Contaminaciones

Hay que fluir con los ríos, no con las perversiones

 

Estamos ante un gobierno que vive acosándonos en forma permanente y en el que ocurre algo muy distinto a los anteriores: su radicalización con la perversión y la mentira.

Es un gobierno absolutamente agresivo en la comunicación, hiriente, frontal e inescrupuloso, con un grado de enajenación que le permite la distancia del poder, para decir cualquier cosa.

Un gobierno que miente en forma desembozada, disfraza la realidad como nunca lo habíamos vivido en democracia. Hemos visto llevar y traer la información de acá para allá, contar un poco y no todo; maquillar y agrandar un logro, dibujar los tiempos de terminación de una obra. Pero lo que no había jamás es la mentira diaria y sistemática, algo realmente, psicotizante, que ya será tema de estudio en el futuro de la salud mental de nuestra sociedad.

El vocero presidencial, en la misma semana en la que el jefe de Gabinete tuvo un fallido ante los diputados en el Congreso en su informe de rigor, (“el Presidente Milei nos lleva hacia un futuro de confianza y pobreza”), corroboró freudianamente que hay un sustrato discursivo absolutamente basado en la mentira. Es una trama que no vemos, que está escondida, algo que al aparecer nos asombra y aterra cuando aparece. Eso se llama perversión; la que ejecuta a diario un gobierno que como el sátiro desnudo con su piloto abierto, nos habla de culos de mandril, genitales de burros, niños envaselinados, movimientos entre sábanas y soviéticas pesadillas fuera de moda. Guardado en el piloto gubernamental llevan toda esa carga de mentiras e inventos, que sus secuaces de las redes sociales se encargan en reproducir y ampliar.

Una obra maestra de la perversión del piloto gubernamental, para graficar la modalidad, es la entrevista del domingo pasado a Milei, que le hizo su sistema de streamers que, como aclara Daniel Rosso, inicia la comunicación del caso YPF. Allí lo vemos junto a un perro que no le pasa bola, enfundado en un mameluco de YPF y superando a Mussolini en gesticulación ampulosa. Al otro día veríamos la desnudez del sátiro, cuando nos enteramos del fallo buitre contra YPF. Otra vez el asombro.

Sólo ellos ven al país mejor; sólo ellos se enteran de las inversiones que llegan a estas tierras, sólo ellos no ven cómo los dólares de la tremenda deuda externa que padecemos vuelan hacia el exterior, y la JP Morgan se lo cuenta al mundo. Es asombroso lo que proponen y no es saludable, diría mi madre.

Adorni, desde su atril, es una especie de sacerdote de la falacia y la impostación de la mentira infinita. Hace unos días, “su sistema de redes” dio a entender que habían recuperado la Cuenca Matanza Riachuelo, superando ampliamente aquellos prometidos mil días de María Julia Alsogaray.

En un show montado para desvirtuar la realidad, Adorni anunció que habían terminado las obras del Sistema Riachuelo y casi de inmediato el sistema informativo que manejan tan eficazmente a través de las redes aseguró que el Riachuelo estaba saneado…gracias a ellos.

El Sistema Riachuelo del que hablamos es una obra que estuvo a cargo de AYSA, y se comenzó en 2015 con un financiamiento del Banco Mundial, de 1200 millones de dólares Al asumir esta  gestión quedó parado y ahora, de un día para el otro, nos enteramos que se puso en marcha. La megaobra de infraestructura es, efectivamente, muy importante para las tareas de saneamiento de la CMR.

Incluye, entre otras tareas, una planta de pre-tratamiento cloacal en Dock Sud, con estación de entrada y otra de salida hacia el Emisario Riachuelo, y capacidad de 27 metros cúbicos por segundo.

Allí se recibirán y tratarán los líquidos cloacales llegados desde el denominado "Mega Colector" compuesto de 40 kilómetros de túneles bajo tierra a lo largo de la margen izquierda del Riachuelo dentro de territorio porteño, desde la zona de Villa Lugano hasta la planta de Dock Sud,  junto al Río de la Plata.

