ser honesto, en algunos casos también el Partido Demócrata”.

Claramente, estas victorias no pueden basarse en la popularidad de un argumento; se necesitan campañas estratégicas bien organizadas. De esto se ocupa el Fairness Project, que ha conseguido 29 resultados en 32 presentaciones en la última década.

Cuentan con un pequeño equipo y su modelo es simple: concentrarse en cuestiones realizables, de gran impacto y popularidad en los Estados republicanos; Kelly Hall, dirigente del Fairness, dice: “Nos liberamos del aspecto de perfomance y nos concentramos sobre lo que es altamente eficaz”.

Un ejemplo fue la campaña por el derecho al aborto en Arizona, que recogió tantas firmas, donde la oposición antiaborto, que contaba con un presupuesto imponente, fracasó totalmente. La Propuesta 139, como se llamaba, venció con el 62% de los votos, centenares de miles de votos más que los que obtuvieron Trump y Kamala Harris en el Estado.

Sucedió algo similar con Medicaid, donde el protagonista es Josh Hawley, senador republicano de Missouri, famoso por haber sido fotografiado delante del Capitolio el 6 de enero de 2021 con brazo y puño alzado en dirección a la manifestación que negaba la victoria de Biden.

Hawley, enemigo jurado del Medicaid, realizó una inversión en U cuando su Estado, Missouri, votó por la ampliación del Medicaid en 2020. Ahora es uno de los republicanos que lo defienden de Trump.

Los triunfos de las iniciativas populares no garantizan la realización de las propuestas; algo similar sucedió en Italia con el referéndum a favor del agua pública: la propuesta ganó, pero no consigue imponerse en el mundo real por el fuerte rechazo de los poderes fácticos y algunos partidos.

En Estados Unidos, colocar una iniciativa en la boleta electoral es difícil y costoso; mientras tanto, las reglas se han complicado y se vuelven más restrictivas. Son los anticuerpos del sistema, que a través de parlamentarios y poderosos grupos de intereses atacan las iniciativas populares.

Las victorias que podrían traer alivio a los ciudadanos en dificultad son atacadas por los parlamentos del Estado y a veces por los tribunales, como sucedió con la iniciativa del 2020 en Arizona, que proponía tasar los réditos altos para financiar la instrucción pública.

Los estudiosos de la democracia desde abajo consideran que la fuerza disruptiva del tour de Sanders y Ocasio-Cortez podría ser la herramienta que conecte los esfuerzos de los Estados en un único movimiento en todo el país, que consiga consolidar esta fuerza en un programa nacional coherente.

 

 

Los Jóvenes Turcos

En 2002 apareció un network radial llamado The Young Turks (TYT); en 2005 cambió formato, entrando en YouTube. Es uno de los canales de difusión progresista más seguido en Estados Unidos.

Su creador hoy tiene 55 años; es Cenk Uygur, nacido en Turquía y crecido en Estados Unidos. Uygur tiene fama de fogoso y apasionado, y se le reconoce además su sinceridad.

Su trabajo no es solo mediático; también actúa en el mundo real. En 2016 fue cofundador de Justice Democrats para desafiar a los pesos pesados del establishment americano. En 2018, el grupo llevó a la victoria a Ocasio-Cortez al Capitolio y a Zohran Mamdani a la asamblea estatal (rival de Cuomo en Nueva York), lo que recuerda la acción de los fundadores de Podemos en España, hacer política desde el programa La Tuerka.

Cenk Uygur ha lanzado un nuevo movimiento, Populist Takeover of the Democratic Party, con el que piensa atraer también a “populistas” de derecha-centro para las elecciones de medio término de 2026.

Uygur tiene opiniones propias y claras respecto a los próceres del Partido Demócrata, admira a Bernie Sanders y ha denunciado el falso progresismo de Barack Obama: “Obama ha dañado el movimiento progresista, finge serlo y actúa subrepticiamente. En 2020 consiguió que el establishment demócrata apoyara a Biden en detrimento de Bernie Sanders, aunque nunca lo dijo públicamente porque no tiene el coraje de decir lo que piensa”.

En 2020, los sondeos daban a Sanders adelante de Trump, así como en 2016, cuando medía 12 puntos más que Hillary Clinton; en cambio, las emisoras de TV sostenían que solo Hillary podía vencer. Evidentemente, el candidato progresista fue boicoteado.

“Obama ama más a los donantes que a los electores”, dice Uygur; además, los demócratas ricos tienen terror de Sanders, de un aumento de impuestos y una regulación de los negocios.

“Obama, pero también Nancy Pelosi, después del desastroso debate con Trump, presionaron a Biden para que se retirara; querían una convención abierta porque consideraban a la Harris una candidata terrible, y en esto estoy de acuerdo con ellos”.

Las cosas se complicaron dentro del Partido Demócrata porque Biden, según Uygur, es una de las personas más egocéntricas y vengativas de la política. Por eso dio su apoyo a la candidatura de Harris solo el día de su retiro porque sabía que sería muy difícil contrastar su decisión.

Tanto Obama como Pelosi y Biden sabían que Harris era solo una word salad, capaz de hablar y hablar sin llegar a ninguna conclusión coherente; Biden lo había comprobado en más de tres años de presidencia y todo el establishment demócrata lo sabía.

Esta operación fue una montaña de mentiras hasta imponer la idea de que Harris era la candidata perfecta. Pelosi, velozmente, el día sucesivo formalizó su apoyo a la candidatura; después pasaban los días y el silencio de Obama era siempre más opresivo. Finalmente, después de cinco días, Obama se pronunció en una llamada telefónica con su esposa Michelle y dieron su respaldo a Harris.

Uygur sostiene que en el Partido Demócrata existen tres tendencias o corrientes: los corporate democrats, que hacen lo que quieren sus electores y financiadores; esta corriente sostiene un discurso progresista que en la práctica de gobierno llega al máximo al 15% de su cumplimiento, como el Obamacare o un mínimo del Green Deal en la administración Biden.

Después vienen los progresistas, donde Uygur ubica a Sanders y The Young Turks; y después vienen los “populistas”, que pueden ser de derecha, de centro o de izquierda.

Los populistas de izquierda se interesan en las cuestiones económicas y en la guerra, y son el punto de referencia principal de Populist Takeover, el movimiento que está lanzando Uygur.

Pero también existe dentro de los progresistas la corriente que puede definirse (según Uygur) far-left, que forma parte de su movimiento, donde militan muchos marxistas; es una corriente focalizada en problemas sociales y luchas culturales. El mismo Uygur se considera far-left.   

En este momento histórico es imposible romper la estructura bipartidista, por la enorme cantidad de dinero que requiere; el único que lo logró fue un millonario, Ross Perot. Este debate está siempre vigente por la cuestión de la posible reformabilidad del Partido Demócrata. Uygur piensa que practicar una especie de entrismo en las primarias democratas sea más realista que la creación de un tercer partido; el antecedente es una vez más Bernie Sanders, que casi lo logró en dos ocasiones.

Pero Sanders tiene un problema, una cuestión de personalidad: es demasiado buena persona, es educado, y en los debates no mete el dedo en la llaga. “En los debates de 2020 con Joe Biden, el equipo le había preparado una lista de escándalos y mentiras para desenmascarar a Biden”. Sanders lo intentó, pero atacar de manera brutal a Biden (o cualquier otro) no pertenece a su estilo, lo que en estos tiempos hace de Sanders una persona especial.

 

 

 

 

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