Es muy importante porque el 80 por ciento de la contaminación del río es cloacal; porque hoy la Ciudad no tiene capacidad de cloaca máxima en el sur y porque a su vez permitirá que la provincia tenga más capacidad de carga cloacal. Ese aumento de capacidad, además, permitiría llevar el servicio de cloacas a alrededor de 1,5 millones de personas en zonas de la cuenca como Avellaneda, La Matanza, Lanús o Lomas de Zamora, entre otros partidos del conurbano.

Justo este gobierno que, en campaña, al mismo tiempo en que Sergio Massa anunciaba la puesta a prueba del Sistema Riachuelo, es decir su fase final, expresaba una de sus mejores piezas para explicar por qué se puede hacer cualquier emprendimiento que dañe el ambiente si se es propietario y empresario.

El entonces candidato a presidente anarco-libertario pregonaba que la abundancia de agua, tiene precio cero y por una cuestión de equilibrios económicos, se la puede contaminar, si se tiene propiedad. Que una vez contaminada “se transforma en un bien escaso que tendrá un precio y por eso alguien la recuperará en forma de negocio, porque de esa manera tendrá un gran valor debido a su escasez”.

Todo eso ocurría al mismo tiempo en una campaña electoral en la que uno mostraba cómo se había llegado a una obra importantísima para el saneamiento y el otro porfiaba con el mercado como ordenador del ambiente, desafiando las leyes de la realidad.

Lo cierto es que Adorni trajo ese recuerdo sesgadamente a su atril y disparó sus balas, transmitiendo que “el gobierno de Javier Milei terminó la obra del Sistema Riachuelo”, dejando entrever demoras por supuesta corrupción pero que eso se había acabado con ellos. Es notable que este gobierno, que la había descontinuado desde el cambio de gestión, pueda anunciar que tremenda megaobra que llevaba ya 10 años de ejecución sea un logro propio.

Pero nada es casual: ya había pasado lo mismo con la asunción de Mauricio Macri, quien tenía esa tendencia a mentir y apropiarse de lo que hacían los otros; lo hizo en la Ciudad con la obra del Maldonado, que el gobierno de Aníbal Ibarra licitó y avanzó casi hasta su final. Lo hizo también con las obras de renovación del Teatro Colón, la Autopista 27 de febrero y la Usina del Arte, todos regalos que fueron heredados durante su mandato. Pero una vez llegado a la Nación, fue a inaugurar por segunda vez la planta de tratamiento de líquidos cloacales de Berazategui, que se complementa con el Sistema de Saneamiento del Riachuelo, obra que ya había inaugurado CFK. Después y no me dejan mentir los informes al juzgado de la causa, ni el Ministerio Público de la Defensa que sigue el cumplimiento de la misma, desatendieron al Sistema Riachuelo, retrasando prácticamente durante los cuatro años de gestión amarilla al mismo.

Al llegar la gestión de Martín Sabbatella, esta obra y toda la gestión de la CMR tomaron gran celeridad, tal vez como nunca antes. Sabbatella, quien gestionó con la espada de Damocles sobre su cabeza, ya que seguía su juicio por su pasado en favor de la libertad de expresión. (Vaya paradoja.) El anuncio de Adorni es incongruente, ya que no dio ninguna especificación técnica. Sólo un chamuyo altanero sobre algo que estaba en ciernes y tenía que ocurrir.

Todos los especialistas que se consulten coinciden en que lo único que quedaba eran las pruebas de funcionamiento de la planta y su puesta en marcha, pero el grueso de la obra la hizo AySA en gestión anterior; sólo quedaba por terminarse el 15 por ciento del último tramo, que era esa prueba y puesta en marcha. El MPD nombrado anteriormente es un organismo a consultar y que tiene información clara porque su participación en la causa le permite solicitar datos a los distintos organismos sobre el estado de las obras.

También es importante aclarar que el Sistema Riachuelo puede contribuir en la medida en que se ponga en funcionamiento, pero una cosa es terminar la obra de ingeniería y otra es ponerla en relación con el resto del Riachuelo, y las acciones que este gobierno ha dejado de financiar. Todo lo señalado, en el marco de la caída abrupta del presupuesto de ACUMAR con un gobierno que niega la cuestión ambiental, el cambio climático y que cancelas políticas públicas del sector.

Es decir que se pone en marcha paulatinamente, una obra pensada dentro de un proyecto integral, como algo aislado y excepcional.

Cuando nos comprometemos en la recuperación de un río, en nuestro caso el Matanza Riachuelo, sabemos que debemos afrontar una tarea ciclópea sumamente intrincada, difícil, amañada, que tiene infinitas mediaciones sociales, jurisdiccionales, políticas e intereses económicos. Sabemos que enfrentamos una metáfora de la Argentina. De la heredera de aquel “próspero liberalismo”, que, a través de rieles, puerto y Capital Federal concentró todo en un punto, llamado Buenos Aires. Así se logró el colapso de este río y también del Río de La Plata. Esa podría ser tomada como una primera planificación del mercado, metáfora de la dependencia y deformación demográfica dentro del balanceo del poder en la Argentina. Parece increíble, pero para que un río contaminado fluya, hay que atender y entender muchas cosas.

La “mano invisible” nos lleva a culturas de ahorros de costos, empezando por aquellos que tienen que ver con el desecho industrial. Tenemos un río que desemboca en un estuario que parece un mar y lo que a él vaya quedara diluido. Siempre se creyó en ese atajo. Así empezó todo y terminó con el colapso al que se sometió a la industria nacional, durante la dictadura cívico militar con los liberales conservadores de Martínez de Hoz, familia altamente vinculada a los procesos cárnicos, terratenientes y contaminadores de la cuenca. Entendemos que el cierre masivo de industrias de esa época trajo, desocupación, miseria, industrias que funcionaban marginalmente y contaminaban más que antes y grandes extensiones libres de tierras para los desesperados que no tenían adonde afincarse.

Nuestra América Morena se nutre en sus contornos de estas calamidades, ya que los puertos han sido los lugares por donde salieron nuestras riquezas. No son puertos “hacia adentro”. La cantidad de hidrovías (como se le dice ahora a los ríos) que la nutren hubieran generado una mayor integración regional y prosperidad. Siempre y cuando, hubiéramos navegado “hacia adentro”, como quisieron en dos extremos de la historia dos “locos”, El comandante Hugo Chávez y Domingo Faustino Sarmiento.

Los ríos deben fluir, y todo lo que los acompañe debe hacerlo en armonio y fluyendo también, sumándose a él.

Las desavenencias de nuestra sociedad, sumida en luchas intestinas, se intentaron salvar con la Constitución Nacional. En ella se resume un acuerdo de convivencia y del cual deriva la creación del estado, para garantizar derechos y obligaciones, pero también la vida.

Que alguien ponga por sobre este pacto social al Mercado supone romper una convivencia en la que la propiedad privada es superior a todo y pareciera ser el único derecho.

Que se vuelva a pensar que la abundancia de agua tiene precio cero y por una cuestión de equilibrios se la pueda contaminar, es retroceder 200 años.

Un buen ejercicio de memoria para aunar la libre contaminación de los ríos esgrimida por estos libertarios, es releer la carta de Rodolfo Walsh a las juntas militares: “Basta andar una hora por el Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con que semejante política la convirtió en una villa miseria de diez millones de habitantes. Ciudades a media luz, barrios enteros sin agua porque las industrias monopólicas saquean las napas subterráneas, millares de cuadras convertidas en un solo bache porque ustedes solo pavimentan los barrios militares y adornan la Plaza de Mayo, el rio más grande del mundo contaminado en todas sus playas porque los socios del ministro Martínez de Hoz arrojan en el los residuos industriales y la única medida de gobierno que ustedes han tomado es prohibir a la gente que se bañe”.

Entonces, lo que se propone desde la bravata gesticulante del atril de Adorni no será otra cosa que el azote de la crueldad y la mentira sádica, la perversión.

La economía política (así se la enseñaba hasta 1976, cuando pasó a ser solo una cuestión de mercado y matemáticas) que promueve el neoliberalismo libertario ha logrado convencer a muchos y muchas. Ha hecho creer vía la colonización pedagógica de los medios hegemónicos y sus creaciones comunicacionales, que son inevitables las leyes que dicta esa abstracción, denominada mercado.

Eso es lo peor, pues impide entender para resolver, no solo la contaminación de los ríos, sino la de las mentes.

 

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